<p>Contribuir a cuidar el bosque de Ziga, en el navarro Valle del Baztan es una de las propuestas de turismo regenerativo. Foto: Huella Positiva.<p>

Contribuir a cuidar el bosque de Ziga, en el navarro Valle del Baztan es una de las propuestas de turismo regenerativo. Foto: Huella Positiva.

Turismo regenerativo: viajar para ‘reparar’ el planeta

El turismo regenerativo está redefiniendo cómo viajamos: ya no basta con no dejar huella, ahora se trata de curarla. Mientras el turismo masivo satura destinos, este movimiento convierte a los visitantes en agentes de cambio que restauran ecosistemas y revitalizan comunidades.

En la última década crece un movimiento turístico que no busca solo respetar el entorno, sino que intenta mejorarlo activamente. El turismo regenerativo propone que las visitas a un destino dejen ese lugar “mejor de lo que se encontró”.

A diferencia del turismo de masas –que ha llevado a la sobresaturación de ciudades y la degradación de ecosistemas– o del simple ecoturismo –centrado en minimizar impactos– el turismo regenerativo invita a los viajeros a reparar daños: plantar árboles, restaurar senderos o apoyar economías locales. En 2025 España sigue batiendo récords de visitantes extranjeros (por ejemplo, alcanzó 8,57 millones en abril, un 10% más que en 2024), lo que nos lleva a preguntarnos qué se podría hacer si se dirigiera esa fuerza turística hacia objetivos sostenibles y regenerativos.

Se trata de una evolución del turismo sostenible que no solo se enfoca en minimizar el impacto negativo, sino que busca activamente restaurar y mejorar los ecosistemas y comunidades. En otras palabras, mientras que el ecoturista busca conservar y apreciar un lugar, el turista regenerativo se involucra en prácticas de revegetación, restauración o fortalecimiento social, dejando un impacto neto positivo.

La crisis de la covid-19 fue un punto de inflexión que mostró de forma nítida esta diferencia. Cuando el turismo se detuvo en 2020, comunidades de todo el mundo vieron cómo sus playas y bosques se recuperaban casi por arte de magia: los arenales se limpiaron, la fauna regresó a zonas antes invadidas por humanos, y muchos habitantes locales redescubrieron y cuidaron su propio territorio. Esta experiencia puso de manifiesto la fragilidad del turismo masivo y la necesidad de adoptar enfoques que no solo limiten el daño, sino que ayuden a regenerar. Desde entonces, cada vez más destinos se replantean la fórmula tradicional: se entiende que el turismo del futuro debe transformarse para contribuir activamente a la recuperación y mejora de los lugares visitados.

Principios del turismo regenerativo

En la práctica, el turismo regenerativo implica acciones concretas tanto en lo ambiental como en lo social. A nivel ambiental, se promueve la restauración de hábitats: por ejemplo, plantar árboles nativos tras eras de tala, recuperar marismas o praderas submarinas, y limpiar residuos de ecosistemas frágiles. En lo social y económico, se apoya la economía local y las tradiciones: se financian cooperativas agroecológicas, se cuida el patrimonio cultural y se busca que las comunidades locales tomen parte activa en el diseño de las experiencias turísticas. Así, los viajeros no son visitantes pasivos, sino actores activos en la regeneración del entorno. De esta manera, el turismo regenerativo crea un “impacto positivo neto” en el medio ambiente y en la sociedad anfitriona.

No se trata solo de la voluntariedad de los visitantes de cuidarse unos a otros; el compromiso de las empresas y gobiernos también es clave. Las agencias y alojamientos comprometidos con la regeneración incluyen en sus políticas internas metas: como Iberostar, que en su hoja de ruta 2030 se compromete a mejorar la salud de los ecosistemas ligados a sus hoteles. En definitiva, el turismo regenerativo invita a viajeros y operadores a repensar la actividad turística como una oportunidad de sanación, no solo de consumo.


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Diferencias con el ecoturismo tradicional

Aunque cercanos en espíritu, el ecoturismo y el turismo regenerativo difieren en su alcance y objetivos. El ecoturismo se enfoca en viajes responsables a áreas naturales que conservan el medioambiente, sostienen el bienestar de la población local y ofrecen educación ambiental. Un viaje ecológico típico prioriza el menor impacto posible: por ejemplo, alojarse en refugios sostenibles, seguir senderos marcados, contratar guías locales o financiar proyectos de conservación. El turista ecológico busca no perturbar demasiado el entorno.

El turista regenerativo, en cambio, ya no se conforma con no empeorar las cosas, sino que quiere mejorarlas. Por tanto, además de seguir buenas prácticas básicas, participa voluntariamente en iniciativas de restauración. Esto puede incluir desde limpiar plásticos en costas hasta plantar especies autóctonas en bosques degradados. Mientras que el ecoturismo conserva, el regenerativo repara y refuerza. Para ello, es habitual que en destinos regenerativos se organicen talleres educativos y actividades prácticas donde el turista aprende y ayuda: por ejemplo, aprendiendo a sembrar cultivos tradicionales o a restaurar un viejo camino rural, algo que va más allá de la observación pasiva típica del ecoturismo.

El turismo regenerativo invita a los viajeros a reparar daños involucrándolos en prácticas de revegetación, restauración o fortalecimiento social y dejando un impacto neto positivo.

Ejemplos pioneros en España

España ya cuenta con iniciativas pioneras que ponen en práctica este modelo. Aunque el término ‘turismo regenerativo’ es relativamente nuevo, hay ya en marcha varios proyectos que están aplicando sus principios de vuelta de recursos al territorio. Un caso destacado es el de Navarra, donde el Gobierno regional impulsa el programa Huella Positiva. Esta iniciativa ofrece al turista experiencias activas de regeneración: por ejemplo, excursiones de senderismo donde los visitantes plantan especies locales en antiguos senderos, construyen muros de piedra seca en pueblos abandonados o instalan refugios para la fauna. Muchas de estas experiencias se realizan en alojamientos rurales comprometidos: por ejemplo, la Casa rural Perunea (en Araitz, Navarra) organiza rutas a caballo en las que los turistas, además de recorrer los valles pirenaicos, participan en la creación de oasis para mariposas y la recuperación de senderos tradicionales.

En Asturias también emergen proyectos similares. Por ejemplo, la casa rural y centro ecológico La Quintana de la Foncalada – Ecomuséu Ca l’Asturcón (en Villaviciosa) integra estancias rurales con un modelo regenerativo: los alojados visitan una finca agroganadera donde practican la ganadería extensiva y, de forma voluntaria, participan en actividades de reforestación llevadas a cabo en las últimas décadas. Al final de la estancia, se fomenta el intercambio cultural con una cena elaborada con productos orgánicos de esa misma granja.

Otro ejemplo interesante es el proyecto “Regenera” en la Reserva de la Biosfera Sierra del Rincón (Madrid). Este es un proyecto de investigación que explora cómo el turismo puede impulsar la agroecología local y la economía circular en áreas rurales. Se apoya en el patrimonio gastronómico y agroecológico de la zona para diseñar experiencias donde los viajeros aprenden técnicas sostenibles de cultivo, participan en huertos comunitarios y ayudan a mantener bosques y caminos de montaña. La idea clave es reconectar lo urbano con lo rural: el turista no solo visita el bosque, sino que contribuye a su cuidado.

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Turismo regenerativo: viajar para ‘reparar’ el planeta

En el molino Sastres Paperers (Girona) los visitantes participan en talleres de elaboración de papel con fibras vegetales, recuperando un oficio local en peligro de extinción y conectándose con la historia del lugar. Foto: Sastres Paperers.

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Construir cajas nido para rapaces en Bardenas es una de las actividades que ofrece el programa Huella Postiva, impulsado por el Gobierno de Navarra. Foto: Huella Positiva.

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El centro ecológico La Quintana de la Foncalada – Ecomuséu Ca l’Asturcón, en Villaviciosa (Asturias) integra estancias rurales con un modelo regenerativo: los alojados pueden participar en actividades de reforestación, por ejemplo. Foto: Soy Ecoturista.

En Cataluña también florecen iniciativas de regeneración. En el Valle de Arán, las actividades de montaña (senderismo, esquí, etc.) se acompañan de proyectos de conservación: los turistas pueden ayudar a rehabilitar viejos senderos, reponer hábitats de fauna local o conocer el pastoreo tradicional. En la comarca de Banyoles (Girona) destaca Sastres Paperers, un molino tradicional de papel artesanal de más de 300 años. Allí, los visitantes participan en talleres de elaboración de papel con fibras vegetales, recuperando un oficio local en peligro de extinción y conectándose con la historia del lugar. Estas actividades culturales regeneran el territorio al generar ingresos ligados al patrimonio: además de conservar técnicas antiguas, el proyecto promueve que los turistas se involucren con la comunidad local y su entorno natural.

En el norte de España proliferan iniciativas similares: desde hoteles rurales que cultivan sus propios huertos de productos de km 0 y reforestación en sus terrenos hasta ecoaldeas regenerativas en Aragón y proyectos de turismo rural en Galicia que reinvierten parte de sus beneficios en proyectos sociales y ambientales. La tónica común es que estos pioneros no solo ofrecen alojamiento o excursiones, sino que integran en la experiencia turística la devolución de recursos al territorio.

Políticas públicas para impulsar la regeneración

Para que el turismo regenerativo crezca junto al turismo de masas, las Administraciones pueden jugar un papel decisivo. En España existen ya políticas orientadas hacia el turismo sostenible que sirven como base para impulsar la regeneración. Por ejemplo, el Plan de Recuperación (PRTR) de la UE dedica en España un componente específico al turismo sostenible con 3.940 millones de euros para transformar el sector. Este plan financia iniciativas como la Estrategia de Turismo Sostenible 2030 y los Planes de Sostenibilidad Turística en Destino, que apoyan proyectos locales (gestionados por municipios o asociaciones) para implementar prácticas responsables. Muchos de esos planes incluyen subvenciones para gestionar recursos, formación a operadores y promoción de destinos emergentes, buscando aliviar la presión sobre los lugares turísticos más saturados.

“El turismo regenerativo está ganando peso para enfrentar los desafíos del cambio climático y promover un turismo más responsable”, Silvia Avilés, Tourism Innovation Summit,

Las políticas públicas podrían potenciar específicamente el componente regenerativo de estas iniciativas. Por ejemplo, pueden otorgar ayudas económicas o incentivos fiscales a hoteles rurales, empresas de turismo y cooperativas que certifiquen acciones de regeneración. Como señala la guía europea para el turismo regenerativo, es clave “abogar por políticas de apoyo y acceso a ayudas públicas” para que operadores turísticos superen barreras financieras y adopten prácticas regenerativas.

Otras medidas complementarias son invertir en infraestructura rural: muchas zonas de interior adolecen de buenas comunicaciones o alojamientos básicos. Invertir en carreteras, transporte público o en ampliar la oferta de turismo rural mejora la accesibilidad de áreas con potencial regenerativo. También resulta esencial continuar la desconcentración del turismo: el Gobierno español promueve explícitamente “dirigir los flujos turísticos a otras zonas, más allá de las seis históricamente receptoras” (Cataluña, Baleares, Andalucía, Canarias, Madrid y Valencia). Esto se puede lograr promocionando destinos emergentes mediante campañas, mejorando destinos inteligentes y redistribuyendo eventos turísticos. De forma similar, desestacionalizar la demanda (fomentando el turismo fuera de temporada alta) y diversificar la oferta (p.ej. añadiendo rutas verdes y enogastronómicas) ayudarán a desplazar parte del turismo masivo hacia experiencias regenerativas.

Finalmente, las políticas deben alinearse con objetivos globales. El turismo regenerativo está firmemente ligado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, pues aborda la crisis climática, la pérdida de biodiversidad y el desarrollo comunitario. Como advierte Silvia Avilés, directora del foro Tourism Innovation Summit, “el turismo regenerativo está ganando mucho peso como una respuesta muy completa para enfrentar los desafíos del cambio climático y promover un turismo más responsable”.

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