El poder de la ‘filantropía invisible’: cada gesto cuenta

El poder de la ‘filantropía invisible’: cada gesto cuenta

Una donación de 5, 10 o 20 euros puede parecer poca cosa si la comparamos con grandes las grandes cantidades que manejan las instituciones, pero su suma adquiere un poder extraordinario.

Una aportación modesta, incluso de apenas unos euros, tiene un valor mucho mayor de lo que podría parecer a simple vista. Primero, porque permite construir sostenibilidad: los proyectos apoyados por muchos pequeños donantes tienen una base económica más estable, más diversificada, menos dependiente de subvenciones o intereses particulares. Segundo, porque esas donaciones generan sentido de pertenencia y comunidad; cuando alguien contribuye con lo que puede, se siente parte de algo mayor. Y tercero, porque fomentan independencia: muchas organizaciones que defienden la verdad o los derechos no pueden depender exclusivamente de los poderes públicos o de grandes patrocinadores, que podrían condicionar su agenda.

“Ayuda, amor, humanidad y generosidad” son las cuatro palabras que engloba el concepto de filantropía, según un estudio realizado por el Observatorio Social de la Fundación ”la Caixa” para saber específicamente qué piensan los ciudadanos españoles y portugueses sobre este tipo de acciones.

El impulso de ayudar al prójimo ha sido una fuerza invisible pero esencial en la construcción de comunidades. Las sociedades que hoy conocemos no serían lo mismo sin ese tejido de generosidad que, hilo a hilo, se ha ido estableciendo entre las personas. En la antigua Grecia ya se hablaba de la philanthropía como ese amor hacia la humanidad que nos impulsa a cuidar los unos de los otros. Siglos después, en la Edad Media, eran los gestos de caridad cristiana los que sostenían hospitales y dieron refugio a los más desfavorecidos. En el presente nombres como Andrew Carnegie o John D. Rockefeller demostraron cómo la fortuna privada podía utilizarse como un instrumento de progreso colectivo.

Pero más allá de los personajes conocidos que recoge la Historia, siempre ha existido una filantropía callada, hecha de pequeños gestos cotidianos. Son esas personas que, sin aspavientos y dentro de sus posibilidades, aportaban lo que podían para mejorar su entorno inmediato. Esta red invisible de solidaridad es el sustento real de muchas comunidades.

Hoy ocurre los mismo, mientras que los grandes donantes acaparan los flashes, existe un fenómeno más silencioso, pero igualmente transformador, que merece atención: las modestas pero constantes contribuciones de ciudadanos anónimos. Según el informe La filantropía en España de la Fundación ”la Caixa” , en 2024, el 59% de los españoles realizó al menos una donación a una organización benéfica, con una media de 75 euros por persona. La realidad es que la mayoría de las contribuciones provienen de pequeños donantes que, sin buscar reconocimiento, apoyan causas que consideran justas y necesarias. Este patrón refleja una tendencia creciente hacia la democratización de la filantropía, donde cada individuo, independientemente de su capacidad económica, puede ser parte del cambio.

Esta tendencia se ha visto favorecida por plataformas digitales que facilitan la participación colectiva, junto con organizaciones que priorizan la transparencia y la justicia social en su gestión. Estas herramientas no solo han hecho más fácil el poder ayudar, a un click de ratón, sino que han creado nuevos espacios donde la solidaridad se ejerce de forma más horizontal y participativa. Es la evolución de esa filantropía ciudadana que siempre ha estado ahí, pero que ahora cuenta con nuevas herramientas, y que entiende que transformar la realidad es tarea de muchos, no solo de unos pocos.

75
euros por persona

es la donación media realizada en España en 2024, Según un estudio de Fundación ”la Caixa”, el 59% de los españoles realizó al menos una donación a una organización benéfica.

Plataformas que facilitan la acción colectiva

El auge de plataformas de crowdfunding o financiación colectiva como WhyDonate, GoFundMe y Goteo ha cambiado el mapa de la filantropía ciudadana, haciendo que cualquier persona pueda lanzar una campaña, por modesta que parezca, y conectar con una comunidad dispuesta a contribuir. WhyDonate, es una plataforma de crowdfunding que permite crear campañas para recaudar dinero para causas sociales, culturales o de individuos, y lo hace sin comisión de plataforma —es decir, casi todo lo que se dona llega efectivamente al proyecto—.

GoFundMe, por su parte, da cabida a más donantes que habitantes tiene España. Según su informe Year in Help 2024, el pasado año recaudaron a nivel global 30.000 millones de dólares. En los últimos seis años en España ha recaudado 55 millones de euros a través de un millón de donaciones, lo que significa que en este periodo 1 de 47 españoles ha donado a una campaña. En palabras de su CEO, Tim Cadogan, “decenas de millones de personas se movilizan para apoyarse entre sí, ya sea iniciando campañas, donando a un individuo o a una organización sin ánimo de lucro, o compartiendo las causas que les importan. Incluso quienes no podían contribuir económicamente encontraron la manera de ayudar. Cada día más gente asume un papel activo para marcar la diferencia”.

Goteo.org aporta otro matiz importante: se trata de una plataforma de crowdfunding de origen español, gestionada por la Fundación Goteo, que se distingue por su enfoque en proyectos que generan un retorno colectivo, como el software de código abierto o el contenido libre. A diferencia de otras plataformas, permite aportaciones tanto monetarias como en forma de tareas colaborativas, fomentando una participación activa de la comunidad. Desde su lanzamiento en 2011, ha recaudado más de 17 millones de dólares y cuenta con una tasa de éxito de proyectos del 83%, con una comunidad de aproximadamente 185.000 usuarios. En este modelo, la transparencia no es un añadido sino parte del ADN, los proyectos deben explicar bien para qué sirven los fondos, con qué equipo cuentan, y muchas campañas funcionan con reportes públicos y seguimiento para los donantes acerca de lo que se hace con cada euro.

Proyectos que impulsan la democracia y la verdad

Hoy en día, los filántropos están volviendo la mirada hacia un frente crucial: la defensa de la democracia y la lucha contra la desinformación. Cada vez más fundaciones y donantes están destinando su apoyo a proyectos que protegen la integridad de las elecciones, respaldan un periodismo de calidad y enseñan a la ciudadanía a navegar la era digital con espíritu crítico. La razón de fondo es poderosa: sin información confiable y una sociedad que sepa distinguirla, los cimientos de nuestra democracia se debilitan. Su objetivo va más allá de la financiación; es un esfuerzo activo por sanar el espacio público. Al final, proteger la transparencia y la verdad es proteger el derecho de las personas a tomar decisiones libres y bien informadas.


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Una de las organizaciones que trabaja en este ámbito es Hay Derecho, una fundación sin ánimo de lucro que promueve la regeneración institucional y la defensa del Estado de Derecho. En palabras de su directora general, Safira Cantos, uno de sus mayores logros ha sido “pasar del análisis a la acción”. Lo han hecho a través de tres vías: “Las investigaciones basadas en datos y con webs interactivas —como el Informe de Estado de Derecho, referencia para la Comisión Europea, o El Dedómetro, que analiza los perfiles de directivos públicos—; la litigación estratégica ante los tribunales, donde el Supremo ha reconocido nuestro papel en la rendición de cuentas; y, finalmente, la divulgación, hacer de todo esto tan técnico información asequible para la ciudadanía”, explica Cantos.

Otro de los avances que destaca es “haber consolidado un espacio plural y apartidista donde ciudadanos de diferentes sensibilidades y profesiones remamos juntos en favor de la calidad de nuestra democracia”.

La implicación ciudadana, asegura, es crucial: “El poder tiende a expandirse. Todos ven bien los contrapesos desde la oposición, pero quieren ejercer el poder con menos cortapisas cuando lo tienen. Por eso es vital la vigilancia desde la sociedad civil, con acción independiente y valiente. Nosotros queremos que las instituciones funcionen bien gobierne quien gobierne. Hacemos trabajo que incomoda, pero es necesario para que el poder rinda cuentas. Y eso solo se sostiene con el apoyo activo y económico de ciudadanos inconformistas que quieren una mejor democracia y un mejor Estado de Derecho”.

Ese apoyo, subraya Cantos, es más poderoso de lo que se piensa: “Las pequeñas aportaciones tienen un impacto enorme, mucho más de lo que se puede imaginar. Es un voto de confianza que transformamos en motor de cambio.”

“Hacemos trabajo que incomoda, pero es necesario para que el poder rinda cuentas. Y eso solo se sostiene con el apoyo activo y económico de ciudadanos inconformistas que quieren una mejor democraciaa”, Safira Campos (Hay Derecho).

La plataforma Civio debe su nombre a cívico, que pertenece a la ciudadanía. Se trata de una organización que lucha contra la opacidad en las administraciones públicas y a favor de la rendición de cuentas y el derecho de acceso a la información. Mediante investigaciones basadas en datos y hechos, tratan de arrojar luz sobre los puntos ciegos del sistema, presionando y colaborando para lograr cambios. Su trabajo abarca áreas como la salud, la justicia, la contratación pública y la transparencia, y les han permitido formar una comunidad de 2.000 socios y socias.

Finalmente, Maldita.es es una fundación dedicada al fact-checking, la educación mediática, la investigación y la innovación tecnológica, con el objetivo de combatir la desinformación y dotar a la ciudadanía de herramientas para acceder a información verificada. En 2018 lanzaron una campaña de crowdfunding llamada #FundaMaldita para financiar parte de su transformación en fundación sin ánimo de lucro. Recaudaron más de 30.000 €, gracias al apoyo de más de 1.600 personas, lo que les permitió reforzar su independencia.

Para que esta filantropía de lo cotidiano alcance su máximo potencial, es necesario que esos ‘donantes invisibles’  sean reconocidos no solo en el plano moral, sino también en su capacidad real de transformación. El camino pasa por impulsar varias líneas de acción que se refuercen entre sí. Una de las más importantes es la educación: urge incorporar en escuelas, universidades y medios de comunicación la enseñanza del valor de la verdad, la transparencia y la democracia, pero también la importancia de financiar activamente estas causas. Así, donar dejaría de verse como un gesto exclusivo de grandes fortunas para convertirse en lo que es, una expresión de ciudadanía comprometida.

Junto a la formación, los incentivos fiscales deben evolucionar. Las donaciones recurrentes, especialmente las pequeñas y medianas, tienen que encontrar un marco claro y ventajoso cuando se dirijan a organizaciones que trabajan por la salud democrática, no solo a las causas asistenciales más visibles. Esto permitiría movilizar recursos de forma constante, creando una base sólida de apoyo a proyectos que defienden la ética pública y la calidad de nuestras instituciones.

La tecnología juega aquí un papel clave. Hacen falta plataformas intuitivas, seguras y transparentes que reduzcan al mínimo las comisiones, muestren con claridad el impacto de cada aportación y faciliten tanto el apadrinamiento de causas como la donación periódica.

Esta confianza, precisamente, se construye con transparencia radical. Las organizaciones deben mostrar sus cuentas abiertamente, explicar el origen de los fondos y rendir cuentas sobre su uso. Solo así se completa el círculo que anima a más personas a participar.

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