Este sitio web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuaria/o posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestro web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de este sitio web encuentras más interesantes y útiles.
Frente a los cementerios tradicionales, Recordarium es un innovador espacio natural para dejar las cenizas de un ser querido y plantar un árbol en su recuerdo.
Despedirnos de este mundo de forma sostenible
Un antiguo proverbio indio nos advierte de que la Tierra no es una herencia que recibimos de nuestros padres, sino un préstamo que nos concedieron nuestros hijos. Si queremos estar a la altura de tamaño acto de generosidad, no nos queda otra que hacer todo lo posible para que, cuando nos toque abandonar este mundo, lo hagamos con el consuelo de haber dejado a las próximas generaciones un planeta tan habitable, al menos, como el que pudimos disfrutar durante nuestro recorrido vital. Viaje que podemos finalizar con un último acto que sirva de poderoso mensaje para quienes seguirán nuestros pasos.
Si algo tienen claro los expertos en la materia es que todas nuestras acciones generan un determinado impacto sobre el entorno. Esta huella ambiental se extiende, incluso, más allá de nuestra propia vida. Porque, efectivamente, hasta la muerte provoca consecuencias negativas para el medio ambiente.
Según Ecofuneral.es, publicación digital especializada en sostenibilidad dentro del sector funerario, “en España se producen al año 260.000 inhumaciones y unas 150.000 cremaciones. Hace cinco años, un gran grupo funerario evaluó la huella de carbono que dejan: más de 240 kilogramos de dióxido de carbono equivalente por servicio prestado”.
Cifras que son equiparables “al carbono que absorben seis coníferas durante una década. O a las emisiones de dióxido de carbono que genera el consumo de medio barril de petróleo”, afirman desde el mismo portal, que se apoya en fuentes de la EPA, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Otra precisión que debe realizarse en este punto es la importante diferencia de impacto que se observa entre la inhumación y la incineración. Como apunta uno de los estudios más citados por los profesionales del sector, el Analyse environnementale comparative du rite de la crémation et de l’inhumation en Ile-de-France, patrocinado por la Fondation Services Funéraires de Paris, por término medio, un proceso de inhumación provoca más del triple de emisiones —en concreto, 3,6 veces más— que una incineración.
Datos que se explican por una cuestión evidente: los enterramientos requieren la construcción y el mantenimiento de una infraestructura compleja y, a menudo, de grandes dimensiones, como es un cementerio. Las tumbas, nichos, panteones, monumentos funerarios y demás elementos comunes del lugar conllevan además el empleo de materiales de alta exigencia ambiental y energética como, por ejemplo, granito, cemento y hormigón.
Esto contrasta con el menor impacto que exige la construcción y el mantenimiento de un horno crematorio. Ciertamente, la incineración implica el inevitable uso del gas, pero hablamos de un proceso rápido que se completa en dos o tres horas, aproximadamente.
Urnas ecológicas y vehículos eléctricos
Estudios como el ya citado de Francia demuestran que el sector funerario está cada vez más preocupado por sus efectos sobre el medio ambiente. Y un ejemplo de su compromiso es la convocatoria, aquí en España, de la primera edición de los Premios Albia de Sostenibilidad en el sector.
Propiedad del grupo Santalucía, Albia es una marca de referencia a nivel nacional que gestiona actualmente más de 250 centros funerarios, en los que trabajan unos 1.400 profesionales. Como explica su director de sostenibilidad, comunicación y marketing, Carlos Gallego, el objetivo de sus galardones es “colaborar de forma activa en el impulso y reconocimiento de iniciativas que repercutan en un menor y mejor impacto de la industria funeraria en el entorno y en las personas”.
Entre quienes han presentado sus candidaturas a estos premios, cuyo fallo se conocerá el próximo 21 de noviembre, se encuentra la funeraria canaria ALMA21, que se distingue por una original iniciativa: siempre planta un árbol por cada servicio que presta. Así se consigue un doble objetivo: por un lado, compensar en buena medida el impacto ambiental y, por otro, brindar al difunto y a sus seres queridos un bonito acto de homenaje y recuerdo en forma de nacimiento de una nueva vida.
“De la plantación del árbol se encarga la Fundación Foresta en nuestra isla de Gran Canaria. Además, siempre se usan especies propias de la zona”, detalla Esther Pinto, tanatopractora y fundadora de ALMA21.
Con motivo del Día de Todos los Santos, la funeraria quiere darle un nuevo impulso a esta iniciativa ambiental: “Este 1 de noviembre lo vamos a dedicar a una campaña de reforestación. Animamos a las familias a honrar y a recordar a sus seres queridos plantando árboles en homenaje”, señala Pinto.
La compañía grancanaria dispone además de una flota de vehículos totalmente electrificada y con etiqueta cero emisiones. Su compromiso también abarca el desarrollo de un ambicioso plan para la digitalización de sus servicios, a fin de reducir al máximo el uso de papel. Otra de sus señas de identidad es el establecimiento de alianzas con proveedores y aliados locales.
“Recientemente hemos puesto en marcha una nueva colaboración con un socio local para fabricar nuestras propias urnas a partir de material totalmente reciclado, ecológico y biodegradable”, comenta Pinto.
Algunos féretros se fabrican con material ecológico y biodegradable, como este de cartón reciclado de la empresa RestGreen.
El objetivo es desarrollar alternativas sostenibles para prácticamente todos sus servicios, incluyendo los propios ataúdes. En este sentido, ALMA21 ofrece dos protocolos de cremación sostenible llamados Eco y Natural.
El primero de estos protocolos utiliza un féretro de madera sin tratar, libre de metales y de elementos textiles integrados. Producido, además, en la propia isla de Gran Canaria. El segundo protocolo (Natural) da todavía un paso más al propiciar una huella de carbono positiva. Esto es posible gracias al uso de un ataúd ecológico hecho con cartón reciclado. Su fabricante es RestGreen, la primera empresa dedicada a los ataúdes de cartón en España desde el año 2009.
Su fundador, Javier Ferrándiz, explica que sus ataúdes están elaborados con cartón corrugado. “Es un material de alta calidad, conformado por capas, y con más de dos centímetros de grosor. De hecho, presenta propiedades similares a la madera en cuanto a resistencia. Además, cuando se incinera, no deja residuos en el aire”. Otro punto reseñable es que el cartón se quema antes y de forma más rápida que la madera, “lo cual implica un importante ahorro energético de gas durante la cremación”.
Aparte de sus virtudes ecológicas, los ataúdes de RestGreen destacan por su precio, mucho menor que el de los féretros tradicionales. Hablamos de un coste de alrededor de 350 euros, muy alejado de los 2.000-2.500 euros de los ataúdes de madera de gama media. Además de figurar en el catálogo de ALMA21 en Canarias, las urnas de RestGreen también cuentan con un socio en la península a través del grupo Millenium Tanafune.
Ser parte del bosque
Muchas personas expresan el deseo de que sus cenizas sean esparcidas por algún lugar especialmente significativo para ellas. A pesar de que se trata de una costumbre cada vez más extendida, hay que hacer una advertencia: en España, solo es legal realizar esta práctica en cementerios y en otros lugares autorizados. Entre los cuales se encuentra Recordarium, el primer bosque español dedicado a tal fin.
“Un estudio de Sigma Dos para el Observatorio de los Servicios Funerarios concluye que el 77% de la población en España prefiere la incineración frente al entierro o inhumación. Y, dentro de este grupo, al 74% les gustaría llevar las cenizas a un entorno natural, con espacios abiertos”, asegura Ana González, socia fundadora de Recordarium.
NOTICIAS RELACIONADAS
– El testamento solidario, una vía de colaboración poco frecuente en España
– El reto de construir ciudades más sostenibles
Hablamos de un bosque de más de 15 hectáreas de superficie y ubicado en Méntrida (Toledo) a media hora de Madrid. En este lugar, “con las cenizas procedentes de la incineración, se planta un árbol que sirve para recordar al ser querido, permitiendo que el ciclo de la vida continúe”, remarca González.
En Recordarium se ofrece además libertad absoluta para que familiares y amigos puedan realizar una última ceremonia de homenaje alineada con sus valores y creencias. Este “bosque del recuerdo” ha acogido actos tan diferentes como un pequeño tributo musical a Los Chunguitos, con voz y guitarra flamenca incluidas, mientras todos los presentes brindan con botellines de cerveza, o una suelta de mariposas acompañando la lectura de un fragmento de El Principito en francés; y también, niños soltando globos en recuerdo de sus abuelos, entre otras muchas y variadas experiencias.
La intención no es otra que es atender de la mejor manera todas las necesidades y sensibilidades, con especial atención a aquellas situaciones menos visibles y cubiertas por el sector. Con este fin, Recordarium ha añadido recientemente dos nuevos servicios. Uno es la ‘Cuna de abrazos para el duelo perinatal’. Se trata de una encina centenaria con forma de cuna que ha sido preparada para acoger ceremonias de despedida para los no natos o con pocos días de vida.
“Nos lo han pedido varias asociaciones del duelo perinatal, que se lamentaban de que no había casi nada que sirviera para dar a los padres la posibilidad de pasar este duelo, y hemos decidido apostar por ello”, comenta la fundadora.
La otra novedad es la ‘Encina de todos’. Se trata de otra encina centenaria, dedicada en este caso a las personas que desean depositar las cenizas en un bosque, pero que no quieren plantar un árbol del que posteriormente tengan que cuidar y responsabilizarse. La idea es que sea un árbol comunitario que reciba las cenizas de multitud de personas diferentes.
Al mismo tiempo, es una posibilidad más asequible en términos económicos. Recordarium cuenta en este sentido con un amplio abanico de alternativas que tratan de que nadie se quede fuera. “Tenemos opciones de despedida desde 249 euros hasta lo que quiera destinar cada familia. Lo que queremos es que un entierro digno, personalizado y emotivo esté al alcance de todos los bolsillos”, concluye González.
Porque, ciertamente, lo de tener que morir, algún día muy muy lejano, no deja de ser un fastidio. Pero no es mal consuelo saber que nos podemos despedir de manera respetuosa con el medio ambiente.