<p>Foto: Oxfam.<p>

Foto: Oxfam.

Ricos vs. pobres: una contribución al cambio climático desigual

Cuando se habla de la crisis climática, una faceta crucial que a menudo se pasa por alto es la desigualdad climática a nivel individual. Un informe publicado recientemente por Oxfam ofrece una perspectiva sobre cómo la gran brecha entre los más ricos del mundo y la población más pobre en las emisiones y los impactos del cambio climático están moldeando nuestro mundo, y qué se puede hacer para cambiar este curso.

Según el informe Climate Equality: A Planet for the 99%, las personas más ricas del mundo, quienes representan una fracción mínima de la población global, son responsables de una parte desproporcionadamente grande de las emisiones de carbono. Por el contrario, aquellas personas que habitan en países de bajos ingresos y que han contribuido mínimamente a la crisis climática, son los que más sufren sus impactos devastadores.

Con números en la mano, esto se traduce en que el 1% más rico del mundo fue responsable del 16% de las emisiones totales de carbono en 2019, en comparación con el 50% más pobre de la población, que solo fue responsable de aproximadamente el 7% de las emisiones.

Esta asimetría en responsabilidad y vulnerabilidad plantea preguntas éticas profundas y exige una reflexión sobre cómo se abordan las políticas climáticas y de sostenibilidad.

Los individuos más ricos agotan el presupuesto de carbono…

Según Oxfam, poco más del 11% de la población mundial entra dentro de la categoría de rico, superrico o ultrarrico.

En la categoría de los ricos (un 10% de la población), están los individuos con ingresos significativamente más altos que el promedio mundial y que, aunque no se encuentran en la cima de la pirámide de la riqueza, viven estilos de vida que conllevan un consumo elevado. Esto se traduce en una huella de carbono considerablemente mayor que la de la población promedio, debido a sus hábitos de consumo y movilidad.

Subiendo en la escala de la riqueza, se encuentran los superricos (1% de la población). Este grupo, compuesto por individuos con recursos financieros y activos aún mayores, posee un estilo de vida de lujo extremo, con hábitos de consumo que incluyen viajes frecuentes en jets privados, yates de gran tamaño, y múltiples residencias de gran escala, todos los cuales tienen una huella de carbono masiva. Estas prácticas de consumo excesivo resultan en emisiones de carbono extremadamente altas, mucho mayores que las de la mayoría de las personas.

Finalmente, en la cúspide de la pirámide de la riqueza, están los ultrarricos (0,1% de la población), un grupo selecto compuesto principalmente por multimillonarios. Estos individuos no solo mantienen un estilo de vida de consumo intensivo, sino que también controlan grandes corporaciones y activos. Su influencia en la economía global y en las emisiones de carbono es vasta, ya que sus decisiones de inversión y operación empresarial a menudo favorecen industrias intensivas en carbono. Además, su capacidad para influir en políticas y tendencias de consumo significa que su impacto en las emisiones de carbono va mucho más allá de su consumo personal.

Población, renta y emisiones de CO2 por grupo de renta, 2019. Fuente: Oxfam y SEI, 2023.

Basándose en las categorías de superricos y ultrarricos, el informe desvela lo siguiente de ese poco más de 1% de la población:

  • En 2019, fueron responsables del 16% de las emisiones de carbono, lo que equivale a las emisiones del 66% más pobre de la humanidad (5.000 millones de personas).
  • Sus emisiones en ese año anulan el ahorro de carbono de casi un millón de turbinas eólicas terrestres, fueron suficientes para causar 1,3 millones de muertes por exceso de calor, y en 2030 serán 22 veces superiores al límite de seguridad.
  • Desde la década de 1990, quemaron el doble de carbono que la mitad inferior de la humanidad.
  • Un impuesto del 60% sobre sus ingresos reduciría el equivalente en carbono de más de las emisiones totales del Reino Unido, y recaudaría 6,4 billones de dólares para financiar las energías renovables y la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles.

… Pero son los más pobres los que sufren las consecuencias

Según Oxfam, en la actualidad, un tercio de las emisiones de carbono del 1% de la población más rica está asociado al consumo de las personas en Estados Unidos, y las siguientes mayores contribuciones proceden de gente que vive en China y los países del Golfo.

Además, el 40% de las emisiones de carbono del 10% de la población más rica está asociado al consumo de las personas en Norteamérica y la UE, y alrededor de una quinta parte en China e India.

En cuanto al porcentaje de población no perteneciente a las categorías más ricas, el 50% pertenece a los más pobres, que viven principalmente en países subdesarrollados o en vías de desarrollo.

Una de las consecuencias más directas y mortales del cambio climático en las regiones más pobres es el aumento del estrés térmico. Las olas de calor extremas, exacerbadas por el calentamiento global, tienen efectos particularmente devastadores en áreas donde el acceso a la refrigeración y a sistemas de alerta temprana es limitado o inexistente.

Las personas en estas regiones, a menudo dependientes de la agricultura y el trabajo al aire libre, se encuentran en un riesgo elevado de sufrir golpes de calor, lo que puede llevar a tasas de mortalidad más altas y a una disminución en la capacidad de trabajo y productividad.


NOTICIAS RELACIONADAS
COP28: una oportunidad para pasar de la retórica a la realidad
Resolver la desigualdad climática, crucial para mitigar el calentamiento global
‘Refugiados climáticos’, las víctimas silenciosas del calentamiento global


El cambio climático también agrava significativamente los problemas de inseguridad alimentaria en los países de bajos ingresos. Las alteraciones en los patrones climáticos, como las sequías prolongadas o las inundaciones repentinas, tienen un impacto directo en la agricultura. Esto conduce a la pérdida de cosechas, disminución de la productividad agrícola y, en última instancia, a un aumento de la inseguridad alimentaria.

Estas comunidades, que ya enfrentan desafíos económicos, se ven aún más presionadas por la escasez de alimentos y el aumento de los precios, lo que conduce a una mayor vulnerabilidad y a ciclos de pobreza.

Además, las personas en países de bajos ingresos a menudo carecen de los recursos y la infraestructura necesarios para adaptarse eficazmente al cambio climático o para mitigar sus impactos. La falta de inversión en sistemas de alerta temprana, infraestructura resistente al clima y educación sobre prácticas sostenibles de gestión del agua y del suelo agrava su vulnerabilidad.

Esta limitación en la capacidad de respuesta y adaptación no solo los expone a riesgos inmediatos, sino que también compromete su capacidad a largo plazo de participar en y contribuir a las soluciones climáticas.

Un tercio de las emisiones de carbono del 1% de la población más rica está asociado al consumo de las personas en Estados Unidos. Las siguientes mayores contribuciones proceden de China y los países del Golfo.

Género, raza y casta también influyen en las desigualdades

Aunque los datos disponibles hacen que el análisis de Oxfam se limite a las desigualdades de carbono basadas en los ingresos, estas reflejan y refuerzan otras estructuras de poder y desigualdades sociales asociadas al género, la raza o la casta, entre otras.

Así, hay pruebas de que las mujeres, las personas de color y los grupos marginados tienen menos probabilidades de ser responsables de las elevadas emisiones de carbono que contribuyen al cambio climático.

Las mujeres y los grupos marginados están infrarrepresentados en las categorías de ingresos que tienen las huellas de carbono más elevadas. En muchos países, los hombres blancos tienden a estar sobrerrepresentados entre los grupos de ingresos más altos, mientras que las mujeres de color están muy infrarrepresentadas.

En Estados Unidos, un estudio reveló que las emisiones per cápita eran más altas en los barrios predominantemente blancos, mientras que las emisiones de los afroamericanos eran más bajas, a pesar de que estas comunidades suelen vivir en hogares más ineficientes energéticamente.

Por su parte, las mujeres y las personas marginadas tienen más probabilidades de carecer de acceso a la energía y a las tecnologías que están correlacionadas con mayores emisiones de carbono. Por ejemplo, en África Occidental, las mujeres suelen tener menos acceso a la energía y a medios de transporte motorizados, y en la India, los grupos de castas oprimidas tienen menos acceso a la energía.

Mientras, en países desarrollados como Alemania, Grecia, Noruega y Suecia, el consumo de energía de los hombres es un 8%, 39%, 6% y 22% mayor que el de las mujeres, respectivamente.

Los hombres también tienden a tener una dieta más intensiva en carbono debido a un mayor consumo de carne, incluso cuando se ajusta por peso.

Estos resultados ilustran cómo las estructuras de poder y las desigualdades existentes es probable que se reflejen en las huellas medias de consumo de carbono. Por ejemplo, un mayor número de mujeres en el poder, ya sea en la política o en el sector privado, conduce a una reducción significativa de las emisiones de carbono.

En ese sentido, un estudio que utilizó datos de alrededor de 2.000 empresas que cotizan en bolsa en 24 países industrializados encontró que un aumento del 1% en la proporción de mujeres directivas conduce a una disminución del 0,5% en las emisiones de CO2.

Comentarios

Powered by Sindyk Content
Arriba