Las cuatro barreras invisibles para invertir en democracia

Las cuatro barreras invisibles para invertir en democracia

A pesar de que la filantropía cívica se ha convertido en un motor clave para reforzar la democracia y la transparencia en muchos países, en España sigue siendo una asignatura pendiente, como refleja un informe del Laboratorio Haz. El escaso desarrollo de este tipo de donaciones, esenciales para el buen funcionamiento de las instituciones y la participación ciudadana, responde a una combinación de obstáculos culturales, estructurales y de percepción que dificultan la consolidación del donante cívico en nuestro país.
21 mayo 2025

Según el informe En busca del donante cívico: invertir en democracia, invertir en la verdad, elaborado por el Laboratorio de la Fundación Haz, la filantropía cívica en España es prácticamente residual. Ninguna de las treinta principales fundaciones empresariales destina recursos al fortalecimiento de la democracia, y solo un 3% apoya la transparencia y el buen gobierno. Las grandes fundaciones familiares tampoco muestran interés: el apoyo a la democracia es inexistente.

Esta falta de implicación contrasta con la situación en Estados Unidos, donde, aunque con limitaciones, la filantropía cívica ha logrado movilizar recursos significativos para fortalecer la democracia y la transparencia. En España, en cambio, las causas cívicas siguen siendo las grandes olvidadas, eclipsadas por áreas como la educación, el arte o la acción social.

Las barreras del donante cívico

El informe identifica cuatro grandes obstáculos que dificultan el desarrollo de la filantropía cívica en España.

La primera barrera es la falta de conocimiento sobre iniciativas de impacto. Muchos potenciales donantes no tienen acceso a información clara sobre proyectos cívicos que ya están generando cambios positivos en la sociedad. Esta falta de visibilidad impide que los donantes identifiquen modelos de intervención eficaces y, en consecuencia, limita su confianza a la hora de apoyar causas relacionadas con la democracia, la transparencia o la rendición de cuentas. A diferencia de otros ámbitos, como la educación o la salud, donde los resultados suelen ser más tangibles y conocidos, en el terreno cívico los ejemplos de éxito apenas trascienden al gran público.

La segunda barrera es la ausencia de una masa crítica de donantes. Existe la percepción generalizada de que una aportación individual, por sí sola, difícilmente tendrá un impacto relevante en cuestiones tan complejas y de largo plazo como el fortalecimiento democrático o la lucha contra la corrupción. Esta sensación de ‘gota en el océano’ desincentiva la participación y dificulta la creación de fondos colectivos o plataformas colaborativas que permitan sumar esfuerzos y recursos para lograr un efecto transformador.

En tercer lugar, la dificultad para medir resultados en el ámbito cívico supone un freno importante. Las iniciativas orientadas a la mejora de la calidad democrática, la transparencia institucional o la independencia informativa suelen requerir horizontes temporales largos y sus logros no siempre son fácilmente cuantificables. Esta complejidad a la hora de evaluar el impacto genera incertidumbre y desconfianza entre los donantes, que buscan evidencias claras de que su contribución está generando un cambio real.

Por último, la carencia de instituciones independientes que canalicen y coordinen los esfuerzos colectivos representa una limitación clave. La falta de estructuras organizativas autónomas y creíbles dificulta la colaboración entre actores diversos, la alineación de prioridades y la generación de confianza en el sector. Sin entidades que actúen como referentes y garanticen la transparencia y la eficacia en la gestión de los recursos, resulta mucho más complicado movilizar y sostener el apoyo filantrópico a largo plazo en causas cívicas.


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El reto de democratizar la filantropía

El caso español pone de manifiesto la necesidad de democratizar la filantropía, ampliando la base de pequeños donantes y reduciendo la dependencia de grandes filántropos. Iniciativas como la March of Dimes en Estados Unidos, que logró movilizar a millones de pequeños donantes para erradicar la polio, demuestran que la acción colectiva puede generar un impacto transformador.

En España, algunas organizaciones como Acces Info, Fundación Civio, Hay Derecho o Transparencia Internacional trabajan en el ámbito cívico, pero su sostenibilidad depende de la capacidad de atraer a una ciudadanía más comprometida y consciente de la importancia de invertir en democracia.

“La clave está en ofrecer a los potenciales donantes la oportunidad de integrarse en proyectos colectivos con credibilidad y resultados contrastados. Solo así será posible fortalecer la democracia”, Javier M. Cavanna, autor del informe.

El futuro: colaboración y confianza

Superar las barreras del donante cívico requiere proyectos colectivos liderados por instituciones independientes, capaces de generar confianza y visión a largo plazo, subraya el documento. El ejemplo del Observatorio de Medios, que ha logrado consensuar estándares de independencia y buenas prácticas en el sector informativo, demuestra que es posible coordinar esfuerzos y amplificar el impacto.

Como señala Javier Martín Cavanna, director de Fundación Haz y autor del informe, “la clave está en ofrecer a los potenciales donantes la oportunidad de integrarse en proyectos colectivos con credibilidad y resultados contrastados. Solo así será posible fortalecer la democracia y construir una sociedad más justa y solidaria”.

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