Las 4 tendencias ASG que definirán 2025

Las 4 tendencias ASG que definirán 2025

2025 marcará un punto de inflexión en la transición hacia modelos empresariales más sostenibles. Las empresas enfrentan una confluencia de factores que están redefiniendo las reglas del juego, desde regulaciones más estrictas hasta la intensificación de eventos climáticos extremos y el cambio en las expectativas sociales y de mercado. Sin embargo, esta transformación se desarrolla en un clima de inseguridad evidente, donde los retos y las oportunidades se entrelazan de manera compleja.

La sostenibilidad empresarial lleva tiempo experimentando un cambio de paradigma. Ya no se trata únicamente de cumplir con normativas, sino de integrar estrategias que generen valor a largo plazo. Los nuevos marcos regulatorios más estrictos buscan garantizar la transparencia y fomentar una mayor responsabilidad corporativa, pero también ponen a prueba la capacidad de las organizaciones para adaptarse a estándares más altos en un corto período de tiempo.

El 2024 ha dejado un panorama climático alarmante, con eventos extremos como olas de calor récord, incendios forestales y desastres naturales que afectaron infraestructuras, economías y comunidades. Estas experiencias han subrayado la urgencia de actuar frente al cambio climático. En este contexto, el 2025 será el año en que las empresas deberán reforzar sus estrategias de mitigación y adaptación, no solo como una respuesta a los riesgos, sino como una ventaja competitiva en un mercado cada vez más consciente y exigente.

Por otro lado, las expectativas sociales y de los inversores están transformando las dinámicas del mercado. Los consumidores exigen productos más sostenibles, mientras que los inversores priorizan empresas que demuestran un compromiso real con la sostenibilidad. Esta situación obliga a las organizaciones a ser más transparentes, a comprometerse con sus grupos de interés y a liderar con el ejemplo.

Por todo lo anterior, el 2025 se perfila como un año decisivo en el que las empresas deberán adaptarse a un entorno regulatorio exigente, gestionar los riesgos climáticos con mayor eficacia, satisfacer las crecientes demandas sociales y fomentar la colaboración entre sectores como un factor fundamental.

1. Una regulación más estricta

El inicio de año va a traer la entrada en vigor de la Corporate Sustainability Reporting Directive (CSRD) y las reformas que proponga la futura Ley Ómnibus. Estas iniciativas están transformando la manera en que las empresas gestionan y reportan su desempeño en sostenibilidad, a la vez que generan un entorno de incertidumbre para la adaptación a estos cambios.

La CSRD exige a las empresas la elaboración de informes detallados y verificables que incluyan métricas ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) alineadas con los estándares establecidos por EFRAG (European Financial Reporting Advisory Group). Esta normativa no solo se limita a grandes corporaciones, sino que también extiende su alcance a pymes y empresas no europeas con operaciones significativas en el continente. Su implementación eleva significativamente las expectativas sobre transparencia y rendición de cuentas, consolidando a la sostenibilidad como un pilar estratégico en el ámbito empresarial.

Por otro lado, la futura Ley Ómnibus buscará simplificar el entramado normativo europeo en materia de sostenibilidad, abordando regulaciones clave como la CSRD, la Taxonomía Verde y la Directiva de Diligencia Debida (CSDDD). Aunque su objetivo principal será reducir la carga administrativa y evitar redundancias, esta simplificación ha suscitado preocupaciones. Grupos activistas climáticos temen que estas reformas puedan debilitar los compromisos asumidos bajo el Acuerdo de París, mientras que empresas y asociaciones empresariales señalan la ambigüedad en torno a cómo se aplicarán los cambios.

La normativa CSRD y la Ley Ómnibus están transformando la manera en que las empresas gestionan y reportan su desempeño en sostenibilidad, a la vez que generan un entorno de incertidumbre para la adaptación a estos cambios.

Este nuevo entorno regulatorio no solo planteará desafíos operativos, sino también estratégicos. Las empresas deberán equilibrar la necesidad de cumplir con normativas más exigentes con la oportunidad de utilizar estos marcos como impulsores de innovación y ventaja competitiva. La implementación de la Ley Ómnibus, en particular, podría aliviar algunas tensiones administrativas, pero al mismo tiempo exigirá a las organizaciones mantener un compromiso sólido con los objetivos climáticos y de sostenibilidad.

2. Resiliencia frente a un clima en transformación

El impacto creciente de los eventos climáticos extremos está redefiniendo las prioridades empresariales y gubernamentales. En 2025, la adaptación al cambio climático se consolidará como un eje central para garantizar la resiliencia de las organizaciones frente a fenómenos cada vez más frecuentes e intensos, como olas de calor, huracanes, inundaciones y sequías. Este escenario desafiante no solo resalta los riesgos asociados a la crisis climática, sino también las oportunidades para desarrollar soluciones innovadoras y liderar en un entorno incierto.

Las pérdidas económicas relacionadas con eventos climáticos extremos han alcanzado niveles alarmantes, afectando infraestructuras, cadenas de suministro y comunidades enteras. Según datos recientes, la falta de preparación para enfrentar estos riesgos podría poner en peligro hasta el 25% del ebitda de algunas empresas en los próximos años.

Ante este panorama, la inversión en medidas de adaptación, como sistemas de alerta temprana, infraestructuras resilientes y soluciones tecnológicas, se convertirá en una prioridad estratégica para las organizaciones.

La tecnología avanzada desempeñará un papel clave en este proceso. Las redes eléctricas inteligentes, la gestión avanzada del agua y los sistemas de transporte resilientes están transformando la manera en que las empresas y las ciudades abordan los riesgos climáticos. Además, las soluciones basadas en la naturaleza, como la restauración de ecosistemas y la agricultura regenerativa, están consolidándose como estrategias efectivas para mitigar el impacto de los fenómenos extremos.

El impacto de los eventos climáticos extremos está redefiniendo las prioridades empresariales y gubernamentales, y la adaptación a estos fenómenos, cada vez más frecuentes e intensos, se consolidará como un eje central para garantizar la resiliencia de las organizaciones.

En el ámbito financiero, la adaptación también está atrayendo el interés de los inversores. Los bonos verdes y otras formas de financiación sostenible están canalizando recursos hacia proyectos que fortalecen la capacidad de las comunidades y las empresas para resistir y recuperarse de los impactos climáticos. Este enfoque no solo minimiza riesgos, sino que también abre nuevas oportunidades de negocio en sectores emergentes.

A pesar de los avances, persisten desafíos significativos. La falta de datos precisos sobre riesgos climáticos, la incertidumbre regulatoria y la magnitud de las inversiones necesarias dificultan una respuesta coordinada y eficaz.

3. Cumplir las expectativas sociales

La economía circular se consolidará en 2025 como una de las principales estrategias para reducir el impacto ambiental y construir cadenas de valor más resilientes. Este enfoque, que prioriza la reutilización de recursos, la adopción de materiales innovadores y la transformación de los modelos de producción y consumo, se erige como un motor clave para cumplir los objetivos de sostenibilidad globales y mejorar la competitividad empresarial.

El diseño sostenible está liderando este cambio, con avances significativos en el desarrollo de productos más duraderos, reparables y reciclables. Ejemplos como el uso de bioplásticos fabricados a partir de recursos renovables, materiales reciclados en moda y empaques, y tecnologías como el reciclaje químico y la nanotecnología, están redefiniendo las cadenas de suministro. Estas innovaciones no solo reducen la dependencia de recursos no renovables, sino que también minimizan el desperdicio y las emisiones asociadas a los procesos tradicionales.


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En paralelo, las cadenas de valor están ya siendo transformadas por regulaciones más estrictas y expectativas sociales crecientes. La ya mencionada Directiva de Diligencia Debida (CSDDD), que obligará dentro de unos años a las empresas a supervisar y garantizar prácticas éticas y sostenibles en sus cadenas de suministro, llevará a las organizaciones a implementar sistemas más robustos de trazabilidad y transparencia. Sectores como la alimentación, la moda y la tecnología están adoptando herramientas digitales, sensores inteligentes e inteligencia artificial para identificar riesgos sociales y ambientales, y tomar decisiones más informadas.

Esta transición hacia cadenas de valor sostenibles presenta, de nuevo, tanto desafíos como oportunidades. Las empresas enfrentan la necesidad de equilibrar el cumplimiento normativo con la implementación de soluciones innovadoras que optimicen la eficiencia operativa y fortalezcan su reputación.

Al mismo tiempo, el impulso hacia una economía circular generará nuevas oportunidades de mercado y hará aumentar otras ya existentes, desde la creación de empleos en sectores de reciclaje y remanufactura, hasta el desarrollo de tecnologías avanzadas para el manejo de residuos y la generación de energía limpia.

4. La sostenibilidad avanza con la tecnología y el talento

Este nuevo año también estará marcado por el auge de la tecnología y la creciente demanda de talento especializado en sostenibilidad, factores que están ya transformando la manera en que las empresas abordan los retos ambientales y sociales. La integración de herramientas tecnológicas avanzadas, junto con el desarrollo y la retención de profesionales calificados, representa una base sólida para acelerar la transición hacia una economía más justa y sostenible.

2025 también estará marcado por el auge de la tecnología y la creciente demanda de talento especializado en sostenibilidad, factores que están ya transformando la manera en que las empresas abordan los retos ambientales y sociales.

La tecnología, especialmente la inteligencia artificial, destaca por su eficiencia para abordar desafíos clave en la sostenibilidad empresarial. Las redes eléctricas inteligentes, por ejemplo, están optimizando el uso de fuentes renovables y reduciendo el desperdicio energético. Asimismo, las herramientas de trazabilidad digital permiten a las empresas identificar con mayor precisión los riesgos ambientales y sociales en sus cadenas de suministro, mejorando tanto la transparencia como la capacidad de respuesta ante problemas complejos.

Estas tecnologías no solo hacen que las operaciones sean más eficientes, sino que también fortalecen el cumplimiento normativo al facilitar la recopilación y análisis de datos de alta calidad.

Asimismo, el desarrollo de soluciones basadas en la inteligencia artificial está comenzando a ampliarse más allá de los sectores tradicionales, como la energía y la logística, y comenzará a impactar áreas como la agricultura, el diseño de productos sostenibles y la gestión del agua. En la agricultura, por ejemplo, la IA ayudará a optimizar el uso de recursos como el agua y los fertilizantes, reduciendo el impacto ambiental y aumentando la productividad. En el diseño de productos, herramientas avanzadas están permitiendo a los fabricantes crear bienes más duraderos, reciclables y con una menor huella de carbono.

Sin embargo, el desarrollo y la implementación de estas tecnologías tienen su lado negativo. El alto consumo energético asociado a los centros de datos que soportan sistemas de inteligencia artificial y la infraestructura digital plantea un conflicto con los objetivos climáticos globales. Además, la rápida evolución tecnológica requerirá de marcos éticos y regulatorios sólidos para garantizar que estas herramientas sean utilizadas de manera responsable y equitativa.

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