La nueva cosmética también cuida la piel del planeta

La nueva cosmética también cuida la piel del planeta

Para la industria cosmética, la sostenibilidad es una prioridad. Marcan la senda Europa y su estricto calendario de reducción de emisiones, y un consumidor cada vez más responsable y concienciado con el cuidado del medio ambiente. Para minimizar su impacto en la naturaleza, el sector trabaja en nuevas fórmulas e ingredientes más respetuosos con el entorno, en procesos de producción con bajo impacto ambiental, y en unos envases más sostenibles a través del ecodiseño y el reciclaje.
23 diciembre 2022

Desde aquellos tiempos en los que Cleopatra se bañaba con lecha de burra para tersar su piel y se aplicaba en los labios carmín elaborado con escarabajos triturados, hasta nuestros días, la cosmética ha experimentado una importante evolución. De la mano de la ciencia, ha crecido en calidad -con fórmulas e ingredientes cada vez más sofisticados, eficaces y seguros- y en tamaño.

Se calcula que, entre geles, cremas, desodorantes y maquillaje, entre otros, cada ciudadano usa a diario entre siete y nueve productos cosméticos, en un mercado que solo en España, cuenta con un catálogo de 250.000 referencias distintas y que movió cerca de 8.100 millones de euros en 2021. Con estos datos, es fácil hacerse una idea de la magnitud de la industria e imaginarse su impacto ambiental.

En los últimos años, la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad para las empresas y es un factor que pesa cada vez más en los consumidores, que buscan marcas y productos que no perjudiquen el medio ambiente. Según una encuesta realizada por Klarna en España, Francia e Italia, cuatro de cada cinco compradoras de productos de belleza piensan que las marcas deberían ser más transparentes sobre el cumplimiento de las normativas medioambientales vigentes. Por otra parte, casi la mitad de las españolas y francesas (47%) ya utilizan productos de belleza orgánicos para reducir la contaminación.

Se consolida el consumidor CSS (consciente, solidario y sostenible), que enfoca sus preferencias de compra hacia la responsabilidad y la sostenibilidad.

Con la vista puesta en este nuevo perfil de consumidores y en cumplir las exigencias europeas en materia de sostenibilidad, la industria cosmética está actuando desde hace un tiempo fundamentalmente en torno a tres ejes: la sostenibilidad del producto, la de las fábricas y el packaging, que está viviendo una “auténtica revolución”, en palabras del sector.

La sostenibilidad del producto

En los últimos años, en el mundo de la cosmética, como en los tiempos de la icónica reina egipcia, se está produciendo una vuelta a lo natural, buscando dañar lo menos posible el planeta.

Como apuntan desde la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética Stanpa, que engloba al 90% del sector, los cosméticos, “sin renunciar a la ciencia, están viviendo un rediseño orientado al uso de ingredientes respetuosos con la naturaleza. Y se están considerando criterios ambientales y sociales como parámetros clave para seleccionar los que finalmente formarán parte de la formulación”.

Tanto es así que un tercio de los productos lanzados en los dos últimos años han sido reformulados y optimizados y el 56% de las empresas han generado nuevas patentes o fórmulas en este mismo periodo. Más de la mitad de las empresas ha creado alguna línea de productos ‘eco’, ‘bio’ u orgánico, según datos del sector.


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La industria está desterrando ingredientes contaminantes y los sustituye por otros que, sin perder eficacia, cuidan del medio ambiente. “Se está trabajando en la utilización de ingredientes suprarreciclados (upcycled) que contribuyen a la reutilización de las materias consideradas residuo o subproducto en otros sectores para generar un nuevo ingrediente cosmético”, comenta a Revista Haz Lucía Jiménez, responsable de Sostenibilidad y Normalización de Stanpa.

Además, se están primando las formulaciones biodegradables y que no contengan nanopartículas o microplásticos, difíciles de eliminar a través de las aguas residuales, y que pueden dañar sistemas acuáticos y marinos. “Se han reducido en un 98% el uso de las micropartículas plásticas en los productos que se enjuagan y se han creado partículas exfoliantes y polvos con propiedades de limpieza con las semillas de ciertas frutas que son un subproducto de la industria del zumo para sustituir los microplásticos”, añade Jiménez.

De esta manera, han desaparecido, entre otros, las cremas exfoliantes con bolitas o las pastas de dientes con granulados plásticos, que han sido sustituidas por fórmulas más respetuosas con el medio ambiente y otros compuestos, generalmente, de origen natural.

Procesos de producción sostenibles

De poco serviría cuidar los ingredientes y las formulaciones si en los procesos de elaboración de los cosméticos se consume un exceso de energía y agua, o se liberan al medio ambiente grandes cantidades de residuos.

Por eso, Jiménez señala que otra de las principales áreas de actuación del sector es “la sostenibilidad de las fábricas, con la elección de fuentes de energía renovables y procesos que reduzcan la huella de carbono, y esta apuesta se materializa través de inversiones que afrontan las propias empresas”.

Las compañías del sector han invertido hasta ahora más de 200 millones de euros en hacer sus instalaciones más sostenibles.

200
millones de euros

han invertido hasta ahora las empresas de perfumería y cosmética para hacer sus fábricas más sostenibles, según Stanpa.

Un ejemplo es la fábrica internacional de productos capilares de Burgos del grupo francés L’Oréal, que se ha convertido en un referente mundial en instalaciones sostenibles. Esta factoría, de la que cada día salen más de un millón de productos, fue una de las primeras del gigante cosmético en ser neutra en emisiones de CO2, gracias a la puesta en marcha de una central de biomasa que permite que toda la energía que consume sea 100% renovable.

Además, fue la primera fábrica waterloop de L’Oréal en el mundo. Esto significa que solo utiliza agua como materia prima y para el consumo humano, al contar con un sistema de circuito cerrado que recupera y recicla el agua de su fase de producción permitiendo un ahorro de 28.000 m3 cada año, el equivalente a más de diez piscinas olímpicas.

En su compromiso por la sostenibilidad, el sector apuesta también por un transporte de bajo impacto y, en esta línea, la fábrica de Burgos ha creado un corredor sostenible de trenes y barcos que tiene como objetivo reducir las emisiones de CO2 de los proveedores evitando el transporte en aviones y camiones convencionales. Con él ha ahorrado el 20% en sus emisiones de carbono asociadas al transporte hasta 2020.

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La fábrica de L'Oréal en Burgos es un referente mundial en instalaciones sostenibles. Foto: L'Oreal España.

La revolución de los envases y el packaging

Los envases cosméticos y el packaging son otro ámbito de actuación sostenible prioritario. Las empresas llevan años trabajando en esta área de la mano de la innovación y el ecodiseño y dos tercios de las compañías españolas ya reducen los residuos de sus productos a través del ecodiseño de envases y la reducción del embalaje.

“Se está viviendo (y vivirá) una revolución en los envases en materia de configuración y materiales, respetando siempre la protección y seguridad del producto que contienen. Cada vez son más las empresas cosméticas que apuestan por envases biodegradables, compostables, material plástico reciclado o biobasados entre otras medidas que hacen que sean más sostenibles con el medio ambiente”, apunta Lucía Jiménez.

Los envases se fabrican con elementos reciclados o biodegradables, tratando de que sean reciclables otra vez y que reduzcan al mínimo el uso de plásticos, avanzando en la economía circular. Algunas marcas han creado, por ejemplo, bolsas solubles en agua para sus productos de cuidado del cabello en vez de contener el líquido en botellas; otras, usan cartón reciclado en sus cajas de cremas o envases elaborados completamente de polipropileno, para facilitar su reciclaje. Otras iniciativas son la creación de envases recargables para las cremas faciales u otros productos, la reducción del tamaño de los tarros para ahorrar vidrio o la supresión de folletos de papel.

Uno de los avances más recientes en esta área es el desarrollo por el centro de innovación tecnológica Ainia de un envase cosmético con un bioplástico obtenido de residuos sólidos urbanos. Ya se han realizado varios prototipos que han sido testados por las empresas cosméticas Walla (Alemania) y Welleda (Suiza).

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Algunos ejemplos de envases sostenibles. Botella 100% de aluminio que puede rellenarse tantas veces como se quiera y recarga reciclable hecha con un 60% menos de plástico que un bote de champú estándar. Foto: Procter&Gamble.

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Algunos ejemplos de envases sostenibles. En este tubo de crema se ha reemplazado parte del plástico con cartón. Foto: L'Oréal.

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Algunos ejemplos de envase sostenible. Envase de vidrio con recarga 100% reciclable. Foto: Caudalie.

Por otra parte, y para conseguir que la sostenibilidad no sea exclusivamente ambiental, sino también social, el sector trata de ser fuente de riqueza en núcleos alejados de las principales capitales, y algunas empresas apuestan por ubicaciones en comunidades como Andalucía, Cantabria, Galicia o Extremadura, entre otras.

Otra prueba más del compromiso de la industria cosmética con la sostenibilidad es la creación del consorcio internacional EcoBeauyScore, cuyo objetivo es evaluar el impacto ambiental de la industria y generar un sistema de puntuación para productos cosméticos, proporcionando a los consumidores información clara y transparente que pueda ser útil en sus procesos de compra.

Y, recientemente, se ha presentado Green & Digital Cosmetic Toolkit, un proyecto en el que Stanpa, junto a la patronal de la industria digital Ametic y la consultora Conese, busca desarrollar herramientas digitales para evaluar el nivel de madurez de la sostenibilidad de las empresas del sector.

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