Fiscalidad verde: cuando los impuestos se convierten en aliados del medio ambiente

Fiscalidad verde: cuando los impuestos se convierten en aliados del medio ambiente

Financiar los servicios públicos y recursos esenciales que requiere toda sociedad para prosperar es la razón de ser de cualquier política fiscal efectiva. Por este motivo, cada vez son más las voces que piden introducir la variable ambiental en el diseño de los sistemas impositivos, de modo que a través de los mismos se incentiven modelos de negocio que ayuden a preservar el medio ambiente, al mismo tiempo que se penalicen aquellos productos o procesos que causen daños evidentes sobre el entorno.

La mayoría de los españoles están de acuerdo en aplicar los principios de la fiscalidad verde a las empresas. Esta es la conclusión que arrojan los datos de la sexta ola del Estudio sobre Consumo Sostenible en España, elaborado por ClicKoala y el Grupo de Investigación en Psicología Ambiental de la Universidad de Castilla-La Mancha.

Para esta sexta ola fueron encuestadas unas 2.000 personas representativas de la población española, que se manifestaron de manera rotunda sobre el asunto: “El 74% de la población está completamente a favor o más a favor que en contra de un régimen fiscal que beneficie a las empresas medioambientalmente responsables, al mismo tiempo que se penalice fiscalmente a las empresas cuyos comportamientos sean irrespetuosos con el medio ambiente”, explican desde ClicKoala.

Otro dato destacado es que se trata de un apoyo ideológicamente transversal. De hecho, la mayor parte de los votantes de cada uno de los cuatro partidos con más representación parlamentaria respalda la fiscalidad verde. El 64% de los votantes del PP, el 88% de los del PSOE, el 53% de los de Vox y el 90% de los de Sumar están a favor de una fiscalidad ambiental.

Quizá uno de los ejemplos más concretos de aplicación de los principios de la fiscalidad verde en España lo tenemos en la conocida como ecotasa, que bajo diferentes formas se está implantando en lugares donde la presión del sector turístico está provocando importantes fricciones sociales y ambientales. Básicamente suele consistir en recargos que afectan a las pernoctaciones hoteleras, por tanto se aplican sobre el cliente, y de forma indirecta sobre las empresas.

Baleares fue la primera comunidad autónoma en implantarla (2001) y posteriormente la secundó Cataluña, que puso en marcha esta medida en 2012, reforzada posteriormente en 2021 por el Ayuntamiento de Barcelona, que añadió un recargo municipal al impuesto autonómico.

Según el Informe Tasa Turística, elaborado en el año 2022 por la Universitat de Valencia, “no puede afirmarse con total seguridad que la imposición de la TT (tasa turística) haya tenido un impacto negativo en el número de turistas o de pernoctaciones en los destinos turísticos”. Más bien, al contrario. Como señala el Instituto Nacional de Estadística (INE): “Durante el año 2024 visitaron España 93,8 millones de turistas, lo que supuso un aumento del 10,1% respecto al año anterior, marcando un nuevo máximo histórico”. Las comunidades autónomas que más turistas recibieron el pasado año fueron, precisamente, Cataluña y Baleares.

El 74% de las población española apoya una fiscalidad verde para las empresas, según un estudio de ClicKoala y la Universidad de Castilla-La Mancha.

La situación actual

El INE también aporta información relevante sobre el lugar que ocupa la fiscalidad verde en el actual marco impositivo español. Sus datos más recientes indican que los impuestos ambientales alcanzaron “los 22.880 millones de euros en 2023, un 10,7% más que en el año anterior. Respecto al total de impuestos de la economía española, los ambientales representaron el 6,5%, frente al 6,2% de 2022”.

Los hogares pagaron el 42,8% del total de impuestos ambientales, lo que significa una reducción de 5,8% respecto al año anterior. Es decir, hay más impuestos verdes, pero la carga impositiva cada vez recae en menor medida en las familias. Según el INE: “Las ramas de actividad pagaron el 57,2% del total de impuestos ambientales. Por tipo, abonaron el 96% de los impuestos sobre la contaminación y los recursos, y el 58% de los impuestos sobre la energía”.

Los impuestos ambientales, detalla el Instituto Nacional de Estadísticas, se agrupan en tres categorías: impuestos sobre la energía (que en 2023 representaron el 77,5% del total), impuestos sobre el transporte (13,7%) e impuestos sobre la contaminación y los recursos (8,8%)”. Además, entre 2022 y 2023, “los impuestos sobre la contaminación y los recursos aumentaron un 87,7%, los impuestos sobre la energía un 7% y los impuestos sobre el transporte un 3,5%”.

La mayor parte de la recaudación se debió a impuestos sobre los productos que, excluidos el IVA y los impuestos sobre las importaciones, alcanzaron la cifra de 16.064 millones de euros en 2023, un 6,6% más que en el año anterior.

22.880
millones de euros se pagaron en España en impuestos ambientales en 2023

casi un 11% más que el año anterior, según el INE.

Reforma fiscal verde

Uno de los trabajos más recientes sobre el papel de la fiscalidad verde en el contexto español lo realizó el pasado año Ana Montoro, doctora en Derecho Financiero y Tributario, en la especialidad de fiscalidad medioambiental, de la Universidad Católica San Antonio de Murcia.

En Tendencias sobre la futura reforma fiscal verde en el sistema fiscal español, la experta sostiene que “en España, la necesidad de una reforma fiscal verde se ha vuelto cada vez más apremiante. A pesar de los avances realizados en los últimos años, España sigue enfrentándose a importantes desafíos medioambientales, como la contaminación del aire y del agua, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático”.

La doctora en derecho financiero remarca que el Libro Blanco para la Reforma Fiscal, publicado en marzo de 2022 por el Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda y Función Pública, ya menciona la necesidad de una reforma fiscal en nuestro país con un enfoque especial en la fiscalidad medioambiental.

Dicha reforma “representa un paso significativo hacia la sostenibilidad y la justicia fiscal”, además de ser “un mecanismo eficiente para internalizar los gastos medioambientales. Al imponer impuestos a las actividades que perjudican el medio ambiente, se motiva a las empresas y a las personas a adoptar conductas más sostenibles. Esto puede llevar a una disminución considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación y el uso de recursos más sostenibles”.

En su estudio, la experta propone centrar estas reformas en cuatro áreas clave: “electrificación sostenible, movilidad, circularidad y uso del agua”. También aboga por la implementación de un impuesto sobre las emisiones de CO2 para alinearse con los objetivos europeos de reducir las emisiones un 55% para 2030.

“Al imponer impuestos a las actividades que perjudican el medio ambiente, se motiva a adoptar conductas más sostenibles, y puede llevar a una disminución considerable de las emisiones de gases de efecto invernadero”, Ana Montoro.

Desde otros ámbitos, como el consumo, también se apuesta por la fiscalidad verde, en este caso para facilitar el acceso de la población a los productos más sostenibles. Recientemente, las organizaciones de consumidores OCU y CECU se hacían eco los datos de una encuesta europea que señala que el 60% de los consumidores opinan que las subvenciones deben dirigirse solo a la producción de alimentos saludables y sostenibles. Ambas organizaciones consideran fundamental que “la financiación de la PAC, así como otros presupuestos y regulaciones, se dirijan a apoyar la producción y el consumo de alimentos saludables y ecológicos, además de a los pequeños y medianos productores”.

Entre otras posibilidades, las dos organizaciones también proponen “volver a reducir el IVA para los alimentos básicos, incluyendo la carne y el pescado”. La OCU, en más de una ocasión, ha solicitado un IVA superreducido del 4% para los productos ecológicos.

Movimiento IVA Verde

Raúl González es el CEO y cofundador de Ecodicta, plataforma de moda circular que propone un modelo de pago por uso, alquiler y suscripción de prendas, así como la venta de segunda mano. “Queremos conectar marcas conscientes con consumidores con valores, y que la moda circular y compartida sea el nuevo paradigma para disfrutar de la moda sin destrozar el planeta”, recalca González, que además es uno de los impulsores del movimiento IVA Verde.

Más de 200 empresas ya se han sumado a esta campaña, desde la que proponen bajar el IVA al 10%, “tanto para empresas sostenibles como para productos sostenibles dentro de empresas no sostenibles”. Una de las razones es que sus promotores consideran que es imposible competir en igualdad de condiciones con empresas que no están comprometidas con los valores sociales y ambientales.

“Primero, porque operan en países donde las condiciones laborales y los requisitos legales son mucho más laxos que aquí, y por tanto, pueden abaratar costes. En segundo lugar, porque no pagan impuestos cuando pasan por la aduana sus productos en forma de pequeños paquetes, pero sí que generan un gasto público asociado al control de fronteras. Y tercero, porque el que contamina está usando un bien público como es la integridad de los ecosistemas, degradando el planeta, y eso le supone una ventaja competitiva debido a que no paga por ese daño medioambiental, pero sí que se aprovecha de los recursos naturales”, razona González.

Dicha ventaja competitiva resulta determinante en el sector de la moda, cada vez más dominado por las marcas de moda rápida en detrimento de las firmas de moda sostenible y circular. “Como empresa apoyamos el IVA verde porque hemos visto muchas marcas de moda pequeñas y sostenibles que han tenido que cerrar por no poder competir con gigantes asiáticos que no crean trabajo aquí y que, además, les copiaban los modelos y los vendían por diez veces menos”, lamenta el CEO de Ecodicta.

El movimiento IVA Verde propone reducir el IVA al 10% a las empresas que operan de manera respetuosa con el medio ambiente.

Desde IVA Verde también plantean financiar la rebaja del impuesto a través de una nueva figura recaudatoria a la que han denominado “tasa Shein”, mediante la cual se gravaría a aquellas empresas que operan con modelos de negocio altamente contaminantes o con prácticas que contradicen los principios de la sostenibilidad. Esta tasa estaría dirigida a sectores que aún no han adoptado medidas claras para reducir su impacto ambiental, como empresas de moda rápida, industrias con altos niveles de emisión de CO2 y aquellas que emplean procesos de producción intensivos en recursos.

González insiste en que compañías con la suya necesitan el apoyo de los poderes públicos para adoptar medidas que les permitan competir en un mercado global desigual. “Nosotros tenemos normas y regulaciones muy estrictas y nuestros competidores, todo lo contrario”. lo que podría llevar al colapso de la moda nacional. “Si perdemos la moda en España perdemos tradición, cultura y un montón de intangibles, pero también perdemos muchos puestos de trabajo de diseñadores, fotógrafos, comerciales… que se van al paro”, lamenta González.

En cambio, un IVA menor para las empresas circulares significaría más capacidad para invertir en el negocio y contratar más personal. Igualmente sería una medida beneficiosa para los consumidores. No solo por este menor precio, sino también porque “así podrían identificar de forma sencilla quién es sostenible, simplemente por este IVA menor”, razona el CEO.

Por otro lado, una política de IVA verde obligaría a los sectores afectados a realizar un trabajo importante “para definir qué es la sostenibilidad y que parámetros usar para ello”. Es decir, serviría de acicate a las empresas menos implicadas para avanzar de manera sólida y efectiva en materia de sostenibilidad.

El empresario recuerda que, en el caso de las grandes marcas de moda rápida, además de no pagar por la contaminación, también cuentan con los fondos y los recursos suficientes para poner en marcha grandes campañas de greenwashing. “Nos quitan así nuestra principal ventaja competitiva, que es la sostenibilidad y la honestidad, convenciendo al consumir con falsas campañas verdes. Es realmente una lucha de un ratón de La Mancha contra un gigante global, pero creemos que la moda será sostenible o no lo será, porque no habrá planeta”, concluye González.

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