La sostenibilidad se abre paso a ambos lados de la pantalla

La inclusión de criterios ambientales y sociales ha dejado de ser una opción para convertirse en una exigencia ineludible en el sector audiovisual. Cambio que está siendo posible gracias a la implicación de las plataformas de ‘streaming’, canales de televisión, productoras cinematográficas, festivales y entidades públicas. Este compromiso con la sostenibilidad abarca tanto la huella ambiental de las producciones como los temas y narrativas desarrolladas en las mismas.
27 septiembre 2024

A finales de junio, Netflix hizo público su último informe ESG, correspondiente a 2023. En el documento, la plataforma de streaming hace hincapié en sus objetivos en la lucha contra el cambio climático. A corto plazo, las metas son reducir a la mitad sus emisiones de carbono para 2030, así como igualar las emisiones restantes mediante la inversión en soluciones climáticas naturales.

Para ello, se está trabajando en tres frentes principalmente. El primero hace referencia al corazón de la propia compañía y como muestra el proyecto de expansión de sus estudios cinematográficos en Albuquerque (Nuevo México, EE. UU.) en los que se ha realizado, como explica Emma Stewart, directora de Sostenibilidad de Netflix, “una serie de inversiones para reducir los costos operativos, mejorar la experiencia de producción y reducir nuestra huella de carbono”.

Estos trabajos incluyen, añade Stewart, “la instalación de calefacción y refrigeración geotérmicas, la construcción de sistemas de almacenamiento de energía solar y de baterías en el lugar, y la inversión en infraestructura de carga de vehículos eléctricos con cargadores rápidos que alimentan rápidamente los vehículos eléctricos que buscamos para las producciones”.

Precisamente, el segundo ámbito en el que trabaja Netflix tiene que ver con la descarbonización de sus producciones. En este terreno, el principal problema es el importante consumo de combustible que se genera no solo durante los traslados que deben realizarse en automóvil dentro de los rodajes, y que se quiere reducir mediante la incorporación de vehículos eléctricos o de bajas emisiones.

Otro importante problema es el empleo de generadores diésel, muy habituales en esta industria, ya que son unidades móviles que pueden trasladarse a cualquier lugar en el que haya que rodar y que no cuenten con red eléctrica, como puede suceder en una selva virgen o en un desierto. En este caso, también se están explorando otras alternativas como, por ejemplo, unidades de energía basadas en el hidrógeno verde —utilizadas en Los Bridgerton, entre otras producciones—baterías recargadas con energía solar y generadores híbridos.

Por último, Netflix también aboga por introducir la sostenibilidad como un tema primordial en muchos de sus trabajos. “Queremos entretener al mundo y el año pasado, muchos de nuestros títulos incluyeron temas e historias de sostenibilidad, desde comedias como Inestable, documentales como Somos lo que comemos y La vida en nuestro planeta, hasta dramas como Dejar el mundo atrás. Presentamos estos y más de 200 temas más en nuestra colección Historias de sostenibilidad”, destaca Stewart.


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La radiotelevisión pública toma la iniciativa

Los canales de televisión tradicionales no se quedan a la zaga en este camino hacia la sostenibilidad. Un caso reseñable es la participación de RTVE desde finales de 2021 en el proyecto internacional Albert, fundado por la BBC en 2011 y que cuenta con la presencia de grupos audiovisuales públicos y privados y grandes productoras.

“Albert cuenta con una calculadora de huella de carbono específica para las empresas audiovisuales. A través de esta herramienta, mostramos a nuestros productores, y también a los responsables de las producciones externas, lo que pueden hacer para reducir emisiones. Porque no se trata solo de contabilizarlas, sino de que hagan planes para que ese programa acabe siendo más sostenible. Hablamos de que utilicen formas de transporte colectivo, reduzcan el consumo de plástico, eviten todo lo que puedan el avión, etcétera”, señala Faci Peñate, directora de RSC y Voluntariado de Radio Televisión Española.

Entre los programas y series de televisión pertenecientes al ente público que ya han medido su huella de carbono se encuentran, por ejemplo, La aventura del Saber, Escarabajo verde,’Aquí la tierra, Estudio estadio o Servir y proteger. Además, varias de estas producciones, como Un país para leerlo, Reduce tu huella y Un país mágico’han conseguido un reconocimiento adicional: el sello de producción sostenible otorgado también por Albert.

RTVE participa desde 2021 en el proyecto Albert de la BBC que cuenta con una calculadora de huella de carbono para las empresas audiovisuales y entrega un sello de producción sostenible.

El compromiso de las Administraciones

Las entidades públicas relacionadas con el sector también están cada vez más concienciadas. Un buen ejemplo lo tenemos en el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA), dependiente del Ministerio de Cultura.

“Las ayudas que otorga el ICAA para cortometrajes y largometrajes españoles están condicionadas a que los proyectos beneficiarios tengan contabilizada su huella de carbono o bien que dispongan de un sistema de registro y medición de impacto ambiental. Este requerimiento cada vez es más vinculante, exigente y exhaustivo”, destaca Verónica Sanz, profesional independiente con amplia experiencia en verificación de huellas de carbono e impacto ambiental en películas y series.

De hecho, una de las últimas convocatorias del ICAA, con fecha del pasado 18 de junio, exige para acceder a la financiación el cumplimiento del principio DNSH (por sus siglas en inglés, Do No Significant Harm) que garantiza que el proyecto beneficiado no va a causar un perjuicio significativo al medio ambiente. Este principio está incluido en el Reglamento de Taxonomía de la UE y es de obligado cumplimiento cuando hay fondos europeos de por medio, como en el caso de estas ayudas.

Más allá de las grandes instituciones nacionales y europeas, Marta García Larriu, creadora y directora del Another Way Film Festival, el certamen de cine dedicado al progreso sostenible, resalta la labor de otras entidades menos conocidas por el gran público. Se trata de las llamadas film commision, las oficinas de rodaje extendidas a lo largo de nuestro país y que cuentan con el respaldo de ayuntamientos, comunidades autónomas, diputaciones y otras entidades públicas y privadas. “Su labor es fomentar el rodaje dentro de sus territorios y me consta que tiene muy en cuenta la producción sostenible. Sus directores y directoras son muy conscientes de la necesidad de preservar el territorio, justamente para que se pueda seguir rodando en estos lugares”, destaca García Larriu.

Estas oficinas ofrecen multitud de recursos para la incorporación de criterios de sostenibilidad en las filmaciones que se realizan dentro de su territorio. La Cataluña Film Comission dispone de una interesante guía de acceso libre en este sentido.

Las ayudas del Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales están condicionadas a que los proyectos tengan contabilizada su huella ambiental o dispongan de un sistema de registro y medición de impacto.

También son reseñables los programas formativos sobre sostenibilidad ambiental que ofrece Film Madrid, la oficina de promoción de rodaje en la comunidad madrileña. Igualmente se puede citar como ejemplo el apoyo de la Málaga Film Office a las producciones sostenibles, poniendo a disposición de las productoras de forma gratuita diversas herramientas que incluyen un buscador de proveedores ecofriendly, un informe del Centro Asesor Ambiental (CAA) y una calculadora de huella de carbono.

Cambio de narrativa

Este año, Another Way Film Festival celebrará su décima edición, entre el 16 y 22 de octubre. Se trata de un certamen enfocado al progreso sostenible en el más amplio sentido de la palabra: tanto en relación con las tramas de los cortometrajes y largometrajes que serán exhibidos, como en la manera en que se producen dichos contenidos. Y sin olvidarse de la huella ambiental de las actividades que se desarrollarán durante todo el evento.

En esta ocasión, el principal tema por el que apostará Another Way Film Festival será el cambio de narrativa, asunto en el que su promotora, la asociación Another Way, lleva insistiendo todo este año, en el que ha organizado además —en colaboración con Greenpeace y El Gatoverde Producciones— el primer ‘Another Narrativas, seminario para cineastas comprometidos’.

Este encuentro profesional, que tuvo lugar a finales de junio, estuvo dirigido a creadores, guionistas y directores que desean incorporar el cambio climático dentro de sus narrativas, “ya que esta temática puede llegar a ser una importante fuente de inspiración para desarrollar grandes historias”, aseguran los organizadores.

El seminario conecta directamente con la décima edición de Another Way Film Festival, tanto por la elección del tema principal — la ya citada apuesta por el cambio en las narrativas audiovisuales— como por las actividades programadas. Entre las que está prevista la presentación de proyectos audiovisuales en formato pitch que incluyan el cambio climático como temática. Será ante un jurado conformado por profesionales de la industria audiovisual y expertos medioambientales, que otorgará diversos premios en metálico y en servicios.

Todo ello con la idea de apoyar a los nuevos creadores que abogan por producciones innovadoras capaces de enganchar a los espectadores desde un mensaje innovador y comprometido. “En esta policrisis hay historias de amor, de geopolítica, thrillers, asesinatos…Historias que, además de necesarias, son muy buenas, y esto es lo que hace falta para conformar una película que quiera ver la gente”, según la directora del festival.

Relatos que cumplen una importante función, más allá del entretenimiento: “Atender a la sostenibilidad delante de la cámara tiene un efecto multiplicador muy amplio. Nos permite un cambio de narrativa que ofrece posibilidades y proyecciones de futuro irresistibles por las que nos apetezca luchar”, concluye García Larriu.

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