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Resiliencia climática: la nueva apuesta de futuro para el sector asegurador
En octubre de 2024, Valencia vivió una de las catástrofes naturales más devastadoras ocurridas en España: la dana, que causó pérdidas humanas irreparables y arrasó infraestructuras, viviendas y negocios, dejando un enorme impacto social, ambiental y, por supuesto, económico que sigue perdurando y lo hará durante años. Un impacto que, por lógica, también afectó al sector asegurador.
Según la Agencia Morningstar DBRS, se prevé que este sector registre un impacto económico de 4.000 millones de euros por este fenómeno, lo que convierte a la dana en el evento meteorológico más costoso para las aseguradoras en España hasta la fecha. De ese total, el Consorcio de Compensación de Seguros (CCS) estima que absorberá unos 3.500 millones de euros, a lo que deben sumarse unos 160 millones en pérdidas agrícolas, que serán cubiertas por Agroseguro.
Mientras, la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos —y los daños causados por tormentas, tsunamis, huracanes, inundaciones o incendios forestales— no deja de aumentar y hace cada vez más difícil predecir el nivel de riesgo que enfrentan las compañías aseguradoras, que no pueden adelantar con la misma certeza qué ocurrirá en el futuro, cuánto riesgo están asumiendo y cómo ajustar sus productos para continuar siendo rentables y solventes.
Asegurar el futuro: I+D al servicio de la prevención
Así, y para tratar de reducir este fuerte impacto económico y social y consecuencias como la pérdida de medios de subsistencia en sectores como el agrícola, pesquero o turístico, la inseguridad alimentaria e hídrica o los desplazamientos y migraciones debido a inundaciones, sequías y otros desastres naturales, las aseguradoras están yendo más allá de su papel tradicional y han comenzado a impulsar iniciativas para ayudar a las comunidades más vulnerables a prepararse mejor ante estos fenómenos extremos. Un enfoque que se apoya en tres pilares: la tecnología, la prevención y la adaptación.
Es el caso de Mapfre, que ofrece soluciones aseguradoras para grandes empresas y proyectos de envergadura desde Mapfre Global Risks. Entre sus principales acciones frente al cambio climático destaca las relacionadas con la protección de las infraestructuras, con seguros dirigidos a la construcción de canales de riego y la gestión de recursos hídricos en grandes explotaciones o instalaciones críticas y, desde el propio Grupo Mapfre su participación en proyectos de reforestación y protección de ecosistemas sensibles. Además, y mediante su participación en grupos de trabajo creados a través de las diversas alianzas de las que forma parte, la compañía trabaja con organismos internacionales como Naciones Unidas con el objetivo de evaluar el impacto del cambio climático y desarrollar herramientas que permitan anticipar y gestionar mejor los riesgos climáticos a gran escala.
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En el marco de su apuesta por la investigación y el desarrollo de soluciones tecnológicas para la adaptación a este fenómeno, Mapfre también trabaja en el desarrollo de modelos avanzados de análisis de riesgos y el uso de big data.
A nivel global, Mapfre ofrece seguros de diferentes ramas, como hogar o autos, que cubren riesgos climáticos y entre sus productos ‘agro’, en algunas zonas geográficas oferta coberturas para pérdidas agrícolas causadas por el clima; además de impulsar prácticas agrícolas que ayudan a reducir la vulnerabilidad ante los cambios climáticos (como la diversificación de cultivos y la gestión eficiente del agua), y promover programas de educación y capacitación para que las comunidades puedan prepararse y adaptarse mejor a los eventos climáticos extremos.
“Integramos la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático en nuestra estrategia de negocio, con productos y servicios diseñados para reducir la brecha de protección de los colectivos más vulnerables”, explica la compañía, que añade que esto incluye seguros inclusivos y accesibles para personas con menos recursos y educación financiera y programas de inclusión social, “que resultan fundamentales para que las comunidades vulnerables puedan recuperarse y adaptarse mejor ante eventos climáticos extremos”.
“Integramos la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático en nuestra estrategia de negocio, con productos y servicios diseñados para reducir la brecha de protección de los colectivos más vulnerables”, Mapfre.
Cambio climático, actuar para proteger
“El cambio climático nos sitúa en un escenario de urgencia global sin precedentes. Los eventos meteorológicos extremos están causando pérdidas y daños tanto en los ecosistemas como en los seres humanos que afectan a infraestructuras, destruyen cosechas, limitan el suministro de agua y provocan desplazamientos masivos e importantes pérdidas económicas y humanitarias”, subraya Mapfre en su manifiesto sobre este fenómeno, en el que recuerda que el calentamiento global ha sido la principal causa de más de un tercio de todas las pérdidas de seguros relacionadas con el clima en los últimos 20 años y, debido a que los nuevos sucesos que provienen del cambio climático se han incrementado un 10% en las últimas décadas, las pérdidas de las compañías han crecido un 36% más, provocando unos costes totales para este sector que ascienden a los 367.300 millones de euros.
Y es que, en un mundo cada vez más expuesto a los efectos del cambio climático, el sector asegurador ocupa una posición esencial no solo como protector frente a las pérdidas económicas y humanas, sino también como impulsor del cambio. Su experiencia en la gestión del riesgo y su capacidad de inversión lo sitúan en un lugar privilegiado para promover soluciones que refuercen la resiliencia de personas, empresas y territorios. Porque para ellas, apostar por la prevención, la sostenibilidad y la adaptación no es solo una cuestión de responsabilidad social, sino también de visión estratégica y el modo de garantizar que el desarrollo y el progreso no comprometen el bienestar de las generaciones futuras: un esfuerzo colectivo con el que este sector parece haber tomado conciencia de que su papel, a día de hoy, pasa por actuar como puente entre la urgencia del presente y la responsabilidad ante el mañana.