La resina natural se renueva para beneficiar al medio ambiente

La resina natural se renueva para beneficiar al medio ambiente

La resina, una sustancia natural extraída de los bosques, el oficio de resinero o sus aplicaciones en productos como cosméticos, adhesivos, pinturas e incluso farmacéuticos, son grandes desconocidos para la sociedad. También sus beneficios ambientales para la fabricación de plásticos biodegradables y el impacto positivo de su extracción en la conservación y gestión sostenible de los bosques. Este recurso estratégico para potenciar el desarrollo económico y social de las zonas rurales, y a la vez proteger el entorno, también se enfrenta a dificultades debido a gigantes como China o Brasil que inundan Europa de resinas sintéticas fabricadas a partir de hidrocarburos.

El sector resinero español es el principal productor europeo, aunque muy alejado de los grandes internacionales como China o Brasil. Pese a ello, juega un papel estratégico en el mantenimiento de los montes y la economía rural, y como materia prima alternativa a los derivados del petróleo. Y a pesar de los retos que afronta el sector de la resina natural frente a la sintética, derivada de los hidrocarburos, y sus bajos precios, sigue existiendo demanda de este producto, ya que la resina española es muy valorada por su alta calidad y que en nuestro país disponemos de amplias superficies de pino pinaster para su producción.

Sin embargo, el sector resinero en España ha experimentado numerosas fluctuaciones a lo largo de los años. Durante los sesenta vivió una época dorada, con una producción de entre 40.000 y 50.000 toneladas de resina al año, para lo que empleaba a cerca de 9.000 personas. Actualmente, el número de resineros en España ronda los 700, con una producción media anual de aproximadamente 11.500 toneladas. Castilla y León, y en especial la provincia de Segovia, es la comunidad autónoma con mayor actividad, concentrando la mayoría de los resineros y una producción muy significativa.

Pese a que la resina de pino se utiliza en numerosas industrias que incluyen la fabricación de adhesivos, tintes, pinturas, productos farmacéuticos, cosméticos, perfumes y esencias e, incluso, en el campo de la alimentación por su versatilidad y origen natural y por ser una alternativa ecológica al petróleo, el sector se enfrenta a numerosos desafíos, como la fuerte competencia internacional de las resinas sintéticas (mucho más baratas) y la volatilidad de los precios, algo que dificulta la incorporación de nuevos resineros y la continuidad de los ya existentes.

Resineros, un oficio en peligro

“Entre 2010 y 2011 apenas quedaban 30 resineros en todas España –principalmente en la provincia de Segovia–, tras la profunda crisis generada por la gran producción de resinas y la bajada de los precios por parte de países como China o Brasil”, explica a Revista Haz Aida Rodríguez, responsable de la línea de resinas y plantas aromáticas de la Fundación Cesefor para la promoción del sector forestal en Castilla y León, que añade que a partir de 2015 esta cifra sube hasta los 900 -actualmente 700-.

“Este oficio es artesanal, en la mayoría de los casos se aprende por transmisión familiar, está muy masculinizado y envejecido, y además sus condiciones son precarias”, recalca esta experta, que aclara que las técnicas utilizadas se han visto muy poco modificadas en las últimas décadas y el esfuerzo físico, la destreza y el aprendizaje que es necesario para desarrollarlo son los principales motivos que explican las escasas y poco duraderas incorporaciones de nuevos trabajadores al sector.

Ante esto, están desarrollándose en España proyectos que buscan fomentar la especialización y profesionalización de estos trabajadores y ya se encuentra operativa la primera escuela de resineros en España ubicada en Guadalajara, una iniciativa que forma parte del proyecto Bosque Innova, financiado por la Fundación Biodiversidad. El primer curso de la Escuela de Resina ha comenzado en enero y finalizará el próximo octubre. Los alumnos seleccionados trabajarán como resineros/as en iniciación seis horas diarias durante las que realizarán tareas de resinación y laborales forestales en distintas ubicaciones de la Comarca de Molina de Aragón-Alto Tajo acompañados de profesores de la escuela.


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Beneficios ambientales y sociales

La resina natural es un recurso forestal estratégico para muchas comarcas españolas ya que fomenta la dinamización económica, es una fuente de empleo rural, un elemento de fijación de población y también una herramienta de conservación del patrimonio natural. Se trata de una sustancia que siempre ha sido valorada por sus múltiples aplicaciones, y su versatilidad y origen natural la convierten en una alternativa ecológica a los derivados del petróleo.

Tradicionalmente en España las especies resinadas han sido el pino resinero (Pinus pinaster), el pino carrasco (Pinus halepensis), y el pino laricio (Pinus nigra). Actualmente la única especie cuya resinación tiene relevancia es el Pinus pinaster, mientras que el aprovechamiento del Pinus halepensis y el Pinus nigra desaparecieron a partir de 1999.

Desde Cesefor, que trabaja para promover la sostenibilidad, la innovación y la investigación en el sector forestal a través de la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad, Rodríguez explica que existen diferentes procesos para obtener resina natural: la técnica de extracción de resina natural de árbol en pie, es decir, con la planta viva, la que se extrae del proceso de fabricación de pasta de papel (denominada resina de tall oil) y las resinas procedentes de los hidrocarburos (petróleo), las que más fuertemente compiten en mercado con la resina natural.

En el caso de la resina natural, esta es recogida por cuadrillas de resineros y de ahí el producto pasa a las primeras industrias de transformación (en España existen unas 6 o 7 instalaciones de este tipo). Son plantas que hacen un primer fraccionamiento de la resina, la dividen el fracción volátil y no volátil (conocidas como colofonia y aguarrás) y, de ahí, se traslada a la industria de derivados, “más específicas y donde se fabrican los productos finales como adhesivos, plásticos, pinturas, productos fitosanitarios, barnices, cosmética (fragancias y esencias), tintas de impresión, neumáticos o productos farmacéuticos y medicamentos”, enumera esta experta.

La resina natural es un importante factor de dinamización económica, fuente de empleo rural, un elemento de fijación de población y una herramienta de conservación del patrimonio natural.

Historia de la resina

El aprovechamiento de la resina es una práctica antiquísima. Ya desde el siglo I se realizaba con las coníferas, ya que se descubre que cociendo esta sustancia se obtiene la brea, un producto que sirve para impermeabilizar cosas. Sin embargo, las técnicas de extracción no han evolucionado mucho históricamente y son muy lentas y requieren de una alta especialización”, apunta Rodríguez, que recuerda los comienzos de este proceso.

En el siglo XIX la técnica consistía en realizar incisiones longitudinales lo más amplias y profundas posibles en el tronco del pino gracias a las que la resina se deslizaba hacia la base del árbol y ahí se recogía en un pequeño hueco que previamente se había excavado en el suelo. Con este sistema se obtenía un producto de muy baja calidad, ya que se mezclaba con residuos como arena, acículas o restos de corteza, y el árbol podía morir.

El proceso en esos momentos era muy rudimentario y agresivo para el pino y no fue hasta principios del siglo XX cuando se introduce en España el sistema conocido como ‘hugues’, procedente de Francia, y que se realizaba desprendiendo finas láminas de madera de forma longitudinal, sin profundizar demasiado en el tronco.

El siguiente avance técnico ocurre en los años 60, cuando se cambia la herramienta y comienza a utilizarse la gubia, con la que ya no se perfora la madera del árbol, sino que se introduce justo debajo de la corteza, haciendo que el árbol cicatrice esa herida de forma natural y permite resinar un pino durante al menos 25 años sin que sufra”, agrega Rodríguez.

“Este trabajo es muy especializado y complejo y se tarda en aprender, por eso, en los últimos años el sector se ha centrado en mecanizarlo, para que se realice más rápido y con menos esfuerzo físico”, señala Rodríguez. En la actualidad, entre otras mejoras, también se han sustituido los recipientes de recogida, pasando de las cuñas a bolsas cerradas para mejorar la conservación del líquido extraído.

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El trabajo de extracción de la resina es muy especializado y complejo, y se tarda en aprender. Se calcula que el número de resineros en España actualmente ronda los 700. Foto: Cesefor.

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La resinación tiene un impacto positivo en la conservación de los pinares y ayuda a prevenir los incendios forestales, ya que se desarrolla entre mayo y septiembre, la época de mayor riesgo. Foto: Cesefor.

La resina que se extrae en España se destina fundamentalmente a adhesivos y tintas de impresión, así como a fragancias y productos de higiene, que pueden obtenerse tanto de resinas naturales como de cadenas de producción del petróleo (hidrocarburos), cuyas moléculas son más estables y se controlan mejor que las presentes en las resinas naturales.

“La realidad es que el mercado prefiere optar por las resinas sintéticas porque son más baratas, y por esta razón es complicado que la resina natural sea competitiva”, alerta la experta de Cesefor, que sin embargo apunta a que el mercado de la natural se mantiene “porque hay productos que la requieren y sigue teniendo demanda”.

Aun así, “la presencia de resinas procedentes de hidrocarburos continúa creciendo, especialmente procedentes de China”. Ante esto, “desde el sector de la resina natural siempre defendemos que con su uso estamos garantizando el mantenimiento del oficio tradicional de resinero y sobre todo la gestión de las masas forestales y su conservación, así como los servicios ecosistémicos que nos aportan los bosques, su gestión sostenible y la vida y las oportunidades laborales en las zonas rurales”.

Rodríguez insiste en que, más allá de la elaboración de productos sostenibles que podrían sustituir a los derivados del petróleo, la extracción de resina también tiene un impacto positivo en la gestión forestal, no solo por el mantenimiento y conservación de los pinares, sino porque es una garantía a la hora de prevenir los incendios forestales. Y es que la resinación es una actividad que se desarrolla entre los meses de mayo a septiembre, la época de máximo riesgo de incendios forestales. “Gracias a los resineros y a su labor, el bosque tiene vida, se encuentra ocupado, se protege y se mantiene con el desarrollo de labores que protegen a las zonas forestales del riesgo de incendios”, apunta.

“Gracias a los resineros y a su labor, el bosque tiene vida, se encuentra ocupado, se protege y se mantiene con el desarrollo de labores que protegen a las zonas forestales del riesgo de incendios”, Aida Rodríguez (Cesefor).

A esto se suma la parte socioeconómica: crea empleo en las zonas rurales vinculado a la actividad forestal y arraiga y fija población. “Y gracias a ese trabajo de tratamientos, limpias, podas y selección de coníferas, el bosque se gestiona de manera sostenible, algo que siempre es garantía de riqueza, ya que el bosque se regenera de manera constante”, agrega la responsable de Cesefor.

Proyectos pioneros e impulso al sector

El futuro de este sector aún está por ver. Por el momento, existen algunas ayudas, apoyo y financiación para mantener e impulsar la actividad de los resineros y, aunque España está a la cabeza de Europa en cuanto a producción, seguida de Portugal y en menor medida Francia o Grecia, a nivel internacional sus cifras siguen siendo ínfimas: China produce cada año más de 400.000 toneladas de resina natural frente a las apenas 10.000 de España.

Y precisamente con el objetivo de contribuir a la mejora, competitividad y sostenibilidad del sector nace el Proyecto Cares, financiado con fondos Next Generation a través de la Fundación Biodiversidad, para el aprovechamiento multifuncional o complementario de castaña, resina y biomasa de pinos resinados con el fin de fomentar el desarrollo rural y la prevención de incendios. El objetivo es la creación de empleo estable y duradero a través de la gestión del monte con usos alternativos al maderero. “Esto permitiría generar empleos más atractivos, rentables y resilientes para la población de estos territorios y para potenciales nuevos pobladores”, explica Rodríguez.

A este proyecto se suma Resinlab –ya concluido- para preservar y mejorar los socioecosistemas relacionados con la actividad de extracción de resinas naturales y que se desplegó a través de una red de parcelas y municipios asociados ubicados en las comunidades autónomas de Castilla y León, Castilla-La Mancha y Extremadura y donde se desarrolló la cocreación entre los usuarios, productores y expertos, a través de ensayos, de prototipos tecnológicos y administrativos para la mejora del aprovechamiento resinero y con fin de que estos tengan una efectividad real y probada.

El objeto final fue garantizar la innovación centrada en los usuarios con un claro retorno sociocultural, ambiental y económico de la inversión realizada y basado en la bioeconomía y el mantenimiento de los servicios ecosistémicos y de desarrollo rural. La posterior evaluación y retroalimentación de estos procesos en cada territorio está siendo la base sobre el que se desarrollará un modelo general para su escalado y replicabilidad en otros territorios.

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