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Foto: H2LAC.

La ruta de Latinoamérica en su apuesta por el hidrógeno

El hidrógeno se presenta como una alternativa energética clave. En América Latina, los proyectos en torno a este recurso son bastante heterogéneos, y países como Chile, Colombia, Paraguay y Uruguay ya cuentan con hojas de ruta del hidrógeno. La preocupación de los especialistas es qué rol asumirá el subcontinente en la transición energética.
14 septiembre 2022

El agotamiento de los recursos naturales no renovables, sumado a la emergencia climática que enfrenta el planeta, impone para las próximas décadas un profundo cambio en la matriz energética a nivel mundial. Entre las alternativas a los combustibles fósiles, en el último tiempo reapareció con fuerza el hidrógeno.

De acuerdo con una publicación del Observatorio Petrolero Sur, actualmente, se producen en el mundo más de 70 millones de toneladas de hidrógeno al año, y la mayor parte se emplea en la producción de amoniaco para fertilizantes y en ciertos procesos industriales, como en petroquímicas y refinación del petróleo.

Hoy, lo que se busca es potenciarlo como vector energético para contener una parte de la demanda que actualmente cubren los combustibles fósiles: diversos usos residenciales e industriales, generación de electricidad y movilidad (sobre todo en vehículos difíciles de electrificar como camiones, barcos y aviones).

Existen distintos tipos de hidrógeno disponibles a partir de su forma de producción. El hidrógeno gris se obtiene a partir de fuentes como el metano o el carbón. El azul es aquel que incorpora la captura de gases de efecto invernadero. El verde, el más limpio y al que se apunta, se basa en la utilización de energías renovables para la electrólisis.

El Banco Mundial apunta que América Latina tiene las capacidades para convertirse en una de las regiones más competitivas del mundo en la producción de hidrógeno verde para 2030, y con ello lograr una transición energética justa que genere beneficios económicos, ambientales y sociales que favorezcan a las comunidades locales.

Desde el organismo se creó H2LAC, una plataforma colaborativa cuyo objetivo es impulsar el desarrollo del hidrógeno verde en América Latina y el Caribe con el fin de promover su producción, uso y exportación. Fue creada en 2020 por la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) junto al Banco Mundial, la CEPAL y el Programa Euroclima+ de la Unión Europea para fomentar la cooperación y el intercambio entre distintos stakeholders y acelerar el avance del hidrógeno verde en la región.

En la plataforma se elaboran distintos informes y, por ejemplo, uno de ellos prevé que en Chile la industria del hidrógeno verde creará 22.000 nuevos trabajos en 2030; 87.000, para 2040, y alcance los 94.000 en 2050.

Chile fue el primero en publicar la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, a fines del 2020. Y esta política tiene como horizonte lograr producir 25 GW (gigavatios) de hidrógeno para 2030, a un precio de 1,5 dólares el kilo. El país es, quizás, quien tuvo mayor progreso en la materia y se posiciona como uno de los grandes referentes de la región.


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También, allí señalan que Colombia ha avanzado a pasos agigantados desde la publicación de su hoja de ruta del hidrógeno en 2021. Este país ya cuenta con dos pruebas piloto de hidrógeno verde en la ciudad de Cartagena que utilizan electrolizadores alimentados por energía solar, ambas inaugurados en marzo de este año. Ahora, las empresas que lideran ambos proyectos de hidrógeno continúan avanzando para desarrollar este mercado emergente en el país.

Ecopetrol, la petrolera estatal anunció la selección de seis empresas multinacionales como aliados clave para el desarrollo de su plan estratégico de hidrógeno bajo en carbono.

El primer proyecto consiste en el diseño y desarrollo de un electrolizador industrial para la producción de hidrógeno renovable con el que ya se realizan pruebas tecnológicas en distintos centros del Grupo Ecopetrol para acompañar el plan de descarbonización de la compañía de energía. El electrolizador tiene capacidad para producir hasta 647 kilogramos de hidrógeno al mes y puede evitar la emisión de hasta seis toneladas de CO2 mensuales en funcionamiento continuo. Después, en alianza con la empresa española H2B2, se adjudicó el desarrollo de las dos primeras estaciones de servicio de hidrógeno renovable en Colombia, por 3,5 millones de dólares.

Otros países que ya cuentan con hoja de ruta son Paraguay y Uruguay. El primero realizará proyectos en Villa Elisa (en el área metropolitana de Asunción), Ciudad del Este y Encarnación, bajo una inversión estipulada de 10 millones de dólares. El segundo espera que para 2030 los costos de producción alcancen entre 1,2 y 1,4 USD/kg, con una capacidad total mayor a los 90 GW de potencia a partir de energía renovable en los lugares con mayor potencial renovable. Este dato les permitiría posicionarse de forma competitiva con relación al resto del mundo.

América Latina tiene capacidad para convertirse en una de las regiones más competitivas del mundo en la producción de hidrógeno verde para 2030, según el Banco Mundial.

Los retos de su almacenamiento y transporte

Uno de los tantos problemas que se presentan en torno al hidrógeno es su almacenamiento y transporte. Para usar el hidrógeno en el mercado interno la primera barrera es el desarrollo de los electrolizadores.

En Argentina, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) tiene un grupo de investigadores que ya desarrolló electrolizadores pequeños de 10 kW (kilovatios). “Ahora estamos encarando un proyecto grande con Y-TEC (la compañía de base tecnológica más grande del país) y con universidades nacionales”, explica Gabriel Correa Perelmuter, ingeniero mecánico e investigador del Conicet.

Los proyectos que se vienen desarrollando en esta alianza buscan el desarrollo de electrolizadores nacionales y el empleo de este vector energético en distintas industrias y medios de transporte. Al mismo tiempo, se investigan los materiales que demandará el almacenamiento y transporte, como el desarrollo de normativas para su empleo.

“La ventaja del hidrógeno con respecto al litio es que los territorios donde se lo puede producir no tienen serios conflictos socioterritoriales con las comunidades locales. Otro punto importante es que su impacto en relación con el agua es bastante menor que en otras actividades económicas”, explica Correa Perelmuter.

En este momento, Argentina produce sobre todo hidrógeno gris: aproximadamente 328.000 toneladas al año, de las cuales solo un 0,3 % es utilizado para generación eléctrica. Y desde 2009 el grupo Capsa-Capex, a través de la empresa Hychico, produce unas 92 toneladas al año de hidrógeno verde en Comodoro Rivadavia. En 2006 se sancionó la Ley Nacional de Fomento del Hidrógeno, pero no llegó a reglamentarse.

A nivel provincial, Río Negro, en abril de 2021, creó la Mesa Rionegrina del Hidrógeno Verde (MRH2V). Desde ese ámbito se propuso una alianza con el Instituto Fraunhofer IEE de Alemania, organismo que realizó el informe base del Plan Estratégico H2V Río Negro. Además del acuerdo con el Instituto Fraunhofer IEE de Alemania, en septiembre 2021 la provincia firmó un convenio con Fortescue Future Industries (FFI), División Industrial de la Minera Fortescue Metals de Australia, para el desarrollo de proyectos verdes en Río Negro.

El rol de América Latina en la transición

La principal preocupación de los expertos consultados es qué rol asumirá la región en la transición energética. Para explicarlo mejor citan a René Zavaleta, un ensayista y pensador boliviano, que decía que en América Latina existe la creencia de que es el lugar por excelencia de los grandes recursos naturales y que, cada vez que se descubre un nuevo recurso natural, se genera la idea de una riqueza súbita, un excedente que genera la posibilidad de acceder rápidamente a la riqueza que permitirá acortar las distancias con los países más desarrollados.

Los expertos se plantean qué rol asumirá América Latina en la transición energética: si se limitará a ser un exportador neto de hidrógeno o apostará por el desarrollo tecnológico y por potenciar el mercado interno.

A eso el autor lo llama “la ilusión desarrollista”, la creencia de que porque se descubre un recurso natural que resulta ser estratégico, se hace una apuesta fuerte completamente acrítica y se cree que esa va a ser la solución de todos los males. Esta es la visión que se conoce como “el doradista”.

Los especialistas Maristella Svampa y Enrique Viale escriben en su libro: “La descarbonización de la economía debe conducirnos a un cambio integral de la matriz productiva, de consumo y de distribución; debe apuntar a cambiar el sistema de relaciones sociales y reforzar el vínculo ecodependiente con la naturaleza”.

La gran pregunta que deben hacerse los tomadores de decisiones es: ¿Hidrógeno para qué y para quién?  “¿Lo estamos haciendo para proveer de hidrógeno a los países industrializados para que puedan transformar sus economías a través de recursos que transferimos desde el sur global?”, se cuestiona Gabriel Blanco, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Unicen (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires) en las áreas de energías renovables, cambio climático y sustentabilidad e investigador miembro del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).

“Eso nos dejaría divisas, pero ¿qué más?, agrega. Estamos todo el tiempo corriendo detrás de algún recurso o tecnología que nos va a ‘salvar’ de la decadencia socioeconómica. En la época colonial eran el oro y la plata; luego, la madera del chaco; seguimos con la soja, el petróleo y el gas de Vaca Muerta, y, más recientemente, el litio. Nada de eso demostró que esa estrategia funcione. Esos modelos de extractivismo no terminan derramando nada”.

Correa Perelmuter, investigador del Conicet, señala que en las hojas de ruta de Chile, Colombia, Paraguay y Uruguay, estos países se posicionan como netos exportadores del recurso. “No veo que estos países apunten a un desarrollo tecnológico. Yo creo que los estados tienen que dotarse de herramientas para poder generar primero el mercado interno. Creo que es lo primero que hay que pensar.  Hay que generar una mesa de consensos relacionados con el hidrógeno donde se convoque al sistema científico tecnológico, a las provincias interesadas y a las empresas, sobre todo locales”.

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