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Foto: MNCN.
Museo Nacional de Ciencias Naturales, el guardián de la biodiversidad
El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) está celebrando este año su 250 aniversario. Inaugurado por el rey Carlos III en 1772, es uno de los museos de historia natural más antiguos del mundo.
En sus inicios fue conocido como el Real Gabinete de Historia Natural, después de que el monarca comprase la colección primigenia al comerciante criollo de Guayaquil (actualmente Ecuador) Pedro Franco Dávila.
En ese primer momento contaba con miles de piezas de prestigio entre las instituciones científicas internacionales de la época: invertebrados marinos, equinodermos, minerales, piezas arqueológicas y de carácter etnográfico de todo tipo, y una biblioteca de más de 1.230 volúmenes.
Se convirtió en todo un gabinete de curiosidades de la naturaleza que iba engordando año tras año gracias al interés del rey. De hecho, fue en esta época cuando se incluyó en la colección el que todavía hoy es el ejemplar más valioso del museo: el esqueleto fósil de un perezoso gigante ya extinto, nombrado por Georges Cuvier como Megatherium americanum.
“El objetivo de todo museo de historia natural es tener una representación lo más amplia posible de todas las especies biológicas para sus colecciones y estudio a través de su identificación, descripción y clasificación”, explica a Revista Haz Soraya Peña de Camus, coordinadora de Exposiciones y miembro del Grupo de Historia y Documentación de las Ciencias Naturales del MNCN.
Nos cuenta que, en todos estos años, el museo ha cambiado de emplazamiento en varias ocasiones. De hecho, Carlos III encargó la construcción de unos salones específicos para la institución que, finalmente, se convirtieron en el Museo del Prado por orden de Fernando VII. También ha cambiado de manos de forma constante, estando cada vez más vinculada al entorno universitario y del estudio y la investigación.
El Museo Nacional de Ciencias Naturales cuenta con más de 10 millones de piezas y, anualmente, recibe 300.000 visitantes. Foto: MNCN.
Hasta llegar a lo que es hoy: una parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) localizado en pleno centro de Madrid con más de 10 millones de piezas (incluyendo una colección pionera como la de tejidos y ADN, que contiene más de 105.000 muestras), en el que trabajan unas 140 personas, sobre todo investigadores y divulgadores.
Anualmente recibe a más de 300.000 visitantes, especialmente estudiantes, y en el último cuarto de siglo ha centrado sus esfuerzos a fomentar la puesta en marcha de talleres educativos para compartir sus conocimientos entre los más jóvenes.
Divulgación y conocimiento
En esos talleres, que se adaptan a cada edad desde los 3 a los 18 años, se habla de ecosistemas, de biodiversidad, de evolución y de historia natural, pero también de cambio climático y de los problemas que se deben resolver con celeridad.
“Actualmente y desde 1988, estamos trabajando en el proyecto Fauna Ibérica, destinado a realizar un completo inventario de la fauna de la península y balear. Además, estamos estudiando aspectos relacionados con la evolución de distintas especies o las causas de las extinciones en el pasado para prevenir las futuras”, asegura Peña de Camus.
Por otra parte, los profesionales del MNCN están colaborando en otros proyectos sobre cambio climático, la evolución de los suelos y la desertificación, y en algunos vinculados a ecosistemas concretos, como las islas, las cuevas, los ríos o la Antártida. Algo que, como reconoce la entrevistada, se lleva haciendo desde los inicios de la historia del museo. “Lo primero fue conocer qué especies faunísticas poblaban nuestra geografía, pero también las halladas en distintas expediciones a los territorios españoles de ultramar, en América y Filipinas, que se remontan al siglo XVIII. Y posteriormente también a África y Oriente Medio”.
Además, explica que en la actualidad se siguen estudiando y describiendo las especies que habitan en las distintas zonas geográficas, así como las amenazas que afectan a su conservación: cambio climático, deforestación, desaparición de humedales, enfermedades, especies invasoras, urbanización, etc.
En los últimos años, el museo ha centrado sus esfuerzos en la puesta en marcha de talleres educativos destinados, especialmente, a los más jóvenes. Foto: MNCN.
No obstante, las exposiciones que más éxito de público han tenido a lo largo de la historia reciente han sido las dedicadas a dinosaurios, que siguen triunfando entre los más pequeños. “También las relacionadas con la evolución humana, destacando la que se instaló sobre los yacimientos de Atapuerca en los años 90”, añade la coordinadora de Exposiciones. Y no es de extrañar, ya que fue el paleontólogo Emiliano Aguirre, descubridor de estos yacimientos, el que se encargó de estructurarla a mediados de los ochenta, tras ser nombrado director del centro.
“Aguirre inventarió y acondicionó las colecciones del museo, restauró las salas de exposiciones, recuperó valiosos materiales y libros que estaban siendo expoliados y sentó las bases para la remodelación arquitectónica y museológica que finalizó a principios de la década de los 90”, comenta la experta del Grupo de Historia.
Por otra parte, también hay gran afluencia en las salas dedicadas a las consecuencias del cambio climático, la biodiversidad y su conservación y la extinción de especies biológicas, algo que da a entender la sensibilización que tiene el público ante las problemáticas del medio ambiente.
“Las muestras del museo están dirigidas a todo tipo de oyentes. Se complementan con la realización de ciclos de conferencias para un público más especializado, y talleres y otras actividades para escolares y público general”, indica Peña de Camus.
El Museo de Ciencias Naturales de Barcelona cuenta con la exposición 'Una mirada LGTBI+ a Planeta Vida'. Foto: Museo de Ciencias Naturales de Barcelona.
Siguiendo su estela
Al igual que el MNCN, las nuevas fórmulas en la divulgación enlazadas a temáticas y problemáticas más actuales también han llegado a otros museos de ciencias, como el de Barcelona, que desde hace varios meses tiene en su programa de actividades la exposición Una mirada LGTBI+ a Planeta Vida, coordinada en colaboración con la Asociación Prisma, para la diversidad afectivo-sexual y de género en la ciencia, tecnología e innovación.
“Esta exposición analiza en clave LGTBIQA+ la colección permanente del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona, interpretándola desde el punto de vista de la diversidad afectiva, sexual y de género, para dar una visión general de la diversidad sexual que podemos encontrar en el reino animal”, explica Simón Perera, secretario general de Prisma.
En concreto, se han desarrollado doce paneles que invitan a reflexionar sobre temas como el hermafroditismo, la intersexualidad, los diferentes tipos de familia, la orientación sexual de los animales y sus formas de emparejarse, o la aplicación del sexo con fines únicamente reproductivos dentro de la naturaleza, entre otros aspectos.
Aunque solo lleva unos pocos meses en el museo de ciencias barcelonés, el proyecto Una Mirada LGTBI+ lleva en marcha desde el año 2018 y se ha llevado a otros centros de cultura y divulgación, como el Museo Europeo de Arte Moderno, la galería Taller Balam y el Planetario de Pamplona.
“Creemos que en las sociedades contemporáneas es muy importante acercarnos a la cultura con una mirada abierta y diversa para ser justos con el conocimiento real, objetivo y con la sociedad en general”, resume Perera.