<p>Cada vez más bodegas adoptan prácticas responsables, como la reducción del consumo de agua o la implementación de estrategias circulares para producir vinos sin comprometer el entorno. Foto: Bodegas Gancedo.<p>

Cada vez más bodegas adoptan prácticas responsables, como la reducción del consumo de agua o la implementación de estrategias circulares para producir vinos sin comprometer el entorno. Foto: Bodegas Gancedo.

Bodegas sostenibles: el vino que cuida la tierra

En un momento en que la sostenibilidad ha pasado de ser una opción a una necesidad en todos los sectores económicos, el vitivinícola también está demostrando que es posible producir vino de alta calidad sin impactar negativamente en el entorno. El cambio lo protagonizan bodegas sostenibles que apuestan por una forma de trabajar respetuosa con la tierra, eliminando el uso de productos químicos y cuidando cada etapa del proceso, desde la vid hasta la botella. Entendiendo la viticultura como una actividad en plena armonía con la naturaleza.

Este 2025, España ya está en números rojos ecológicos. El 23 de mayo nuestro país alcanzó el Día de la Sobrecapacidad. A partir de entonces, operamos en déficit, es decir, dependiendo de recursos futuros que no podrán reponerse. “Nuestro planeta nos proporciona un conjunto de recursos ‘nuevos’, que hasta el año siguiente no se renuevan. Sin embargo, cada año que pasa consumimos esos recursos antes”, explica Sergi Simón, coordinador de los Programas de Gestión de Riesgos y Sostenibilidad de Ealde Business School. .

Este día es un recordatorio de lo insostenible de nuestro modelo de consumo. Un modelo que deben replantearse todos los sectores productivos y todos los habitantes del planeta. El sector vitivinícola, una de las actividades agrícolas más antiguas del mundo, también, ya que además es uno de los más dependientes de los recursos de la tierra y más sensible es ante el cambio climático.

Desde el aumento de las temperaturas hasta la escasez de agua o la aparición de nuevas plagas, los viñedos llevan años experimentando las consecuencias del calentamiento global. Y, más allá de verse afectado, se trata de un sector que también genera un alto impacto ambiental por el uso intensivo de los recursos hídricos, la energía, los productos fitosanitarios o las emisiones derivadas de la producción, embotellado y transporte del propio vino.

Por este motivo las bodegas, el ‘corazón’ de todo el proceso, tienen un papel clave en la transformación hacia una viticultura más sostenible. Muchas ya están adoptando prácticas responsables, como la reducción del consumo de agua o la implementación de estrategias de economía circular, la reutilización de residuos orgánicos o el uso de envases más ligeros y reciclables, con un objetivo claro: producir vinos de calidad sin comprometer el bienestar del entorno del que dependen.

En España, el sector vitivinícola aporta más de 4.800 millones de euros al PIB (un 1,9%), genera 363.980 empleos (cerca del 2% del total) y es el principal exportador mundial en volumen según datos de la Federación Española del Vino (FEV). Las principales regiones productoras son La Rioja, Castilla-La Mancha, Cataluña y Galicia, todas con denominaciones de origen (DO) por su calidad y tradición. Además, nuestro país cuenta con 166.285 hectáreas de viñedo ecológico, que representa el 18,2% del total de la superficie total de viñedo del país. Esta cifra supone que, junto con los frutos secos, el olivar y el cereal, el viñedo ecológico es una de las cuatro producciones vegetales con más superficie.

Tecnología, tradición y sostenibilidad

Y es que, en un contexto de cada vez mayor conciencia ambiental y exigencias regulatorias más estrictas, apostar por una producción vinícola sostenible ya no es solo una opción para los productores y bodegas, sino una necesidad estratégica. Los expertos están de acuerdo en que al vino del futuro no solo se le exigirá tener sabor, cuerpo y aroma, sino también una historia detrás de respeto y cuidado del entorno, de compromiso con la biodiversidad y una adaptación responsable al nuevo clima global. De esta forma, y siendo conscientes de que dependen del clima y del propio entorno natural, las bodegas que lideren este cambio no solo estarán protegiendo el planeta, sino también su propia viabilidad y sostenibilidad a largo plazo.

166.285
hectáreas de viñedo ecológico hay en España

representa el 18,2% del total de la superficie total de viñedo del país.

En este sentido, el pasado febrero BBVA y la FEV firmaron un acuerdo para impulsar la sostenibilidad y la innovación de este sector en España. Esta alianza permite a bodegas y viticultores acceder a servicios financieros en condiciones preferentes, formación y apoyo para conseguir el certificado Sustainable Wineries for Climate Protection (SWfCP) con el fin de que se sitúen como compañías de referencia en el sector vitivinícola sostenible.

El acuerdo incluye una serie de iniciativas que buscan impulsar la transformación del sector hacia un modelo productivo más respetuoso con el medio ambiente y sostenible social y económicamente. Entre sus principales líneas de acción se encuentra el acceso a financiación, con condiciones preferentes para préstamos verdes ligados a proyectos de reconversión ecológica, digitalización de regadíos o ecoregímenes de la PAC europea (Política Agrícola Común), además de financiación ligada a objetivos de sostenibilidad, adaptada a las particularidades de las bodegas, viticultores y demás empresas del sector.

De esta forma, BBVA pondrá a disposición de las bodegas socias de la FEV y de sus proveedores y viticultores productos y servicios financieros sostenibles especializados en el sector del vino y respaldará a los socios de la FEV en sus inversiones para obtener el sello SWfCP y en la implementación de planes de mejora vinculados a este reconocimiento, incluyendo iniciativas de descarbonización, eficiencia energética uso de energías renovables, optimización del consumo de agua y gestión de residuos.

Además, la entidad bancaria ofrecerá asesoramiento especializado para facilitar la integración de los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en la estrategia empresarial, y programas de formación y sensibilización para abordar los retos y oportunidades que plantea la sostenibilidad en el sector.


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En este sentido, serán claves tres conceptos, que, además, deberán integrarse correctamente: tecnología, tradición y sostenibilidad, algo que las bodegas responsables combinan para ‘reinventar’ el vino sin dañar el planeta. Y la transición hacia modelos más responsables pasa por el uso de energía solar o biomasa, la reducción del consumo de agua en los procesos de riego y producción, o la mejora de la eficiencia energética en las instalaciones. Además, estas bodegas promueven prácticas que regeneran el suelo y mantienen la fertilidad de los viñedos, asegurando su viabilidad a largo plazo sin agotar los recursos del entorno del que tanto dependen.

Otro pilar clave de esta transformación es la apuesta por la distribución de proximidad. Frente a los grandes circuitos de exportación, muchas bodegas de este tipo optan por comercializar su vino a nivel local, reduciendo la huella de carbono y reforzando los lazos con las comunidades y proveedores cercanos.

Las bodegas sostenibles apuestan por la distribución de proximidad, esto es, comercializan su vino a nivel local, reduciendo la huella de carbono y reforzando los lazos con las comunidades y proveedores cercanos.

Con más de un siglo de historia, la Bodega Torremilanos, en Aranda de Duero (Burgos), es un ejemplo de ello. Según explican desde la bodega, para mantener un suelo sano y una biodiversidad rica apuestan por la utilización de cubiertas vegetales, compost de origen animal, fitoterapia para estimular la salud de las cepas y preparados biodinámicos –mezclas de sustancias minerales, vegetales y animales que sirven para dar vida y activar elementos presentes en los suelos–.

La filosofía de Finca Torremilanos se basa en la agricultura biodinámica, una práctica que armoniza la actividad agrícola con los ciclos naturales y el ecosistema circundante. “Este enfoque no solo protege el medio ambiente, sino que también contribuye a la producción de vinos auténticos y de gran carácter, que reflejan la verdadera esencia del terruño”, señalan, destacando su apuesta por el respeto al medio rural.

“Nuestro equipo de bodega trabaja manualmente los viñedos respetando los procesos de la agricultura biodinámica. Se hace un seguimiento anual del campo y de la viña siguiendo el calendario biodinámico”, apuntan desde Torremilanos, destacando que la elaboración de los preparados se realiza en la propia finca.

Además, en esta bodega el cuidado de la viña se desarrolla sin la utilización de productos químicos ni tratamientos fitosanitarios, aplicando infusiones con plantas medicinales para su cuidado. También se emplea compost biodinámico en la misma tierra para estimular su propia vida. “Todos los vinos están elaborados a partir de la uva de nuestros viñedos en propiedad. La vendimia manual es uno de los puntos fundamentales y los vinos son elaborados con sus levaduras naturales y con una mínima intervención en los procesos”, remarcan los responsables de Torremilanos. Por eso, explican, “la producción de los vinos es limitada a la cosecha del año y no siempre pueden elaborar todas las referencias”.

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Bodegas sostenibles: el vino que cuida la tierra

En Torremilanos se trabaja manualmente los viñedos con prácticas de agricultura biodinámica, armonizando la actividad agrícola con los ciclos naturales. Foto: Finca Torremilanos.

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Bodegas sostenibles: el vino que cuida la tierra

En Puerta del Viento el cultivo del viñedo se lleva a cabo sin la utilización de herbicidas y las plagas que pudieran aparecer son prevenidas o tratadas siguiendo métodos tradicionales o biológicos. Foto: Puerta del Viento.

Otro buen ejemplo de viticultura ecológica es Puerta del Viento, una pequeña bodega del Bierzo, en León, en la que no se utiliza ningún tipo de insumo, como sulfitos, ni en el viñedo ni durante la elaboración del vino. Se trata de una bodega familiar, en la que se elaboran unas 10.000 botellas al año. Para elaborar sus vinos ecológicos, mantiene una cubierta vegetal entre las cepas para que haya un mayor reparto de los nutrientes de la tierra, y utiliza únicamente compost natural, estiércol o sarmientos triturados para el abono de sus viñedos. “Las plagas y las enfermedades que pudieran aparecer son prevenidas o tratadas siguiendo métodos tradicionales o métodos biológicos”, explican. Su cofundador, Jorge Vega, lleva años trabajando de esta manera por una cuestión de creencia, honestidad y respeto a la elaboración del producto y, sobre todo, el valor del legado recibido de quienes las plantaron y las cuidaron a lo largo de tantos años.

“El patrimonio de nuestros mayores es inmenso y merece ser respetado y seguido”, señala este ingeniero agrónomo de profesión, que añade: “practicamos técnicas aplicadas durante siglos por los agricultores que, por fortuna, perduran en el Bierzo y se mantendrán mientras existan personas que comprendan su importancia”. Sus convicciones son claras: el respeto al medio, el conocimiento del cultivo tradicional, la observación y ese sentimiento de gratitud por la herencia recibido. “Porque la viña nos deja en deuda con el pasado”, afirma Vega.

También en la zona de El Bierzo destaca Bodegas Gancedo, desde la que señalan: “Fomentamos el respeto sostenible e integrado con el medio ambiente, creemos en la tradición vitícola de la zona, de la que hemos aprendido a trabajar nuestros viñedos y creemos en la vida integrada con la naturaleza, con la que compartimos el tiempo y la experiencia, sin invadirla”.

También es una bodega familiar situada en Quilós (León) que cuenta con 600 parcelas y 100 hectáreas de viñedo en propiedad donde producen caldos bajo la Denominación de Origen Bierzo de forma tradicional y siguiendo la forma de trabajar de las generaciones anteriores de la familia, que ya se dedicaron a la viticultura como medio de vida habitual dentro de esta comarca.

Todas estas bodegas tienen algo en común: hace tiempo que han comprendido que la calidad del vino está directamente ligada a la salud del suelo, el clima y la biodiversidad del viñedo, por lo que es imprescindible adoptar prácticas responsables que minimicen el impacto ambiental del entorno en el que se ubican. Al preservar los ecosistemas locales y fomentar métodos de producción regenerativos, no solo protegen la riqueza natural gracias a la que desarrollan su actividad, sino que también aseguran su viabilidad a largo plazo, manteniendo un equilibrio coherente entre tradición vitivinícola y compromiso con el planeta.

En conclusión, la sostenibilidad en este sector es, además de una responsabilidad, un reto y una oportunidad. Apostar por prácticas sostenibles no solo contribuye a mitigar los efectos del cambio climático, sino que también refuerza el valor de las marcas y genera beneficios económicos y ambientales a largo plazo. Y, aunque el sector vitivinícola sigue enfrentando grandes desafíos, lo que parece seguro es que también dispone de suficiente potencial como para convertirse en un referente destacado en materia de sostenibilidad global.

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