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Insomnio, ansiedad y pantallas: secuelas emocionales de la dana en la infancia
A un año de la dana de Valencia, la infancia afectada continúa mostrando secuelas emocionales de calado. El informe Con el barro en la mochila, elaborado por Save the Children y la Universitat de València a partir de 2.349 respuestas de familias y de aportaciones de profesionales y responsables públicos, constata que más del 30% de los niños y niñas reconoce miedo a la lluvia, las tormentas o los truenos, y que un 24% presenta dificultades para dormir.
Las lluvias e inundaciones dejaron 229 personas fallecidas —entre ellas 9 niños y niñas—, más de 200.000 menores afectados y 16.000 viviendas dañadas. Más allá del impacto material, la investigación documenta cambios de comportamiento en la infancia, como mayor ansiedad o estrés persistente y una dependencia creciente de las pantallas como mecanismo de escape.
En la adolescencia, estos efectos se traducen en dificultades de concentración (12%), incremento del tiempo de uso de dispositivos electrónicos (11%) y preferencia por el aislamiento social (7%). Estos indicadores muestran que las huellas psicológicas de la emergencia perduran más que los daños visibles.
Save the Children advierte de que el acompañamiento social y emocional a niños y adolescentes ha sido insuficiente y se ha confiado en exceso en su capacidad de resiliencia. En la misma línea, la principal preocupación de las familias (45%) es el estado emocional de sus hijos e hijas, por lo que la organización reclama situar a la infancia en el centro de la respuesta y la reconstrucción.
El colegio, un salvavidas
La mitad de las familias (52%) reconoce que sus hijos e hijas han sufrido un retraso en el aprendizaje. “Ante cualquier emergencia, como la que vivimos en Valencia, es crucial que los centros educativos se reabran cuanto antes. En un contexto de crisis, ir a la escuela ayuda a recuperar un sentido de normalidad y esperanza para esos niños y niñas”, explica Rodrigo Hernández, director de Save the Children en la región.
El colegio no solo es un lugar de aprendizaje: también garantiza servicios esenciales como el comedor escolar, vital para muchas familias con menos recursos. En octubre de 2024, más de 18.000 niños y niñas de las comarcas afectadas por la dana dependían de una beca comedor. “Mantenerlo abierto tras una emergencia asegura una alimentación saludable para los que más lo necesitan”, dice Hernández.
No poder asistir a la escuela ha afectado particularmente al estado emocional (71 %) y relacional (33%) del alumnado. “Tras una emergencia, las heridas que más perduran en el tiempo son las psicológicas. En este caso, hemos echado en falta que la administración habilitara más espacios seguros, protectores y de buen trato hacia la infancia y la adolescencia para reducir el impacto psicoemocional de estos niños y niñas”, subraya el director.
Los niños y adolescentes de los municipios afectados por la emergencia han dejado de realizar actividades deportivas (45 %), al aire libre (28 %), recreativas o culturales (25%) y extraescolares (24%). “No entendemos cómo, todavía hoy, muchos de los espacios donde niños, niñas y adolescentes se relacionan siguen sin estar rehabilitados, cuando son esenciales para su desarrollo”, lamenta Hernández.
La crisis climática es una realidad para la infancia
Las lluvias, inundaciones y destrozos provocados por la dana Alice este mes de octubre han reavivado el miedo de hace un año en la provincia. En junio, Save the Children alertaba que el 93% de los niños y niñas de esta región sufrirá al menos un fenómeno climático extremo al año, lo que convierte a la Comunitat Valenciana en la cuarta región más expuesta de España.
Las familias en situación de pobreza son las más expuestas a sufrir las consecuencias de este calentamiento global. Esto se debe a que las poblaciones más vulnerables viven en zonas más impactadas por los eventos climáticos extremos y tienen menos capacidad de adaptación. “Las familias con menos recursos han visto cómo el impacto de la dana en la vivienda y en el empleo les ha supuesto una enorme pérdida de poder adquisitivo y mayores dificultades de conciliación, especialmente en el caso de las familias monomarentales”, apunta Hernández.
El informe muestra que casi el 15% de las familias encuestadas perdió su vivienda y que una de cada cuatro considera que su hogar es ahora menos seguro para los niños y adolescentes que antes de la dana. Además, cuatro de cada cinco familias (80%) residentes en los municipios de la “zona cero” viven en edificios aún con reparaciones pendientes o directamente en viviendas muy afectadas, pero en las que se ven obligadas a seguir residiendo.
Una reconstrucción centrada en la infancia
Un año después, la reconstrucción del territorio se impulsa sobre todo desde las infraestructuras y la reactivación económica. Save the Children advierte de la importancia de no dejar de lado a la infancia, un colectivo de atención prioritaria en este proceso.
La organización detalla que para mantener a la infancia en el centro de esta reconstrucción es imprescindible que se incluyan a los niños en la toma de decisiones. “Es necesario reforzar la respuesta en ámbitos como el de la educación, la salud mental y el apoyo a familias en situación de vulnerabilidad, incorporando un enfoque preventivo y situando a los niños y niñas en el centro de las decisiones para garantizar sus derechos y fortalecer su resiliencia ante futuras emergencias”, concluye el director de Save the Children en Valencia.

