Arte sin barreras capacitistas: la verdadera cultura accesible para todos los públicos

Según el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, todas las personas tienen el derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, así como a “gozar de las artes”. Sin embargo, este derecho no siempre se cumple en el caso de las personas con diversidad funcional, que se topan a menudo con importantes obstáculos capacitistas, es decir, de discriminación contra la discapacidad, que les impiden tanto expresarse artísticamente como disfrutar de las obras como espectadores. Problema al que se quiere poner remedio desde diferentes iniciativas que ponen el acento en la inclusión, la accesibilidad y la normalización.

Recientemente, la Fundación Sifu, vinculada al centro especial de empleo SIFU, anunció el nombre de las ocho personas beneficiadas de la quinta edición de sus Becas SuperArte. El objetivo de este programa es ayudar a que los artistas con diversidad funcional puedan desarrollar su creatividad artística e impulsar su aprendizaje a través de la realización de estudios musicales a diferentes niveles (elementales, superiores, universitarios y profesionales).

Como señala el presidente de la Fundación Sifu, Cristian Rovira, el propósito que esta iniciativa persigue es “fomentar la creatividad artística en un marco de igualdad de oportunidades”, a través del impulso de “estudios de profesionalización o especialización de los artistas, independientemente de sus características funcionales o posibilidades económicas”.

La Fundación Sifu es también la organizadora de las Galas SuperArte, “el evento de arte inclusivo más importante de Europa”, afirman. Se trata de conciertos que se celebran de forma periódica en grandes auditorios de todo el país y que siempre cuentan, entre su elenco de artistas, con becados por dicha entidad.

Además de apoyar la formación y la visibilidad de músicos profesionales y amateur, desde la Fundación Sifu también se destinan ayudas a proyectos tecnológicos innovadores volcados en facilitar la expresión artística de las personas con discapacidad.

En años anteriores, por ejemplo, se ha becado a proyectos como el EyeHarp, un software que permite interpretar música con la mirada a artistas como Joel Bueno, joven de 17 años cuya parálisis cerebral no le impide ser un habitual en las Galas SuperArte gracias a este programa que convierte el movimiento de sus ojos en notas musicales.

Otro invento al que ha contribuido esta fundación es el TravelSax “el saxofón electrónico más pequeño y ligero del mundo”, presume su creador, Ramón Mañas, CEO de la compañía tecnológica Odisei Music. Lo importante de este instrumento es que resulta accesible para multitud de perfiles: se puede tocar con una sola mano, no exige realizar mucha presión sobre las teclas ni tampoco requiere una gran capacidad pulmonar.

Arte sin barreras capacitistas: la verdadera cultura accesible para todos los públicos

Ganadores de las Becas SuperArte 2024 de la Fundación Sifu.

Teatro con sordociegos

Pero si hay un perfil de personas con diversidad funcional que supone todo un reto a la hora de favorecer su acceso al disfrute de las obras culturales es sin duda el de las personas con sordoceguera. En este sentido, hay que destacar el carácter pionero de La Colmena, programa de talleres teatrales impulsado por el Teatro Cánovas de Málaga. La iniciativa cuenta con la dirección de Jamp Palô, fundador del colectivo cultural Escenautas y director además del grupo de teatro El Malecón de Once Málaga.

El proyecto, que ha cumplido este año su segunda edición, consiste en el desarrollo de una serie de píldoras formativas pensadas para promover el crecimiento personal y la inclusión social de las personas con capacidades diversas. “El objetivo es crear igualdad de oportunidades dentro de la sociedad a través de las artes escénicas, aprovechando los recursos de la sociedad al servicio de la labor inclusiva y en beneficio de la comunicación. Queremos crear convivencia real”, afirma Antonio Navajas, coordinador del Teatro Cánovas.

Además de personas sordociegas, en los talleres de La Colmena participan personas ciegas, con baja visión, movilidad reducida y neurodiversas. Es decir, se trabaja con diferentes perfiles de discapacidad y con organizaciones especializadas en dichos perfiles. Por ejemplo, en el caso de La Colmena 2.0, que fue la última edición, celebrada durante el pasado mes de mayo, las organizaciones beneficiarias fueron Once Málaga, Hermanas Hospitalarias — entidad especializada en personas neurodivergentes—  y la Asociación Malagueña de Afectados Polio y Postpolio.


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“En el caso de las personas con sordoceguera, se ha producido un boom increíble porque hemos sido pioneros en hacer algo así”, destaca Palô. Algo que no fue premeditado, pero por lo que se alegra especialmente. “Hemos encontrado una auténtica veta de oro, y no solo por el impacto social: que estas personas puedan disfrutar de un espacio en el que comunicar sus inquietudes, y que se les valore además por ello, es algo maravilloso que te pone la carne de gallina cuando ves sus reacciones”, añade el director.

¿Y cómo se trabaja con personas con sordoceguera? “No se parte de ideas preconcebidas, sino que, a través de diferentes técnicas y ejercicios, vamos creando todo durante los ensayos, ellos proponen la temática, escriben los textos de forma conjunta, se expresan de forma verbal y no verbal y sobre todo se divierten”, relata Palô.

Para el director de la propuesta, La Colmena ha acabado derivando en un laboratorio emocional a través del teatro. Dicho componente emocional resulta especialmente crítico en el caso de las personas con sordoceguera, que suelen sufrir importantes altibajos en su estado anímico.

“Una persona en concreto vino el primer día con un estado muy depresivo, pero, tras realizar las actividades, se fue para su casa riéndose. Y los siguientes días venía con unas ganas tremendas”. Cuando comenzó a trabajar con sordociegos, Palô no conocía la lengua de signos, materia que ha empezado a estudiar a fin de profundizar más en esta relación con unos alumnos que le están aportando “momentos maravillosos”.

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El actor y director de teatro Jamp Palô dirige La Colmena, un programa de talleres teatrales para personas con capacidades diversas.

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La Colmena es un programa de talleres teatrales para personas con capacidades diversas.

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La Colmena es un programa de talleres teatrales para personas con capacidades diversas.

Facilitar que las personas invidentes disfruten de la experiencia pictórica es el objetivo de iniciativas como Arte para tocar, también pionera en esta materia. Este programa nació en el año 2012 de la mano de la colaboración entre la Fundación Iberdrola y el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Arte para tocar integra la experiencia táctil en las pinturas mediante una novedosa técnica, denominada Didú y desarrollada por la empresa Estudios Durero de Bilbao, que consigue conferir texturas y un relieve de hasta cinco milímetros a fotografías en alta resolución de los cuadros originales.

“Este es un recurso que acerca el arte pictórico a las personas con discapacidad visual, pero también para cualquiera que quiera reconocer las obras de arte por este medio”, explica el director del Museo de Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza.

La iniciativa arrancó con cinco obras táctiles, a las que se han ido añadiendo más por el camino hasta alcanzar, en la última edición, los nueves paneles actuales. Esta novena obra fue Eva, del artista vasco Nemesio Mogrobejo, adaptada con un relieve en plata que permite palpar e imaginar a través del tacto.

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Arte para tocar son obras táctiles accesibles para personas ciegas.

De Eva y del resto de obras se pudo disfrutar en una exposición que estuvo abierta en la pinacoteca bilbaína desde enero a junio de este 2024, y que tiene garantizada su continuidad en los próximos años. Arte para tocar dispone además de una muestra itinerante que lleva este “recurso didáctico de accesibilidad” por diversos centros educativos de Bizkaia y Gipuzkoa. Desde que se puso en marcha en 2018, han participado en el programa 46 centros educativos y 10.696 alumnas y alumnos.

En palabras de María Victoria Antoñanzas, jefa de Educación y Acción Cultural del museo: “El objetivo es que puedan acercarse a estas piezas por el acto en el entorno escolar y desarrollar una propuesta en dinámicas de grupos pequeños y atención individualizada”. De este modo, se contribuye a dos objetivos fundamentales: “Por un lado, las personas ciegas se sentirán protagonistas en entornos antes ajenos a ellas y, por otro lado, sus compañeros compartirán sus dificultades y descubrimientos”.

Las actividades están dirigidas por personal educativo y se complementan con materiales de apoyo, como textos en braille y antifaces para los videntes que quieran experimentar la obra a través del tacto, así como una audioguía explicativa en euskera, castellano e inglés. Además de Iberdrola, también apoya esta iniciativa el CRI, Centro de Recursos para la Inclusión Educativa del Alumnado con Discapacidad Visual, que forma parte de los servicios de apoyo para la diversidad e inclusión del Departamento de Educación del Gobierno Vasco.

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