La vida después del cáncer: el reto de la reinserción laboral

La vida después del cáncer: el reto de la reinserción laboral

El derecho al olvido oncológico que aprobó el Gobierno en 2023 supone un avance para eliminar situaciones discriminatorias hacia quienes han sufrido un cáncer, pero quedan flecos pendientes como la reinserción laboral: el 21% de los diagnosticados con esta enfermedad ha tenido que dejar de trabajar y un 14% se ha visto obligado a cambiar de trabajo, según datos de la AECC. Con una supervivencia cada vez mayor, el sueño de estas personas es que el cáncer no trunque su proyecto vital.

“A mí me diagnosticaron un cáncer hace más de veinte años -en 2001- y todavía no puedo contratar la póliza de un seguro médico”, nos cuenta Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac), asociación que, en el día a día, ve “tremendas injusticias” hacia las personas que han padecido esta enfermedad.

Aunque esté totalmente curada, una persona que ha sufrido un cáncer tenía hasta ahora dificultades para contratar un seguro de vida o solicitar un préstamo en el banco, ya que muchas veces se le exige un certificado médico y su historial pesa como una losa a la hora de realizar estos trámites. “En ocasiones, sí te hacen el contrato o póliza, pero con cláusulas abusivas”, explica Barragán. La presidenta de Gepac reclama que en estas situaciones “no tengamos que decir si hemos tenido o no un cáncer ni nos penalicen por ello”. La supervivencia al cáncer se ha duplicado en España en los últimos 40 años.

Para abordar estas situaciones discriminatorias, en 2022 el Parlamento Europeo aprobó una resolución instando a los Estados miembros a regular el derecho al olvido oncológico antes de 2025. La norma debía garantizar que el historial médico de los pacientes no fuera tenido en cuenta diez años después del final de su tratamiento (cinco para los pacientes diagnosticados antes de los 18 años). España fue uno de los países más rápidos en atender esta recomendación europea, que adoptó en un real decreto en junio de 2023. A falta de articular la norma, esta evita que, transcurridos cinco años desde el fin del tratamiento, los supervivientes de cáncer tengan que justificar su historial médico y sean discriminados en la contratación de seguros y la solicitud de préstamos s hipotecas.

La Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) celebra que el ‘derecho al olvido oncológico’ se establezca a los cinco años. Después de ese plazo, los pacientes tienen una esperanza de vida igual a la de la población general de su misma edad y características, por lo que los registros médicos relacionados con el cáncer deberían ser inaccesibles para terceros, siempre que no estén directamente implicados en la asistencia sanitaria, explican. Para Andrés Cervantes, presidente de la ESMO, “de momento, cinco años es un tiempo razonable, pero puede haber otras enfermedades, como el cáncer de tiroides, donde se pueda esperar solo tres años, porque en ese tiempo se puede garantizar una curación muy alta”, asegura.

“El sueño es que haya cada vez más pacientes que se puedan curar y que la enfermedad no limite la trayectoria vital de la persona”, añade el doctor Cervantes en declaraciones a la Revista Haz. Desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) recuerdan que “es importante informar adecuadamente a los pacientes sobre cómo ejercer este derecho”.

El reto de la reinserción laboral

El derecho al olvido no es el único problema al que se enfrentan los más de 2,2 millones de personas a las que se les ha diagnosticado un cáncer en España a lo largo de su vida. Hay otros aspectos importantes como la pérdida de trabajo y la reinserción laboral, muy complicada en algunos casos. Según datos de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), el 21% de las personas diagnosticadas con cáncer ha tenido que dejar de trabajar y un 14% se ha visto obligado cambiar de trabajo.


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Begoña Barragán, de Gepac, está trasplantada de médula. “Me pasé dos años de mi vida en tratamiento, pero ahora hago una vida más que normal para la edad que tengo, una vida activa sin limitaciones, y sería muy injusto que no me ofrecieran un puesto de trabajo”, cuenta. Por eso desde esta asociación creen “que haber tenido un cáncer no puede ser motivo de discriminación o despido, y que tampoco sea necesario decirlo para optar a un puesto de trabajo”.

“Cuando a mí me diagnosticaron teníamos un negocio familiar, con lo cual no tuve que pelearme para volver”, relata Barragán, pero en Gepac observan que “sí hay grandes dificultades para mantener el puesto de trabajo o promocionar dentro de la empresa, y que el haber padecido esta enfermedad es una limitación”.

Pero no solo se trata de volver al trabajo, sino de adaptar el puesto si es necesario, facilitar una vuelta gradual y ofrecer apoyo psicológico, especialmente en el proceso de remisión, cuando es más necesario. Para la presidenta de Gepac, “la sociedad necesita hacer una reflexión, ya que no hablamos de un puñado de personas, sino de un hombre de cada dos y una mujer de cada tres. No todas están en edad laboral, pero necesitamos que las empresas sean flexibles y consideradas con los pacientes, que haber tenido un cáncer no discrimine, porque no hay motivo para que su rendimiento sea peor y porque cada vez somos más supervivientes”.

Desde la Asociación Española contra el Cáncer reclaman también más facilidades para la reinserción laboral, como una “mayor flexibilidad y adaptar las condiciones laborales durante el periodo en que los pacientes están en revisiones o al final del tratamiento”.

El impacto laboral y económico del cáncer es considerable, y el retorno al trabajo es vital para la recuperación y la normalidad en la vida de los supervivientes. Esta asociación propone incentivar fiscalmente a las empresas que faciliten la vuelta al trabajo, permanencia o acceso a un puesto de trabajo de las personas con cáncer.

La AECC propone incentivar fiscalmente a las empresas que faciliten la vuelta al trabajo, permanencia o acceso a un puesto de trabajo de las personas con cáncer.

Y no hay que olvidarse de las personas cuidadoras de pacientes oncológicos, que pueden encontrarse con dificultades equilibrar las actividades asistenciales con las exigencias laborales, si trabajan. “A veces no es solo el paciente, sino el familiar, que también sufre en el entorno laboral: despidos, no renovaciones de contratos…”, explican desde Gepac. Por ello, desde estas asociaciones se pide también conciliación y flexibilidad laboral de los cuidadores de pacientes oncológicos.

La vuelta al trabajo es más complicada para los jóvenes

El problema de la reinserción laboral se complica para los supervivientes de cáncer jóvenes, muchos de los cuales se quedan rezagados después de padecer la enfermedad. En su caso, la dificultad de conseguir un contrato fijo o de volver a trabajar se multiplica.

Una encuesta de la Fundación Josep Carreras a más de 400 pacientes y expacientes de leucemia o linfoma de entre 18 y 35 años revela a siete de cada diez la enfermedad les ha impactado negativamente en el ámbito laboral. Tras ser diagnosticado, más de la mitad tiene problemas para encontrar trabajo y el 25% se siente discriminado laboralmente.

También los cuidadores de estos pacientes, que casi en un 90% son los padres, tienen que dejar temporalmente sus trabajos. El 74% de miembros del entorno del paciente ha tenido que modificar su horario u ocupación laboral. Pacientes y expacientes jóvenes piden ayudas y planes para la reinserción laboral.

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