<p>La extracción y el descarte crecen más rápido que la recuperación: solo el 6,9% de los materiales vuelve a la economía.<p>

La extracción y el descarte crecen más rápido que la recuperación: solo el 6,9% de los materiales vuelve a la economía.

La circularidad retrocede en un mundo cada vez más consumista

La economía mundial consume ya más de 106.000 millones de toneladas de materiales al año, pero solo el 6,9% vuelve a los ciclos productivos. El ‘Circularity Gap Report 2025’ certifica que la brecha de circularidad no deja de ensancharse y que la extracción virgen crece más rápido que cualquier esfuerzo de recuperación.

Hace apenas cinco décadas el mundo utilizaba unos 28.000 millones de toneladas de recursos al año; hoy esa cifra se ha cuadruplicado y la mayor parte sigue un trayecto lineal: se extrae, se fabrica, se descarta. El Circularity Gap Report 2025 de Circle Economy detalla que, de cada cien toneladas movilizadas en 2021, más de 93 eran vírgenes y apenas siete procedían de circuitos de recuperación. Esa proporción confirma una tendencia descendente iniciada en 2018 y revela que los esfuerzos de reciclaje no consiguen compensar la voracidad con la que el sistema económico incorpora materiales nuevos.

Detrás del retroceso no hay un colapso de la separación de residuos (la masa recuperada incluso sube de 7,1 a 7,3 Gt entre 2018 y 2021), sino un crecimiento de la demanda que desborda cualquier mejora en circularidad. El informe subraya que 38% de los recursos queda inmovilizado en edificios e infraestructuras de larga vida, lo que aplaza durante décadas su retorno al ciclo productivo y tensiona los mercados de chatarra y áridos reciclados.

Las proyecciones tampoco ofrecen respiro: si el modelo lineal persiste, la extracción anual podría aumentar otro 60% para 2060, superando los 160.000 millones de toneladas y alejando los objetivos climáticos y de biodiversidad.

En respuesta, el informe insta a pasar de las mejoras puntuales a estrategias sistémicas que combinen reducción, prolongación de vida útil y diseño regenerativo. Sin abordar a la vez el volumen total de materiales y la proporción que realmente se recircula, la transición climática carecerá de la base física necesaria.

Radiografía de la circularidad en 2025

El informe muestra que el diminuto caudal de material que vuelve a los ciclos productivos procede casi en exclusiva de tres corrientes de gran peso.

Los residuos de construcción y demolición aportan 49,6% de todo el material secundario mundial; los desperdicios industriales suman 44% y la fracción municipal apenas 3,8%, mientras los residuos especiales (sanitarios, electrónicos, peligrosos) completan un exiguo 2,6%.

Concentrar los esfuerzos en estos flujos, sobre todo en la edificación, se perfila como la vía más directa para ganar volumen reciclado a corto plazo.


NOTICIAS RELACIONADAS
Índice de Reciclabilidad: fabricantes y gestores de residuos, juntos por la economía circular
Del ecodiseño al residuo cero: claves para aplicar la economía circular en una empresa
Los indicadores de transición, la vara de medir la circularidad de las empresas


Esa concentración, sin embargo, convive con tasas de recuperación muy discretas. Solo 22% de los residuos de obra y demolición se recicla y, en el caso de la fracción municipal, el retorno cae al 15%. El resto acaba almacenado en vertederos controlados o sin control, relegado a rellenos sanitarios o incinerado.

El informe subraya que la brecha entre una elevada recogida (82% a escala mundial) y un reciclaje de apenas 27% deja en evidencia la ineficacia de los sistemas de separación y tratamiento.

El retrato de las entradas revela una dependencia estructural de insumos vírgenes. Los “materiales no renovables vírgenes” (minerales de construcción, metales y combustibles fósiles para usos materiales) representan 18,1% de los recursos que penetran cada año en la economía y 28,6% de los que salen como residuos sin recuperar.

Juntas, estas tres piezas (poca diversidad de fuentes secundarias, baja eficiencia de retorno y alta dieta de materias vírgenes) sostienen la conclusión central del informe: mientras la construcción, la industria pesada y los residuos urbanos sigan funcionando como embudos lineales, la métrica de circularidad continuará en caída libre.

7
toneladas de materiales

de cada 100 movilizadas en 2021 procedían de circuitos de recuperación, mientras que 93 eran vírgenes, según el Circularity Gap Report.

Cuáles son las palancas con mayor potencial de giro

Se identifican tres grandes sistemas de consumo que, en conjunto, explican casi el 70% de la huella material global: la edificación y el urbanismo, la movilidad terrestre y la alimentación humana. Su peso convierte a cada uno en diana prioritaria de cualquier estrategia de reducción: actuar sobre ellos ofrece más retorno que ampliar el reciclaje en sectores dispersos y de menor volumen.

En la edificación, el informe señala el uso intensivo de minerales de construcción como el principal vector de presión. Los autores resaltan la oportunidad de sustituir materiales vírgenes por áridos reciclados y de alargar la vida útil de las estructuras mediante diseño adaptable y modular, medidas que podrían liberar decenas de gigatoneladas de recursos en los próximos quince años sin comprometer la demanda de vivienda y oficinas prevista para 2040.

Para la movilidad, la prioridad pasa por frenar la expansión del parque privado: el documento cifra en varios miles de millones de toneladas el ahorro potencial si los vehículos compartidos y la electrificación total se acompañan de tasas de ocupación más altas y políticas de movilidad activa.

El sistema alimentario aparece como tercer gran foco, responsable de un consumo masivo de biomasa y de un uso significativo de metales y combustibles fósiles en maquinaria agrícola y fertilizantes. El informe subraya que dietas con menor contenido de proteína animal, junto con la reducción de pérdidas postcosecha y la promoción de circuitos locales de alimentación, ofrecen un doble dividendo: recortan la demanda de recursos y mitigan emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la ganadería intensiva.

El informe insta a pasar de las mejoras puntuales a estrategias sistémicas que combinen la reducción, la prolongación de vida útil y el diseño regenerativo de materiales.

Además, las disparidades territoriales condicionan todo el tablero. El panel de once indicadores del informe revela que las economías de renta alta consumen en torno a 24 toneladas de recursos por persona cada año, seis veces más que las de renta baja (4) y muy lejos de las 8 toneladas per cápita definidas como “huella material justa”. Las naciones de renta media se sitúan en un punto intermedio, mientras la media mundial (12,2 toneladas) deja patente la distancia que aún nos separa de un uso verdaderamente sostenible de los materiales.

Este margen de crecimiento brinda a las economías de renta baja y media la posibilidad de “saltar” directamente a soluciones circulares sin replicar el modelo lineal histórico, siempre que reciban transferencia tecnológica y financiación orientada a infraestructuras de reutilización y reparación.

Impulso público-privado para cerrar el círculo

El tramo final del Circularity Gap Report 2025 convierte el diagnóstico en un plan de acción dividido en dos esferas inseparables: la política pública y la estrategia empresarial.

En el frente gubernamental, el documento insta a revisar la fiscalidad de los materiales, eliminar subsidios que abaratan insumos vírgenes y reforzar la responsabilidad ampliada del productor y las normas de ecodiseño para que cada artículo nazca listo para recircular.

Propone además la creación de una Agencia Internacional de Materiales (un organismo técnico que armonice datos de flujos, oriente metas nacionales coherentes con los límites planetarios y facilite incentivos hacia infraestructuras de reutilización y reparación) con el mandato exclusivo de medir y transparentar, no de fijar cuotas.

Las economías de renta alta consumen en torno a 24 toneladas de recursos por persona cada año, seis veces más que las de renta baja (4) y muy lejos de las 8 toneladas per cápita definidas como “huella material justa”.

El texto habla con igual claridad al sector privado: adoptar métricas y modelos circulares antes de que sean obligatorios ofrece ventaja competitiva. Recomienda marcos como el Global Circularity Protocol o los Circular Transition Indicators para fijar objetivos de contenido reciclado, vida útil extendida y desvío de residuos, y demostrar así resiliencia ante la volatilidad de materias primas y las futuras exigencias regulatorias.

También, subraya que cada año añadido de uso, cada producto diseñado para reparación y cada punto porcentual de material secundario que entra en la producción reducen la dependencia de nuevas canteras y minas.

Cuando los gobiernos corrigen las señales de precio y las empresas transforman sus modelos, se activa un efecto multiplicador: las normas generan demanda de soluciones circulares y las inversiones privadas les dan escala.

En ese terreno común, concluye Circle Economy, duplicar en la próxima década la proporción de materiales que vuelven a la economía deja de ser un deseo y se convierte en una opción viable.

Comentarios

Powered by Sindyk Content
Arriba