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Naturaleza y finanzas: un vínculo crucial para el futuro de la economía global
En este contexto, el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), organismo internacional que supervisa y formula recomendaciones sobre el sistema financiero mundial, ha comenzado a tomar medidas para coordinar los esfuerzos internacionales con el fin de identificar y evaluar los riesgos financieros relacionados con la naturaleza.
Este enfoque se enmarca dentro de las iniciativas más amplias impulsadas por el G20 para desarrollar políticas regulatorias y supervisar las amenazas ambientales que impactan en la estabilidad financiera.
El cambio climático ha sido históricamente la preocupación dominante en cuanto a riesgos financieros relacionados con el medio ambiente. Sin embargo, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas han comenzado a destacar como áreas críticas de atención para las autoridades financieras, ya que la dependencia de las economías modernas de los servicios ecosistémicos esenciales es significativa.
Estos servicios, que incluyen la provisión de agua, la polinización, la protección contra inundaciones y la regulación del clima, juegan un papel fundamental en el funcionamiento de los sistemas productivos y en la sostenibilidad de las cadenas de suministro.
Dado que los riesgos climáticos y los relacionados con la naturaleza están tan entrelazados, es esencial que las instituciones financieras adopten un enfoque integrado en su gestión. Evaluar solo uno de estos aspectos podría llevar a subestimar las verdaderas exposiciones.
¿Cuáles son los riesgos relacionados con la biodiversidad?
Los riesgos financieros relacionados con la biodiversidad se dividen en dos categorías principales: riesgos físicos y riesgos de transición.
En el caso de los riesgos físicos, estos se manifiestan cuando la pérdida de servicios ecosistémicos esenciales, como el suministro de agua, la polinización y la protección contra inundaciones, afecta a sectores económicos clave.
Por ejemplo, la pérdida de biodiversidad puede llevar a la degradación del suelo, lo que reduce la productividad agrícola. Este descenso no solo afecta a las empresas agrícolas, sino que también impacta a toda la cadena de suministro asociada, incrementando los costos operativos y reduciendo los ingresos, lo que a su vez aumenta el riesgo de impago y el riesgo de crédito para las instituciones financieras.
Otro ejemplo de riesgo físico es el impacto en el sector asegurador. La degradación de los arrecifes de coral, que actúan como barreras naturales contra tormentas, puede aumentar la frecuencia y severidad de los desastres naturales. Esto provoca un aumento en las reclamaciones de seguros, lo que afecta la rentabilidad de las aseguradoras y podría resultar en un incremento de las primas de seguros o incluso en la retirada de cobertura en áreas de mayor riesgo.
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Por otro lado, los riesgos de transición surgen cuando las empresas deben adaptarse a nuevas regulaciones ambientales destinadas a proteger la biodiversidad.
Un ejemplo claro es la implementación de políticas para reducir la deforestación. Las empresas que dependen de la explotación forestal o de prácticas agrícolas intensivas pueden enfrentar mayores costos operativos al tener que adoptar métodos más sostenibles, o podrían perder acceso a mercados que exigen productos libres de deforestación.
Esto no solo afecta su rentabilidad, sino que también puede hacer que las inversiones en estas empresas sean menos atractivas, incrementando los riesgos de mercado y la probabilidad de incumplimiento financiero.
Las iniciativas regulatorias aún deben desarrollarse más
A medida que la importancia de los riesgos financieros relacionados con la naturaleza se vuelve cada vez más evidente, las autoridades regulatorias y de supervisión en todo el mundo están comenzando a desarrollar e implementar iniciativas que se encuentran todavía en una fase inicial.
Estas iniciativas a menudo se enmarcan en un enfoque más amplio que también incluye los riesgos climáticos. Un ejemplo notable es la Unión Europea, que ha sido pionera en la incorporación de riesgos ambientales en su regulación financiera. Con la revisión de la Directiva de Requisitos de Capital (CRD6) y la Directiva de Solvencia II, se ha comenzado a incluir explícitamente los riesgos asociados con la pérdida de biodiversidad como parte de los riesgos ASG (ambientales, sociales y de gobernanza). Estas directrices exigen que las instituciones financieras consideren los impactos de la pérdida de biodiversidad en su análisis de riesgos.
La UE ha sido pionera en la incorporación de riesgos ambientales en su regulación financiera y ha comenzado a incluirlos explícitamente como parte de los riesgos ASG.
El Banco Central de los Países Bajos (DNB) ha emitido guías no vinculantes para la gestión de riesgos climáticos y ambientales, que también abordan los riesgos relacionados con la biodiversidad. Aunque el foco principal sigue siendo el cambio climático, estas guías subrayan la importancia de considerar cómo la pérdida de biodiversidad puede influir en la estabilidad financiera.
Por otro lado, el Banco de Inglaterra (BoE) está en proceso de evaluar cómo integrar estos riesgos en sus marcos de supervisión. Aunque actualmente no existen directrices específicas, el BoE ha señalado que, si se determina que estos riesgos son significativos para la estabilidad financiera, podrían desarrollarse requisitos adicionales en el futuro.
En Asia, la Autoridad Monetaria de Hong Kong (HKMA) ha tomado medidas desde 2020 para que los bancos evalúen su preparación para gestionar riesgos ambientales, incluidos aquellos derivados de la degradación de la naturaleza, como la pérdida de biodiversidad. Esta evaluación forma parte de una estrategia más amplia destinada a fortalecer la resiliencia del sistema financiero frente a los riesgos ambientales emergentes.
Estos esfuerzos reflejan un interés creciente entre las autoridades regulatorias para abordar los riesgos financieros relacionados con la naturaleza, aunque el grado de avance varía según la jurisdicción. La inclusión de estos riesgos en los marcos regulatorios es un paso importante hacia una mayor sostenibilidad financiera, reconociendo la interconexión entre el medio ambiente y la economía global.
Los retos en la gestión de estos riesgos
La integración de los riesgos relacionados con la naturaleza en los marcos regulatorios enfrenta varios desafíos significativos que complican la implementación efectiva de estos riesgos en las estrategias de supervisión financiera.
Uno de los principales obstáculos es la falta de datos confiables y consistentes sobre las exposiciones financieras a los riesgos asociados con la biodiversidad. La naturaleza compleja y multifacética de los ecosistemas dificulta la recopilación de datos precisos que permitan una evaluación detallada de estos riesgos. Sin información adecuada, tanto las instituciones financieras como los reguladores encuentran dificultades para cuantificar sus exposiciones, lo que limita la efectividad de cualquier marco de supervisión que se pretenda establecer.
Un obstáculo importante es la falta de datos confiables y consistentes sobre las exposiciones financieras a los riesgos asociados con la biodiversidad, lo que limita la efectividad de cualquier marco de supervisión que se pretenda establecer.
Otro desafío crucial es la incapacidad de los modelos de riesgo tradicionales para capturar la complejidad de los ecosistemas y las interdependencias entre estos y las actividades económicas. Los modelos actualmente en uso no están diseñados para incluir las variables ambientales de manera integral, lo que deja fuera factores clave al evaluar los riesgos financieros relacionados con la naturaleza. El desarrollo de nuevos modelos que puedan incorporar estos elementos es una tarea técnica compleja que requiere no solo tiempo y recursos, sino también una cooperación internacional para compartir conocimientos y establecer metodologías comunes.
A esto se suma la falta de experiencia y conocimientos especializados dentro de muchas instituciones financieras y organismos reguladores. La gestión de riesgos relacionados con la naturaleza exige una comprensión profunda de cómo los cambios en los ecosistemas pueden impactar directamente en el sistema financiero. Sin embargo, muchas organizaciones aún están en las etapas iniciales de desarrollo de estas competencias, lo que subraya la necesidad de formación especializada y de programas de desarrollo de capacidades que preparen a los profesionales para abordar estos riesgos de manera efectiva.
Finalmente, la ya comentada falta de uniformidad en los enfoques regulatorios entre distintas jurisdicciones añade otra capa de complejidad. Algunas regiones han avanzado considerablemente en la integración de los riesgos relacionados con la naturaleza en sus marcos regulatorios, mientras que otras apenas están comenzando. Esta disparidad puede generar inconsistencias y lagunas en la gestión de riesgos a nivel global, lo que podría debilitar los esfuerzos colectivos para abordar estos desafíos.
La armonización de enfoques y la cooperación internacional son, por tanto, esenciales para superar estos desafíos y garantizar que los riesgos relacionados con la naturaleza sean gestionados de manera coherente y efectiva en todo el mundo.