Cómo celebrar una Navidad más sostenible

Cómo celebrar una Navidad más sostenible

Cada año aumenta la inversión de las ciudades para engalanar sus calles con brillantes luces en estas fechas, y con ellas también crecen los gastos energéticos, así como los desechos, la contaminación provocada por la sobreproducción y otras costumbres poco sostenibles que han de revisarse desde la concienciación.

En algunos países, entre ellos España, las fiestas navideñas arrancan oficialmente el 24 de diciembre, día de Nochebuena, y finalizan el 6 de enero, día de Reyes. Dos semanas que a lo largo de las últimas décadas se han ido extendiendo en el tiempo de forma extraoficial, ampliando nuestro ‘espíritu navideño’ durante un mes más y bajo un denominador común: la iluminación de las ciudades.

Prácticamente todas las grandes urbes dan el pistoletazo de salida al encendido navideño el último fin de semana de noviembre, coincidiendo con el Black Friday. Y algunas lo mantienen hasta mediados de enero, como ocurre en Palma de Mallorca aprovechando la festividad local de San Sebastián. Es decir, las luces están encendidas al menos el doble de tiempo en comparación con la primera década de este siglo.

Famoso es ya el ‘enfrentamiento’ entre Vigo y Madrid: la primera se ha gastado unos 9,4 millones de euros para instalar 11,5 millones de luces LED, medio millón más que el año pasado. La segunda ha superado los 4 millones de euros, aumentando este presupuesto un 7,5% con respecto a 2022. El objetivo: atraer turistas y consumidores y así aumentar la recaudación para las arcas locales.

El problema es que esta es una práctica poco sostenible desde el punto de vista medioambiental. A pesar de que se suelen utilizar luminarias de bajo consumo, el gasto energético aumenta en esta época: según datos de Red Eléctrica, las cifras de consumo de luz en diciembre y enero son los más elevados del año, a veces por encima de los meses de verano, en los que los sistemas de climatización hacen crecer la factura de forma importante.

A eso se añade el hecho de que este gasto más elevado se realiza en momentos de menor producción de energías renovables, como recuerda Maribel Cerezo Sánchez, directora del Máster Universitario de Ingeniería y Gestión Ambiental de la Universidad Internacional de Valencia (VIU). Es decir, la mayoría de la electricidad que nutrirá nuestras navideñas calles estará producida con combustibles fósiles como el gas, haciendo crecer también las emisiones nocivas a la atmósfera.

El comercio consume menos

Según explica Sergio Maynar, director de Neoelectra Energía, el gasto energético de los comercios durante la campaña de Navidad no es tan reseñable como se podría esperar. En este caso el uso de la climatización en verano sí que supera al de la iluminación navideña. “Además, el mayor número de festivos de índole nacional reduce el consumo eléctrico en el mes de diciembre respecto a otros meses”, asegura.

Cerezo Sánchez añade además que cada vez más se ve una mayor implicación de las grandes empresas de distribución en este ámbito. “Tenemos el caso de grandes almacenes que antes decoraban todas sus fachadas con iluminación llamativa y que ahora ha reducido notablemente esta costumbre. O que han optado por decorar con materiales reciclados, más respetuosos con el medio ambiente”.

Desde su punto de vista, acciones como estas deben ser un ejemplo. “Y si no cunde, probablemente Europa nos obligará a regularnos por la vía legislativa antes de que empiecen a escasear las materias primas con las que se fabrican las luminarias, o de que aumente tanto la demanda de electricidad que se incrementen los precios. Porque ese crecimiento anual del que hablábamos antes no es sostenible”.

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Cómo celebrar una Navidad más sostenible

Evolución del consumo de electricidad doméstico vs. el consumo comercial .Fuente: Red Eléctrica.

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Cómo celebrar una Navidad más sostenible

Evolución del consumo de electricidad doméstico vs. el consumo comercial .Fuente: Red Eléctrica.

Cerezo Sánchez hace referencia también a las consecuencias que tiene la contaminación lumínica. “Hay estudios recientes que demuestran que una exposición continuada a tanta iluminación genera un impacto sobre la fauna y la flora. El no respetar los ciclos diurnos y nocturnos altera mucho a los insectos, por ejemplo, pero también a las personas, que empeoran su calidad del sueño y, en consecuencia, su salud”.

Por otra parte, tanto ella como Rodrigo Ramírez, director de Investigación en la Universidad Carlemany (Andorra), aseguran que más allá del aumento del consumo energético, es más preocupante el crecimiento de los residuos generados. Según datos de Verdemar-Ecologistas en Acción, en estas fechas el porcentaje diario de basura se incrementa un 30%.

“No asociamos las tradiciones navideñas a las repercusiones que tiene sobre el medio ambiente, y es algo de lo que tenemos que concienciarnos también como consumidores individuales. No es sostenible comprar cada año una tira de luces nuevas porque son baratas y consumen poco. Su huella de carbono es elevada, desde que se producen hasta que se destruyen, pasando por el transporte y otros procesos intermedios que no son amigables con el medio ambiente”.

Para reducir la huella ambiental de la Navidad proponen aplicar la regla de las '3 R': reducir, reciclar y reutilizar. Por ejemplo, reduciendo el consumo de alimentos o adornos, o usando envoltorios que puedan reutilizarse.

Ramírez coincide con ella y añade otras tradiciones poco sostenibles asociadas a la Navidad que debemos cambiar: la puesta de árboles de Navidad, el mal uso de envoltorios y embalajes, la compra indiscriminada de comida y el gasto energético a la hora de cocinarla, y también el aumento de desplazamientos a nivel global.

Ambos especialistas inciden en la necesidad de incluir la ley de las ‘3 R’ en nuestro espíritu navideño: reducir, reciclar y reutilizar. “Para empezar, pensemos en disminuir el tiempo de uso de las luces, bien de forma manual, bien con un temporizador. No hay ninguna necesidad de tenerlas encendidas todo el día, y reutilicemos las de años anteriores para evitar generar más residuos”, comenta la especialista de la VIU.

“Debemos disfrutar la Navidad con responsabilidad y evitando los consumos excesivos en cualquier ámbito, con el fin de que no haya una sobreproducción y, en consecuencia, la contaminación que ello conlleva”, recomienda Ramírez. No obstante, a la hora de engalanar casas, barrios, establecimientos, etc., es partidario de hacerlo de una forma más sostenible. Por ejemplo, decorando plantas que ya tengamos en nuestros jardines o nuestras casas a modo de árbol de Navidad, evitando los abetos de plástico o la tala descontrolada de pinos.

El empaquetado de regalos es otro de los grandes problemas que puede mitigarse con un espíritu navideño sostenible: utilizar envoltorios que puedan reutilizarse es una de las opciones que propone el investigador de la Universidad Carlemany. “También sería ideal que el propio empaquetado del producto estuviese decorado como si fuese papel de regalo, o que las empresas evitaran los plásticos y cartones de un solo uso en estos embalajes, o proponiendo envoltorios hechos a mano por nosotros con materiales reciclados”.

Otro aspecto en el que podemos aportar nuestro granito de arena sostenible es en la alimentación. Es un hecho que en estos días se compra, se cocina y se come por encima de nuestras necesidades nutricionales, con todo lo que ello acarrea: al mayor uso de hornos y cocinas se une el desperdicio de comida. Pero también la sobreproducción inicial, sobre todo desde las granjas, que llevan consigo una mayor contaminación y gasto de agua, entre otros aspectos.

“Podemos fomentar las reuniones familiares o de amigos en las que haya mucha gente para que toda esa cadena de consumo y gasto tenga un final positivo, sin desperdicio. O preparar comidas menos ostentosas y más amigables con el medio ambiente, en las que el gasto de energía sea menor. En general, seguir disfrutando de las fiestas navideñas, pero con una mayor concienciación y utilizando recursos de forma razonable”, finaliza Ramírez.

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