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Proyecto DemoSATH, de Saitec Offshore Technologies. Foto: BiMEP.

Parques eólicos marinos: España mira al mar para impulsar su futuro energético

El despliegue de la eólica marina abre una nueva etapa en la transición energética española, con grandes oportunidades y no pocos interrogantes. Analizamos su potencial, su contribución climática y los retos ambientales, sociales y económicos para la biodiversidad, la pesca y las comunidades costeras.

Los parques eólicos marinos, aún incipientes en nuestro país, prometen aportar energía limpia, pero, al mismo tiempo, generan un intenso debate por su impacto ambiental y social.

Algunos expertos consideran que se trata de una de las tecnologías renovables con mayor potencial para contribuir a la descarbonización de la economía, ya que su emplazamiento en alta mar permite aprovechar vientos más constantes e intensos que en tierra, y por tanto generan una producción eléctrica más estable y abundante. Asimismo, en materia de lucha contra el cambio climático, los parques eólicos marinos suponen una oportunidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y diversificar el mix energético nacional, al mismo tiempo que pueden dinamizar la economía con la creación de empleo en sectores como la construcción naval, la ingeniería, la logística portuaria o el mantenimiento especializado.

Sin embargo, y pese a sus aspectos positivos, su implantación también conlleva retos ambientales y sociales; la ocupación del espacio marino genera conflictos de uso frente a actividades tradicionales como la pesca, el turismo o el transporte marítimo, además de plantear interrogantes sobre su impacto real en la biodiversidad marina, en especial sobre aves migratorias, mamíferos marinos o los ecosistemas llamados bentónicos (hábitats acuáticos situados en el fondo y en las capas sedimentarias de agua donde viven organismos como corales y ostras o estrellas de mar, y cruciales para muchas especies que los utilizan para refugio, cría y alimentación y vitales para el ciclo de nutrientes y la biodiversidad).

Aunque en el plano socioeconómico es cierto que las comunidades costeras pueden beneficiarse de nuevas oportunidades laborales y de inversión, también puede suponer para ellas riesgos asociados a la transformación de sus paisajes y a la posible reducción de caladeros pesqueros.

Y es que, la integración equilibrada de los parques eólicos marinos en el territorio exige un enfoque de gestión participativo que incorpore a pescadores, ayuntamientos, asociaciones ambientales y ciudadanos que garantice una armonía entre el aprovechamiento energético y la preservación del patrimonio natural y cultural de las costas. Solo de este modo, y siempre que se gestione con criterios de sostenibilidad, transparencia y equidad social, el desarrollo de la energía eólica marina en España y en todo el mundo supondrá una oportunidad estratégica para todos.

Eólica marina, clave para la transición energética

En países como Reino Unido, Dinamarca o Alemania esta fuente de energía se ha convertido ya en un pilar clave de la transición energética, mientras que, en España, con más de 8.000 kilómetros de costa y una posición estratégica en el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, su aprovechamiento aún plantea retos técnicos debido, entre otros aspectos, a la profundidad de sus aguas, lo que hace especialmente atractiva la tecnología de aerogeneradores flotantes.

En nuestro país, Galicia, Cataluña, Andalucía o Canarias son algunas de las regiones en las que se están planteando proyectos de parques eólicos marinos, una tecnología relativamente nueva en el panorama energético y cuya implantación genera, sin embargo, un intenso debate: ¿Son realmente una solución ecológica frente al cambio climático o pueden provocar un mayor impacto ambiental? ¿Compensa su producción energética los costes ambientales y económicos asociados? ¿Dónde se instalan exactamente estas infraestructuras y qué implicaciones tienen para la biodiversidad marina, la pesca e incluso las relaciones entre países vecinos?


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Lo que nadie parece poner en duda es que los parques eólicos marinos se han convertido en una palanca clave para la descarbonización a escala mundial. En 2024, la potencia eólica marina conectada acumulada alcanzó 83 GW (con 56 GW adicionales adjudicados en subastas solo en 2024), y la UE mantiene el rumbo de su Estrategia de Renovables Marinas (60 GW para 2030 y 300 GW para 2050) junto al Plan de Acción de la Energía Eólica y medidas concretas para acelerar redes e interconexiones.

Tal como resume Rebecca Williams, directora ejecutiva Adjunta de Global Wind Energy Council (GWEC), “la eólica marina está entrando en una nueva era”, pero, pese a ello, “la industria afronta cuellos de botella (costes, subastas fallidas, redes…) que exigen rediseñar algunos aspectos y acelerar permisos para que este tipo de energía pueda cumplir su papel en el sistema eléctrico y no perder el ritmo europeo”. Y es que, a juicio de esta experta, “los fundamentos de la eólica marina siguen siendo sólidos y el camino a seguir es claro y alcanzable: subastas más inteligentes, mejores políticas y una ejecución más rápida”, apunta Williams.

En España, el potencial es alto, pero está condicionado por la gran profundidad de la plataforma continental, lo que orienta el despliegue hacia tecnología flotante. La Hoja de Ruta de la Eólica Marina y Energías del Mar fija 1–3 GW a 2030 (flotante), un objetivo ya incorporado en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (Pniec) 2021-2030, mientras que los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) aprobados por el RD 150/2023 ordenan el espacio marino e identifican zonas de alto potencial: en conjunto, menos del 0,5% de las aguas españolas (aproximadamente 4.947 km²) quedaría disponible para la eólica marina.

Y aunque España opera aún sin parques comerciales, cuenta con el prototipo flotante DemoSATH (2 MW), de Saitec Offshore Technologies, instalado en Biscay Marine Energy Platform (BiMEP), una iniciativa pública participada al 75% por el Ente Vasco de la Energía (EVE) y al 25% por el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía) y el Gobierno ha anunciado la primera subasta de eólica marina para este 2025, iniciativas que deberían abrir el camino a proyectos industriales en Canarias, Galicia o el entorno Levantino-Balear. En este sentido, la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan) es una instalación clave para la investigación y desarrollo de tecnologías marinas, incluyendo la eólica marina, y ya se están desarrollando proyectos importantes por empresas como Naturgy, Greenalia, o EnerOce.

El potencial de la eólica marina es alto en España, pero la gran profundidad de la plataforma continental condiciona el desarrollo y orienta el despliegue hacia tecnología flotante.

Desde la Asociación Empresarial Eólica (AEE) subrayan que el desarrollo de la energía eólica marina “es una oportunidad para el país y para las comunidades costeras con impactos económicos relevantes si se moviliza la cadena de valor local y se agilizan subastas y redes”. Esta energía “está experimentando un considerable desarrollo, avanzando hasta su plena madurez tecnológica, por lo que presenta un elevado potencial para ayudar a conseguir los objetivos de transición energética europeos y nacionales”, indica la AEE, que describe especialmente las ventajas de las estructuras flotantes al abrir la puerta a emplazamientos con mayores profundidades que son inaccesibles para la tecnología de cimentación fija. “Esto supone una importante ventaja dado que el 80% del recurso marino en Europa se encuentra situado en aguas a más de 60 metros de profundidad” explican. Asimismo, la tecnología marina flotante, apuntan, “permitirá reducir los costes y riesgos actualmente relacionados con la construcción, instalación, operación y desmantelamiento de la eólica de cimentación fija”.

Equilibrio ambiental y un despliegue justo

Pese a sus ventajas, uno de los principales retos a abordar en el desarrollo de este tipo de energía es su despliegue con seguridad ambiental y el equilibrio con la convivencia social. En febrero de 2024 las principales organizaciones ecologistas –Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción, Greenpeace, SEO/BirdLife y WWF– lanzaron una propuesta de marco normativo para garantizar el despliegue justo y sostenible de la energía eólica marina. Este documento, que estas organizaciones compartieron con el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, propone centrar las subastas inicialmente en una o dos zonas de alto potencial para el desarrollo de energía eólica marina (Zaper) debido a la complejidad y las limitaciones en la información ambiental disponible sobre numerosas zonas marinas.

Las ONG firmantes plantean un enfoque que busca conciliar la urgencia de la descarbonización (neutralidad climática en la UE y en España para 2040) y la protección de al menos el 30% del espacio marino para 2030, con un despliegue ordenado, participativo y respetuoso con la biodiversidad y las comunidades locales.

Los principales pasos propuestos son:

  • Identificación, delimitación y validación de las zonas más idóneas para el despliegue renovable en el mar (Zaper), usando criterios de recurso eólico, áreas de alta biodiversidad y prioridades socioeconómicas, con amplia consulta y participación pública.
  • Evaluación ambiental y social previa a la adjudicación de derechos sobre la lámina de agua, incluyendo medidas preventivas, correctoras y compensatorias.
  • Adjudicación mediante subastas a proyectos sostenibles y justos; se propone que la puntuación priorice criterios ambientales (50%) y sociales (25%) para garantizar impacto mínimo y reparto de beneficios a comunidades locales.
  • Estudios técnicos y ambientales detallados, obtención de permisos, construcción e instalación, con monitoreo continuo durante la vida útil y al desmantelar, y publicación transparente de datos.

Estas medidas buscan que cada avance en la energía eólica marina se base en conocimiento riguroso, transparencia y consenso, beneficiando a la población local y protegiendo la biodiversidad.

Las organizaciones ambientales defienden avanzar en la transición energética sin renunciar a la cautela y la responsabilidad requeridas para proteger la biodiversidad.

Las organizaciones ambientales piden priorizar cadenas cortas en la eólica marina: fomentar la contratación de proveedores locales y mano de obra de proximidad para fabricación, construcción, operación y mantenimiento. Esto genera empleo local, reduce las emisiones del transporte y refuerza la sostenibilidad socioeconómica y ambiental del sector. En definitiva: ordenación, planificación, priorización y participación para no repetir errores pasados en el desarrollo de renovables en tierra.

Por su parte, el sector pesquero reclama planificación y compensaciones. Cepesca y el International Council for the Exploration of the Sea (ICES) describen efectos económicos y operativos y recomiendan gobernanza participativa, datos compartidos y medidas de coexistencia como zonificación fina, corredores o campañas científicas adaptadas. Estas entidades apuestan por integrar estos criterios —junto a beneficios locales y participación real de comunidades costeras— como aspectos decisivos para que la eólica marina española “avance al ritmo climático sin perder biodiversidad ni tejido pesquero”.

Potencia y oportunidades de la eólica marina

Andrés Schuschny, docente del Máster Universitario en Energías Renovales de la Universidad Internacional de Valencia (VIU) explica a Revista Haz que  los parques eólicos marinos son claramente una alternativa sostenible como opción de generación eléctrica renovable. “Durante su funcionamiento no emiten gases de efecto invernadero y la intervención del fondo marino y la afectación de los ecosistemas y biodiversidad es mínima en la construcción y operación de estas infraestructuras”, señala, aunque reconoce que el tendido de los cables eléctricos “puede generar campos electromagnéticos que podrían afectar a algunas especies de peces migratorios y durante el funcionamiento se han reportado riesgos de colisión y modificación de rutas de aves migratorias”.

Por ello, recuerda que el sector público “ha establecido una adecuada planificación y calificado y delimitado unos 5.000 km², como zonas de alto potencial para el desarrollo de la energía eólica marina en los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM), lo que representa menos del 0,5% de la superficie marina de España”.

“Aunque existen impactos potenciales, muchos pueden mitigarse mediante una gestión ambiental rigurosa, una planificación basada en la ciencia y la participación de los sectores implicados”. Andrés Schuschny, (VIU).

Según sus palabras, “si bien la construcción de parques eólicos marinos resulta bastante más costosa que en el caso de los terrestres, los factores de capacidad que se alcanzan son muy superiores debido a que el régimen de vientos en zonas marinas posee mayor regularidad y se alcanzan velocidades superiores y, por lo tanto, mayores niveles de generación eléctrica”. Por otro lado, “su impacto sobre el paisaje es más reducido”, agrega.

Schuschny, que fue director en la Organización Latinoamericana de Energía (Olade) y funcionario de Naciones Unidas donde trabajó en temas vinculados a la planificación y las políticas energéticas y el análisis económico cuantitativo y la sostenibilidad del desarrollo, destaca el prestigio de la ingeniería española en el sector eólico marino. Según datos del IDAE, de los 27 parques eólicos flotantes operativos o en desarrollo en el mundo, empresas españolas han participado directamente en siete como promotores, proveedores o socios industriales, y España concentra aproximadamente una cuarta parte de los prototipos flotantes globales.

En la elección de ubicaciones para parques eólicos marinos, los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) consideran diversa información ambiental: rasgos oceanográficos, climáticos, físicos y químicos; distribución espacial de hábitats y especies; actividades humanas y la localización de áreas marinas protegidas. Según explica el experto, el Gobierno ha puesto a disposición un Visor de Información Geográfica Marina para identificar zonas de alto potencial, habiéndose delimitado cinco demarcaciones marinas: zona noratlántica, sudatlántica, Estrecho y Alborán, zona levantino-balear y el área de las Islas Canarias.

Respecto al impacto ambiental, Schuschny indica que los parques eólicos marinos pueden transformar fondos degradados en áreas de mayor diversidad al actuar como arrecifes artificiales que atraen peces y otras especies. No obstante, advierte que el ruido y las vibraciones durante la construcción pueden afectar a peces, cetáceos y mamíferos marinos, alterando su comportamiento y comunicación. Además, las restricciones de pesca alrededor de los parques para proteger el cableado pueden, paradójicamente, generar un efecto refugio que favorezca la reproducción de ciertas especies, defiende el experto.

“Los parques eólicos marinos pueden convertir a España en un actor clave de la transición global hacia las renovables”, Andrés Schuschny (VIU).

Según Andrés Schuschny, una planificación adecuada —basada en mapas de riesgo y estudios espaciales previos— ayuda a evitar la instalación de parques en áreas críticas. Cuando surjan conflictos potenciales, es necesario colaborar con los representantes del sector pesquero para rediseñar la gestión del espacio marino y buscar soluciones que permitan la compensación y la cohabitación.

Schuschny destaca que, aunque existen impactos potenciales, muchos pueden mitigarse mediante una gestión ambiental rigurosa, planificación basada en la ciencia y la participación efectiva de los sectores implicados.

En materia de navegación, ya existe regulación internacional y nacional: la Organización Marítima Internacional (OMI) ha aprobado zonas de uso prioritario para la seguridad marítima, y los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM) impiden la instalación de infraestructuras offshore —incluida la eólica marina— en esas áreas protegidas.

Finalmente, “si se gestionan con solvencia técnica y visión a largo plazo, los parques eólicos marinos pueden convertir a España en un actor relevante en la transición energética global”, impulsando una mayor autonomía, valor industrial y capacidad exportadora. El principal reto, señala Schuschny, es alcanzar la excelencia científico‑técnica y la eficiencia económica necesarias para superar las complejidades del litoral español.

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