<p>Foto: Naciones Unidas.<p>

Foto: Naciones Unidas.

COP27: ¿La última oportunidad para la ambición climática?

La última de las cumbres mundiales sobre cambio climático celebrada por Naciones Unidas en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh (COP27), se desarrolló bajo una sensación común: el tiempo sigue corriendo en nuestra contra. Las expectativas se mantuvieron hasta el último minuto, pero una vez más, los resultados parecen arrojar las mismas conclusiones: hubo muy buenas palabras, pero acuerdos poco o nada vinculantes. Y pese a que destaca la aprobación del Fondo de Pérdidas y Daños para los países más vulnerables al cambio climático, de nuevo surge la pregunta: ¿será ésta la última oportunidad para ser ambiciosos?
25 noviembre 2022

La 27 Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático debía terminar el sábado 18 de noviembre, tras doce días de intensas reuniones y largos debates en torno a cómo abordar a nivel global el mayor desafío al que actualmente se enfrenta la humanidad. Pero no fue hasta más de las tres de la madrugada del domingo, con muchos de los representantes de los casi 200 países participantes ya de vuelta, cuando el presidente de la COP27, Sameh Shoukry, anunciaba el contenido del ‘Plan de Implementación de Sharm el-Sheikh’, un documento de diez hojas que recoge los siguientes pasos que los países deberán seguir para enfrentar aspectos como las pérdidas y daños, la mitigación, la adaptación o la financiación climática, entre otros.

Se dio luz verde así a un nuevo mecanismo de financiación de reparaciones en los estados más afectados por el cambio climático, un fondo, en definitiva, para financiar pérdidas y daños en países en desarrollo “particularmente vulnerables” a estos efectos, y que muchos de los expertos ya consideraban “una demanda histórica” de estas naciones amenazadas por un calentamiento global al que, sin embargo, apenas han contribuido.

Decepción y escasos avances

Los análisis menos optimistas de esta Cumbre señalan que, como siempre, el encuentro ha finalizado con un acuerdo ‘in extremis’ que servirá simplemente para empezar a pagar los daños del cambio climático, pero no para atajar sus causas. Por eso, lo califican de fracaso, pese a la creación y puesta en marcha de este esperado fondo que, sí, mejorará la capacidad de adaptación de las personas que viven en las comunidades más afectadas por la crisis climática de cara a 2030.

Esta demanda de financiación para la adaptación, pérdidas y daños ya se recogió en el Acuerdo de París y fue refrendada en la anterior Cumbre de Glasgow (COP26) en 2021, pero, una vez más, no establece cantidades concretas ni plazos de pago, quién deberá asumir los costes (solo alude a “fuentes de financiación innovadoras”) o a quién beneficiará exactamente. Todos estos aspectos quedan pospuestos para su discusión durante “el próximo período”.

Así, los expertos coinciden en que el documento final carece de ambición, y, sobre todo y lo más importante, de concreción en casi todos los aspectos que se han decidido en esta Cumbre. Pese a ello, el secretario ejecutivo de la Conferencia Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés), Simon Stiell, señaló que el documento final “sí nos hace avanzar, porque ya no hay lugar para el retroceso y es un resultado histórico que beneficia a los más vulnerables de todo el mundo, un camino a seguir sobre la financiación de las pérdidas y los daños”.

Los expertos coinciden en que el documento final satisface a muy pocos por su falta de ambición y, sobre todo, por su falta de concreción en casi todos los aspectos que se han decidido en esta Cumbre.

Pero otros mandatarios, como el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Frans Timmermans, dijeron estar “decepcionados” por no haber conseguido que se adoptara “un lenguaje fuerte” en temas de mitigación.

“Para hacer frente al cambio climático es necesario que todos los flujos financieros apoyen la transición hacia la baja emisión de carbono: la UE vino aquí para conseguir un lenguaje fuerte y estamos decepcionados por no haberlo conseguido”, señaló el también responsable comunitario del Pacto Verde en su discurso final en el plenario. Previamente, muchos de los representantes de la CE amenazaron con levantarse de la mesa y dejar la cumbre en la recta final de la negociación, alegando que “es mejor no tener acuerdo a firmar un mal acuerdo”, dijeron.

Es esta Cumbre tampoco salió bien parada la presidencia egipcia de la COP, que fue criticada de manera generalizada por su falta de acción, la mala comunicación, la tardanza en presentar los borradores de los documentos de discusión o la falta de acierto a la hora de superar las trabas y barreras generadas por los diferentes grupos de países.

Pero lo cierto es que los problemas de la COP27 no han estado derivados solo por la gestión de sus organizadores, sino también por el contexto global previo, que no ha ayudado a avanzar en la lucha contra el cambio climático: el incremento en los precios de la energía, la rotura de suministros a nivel mundial o el hecho de que muchas de las principales economías del mundo hayan entrado en recesión, ha hecho que ni siquiera se hayan cumplido aún los compromisos climáticos adquiridos en la COP de 2021 de Glasgow.


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En la misma línea se han pronunciado las principales ONG, cuyo balance es negativo, aun reconociendo algunos avances. En general, las organizaciones de la sociedad civil criticaron que en el texto definitivo se haya mantenido “un lenguaje ambiguo y mediocre”. “Se exhorta a las Partes a que aceleren el desarrollo, despliegue y adopción de tecnologías y políticas para la transición hacia energías de bajas emisiones y a acelerar los esfuerzos hacia la eliminación gradual de energía de carbón y de los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”, señala el documento.

“Esta COP, particularmente desafiante, trae una esperanza para las personas más vulnerables con un acuerdo para establecer un Fondo de Pérdidas y Daños, pero muy poco progreso en la larga lista de tareas pendientes que tienen los países para enfrentar el mayor desafío de nuestro tiempo: la eliminación gradual de todos los combustibles fósiles”, señaló la red de más 170 ONG de 38 países, Climate Action Network (CAN Europa).

Por su parte, la directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Gabriela Bucher señalaba que los países ricos, y muchos países de medianos ingresos que tienen la capacidad de hacerlo, “no están abandonando los combustibles fósiles lo suficientemente rápido como para mantener el calentamiento por debajo de 1,5 °C”, lo que, advirtió, “generará más pérdidas, daños y sufrimiento”.

El presidente de la COP26, el británico Alok Sharma, coincidía en la decepción: “Un seguimiento claro de la reducción gradual del carbón no está en este texto, una clara apuesta por la eliminación progresiva de todos los combustibles fósiles no está en este texto, y el texto energético fue debilitado en los minutos finales”, advirtió Sharma.

“Esta COP trae esperanza para las personas más vulnerables con el Fondo de Pérdidas y Daños, pero muy poco progreso para enfrentar el mayor desafío de nuestro tiempo: la eliminación gradual de todos los combustibles fósiles”. Climate Action Network CAN Europa.

Un documento, pocos compromisos

El documento firmado por los más de 190 países que han acudido a la Cumbre sí consiguió incluir la creación de este mecanismo de pérdidas y daños, pero fue una declaración final que, en realidad, no ha contentado a casi nadie, ya que apenas define el “qué, cómo y cuándo”.

Es un primer paso, pero ¿demasiado tibio? ¿Cuáles son realmente los países pobres y vulnerables que deben recibir estos fondos? Porque, en el caso de China, aun considerado oficialmente un país en desarrollo, podría recibir estos fondos pese a que es actualmente el mayor emisor de CO2 con algo más del 30% de las emisiones mundiales.

Por el momento, las Partes (los casi 200 Estados que forman la COP) han decidido establecer un «comité de transición” para estudiar cómo poner en marcha estos mecanismos de financiación en la próxima COP28 que se celebrará en 2023, y que espera mantener su primera reunión técnica el próximo marzo.

Asimismo, las Partes tiene como horizonte más próximo el llamado Objetivo Mundial de Adaptación que también deberá cerrarse en la COP28 y que permitirá desarrollar la llamada Primera Evaluación Global sobre adaptación para lo que los países en desarrollo deberían transferir a los estados en vías de desarrollo 100.000 millones de dólares anualmente. Pero por el momento, nunca se ha llegado a esta cifra (en 2020 fueron 183.000 millones).

En materia de mitigación, en esta Cumbre quedó claro también que con los actuales planes nacionales de reducción de emisiones no se alcanzarán los objetivos marcados en París: no pasar de un incremento de temperatura de 2 grados en este siglo y, a ser posible, quedarnos por debajo de los 1,5 grados de subida. Pero la realidad es que, sumando los planes de reducción de todos los países del planeta se superarán con seguridad los 2,5 grados de aumento. Muy lejos de lo que se estableció en París en 2015.

Una vez más los expertos son pesimistas: si queremos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, se debería llegar al “pico” máximo de emisiones en 2025 y, a partir de ahí, reducirlas en un 45% de cara a 2030. Pero las previsiones actuales no están alineadas con este escenario, porque no se han producido avances significativos durante esta COP, debido a que los acuerdos en materia de mitigación han sido muy pobres.

Si queremos alcanzar los objetivos del Acuerdo de París, se debería llegar al “pico” máximo de emisiones en 2025 y, a partir de ahí, reducir éstas en un 45% para 2030, pero las previsiones actuales no están alineadas con este escenario y no se han producido avances significativos durante esta COP.

Además, se estima que para desarrollar con éxito una transición climática en materia de bajas emisiones de carbono harán falta entre 4 y 6 billones de dólares al año, y la declaración de la COP27 reconoce que esto significa “una transformación rápida y completa del sistema financiero y de sus estructuras y procesos, con la participación de gobiernos, bancos centrales, bancos comerciales, inversores institucionales y otros actores financieros”.

Oídos sordos ante las evidencias

Otro punto polémico de la declaración final en el capítulo de mitigación ha sido la expresión utilizada para referirse a los combustibles fósiles: muchos países, y sobre todo las ONG, esperaban que se incluyera una mención explícita a la eliminación progresiva en su uso y se pusiera fecha al principio del fin de éstos para acelerar así la transición energética.

Sin embargo, los principales países productores de petróleo, gas y carbón, y aquellos en los que combustibles fósiles se utilizan aun masivamente, expresaron en todo momento una posición contraria en este tema e ignoraron propuestas como la de India, que apostaba por incluir a todos los combustibles fósiles (y no solo al carbón) en el proceso de transición para acabar con ellos.

Así, el documento final sólo incluye una expresión ambigua que se refiere a “acelerar” los esfuerzos para reducir progresivamente el carbón y eliminar las subvenciones a los combustibles fósiles ineficientes, una propuesta algo escasa si lo que se quiere es descarbonizar lo antes posible la economía.

A pesar de que la comunidad científica lleva años advirtiendo de que el mayor causante de la crisis climática es, y sigue siendo, el uso de combustibles fósiles, ningún gran país emisor, como Estados Unidos o China, ha dado pasos realmente ambiciosos para reducir la dependencia de este tipo de energía. Por eso, una vez más, el objetivo de esta COP, –que era avanzar en la implementación de las decisiones tomadas primero en París en 2015 y después en el Pacto de Glasgow en 2021, no se ha cumplido.

“No podemos sumirnos en un período de amnesia colectiva hasta el próximo año. Solo nos quedan siete COP hasta 2030, y ese debe ser nuestro horizonte de trabajo”, Simon Stiell, de la Conferencia Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático.

En declaraciones tras el cierre de la cumbre, António Guterres, el secretario general de la ONU, destacaba el “importante paso dado en justicia climática”, pero también lamentaba que “claramente esto no será suficiente para reconstruir la confianza rota”, ya que “el mundo necesita un salto de gigante en ambición climática» y esta cumbre ha supuesto “tan solo un pequeño paso”.

Ahora el mundo se pregunta si es suficiente con el ambiguo llamamiento de esta Cumbre a “revisar y fortalecer” los planes nacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) antes de la próxima reunión, en la que la presidencia de la COP pasará a los Emiratos Árabes, uno de los mayores productores de petróleo del mundo.

“No podemos sumirnos en un período de amnesia colectiva hasta el próximo año. Solo nos quedan siete COP hasta 2030, y ese debe ser nuestro horizonte de trabajo”, insistió Simon Stiell. Porque, como no se cansa de alertar Naciones Unidas, el mundo se encuentra en una década decisiva para la acción climática. Es el momento de platearnos si sabremos o no -y sobre todo si aún estamos a tiempo- de aprovechar la última oportunidad para ser ambiciosos.

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