Moda y cambio climático: un vínculo que no se debe ignorar

Moda y cambio climático: un vínculo que no se debe ignorar

La industria de la moda se encuentra en el centro de una de las crisis más grandes de nuestra era: el cambio climático. El sector contribuye significativamente a las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI), un factor clave en el calentamiento del planeta. De acuerdo con el informe ‘What Fuels Fashion?’ realizado por la organización Fashion Revolution, si la industria de la moda continúa con su ritmo actual, podría superar el límite de 1,5°C de calentamiento establecido por el Acuerdo de París en un 50%, duplicando sus emisiones en lugar de reducirlas.

El uso de combustibles fósiles es uno de los principales motores de esta problemática. Desde la producción de fibras sintéticas hasta el uso de energía para teñir y fabricar prendas, los combustibles fósiles están presentes en cada paso de la cadena de suministro. Este enfoque intensivo en recursos no renovables genera un impacto ambiental devastador. Por ejemplo, el poliéster, uno de los materiales más usados, es responsable de una cantidad significativa de emisiones de CO2 debido a su dependencia del petróleo como materia prima.

Sin embargo, el problema no se limita solo a los materiales. El funcionamiento de las fábricas que producen estas prendas también depende de la energía generada por combustibles fósiles, como el carbón, que se utiliza en procesos de tintura y secado, lo que agrava aún más el problema. A pesar de los avances tecnológicos, gran parte de la industria sigue utilizando fuentes de energía no sostenibles, lo que retrasa los esfuerzos para reducir la huella de carbono.

El informe resalta que, para combatir el cambio climático, la industria de la moda debe tomar medidas drásticas y urgentes, aunque la mayoría de las marcas aún no han establecido objetivos concretos para eliminar gradualmente los combustibles fósiles de sus procesos productivos.

La falta de transparencia en la industria de la moda

Una de las principales barreras para reducir el impacto ambiental de la industria de la moda es la falta de transparencia en la cadena de suministro.

En ese sentido, el informe señala que el 95% de las grandes marcas de moda no revelan públicamente un desglose por país del tipo de energía que se utiliza en su cadena de suministro. Esta falta de información dificulta la capacidad de medir y abordar las emisiones de GEI de manera efectiva en toda la industria.

También se destaca que solo el 13% de las grandes marcas publican evidencias de sus esfuerzos para abogar por la transición hacia energías renovables en sus cadenas de suministro. Este nivel insuficiente de divulgación es preocupante, ya que la mayoría de las marcas siguen dependiendo de energías no renovables, como el carbón, en los países donde se encuentran la mayoría de las fábricas de ropa.


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Otra dimensión crítica de la transparencia es la trazabilidad de las emisiones. Aunque casi la mitad de las marcas han establecido objetivos de reducción de emisiones, muchas no revelan los detalles necesarios sobre dónde y cómo se producen sus productos.

Solo el 52% de las marcas divulga las listas de fábricas de primer nivel (donde se ensamblan los productos finales), pero aún menos revelan información sobre las instalaciones de procesamiento de materias primas y los proveedores de materiales básicos, como fibras y químicos.

Por otro lado, el informe muestra que la sobreproducción sigue siendo un problema central en la industria. A pesar del incremento en la conciencia sobre el impacto ambiental, el 89% de las marcas no da información sobre cuántas prendas producen cada año.

Buenas y malas prácticas sostenibles

En el documento de Fashion Revolution no solo se exponen las deficiencias de la industria de la moda en cuanto a sostenibilidad, sino que también se clasifica a 250 de las marcas más grandes del mundo en función de su rendimiento en áreas clave relacionadas con la transparencia y la acción climática.

La clasificación se basa en cinco criterios fundamentales: responsabilidad, descarbonización, adquisición de energía, financiamiento para la descarbonización, y transición justa y defensa. Estas categorías permiten evaluar no solo las promesas que hacen las marcas, sino también las acciones concretas que están llevando a cabo para reducir su impacto ambiental y apoyar una transición justa hacia un modelo más sostenible.

Algunas de las marcas mejor evaluadas en el informe son Gucci, H&M, Puma, Adidas y Patagonia. Estas marcas han mostrado liderazgo en el camino hacia la sostenibilidad mediante la adopción de energías renovables, la implementación de objetivos de descarbonización verificados por la iniciativa Science Based Targets (SBTi), y la inversión en proyectos que apoyan la transición energética de sus proveedores.

Por ejemplo, Patagonia ha sido pionera en promover prácticas ambientales responsables a lo largo de su cadena de suministro, destacándose por su compromiso con las energías renovables y sus esfuerzos por mitigar el impacto del cambio climático en las comunidades más afectadas.

Gucci, H&M, Puma, Adidas y Patagonia son las marcas mejor evaluadas por sus prácticas sostenibles. En el otro lado figuran Forever 21, Victoria’s Secret, Fashion Nova, Macy’s, Burlington y la española El Corte Inglés.

Entre las marcas con peor desempeño en cuanto a acción y transparencia, destacan nombres bien conocidos como Forever 21, Victoria’s Secret, Fashion Nova, Macy’s, Burlington, El Corte Inglés, Saks Fifth Avenue, Nine West y KOOVS.

El informe concluye que, aunque algunas marcas están liderando el cambio, la mayoría de la industria sigue rezagada en términos de sostenibilidad.

Llamada a la acción a través de la inversión

Para paliar la situación, Fashion Revolution insta a las grandes marcas a destinar al menos el 2% de sus ingresos anuales a financiar la transición hacia energías renovables en sus cadenas de suministro. Este porcentaje es clave para asegurar que las empresas no solo establezcan metas a largo plazo, sino que implementen medidas concretas y tangibles para reducir su impacto ambiental.

Más allá de promesas abstractas, se requiere una inversión real en infraestructura sostenible y proyectos que faciliten la adopción de energías limpias, especialmente en las fases más críticas de producción, como las fábricas y las instalaciones de procesamiento de materiales.

La transición hacia un modelo más limpio debe ser justa, asegurando que las comunidades más vulnerables en la cadena de suministro, a menudo en países en desarrollo, no paguen el precio de la transformación.

Esto implica que las marcas deben proporcionar apoyo directo a los trabajadores que podrían verse afectados por los cierres de fábricas o la modernización de infraestructuras, garantizando que no pierdan su sustento en el proceso. Igualmente, las marcas deben colaborar activamente con los gobiernos y actores locales para garantizar que los derechos laborales y sociales sean protegidos, y que el progreso hacia la sostenibilidad también impulse mejoras en la calidad de vida de los trabajadores.

La transparencia en el seguimiento de estas inversiones también es de suma importancia. Actualmente, solo el 6% de las grandes marcas dan información sobre cuánto están invirtiendo en energías renovables en sus operaciones globales, lo que impide evaluar de manera precisa los avances reales en este ámbito.

Para garantizar que las inversiones estén verdaderamente impulsando el cambio, es esencial que las empresas sean claras y detalladas sobre sus aportaciones financieras. Este tipo de transparencia no solo construye confianza con los consumidores y otros actores de la industria, sino que también facilita la rendición de cuentas a medida que la industria avanza hacia un futuro más sostenible.

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