Innovación e investigación, aliadas ante los nuevos retos del reciclaje

Innovación e investigación, aliadas ante los nuevos retos del reciclaje

Cada 17 de mayo se celebra el Día Mundial del Reciclaje, una fecha que la Unesco estableció en 2005 para sensibilizar sobre la importancia de tratar los residuos como lo que realmente son: recursos valiosos. El día invita a reflexionar sobre la responsabilidad individual y también colectiva ante la gestión de residuos y la toma de decisiones y acciones concretas para reincorporar los materiales al ciclo de producción y consumo y reducir así nuestra huella ambiental. En este camino, la I+D+i es clave para afrontar los retos, cada vez más complejos, a los que nos enfrentamos en materia de reciclaje.

En 1997 el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) impulsó el primer Día Internacional del Reciclaje, estableciendo un importante hito para impulsar estas prácticas a nivel mundial. Sin embargo, no fue hasta 2005 cuando la Unesco oficializó el 17 de mayo como el Día Mundial del Reciclaje, señalando así una fecha común en todo el mundo para centrar la atención global en la importancia de recuperar y gestionar adecuadamente los residuos. Desde entonces se ha avanzado mucho, pero las cifras siguen demostrando que aún queda mucho por hacer.

Según datos recientes del barómetro elaborado por la empresa de estudios de mercado 40dB para El País y la Cadena SER, –que incluye en su última edición un capítulo específico sobre reciclaje de residuos– una gran proporción de los residuos recolectados termina en vertederos o incinerados, sin ser reutilizados o reciclados. El estudio se centra en la primera etapa de la cadena de reciclaje y para ello analiza los hábitos de los ciudadanos al separar sus residuos. Los encuestados que participaron a través de 2.000 entrevistas durante el pasado marzo, dicen estar cumpliendo su parte: el 86% asegura que “siempre” o “a menudo” separa y deposita en el contenedor correcto el vidrio, el plástico y el papel y cartón; el 78% asegura lo mismo respecto a los desechos orgánicos, y un 71% lo afirma respecto a los inorgánicos.

Sin embargo, el estudio también identifica dos obstáculos claros que dificultan el reciclaje: la falta de contenedores y la desconfianza hacia las plantas de tratamiento de residuos, el siguiente paso una vez separados correctamente. El 28% de los encuestados destaca la carencia de contenedores como razón principal para no reciclar sus desechos correctamente.

Además, existen diferencias importantes entre las áreas urbanas y rurales en cuanto a disponibilidad de contenedores: mientras que el 77% de los habitantes de ciudades de más de 10.000 habitantes afirma tener acceso suficiente a contenedores, este porcentaje disminuye hasta el 60% entre los que viven en municipios más pequeños.

Otras causas que apuntan los encuestados para explicar las razones por las que no separan y llevan al contenedor correspondiente los desechos son: “porque no se me recompensa económicamente por hacerlo” (24%), “porque debería ser responsabilidad del Gobierno o de las empresas” (18%), “porque no sé cómo reciclar adecuadamente” (14%); o “porque no creo en los beneficios del reciclaje” (13%). Aquí se suma otra barrera importante: la (mala) percepción de la ciudadanía sobre las plantas de reciclaje y las reticencias hacia estas: el 41% de los encuestados expresa “poca o ninguna” confianza en que los residuos sean procesados adecuadamente en estas instalaciones.

Además de la falta de contenedores cercanos, los ciudadanos perciben otra barrera clave a la hora de reciclar: el 41% expresa “poca o ninguna” confianza en que los residuos sean procesados adecuadamente en las instalaciones de tratamiento.

Plástico, el gran desafío

El plástico sigue siendo uno de los materiales con mayor impacto en el entorno y el que presenta mayores desafíos a la hora de recuperarse o reciclarse, a lo que se suma su ‘omnipresencia’ en una amplísima mayoría de objetos y artículos que forman parte de nuestra vida cotidiana. Cada año se producen en el mundo cerca de 430 millones de toneladas de plástico y más de la mitad termina en los vertederos y los océanos (unos 280 millones), provocando un enorme impacto en la flora y la fauna silvestre, e incluso en la salud humana, según advierte Naciones Unidas.

Por eso, recuperar este residuo y aprovecharlo al máximo como recurso se convierte en una prioridad a nivel global. Desde 2018, la Comisión Europea cuenta con la Estrategia Europea para el Plástico en una Economía Circular, con el objetivo inicial de que, en 2025, hasta 10 millones de toneladas de este material reciclado se conviertan en nuevos productos. Esta hoja de ruta se sostiene en cuatro ejes: mejorar la calidad del reciclaje, frenar la producción de residuo, impulsar la inversión e innovación para crear soluciones circulares, y aprovechar las acciones globales. En seis años (2030), el 100% de los envases de plástico deberán ser reciclables de manera rentable en suelo europeo.

Pero para abordar este gran desafío es imprescindible investigación e inversión en tecnología puntera. Por eso, empresas y centros de investigación trabajan para ello desde hace años. Un buen ejemplo es el Centro Tecnológico Gaiker, miembro del Basque Research & Technology Alliance (BRTA) y que se ha convertido en una referencia en el reciclado de materiales plásticos. Ubicado en el Parque Tecnológico de Bizkaia, en Zamudio, este centro se dedica al desarrollo de soluciones tecnológicas innovadoras que después transfiere a las empresas, participando en cerca de 1.650 proyectos de investigación aplicada para clientes procedentes de diferentes sectores.

Algunas de sus soluciones más innovadoras en materia de economía circular pasan por el desarrollo de polímeros más sostenibles, con mejores prestaciones funcionales y estructurales y procesos industriales, y aplicaciones que permiten convertir estos desechos en nuevas materias primas. “Las tecnologías basadas en la identificación automática son clave para clasificar materiales en todo tipo de residuos”, explica el responsable de Ámbito Reciclado y Economía Circular de Gaiker, Sixto Arnaiz. Estas técnicas “permiten analizar y obtener información detallada de todos los restos, en forma de imágenes o señales, que se revisan con un software y técnicas de inteligencia artificial, y que permiten desde retirar impurezas no deseadas a recuperar materiales valiosos”, añade.

“Las tecnologías basadas en la identificación automática son clave para clasificar materiales en todo tipo de residuos y obtener información detallada de todos los restos”, Sixto Arnaiz, de Gaiker.

Desde Gaiker también trabajan en el desarrollo de materiales poliméricos más sostenibles, con mejores prestaciones funcionales y estructurales, mediante la selección, formulación y modificación de materiales termoplásticostermoestables y sus composites y abordando el desarrollo de sus procesos y aplicaciones (a nivel de laboratorio y a escala de planta piloto e industrial) y llevándolo hasta la obtención de prototipos.  Asimismo, cuentan con proyectos relacionados con la síntesis, formulación, transformación y caracterización de materiales inteligentes y en la síntesis y funcionalización de nanopartículas de diferente composición molecular y tamaño, en función de las aplicaciones finales. Estos avances tienen como destino sectores como la automoción, la aeronáutica, la construcción, el ferrocarril, la maquinaría, el transporte, los envases, el sector eléctrico-electrónico, agrícola, textil o la biomedicina, donde los materiales poliméricos aportan un importante valor en la fabricación de productos.

El Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas) también desarrolla proyectos punteros en materia de reciclado y recuperación de este material, como el proyecto InduRec 4.0 de investigación para la trazabilidad del proceso de reciclado de envases plásticos en la transición a la industria 4.0.  Este proyecto busca ayudar a la industria a optimizar sus procesos para la generación y aprovechamiento de datos que le permitan valorizar los residuos y conocer mejor la eficiencia de su proceso. InduRec 4.0 plantea el desarrollo de una aplicación software para el control y la trazabilidad de los procesos de las instalaciones de gestión de envases, contemplando desde el reciclado de envases hasta distintos procesos de transformación.

Otro de los proyectos en los que trabaja Aimplas es PackImpact 2.0, una plataforma para analizar el impacto ambiental de los envases y realizar la comparativa con las alternativas disponibles. El objetivo es investigar para desarrollar una herramienta fácil e intuitiva para que las empresas del sector del envase y embalaje puedan analizar y valorar sus envases teniendo en cuenta toda su cadena de valor de forma sencilla y rápida con datos genéricos volcados en la herramienta.

PackImpact busca ser una herramienta de cuantificación ambiental que utilice el Análisis de Ciclo de Vida (ACV) de cada una de las referencias producidas por las empresas. Será una herramienta personalizada, simple y ágil que fomentará el ecodiseño, que, además, será económicamente accesible y podrá ser utilizada por el equipo comercial para cerrar ventas. Con esta herramienta también se podrán generar documentos acreditativos en formato de autodeclaración con los resultados de cada ACV. El objetivo final del proyecto es contar con la máxima información de los materiales, maquinaria, procesos y final de vida de los envases flexibles plásticos que existen en el mercado, y contar con datos muy potentes y valores medios precisos y reales.


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Moda, reciclaje y economía circular

La industria textil y de la moda es otro sector que trabaja para atajar unas cifras que son cada vez más preocupantes en materia de residuos. La ‘moda rápida’ ha disparado la cantidad de ropa que se produce, y, por ende, también la que se tira. El impacto ambiental de este tipo de prácticas es enorme y por eso las empresas más responsables buscan reducir los residuos textiles alargando el ciclo de vida de sus prendas con materias primas más innovadoras. Y es que, según cifras europeas, solo en 2020 el consumo textil por habitante medio de la UE supuso el uso de 400 m2 de suelo, 9 m3 de agua y más de 390 kg de materias primas, causando una huella de carbono de unos 270 kg de CO2 por persona.

La producción textil utiliza mucha agua, además de tierras para cultivar algodón y otras fibras. Solo para elaborar una camiseta de algodón las estimaciones indican que se necesitan 2.700 litros de agua dulce, el equivalente a la cantidad de agua que bebe una persona en dos años y medio (7.500 litros de agua para unos vaqueros) y cada segundo se entierra o quema una cantidad de textiles equivalente a un camión de basura. Se calcula que la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de carbono, más que los vuelos internacionales y el transporte marítimo juntos.

La producción textil utiliza mucha agua y tierras para cultivar algodón y otras fibras. Solo para elaborar una camiseta de algodón se necesitan 2.700 litros de agua dulce, la misma cantidad de agua que bebe una persona en dos años y medio, y 7.500 litros de agua para unos vaqueros.

Es evidente que hay que luchar contra la tendencia que impone el modelo fast fashion -los europeos consumen de media casi 26 kg de textiles al año y se desprenden de unos 11 kg-, que fomenta que la moda llegue a más consumidores, por menos dinero y a un ritmo mucho más rápido que en el pasado, y apostar por nuevos modelos de negocio como el alquiler de ropa, la donación, el diseño de los productos de forma que sea más fácil reutilizarlos y reciclarlos (moda circular), sensibilizar a los consumidores para comprar menos ropa de mejor calidad y más respetuosa con el entorno (slow fashion) y, en general, orientarles hacia opciones más sostenibles.

Como parte del Plan de Acción de la Economía Circular, la CE presentó en marzo de 2022 una nueva estrategia para hacer que los textiles sean más duraderos, reparables, reutilizables y reciclables, haciendo frente así a la moda rápida y estimulando la innovación en el sector. Esta estrategia incluye nuevos requisitos de diseño ecológico para los productos textiles, información más clara para el consumidor o un Pasaporte Digital de Producto.

Por su parte, el pasado mes de marzo el Parlamento Europeo presentó ideas para modificar la normativa sobre residuos textiles. La revisión de la Directiva introducirá sistemas de responsabilidad ampliada del productor, algo que ya existe en otros sectores y que significa, en la práctica, que los productores de productos textiles, como ropa, calzado o accesorios, así como otras empresas que comercializan estos productos en el mercado único europeo, tendrán que cubrir los costes de la recogida selectiva, la clasificación y el reciclaje de los residuos que generan sus productos.

La CE propuso que estos sistemas de responsabilidad ampliada del productor se introdujeran 30 meses después de la entrada en vigor de la Directiva, mientras que los eurodiputados presionaron para que fueran 18 meses. Además, los países de la UE estarían obligados a recoger los textiles por separado para su reutilización antes del 1 de enero de 2025, preparación para la reutilización y reciclaje. Pero las negociaciones con el Consejo sobre este asunto ya las llevará a cabo el nuevo Parlamento, que será elegido en las próximas elecciones europeas que se celebrarán a principios del próximo mes de junio.

Aunque la legislación lleva su curso, y este suele ser lento, no debemos olvidar que la formación de las nuevas generaciones es otro puntal clave si se quieren cambiar las cosas desde dentro del sector. Centros como el Instituto Europeo de Design de Madrid, (IED Madrid) cuentan ya con masters específicos relacionados con la moda sostenible, como el Program Leader de Creación Textil y Nuevos Materiales, un máster pionero en España y de los pocos de este nivel en Europa. Aborda no solo el ámbito textil, sino también el inmobiliario, accesorios, automóvil, packaging, materiales de construcción, aislamiento y hasta implantes quirúrgicos. En palabras de sus responsables, esta formación “implica investigación, experimentación, vanguardia y creatividad para redefinir los límites del diseño textil desde la óptica de la sostenibilidad, abordando los principios básicos para la construcción de textiles”.

El Instituto Europeo de Design (IED Madrid) tiene un máster específico sobre moda sostenible, pionero en España, que busca “redefinir los límites del diseño textil desde la óptica de la sostenibilidad”.

Este máster, que comenzará en Madrid el próximo octubre, incluye entre sus materias desde la exploración de fibras y tejidos hasta técnicas de estampado, diseños sostenibles y la aplicación práctica de materiales reciclados con la última tecnología de fabricación.

“Se trata de un programa único en el sector, con un enfoque experimental que va a permitir a los alumnos adentrarse en la innovación del diseño textil sostenible, la economía circular, tecnologías de vanguardia y nuevos métodos de producción”, señalan desde IED Madrid, desde donde recuerdan que esta formación les brindará “una especialización profesional cada vez más demandada por empresas y marcas”.

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