<p>Un claro ejemplo de vivienda bioclimática es el edificio Tomás Bretón, en Madrid. Foto: sAtt.<p>

Un claro ejemplo de vivienda bioclimática es el edificio Tomás Bretón, en Madrid. Foto: sAtt.

Arquitectura bioclimática: cómo ahorrar energía y sobrevivir en tiempos de calor extremo

Cuando el calor aprieta, como en este verano de temperaturas extremas, no queda más remedio que recurrir al aire acondicionado. El problema es que la huella de carbono que generamos con ello contribuye, paradójicamente, a agravar el cambio climático causado por los combustibles fósiles. Por ello resulta cada vez más necesario mirar a la arquitectura bioclimática, cuyo propósito es, precisamente, garantizar el confort térmico, reduciendo al mismo tiempo el gasto de energía y las emisiones causantes del efecto invernadero.

La calefacción y refrigeración de los edificios consumen el 40% de la energía aproximadamente y generan el 36% de las emisiones de toda la UE.  Dicha cifra puede ir a más en los próximos años, debido a que contamos con un parque inmobiliario que fue pensado para unas condiciones climáticas que se suponían estables a largo plazo. Es decir, se construyó teniendo en cuenta un clima que, sencillamente, ya no existe, y para el que estas construcciones no están preparadas en muchos casos.

Más del 79% de los edificios existentes en España cuentan con una calificación energética igual o inferior a la letra E de la etiqueta de eficiencia energética, según el Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas. Esta baja eficiencia energética nos obliga a poner el aire acondicionado en verano y la calefacción en invierno si no queremos pasar calor, o frío, dependiendo del momento.

“La diferencia del coste anual de una vivienda con etiqueta E respecto a una con etiqueta A es de casi 1.000 euros, algo sin duda a tener en cuenta”, explican fuentes de la OCU. Aquí entra en consideración otro problema, como es el de la pobreza energética. EAPN-España (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español) asegura que el 18% de la población no puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada.

De todos estos datos se derivan argumentos económicos, sociales y ambientales para apostar por una rehabilitación de edificios, en caso de los inmuebles ya existentes, y una nueva construcción basadas en un enfoque bioclimático.

¿Qué es la arquitectura bioclimática?

“Entendemos la arquitectura bioclimática como una forma de proyectar en armonía con el entorno, aprovechando los recursos locales y naturales —sol, viento, vegetación, agua— para generar confort térmico y eficiencia energética. Es una arquitectura que se adapta al clima, reduce la huella ecológica y promueve la conexión entre las personas y la naturaleza, esencial para construir ciudades más saludables y resilientes”, explica Mamen Artero, arquitecta de El Globus Verd, colectivo de arquitectos especializados en la renaturalización de ciudades.


NOTICIAS RELACIONADAS
Refugios climáticos, una estrategia clave para adaptar las ciudades al calor extremo
Casas pasivas: la vanguardia del diseño sostenible
Aerotermia: innovación energética para el futuro


La arquitectura bioclimática parte del aprovechamiento de lo ya existente, comenzando por los materiales constructivos naturales, de origen local, bajo impacto ambiental y capacidad térmica. “Hablamos de tierra, madera, corcho, cañas, paja o piedra, entre otros. Estos materiales, además de reducir emisiones asociadas al transporte y la transformación, permiten una mejor regulación higrotérmica —condiciones de temperatura y humedad— y una construcción más sostenible y coherente. Su combinación con vegetación, pavimentos permeables y suelos vivos en el entorno inmediato mejora significativamente el microclima, reduce las islas de calor y optimiza el rendimiento energético del edificio”, destaca Artero.

En cuanto a las técnicas de construcción, la arquitecta recomienda una fusión entre innovación y tradición: “Las técnicas tradicionales parten de un conocimiento profundo del clima y los recursos del lugar. Combinarlas con nuevas tecnologías permite optimizar su eficacia y adaptarlas a las necesidades actuales. La clave está en el equilibrio y el respeto por el saber vernáculo”. Las cuevas de Guadix (Granada), las masías catalanas o los patios andaluces son tres claros ejemplos de arquitectura bioclimática tradicional.

Entre las cuestiones a las que hay que atender a la hora de construir, Artero recomienda fijarse en la orientación del edificio, que considera “clave para captar o protegerse del calor, según la estación del año”. La ventilación cruzada también sirve para reducir la necesidad de climatización artificial, mientras que las energías renovables, como la solar y la geotérmica, minimizan el consumo energético.

“Además, un entorno naturalizado contribuye a generar condiciones microclimáticas favorables: sombras de árboles, pérgolas vegetales caducifolias o suelos permeables ayudan a regular la temperatura y la humedad interior, aumentando el confort y reduciendo la demanda energética”, añade Artero.

Un diseño bioclimático bien ejecutado, asegura la arquitecta, puede reducir entre 4 y 10 grados centígrados la temperatura interior en verano, en comparación con una construcción convencional.

Un diseño bioclimático bien ejecutado, asegura la arquitecta, puede reducir entre 4 y 10 grados centígrados la temperatura interior en verano, en comparación con una construcción convencional. Si hablamos de la época invernal, la reducción del consumo de calefacción se sitúa entre un 50 % y un 80 %, dependiendo del diseño, los materiales y el comportamiento del usuario.

La madera: el material bioclimático por excelencia

Uno de los materiales bioclimáticos por excelencia es la madera, debido a sus propiedades como aislante térmico natural, superiores a las de otros materiales constructivos como el ladrillo, el hormigón y al acero. La baja conductividad térmica de la madera ayuda a mantener las temperaturas interiores estables sin tener que recurrir, o haciéndolo en menor medida, a la calefacción o al aire acondicionado.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que la madera cumple otra importante labor desde el punto de vista ambiental, derivada del papel de los ecosistemas forestales en la captura de dióxido de carbono, y por tanto en la reducción de las emisiones.

“Los árboles secuestran dióxido de carbono. Por lo tanto, podemos considerar que estos edificios basados en madera son sumideros de carbono, siempre y cuando se haga una gestión sostenible que conserve la masa forestal”, detalla Iñaki Alonso, arquitecto y CEO de sAtt, estudio de arquitectura especializado en madera con certificación sostenible FSC, sistema de gestión forestal que vela por la protección de los bosques, la sostenibilidad del aprovechamiento económico de los mismos y la prosperidad de las comunidades que los habitan.

Otra de las señas de identidad de sAtt es la arquitectura pasiva, que se caracteriza por diseñar sistemas de climatización que no requieran apenas energía para su funcionamiento. “La idea es que los edificios consuman lo mínimo posible y que, al mismo tiempo, se eviten tanto las pérdidas de calor como de frío, para que las necesidades de climatización se vean muy reducidas”, sostiene Alonso.

Para ello, el estudio trabaja en cuestiones como las ya apuntadas: orientación, ventilación, energías renovables, aprovechamiento de la luz natural, etc. Así lo podemos ver en los edificios de viviendas diseñados por sAtt en Madrid, como son Las Carolinas, de la cooperativa Entrepatios, Tomás Bretón y Pirita, entre otros ejemplos. Los tres destacan por un diseño bioclimático que consigue un consumo de energía y de emisiones prácticamente nulo, al mismo tiempo que se garantiza el confort térmico y una factura de la luz muy asequible.

¿Cuánto se puede ahorrar con una casa bioclimática? “La media del coste energético total ronda los 25 euros al mes por vivienda. En invierno es más, y se sitúa en torno a 40 o 50 euros al mes, mientras que en verano, el gasto se acerca a los cero euros”, asegura Alonso. Lo cual es posible mediante esta combinación de eficiencia energética y autoproducción a través de paneles fotovoltaicos.

1 de 3
Arquitectura bioclimática: cómo ahorrar energía y sobrevivir en tiempos de calor extremo

El edificio Pirita, en Madrid, es uno de los ejemplos de arquitectura bioclimática. Foto: sAtt.

2 de 3
Arquitectura bioclimática: cómo ahorrar energía y sobrevivir en tiempos de calor extremo

El edificio Pirita, en Madrid, es uno de los ejemplos de arquitectura bioclimática. Foto: sAtt.

3 de 3
Arquitectura bioclimática: cómo ahorrar energía y sobrevivir en tiempos de calor extremo

El edificio Pirita, en Madrid, es uno de los ejemplos de arquitectura bioclimática. Foto: sAtt.

Oficinas y comercios sostenibles

A principios del pasado mes de junio, el centro comercial madrileño Intu Xanadú recibió el premio a mejor edificio comercial en los Premios Breeam 2025, convirtiéndose en el primer inmueble español de este tipo en recibir dicho galardón, el cual está asociado a la certificación Breeam, sello internacional de edificaciones sostenibles que incluye criterios bioclimáticos.

Para conseguir el citado reconocimiento, Intu Xanadú se apoyó en Asla Green Solutions, consultora boutique especializada en sostenibilidad, energía, cambio climático, bienestar y digitalización para el sector inmobiliario.

“El premio a Intu Xanadú ha sido resultado no solo de impulsarles para conseguir la máxima calificación, sino que también les hemos ayudado a ir más allá con medidas ESG y de fomento de la biodiversidad en la que han involucrado a su personal. Por ejemplo, cada vez que plantan un árbol, le ponen el nombre a un empleado. También han tomado otras muchas medidas, ambientales y sociales, para involucrar a su comunidad y proteger el entorno en el que se encuentran, rodeados por la sierra de Madrid”, detalla Patrizia Laplana, fundadora y directora general de la compañía.

Arquitectura bioclimática: cómo ahorrar energía y sobrevivir en tiempos de calor extremo

En el centro comercial Intu Xanadú se pone el nombre de un empleado a cada árbol plantado para involucrar a su personal.

Asla Green Solutions trabaja con edificios comerciales y de oficinas, tanto en nuevos proyectos como en la rehabilitación de inmuebles ya existentes. “Apoyamos al cliente con todos los estudios técnicos requeridos y para mejorar el proyecto, incluyendo simulaciones energéticas, de confort térmico y lumínico, estudios de cambio climático, ecología y biodiversidad, entre otros”, detalla Laplana.

La directora general percibe un interés creciente por este tipo de propuestas también dentro del segmento corporativo: “Cada vez son más las compañías que entienden el valor de los edificios sostenibles, eficientes y confortables validados por terceros, como las certificaciones internacionales de sostenibilidad LEED, Breeman y WELL. Por otro lado, el sector financiero es cada vez más exigente, tanto para su reporting, como para minimizar el riesgo y mostrar transparencia, y además está aumentando su conocimiento de la verdadera sostenibilidad para evitar el greenwashing”.

Al igual que ocurre en la construcción residencial, la madera también está suscitando un creciente interés si hablamos de edificios bioclimáticos destinados a usos comerciales y de negocios. De hecho, Laplana se convirtió recientemente en miembro de la junta directiva de FSC España, entidad de la que también forma parte, como socio, su compañero José Carlos Barrios, arquitecto y consultor de sostenibilidad en Asla Green Solutions.

“Vivimos en una era de constante innovación tecnológica, donde las técnicas constructivas y los materiales evolucionan para generar un impacto más positivo en el entorno. Sin embargo, entre todas estas innovaciones, la madera, un material ancestral, sigue destacando por su bajo impacto ambiental y su capacidad de ofrecer cobijo de forma natural”, reconoce Barrios.

Más allá de que cuál sea el material o la técnica empleados, lo cierto es que, tanto si hablamos de viviendas como de oficinas, los profesionales de la arquitectura cada vez tienen más claro que el clima y los recursos naturales deben ser incluidos en la ecuación. Solo así será posible garantizar una temperatura confortable para quienes viven o trabajan dentro de los espacios, sin contribuir con ello a empeorar una crisis climática cada vez más agudizada.

Comentarios

Powered by Sindyk Content
Arriba