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La factura de la inacción climática se mide ya en miles de millones
El calentamiento global ya no es una amenaza abstracta, sino una realidad que está remodelando el terreno de juego de las empresas. En 2024, las temperaturas globales superaron por primera vez durante un año completo el umbral de 1,5 °C respecto a la era preindustrial, un hito que marca un punto de no retorno en la trayectoria climática. Desde el año 2000, los desastres relacionados con el clima han provocado pérdidas directas superiores a 3,6 billones de dólares, y la frecuencia de estos episodios sigue aumentando.
A esa presión física se añaden los llamados riesgos de transición, como son las nuevas normativas sobre emisiones, cambios en las preferencias de los consumidores y tecnologías que aceleran el desplazamiento hacia modelos de negocio bajos en carbono. Este cóctel convierte al clima en un factor capaz de erosionar márgenes, elevar costes operativos e inflar primas de seguros, afectando de manera directa a la rentabilidad.
El Carbon Action Report 2025, publicado por Ecovadis y Boston Consulting Group, lanza una advertencia clara: los próximos cinco años son clave para frenar esta deriva. La gran incógnita es cómo gestionar el Alcance 3, es decir, las emisiones de la cadena de suministro, que se han convertido en el auténtico agujero negro de la estrategia corporativa.
En este terreno, las compañías deben, por un lado, responder a las exigencias de los reguladores y a la creciente vigilancia de los mercados financieros. Por otro, tienen la posibilidad de transformar un pasivo latente en una fuente de ventaja competitiva. La cuestión ya no es si actuar, sino cómo y con qué rapidez hacerlo.
Lo que está en juego no es únicamente la reputación, sino la capacidad de sostener el valor en el tiempo. El informe recuerda que la transición hacia una economía descarbonizada está en marcha y que quienes no se adapten quedarán expuestos a un escenario de costes crecientes, márgenes debilitados y oportunidades perdidas. En este sentido, el Alcance 3 se perfila como la variable que más influirá en la solidez financiera de las empresas.
El riesgo financiero va en aumento
El informe sitúa en cifras concretas lo que hasta hace poco era una preocupación difusa. Las cadenas de suministro representan un foco de exposición que puede reducir la rentabilidad de manera directa. Solo las emisiones procedentes de los proveedores, medidas bajo el estándar de Alcance 3, alcanzan las 13 gigatoneladas de CO₂ equivalente en la muestra analizada por EcoVadis, una cantidad casi cuatro veces superior al total de las emisiones de la Unión Europea en 2024. La magnitud de ese volumen no solo es un problema ambiental, sino una potencial fuente de obligaciones económicas para las compañías que no reduzcan su huella.
La investigación calcula que, a finales de esta década, la factura por no actuar podría equivaler a entre el 15% y el 20% del beneficio operativo conjunto de las empresas del S&P 500. No se trata de un escenario hipotético a largo plazo: el sistema europeo de comercio de emisiones ya ha marcado precios por encima de los 65 euros por tonelada, y las proyecciones oficiales anticipan superar los 120 euros en 2030. Con esos niveles, cualquier empresa que no haya incorporado criterios de descarbonización en su cadena de valor se expone a ver reducidos sus márgenes de forma acelerada.
La factura por no actuar podría equivaler a entre el 15% y el 20% del beneficio operativo conjunto de las empresas del S&P 500.
Los efectos se extienden más allá de la contabilidad de carbono. La exposición a riesgos climáticos en la cadena de suministro repercute en la valoración de activos, en el acceso a financiación y en la posición competitiva en los mercados internacionales. Las compañías que muestran una disminución de la intensidad de emisiones disfrutan de condiciones más favorables: el informe señala que obtienen hasta 1,3 puntos porcentuales de ventaja en el coste de capital frente a aquellas que mantienen niveles elevados. La diferencia se traduce en una brecha cada vez mayor entre líderes climáticos y rezagados, que puede marcar el destino de sectores enteros.
El componente reputacional tampoco es menor. La falta de acción en la cadena de suministro genera incertidumbre entre inversores y clientes, lo que limita la capacidad de crecer en mercados donde el cumplimiento climático ya no es un valor añadido, sino un requisito de entrada.
La convergencia de regulación, presión financiera y expectativas sociales convierte así al Alcance 3 en una palanca que define, más que ninguna otra, la resiliencia de las empresas en la próxima década.
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Convirtiendo el riesgo en oportunidad
Si bien el panorama que dibuja el informe es preocupante, también abre una puerta clara a la rentabilidad. EcoVadis y BCG demuestran que gran parte de las emisiones de proveedores pueden reducirse a costes muy por debajo de los precios que marcan los mercados de carbono. Un tercio de ellas se podría abatir con medidas cuyo coste es inferior a doce dólares por tonelada de CO₂ equivalente, lo que multiplica hasta por seis el retorno de la inversión en descarbonización. Dicho de otro modo: cada dólar destinado a estas iniciativas puede evitar varios en pérdidas futuras.
La investigación revela además que es posible recortar la mitad de las emisiones a un coste inferior al precio medio del carbono fijado por el sistema europeo de comercio de derechos de emisión. Este hallazgo coloca a las estrategias de reducción no como un desembolso aislado, sino como una inversión estratégica que fortalece márgenes y libera capital.
En un contexto de competencia global, quienes aprovechen esta ventaja no solo amortiguarán el impacto financiero, sino que estarán mejor posicionados para atraer inversiones y fidelizar clientes cada vez más sensibles al desempeño climático.
Las decisiones de hoy condicionan el valor de las empresas en los próximos años. El informe subraya que muchas organizaciones ya están definiendo sus hojas de ruta de abastecimiento e inversión hasta 2035, lo que convierte a la década actual en el verdadero punto de inflexión. El riesgo de esperar no es solo perder oportunidades de ahorro, sino ceder terreno a competidores que ya están transformando sus carteras y rediseñando sus modelos de negocio en torno a cadenas de suministro bajas en carbono.
Las empresas que actúen no solo amortiguarán el impacto financiero, sino que estarán mejor posicionados para atraer inversiones y fidelizar clientes cada vez más sensibles al desempeño climático.
Una hoja de ruta urgente
El informe no se limita a señalar los riesgos y las oportunidades, también ofrece una guía para pasar de la teoría a la práctica.
En el centro de esa estrategia se encuentra la colaboración con los proveedores. Las compañías que involucran activamente a su red de suministro en la reducción de emisiones tienen hasta nueve veces más posibilidades de cumplir con sus objetivos climáticos que aquellas que no lo hacen. Sin embargo, solo una minoría ha dado ese paso, lo que refleja la distancia entre el discurso y la acción.
Junto a esta palanca fundamental, también se identifican otros elementos necesarios para avanzar, como son disponer de mediciones rigurosas que permitan conocer con precisión la huella de carbono, crear equipos directivos que asuman la responsabilidad del plan climático, definir una estrategia de transición hacia modelos empresariales con bajas emisiones y garantizar recursos financieros específicos para llevarla a cabo. Estos factores, aplicados en conjunto, son los que convierten una ambición en resultados tangibles.
La realidad es que la adopción de estas medidas sigue siendo reducida. Apenas un 14% de las empresas cuenta con un plan con plazos definidos, y solo un 9% ha asignado un presupuesto dedicado. El margen de mejora es enorme, pero también lo es la urgencia, lo cual evidencia que el periodo entre 2025 y 2030 será el momento para sentar las bases de una transformación real en las cadenas de suministro.
En definitiva, el informe de EcoVadis y BCG convierte el debate climático en un asunto contable. El Alcance 3 ya no se mide solo en toneladas de carbono, sino en miles de millones que pueden desaparecer de los balances, por lo que integrarlo en la estrategia será condición necesaria para sostener la rentabilidad en la próxima década.