Desinformación y elecciones: más transparencia para votar seguros

Desinformación y elecciones: más transparencia para votar seguros

En las pasadas elecciones municipales y autonómicas se sembraron dudas sobre el buen funcionamiento del proceso debido a los escándalos por la compra de votos o las irregularidades en el recuento de papeletas. En pocos días los españoles están convocados a elegir un nuevo Gobierno en un contexto donde la desinformación ya no es un fenómeno aislado, sino que se utiliza como arma política y cada vez es más sofisticada.

Los escándalos sobre la compra de votos o las irregularidades en el recuento de papeletas hacen que los ciudadanos desconfíen del sistema democrático y pongan en cuestionamiento los resultados que arrojan los procesos electorales. En este contexto, la desinformación encuentra un caldo de cultivo perfecto para expandirse y hacer tambalear los cimientos de uno de los derechos fundamentales clave de las sociedades democráticas: garantizar la igualdad de los ciudadanos para participar en los asuntos públicos expresando su voluntad mediante el voto.

De hecho, propagar la duda sobre la legitimidad de estos procesos se considera una táctica para cuestionar los resultados, como señalaron algunos expertos durante las pasadas elecciones del 28-M. Con el fin de evitar este tipo de riesgos, la Junta Electoral Central ha reforzado algunas medidas que garantizan el buen funcionamiento de las elecciones, como obligar a los electores a presentar el DNI cuando entreguen el voto por correo.

A pesar de los esfuerzos del órgano electoral por hacer cumplir las normas por parte de todos los actores implicados en el proceso -partidos, candidatos, electores y medios de comunicación, entre otros-, las circunstancias que rodean a las inminentes elecciones generales mantienen a la sociedad española en alerta constante. Sobre todo, porque el adelanto de la convocatoria ha provocado que muchos ciudadanos soliciten el voto por correo al coincidir el 23 de julio con las vacaciones de una gran parte de ellos.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), julio de 2022 fue el segundo mes del verano con más viajes, superando la cifra de 21 millones de pernoctaciones, y se prevé que este año sea igual. Además, es la primera vez que las elecciones se celebran en julio y la preocupación sobre el fraude en torno al voto por correo persiste entre la opinión pública.

Manuel Rodríguez, experto politólogo, consultor político y director de Cámara Cívica, habla con Revista Haz acerca de qué otras medidas y acciones se podrían llevar a cabo para garantizar una “elecciones limpias” y mantener la confianza sobre los comicios, de manera que los nocivos efectos de la desinformación no tuvieran tanto impacto.


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¿Por qué se desinforma sobre los procesos electorales?

En menos de tres meses España ha convocado dos procesos electorales de gran importancia por convocar al 100% de la población votante. En las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo se eligió el gobierno de los 8.400 municipios que existen en el país y, en varios casos, como Madrid y Extremadura, entre otras, también se nombró al ejecutivo de la región.

Ahora toca votar al Gobierno que dirigirá el destino de los españoles para los próximos cuatro años en un escenario político cada vez más técnico y con herramientas de márquetin más sofisticadas. En este entorno, Rodríguez explica que la comunicación política se dirige mucho hacia la microsegmentación de las audiencias, tratando de movilizar a un público muy concreto y adaptando el mensaje hacia ese público al que se dirige, como a los jóvenes, mujeres, pensionistas, zonas rurales, etc.

Por otra parte, el experto consultado considera que una de las derivadas que está teniendo esta tendencia es que se está extendiendo la práctica de intentar influir en la desmovilización de los votantes contrarios, en lugar de llamar a la movilización de los votantes afines. En este contexto es donde Rodríguez observa que los discursos se centran en las denuncias de fraude y la fabricación de perfiles falsos que ya afectan a políticos de primer nivel, con el fin de que “cierto tipo de personas se quede en casa” el día de la votación.

Asimismo, el consultor político afirma que han vuelto los mensajes dirigidos a los electores indecisos para desinformarles acerca del propio procedimiento para votar, como aconsejar que se meta una papeleta de cada partido en el caso de no saber a quién elegir. Ese tipo de prácticas pueden parecer una “simple broma”, pero Rodríguez advierte que cuando el número de votos nulos -como en el caso de un sobre con varias papeletas dentro- llega a un número elevado, lo que se consigue es “enturbiar mucho el proceso y pervertir la voluntad de la gente sin ni siquiera entrar a hablar de las políticas públicas, ni valorar a los propios líderes que se presentan”.

Por este motivo, Rodríguez señala que el fenómeno de la desinformación no debe permitirse en un sistema democrático, ya que existen estrategias creadas por partidos políticos y ejecutadas por empresas que se financian con este tipo de prácticas muy poco éticas, por lo que “no es bueno que nos acostumbremos a convivir con la desinformación”, asegura.

La transparencia electoral como estrategia a largo plazo

En este sentido, el director de Cámara Cívica considera que “un principio clásico y básico que funciona es saber dónde está el dinero”. Esto se traduce en conocer quién y/o quiénes financian las campañas, así como de qué manera se obtiene dicha financiación e identificar a los principales donantes de los grandes actos que celebran los partidos políticos, como algunos mítines que llegan a parecer “conciertos de música pop”.

“En este país hemos tenido muchos casos de corrupción alrededor de estos mecanismos -financiación- y el hecho de saber quién pone el dinero, cómo se gasta y de qué manera, pues es un buen comienzo”, asegura el politólogo consultado.

A partir de aquí, la transparencia debería extenderse a otras áreas como las reglas y mecanismos que hacen funcionar todo el proceso electoral, saber quiénes son las personas que van de candidatos, cómo se reparten cierto tipo de cargos, ya sean los miembros de las mesas electorales o quiénes revisan los procesos de votación, etc. “Creo que, si jugamos con las cartas boca arriba, dejamos muy poco espacio a esas personas que se dedican a enturbiar y generar sospecha”, afirma Rodríguez.

“Si jugamos con las cartas boca arriba, dejamos muy poco espacio a aquellos que se dedican a enturbiar y generar sospecha en los procesos electorales”, Manuel Rodríguez, director de Cámara Cívica.

Por otra parte, el consultor político advierte sobre el verdadero sentido de la transparencia electoral que no debe confundirse con el hecho de “abrumar con datos a la gente”, sino que consiste en explicar qué dicen los datos y la información que rodea a estos procesos. “Creo que esto es muy relevante, porque hay que hacer mucha pedagogía para entender por qué las cosas se hacen de una determinada manera y por qué motivos”.

Instituciones más transparentes y abiertas

Además de explicar el proceso en sí, Rodríguez afirma que las instituciones también tienen un papel muy importante y es necesario que los ciudadanos las conozcan y entiendan para qué sirven.

En este sentido, el consultor político afirma que explicar el papel de las instituciones en la sociedad y en los procesos de administración pública, ya sea tanto a nivel estatal, como dentro de los Gobiernos locales y regionales, permite que la gente se sienta más implicada en el proceso, no solo electoral, sino en la toma decisiones. “Que las personas participen en este tipo de procesos es bueno, porque probablemente la solución que se adopte será más duradera, y eso hace que gobernar sea más fácil”.

Según explica Rodríguez, la participación de los ciudadanos no debería limitarse al voto cada cuatro años pues, aunque algunos procesos de toma de decisión pueden alargarse con la participación ciudadana, él considera que cuantas más personas estén implicadas en el proceso y el número de intereses representados sea mayor, el alcance de la decisión será más importante en relación con el nivel de aceptación y perdurará más en el tiempo.

“Considero que con mayor participación y transparencia reducimos el nivel de desconfianza, lo que se traduce en que los procesos y las instituciones van a durar más y van a funcionar mejor”, afirma el consultor político. Además, señala que la tecnología actual ya facilita agilizar y gestionar muchas de las actividades complejas de manera telemática, como podría ser el cruce de datos para monitorizar incidencias, seguir el proceso legislativo de las iniciativas parlamentarias, e incluso se podría empezar a plantear el voto telemático.

“No hay que generar una paranoia colectiva, sino dejar menos espacio a que ocurran malas prácticas y generar incentivos para decir: Oye, es que no me sale rentable intentar hacer trampa”. Según explicaba Rodríguez en un artículo publicado junto a Juan Romero en la Revista Española de la Transparencia hace unos años, “una sociedad vigilante” no consiste en estar en actitud sospechosa constantemente, pues resulta una tarea agotadora para cualquier persona, de lo que se trata es de garantizar que el sistema sea justo y ético, porque “si reducimos el nivel de desconfianza, va a funcionar y durar más”, concluye para Revista Haz.

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