Muertes por ola de calor, ¿culpa de quién?

Muertes por ola de calor, ¿culpa de quién?

Durante estos días de temperaturas extremas donde los golpes de calor se han cobrado cerca de 2.000 víctimas mortales en España se abre el debate sobre quién es el responsable de sus consecuencias.

Las olas de calor han venido para quedarse. Así lo ha lamentado Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM): “En el futuro, este tipo de olas de calor van a ser normales. Veremos extremos más fuertes”.

Las Danas, las Filomenas, las temperaturas extremas, las inundaciones y las sequías serán cada vez más frecuentes y sus consecuencias, acentuadas. Este mes de julio estamos viendo sus fatales efectos con cerca de 2.000 fallecidos en España debido a las altas temperaturas; unos decesos que también superaban los 800 en el mes de junio, donde vivimos la primera y más prematura ola de calor desde 1981.

De las 1.823 víctimas mortales, unas 90 tenían menos de 65 años, es decir, se encontraban en edad laboral, según los datos de exceso de mortalidad (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III. De hecho, han sido fatal noticia tres personas que en el ejercicio de su profesión han perdido la vida a consecuencia de las recientes olas de calor.

El primero, un operario del servicio de limpiezas de Madrid que murió en Puente de Vallecas; el segundo, un mecánico que trabajaba en una nave en Móstoles, cuyos compañeros estimaron que entre esas cuatro paredes se pudieron alcanzar los 46 grados de temperatura, y el tercero repartía propaganda en los buzones del municipio madrileño de Paracuellos del Jarama.

Muertes por ola de calor, ¿culpa de quién?

Funte: Datos de exceso de mortalidad (MoMo).

Control de riesgos

Un riesgo que parece nuevo, aunque no lo debería ser, pues desde 2015 se han atribuido a las altas temperaturas más de 26.000 fallecimientos en nuestro país.

Pero si los riesgos climáticos que provocan estas temperaturas extremas siguen sin liderar las principales preocupaciones de los directivos, según la 25ª Encuesta Anual de CEOs, que anteponen los ciberriesgos, los riesgos sanitarios y la volatilidad económica, menos interesan los riesgos laborales, que no figuran entre sus seis ítems de la lista de inquietudes.

Un cambio climático que no parece que vaya a dar tregua y que convierte a España en un punto caliente, según la ONU. Por tanto, ya con retraso, como viene siendo habitual en este país (Vid. Los incendios se apagan en invierno), ha tocado tomar medidas urgentes sobre las condiciones laborales cuando se produzcan estos episodios climáticos extremos.

Porque como ha subrayado el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, en una concentración en Madrid con motivo de los recientes fallecimientos, “las olas de calor no matan, lo que mata es la falta de medidas por parte de las Administraciones públicas y las empresas para proteger la vida y salud de las personas trabajadoras”.

Y es que la muerte de estos empleados en Madrid abre un serio debate sobre la normativa, la responsabilidad social de las empresas y también acerca de la responsabilidad sobre las cadenas de suministro.

Porque la ley recoge las temperaturas mínimas y máximas que debe haber en los centros de trabajo, pero no para aquellos trabajadores que ejercen su profesión en el exterior.

Porque, aunque la norma no especifique dichas condiciones, las compañías deben velar por la salud y seguridad de uno de sus principales grupos de interés, sus trabajadores, con los adecuados planes de prevención de riesgos laborales.

Porque no es de recibo lavarse las manos en el Ayuntamiento madrileño cuando se muere un trabajador de una subcontrata por limpiar las calles de su ciudad. Porque también existe responsabilidad sobre la cadena de proveedores.

Porque sí, la semana pasada se sentaron los sindicatos de limpieza y las empresas del sector en Madrid para acordar un protocolo permanente ante las olas de calor, que contempla eliminar el turno de tarde cuando las temperaturas sean altas, entre otras cuestiones. Pero echó en falta la presencia del consistorio en la reunión, que justificó diciendo que el operario no era municipal, “sino de empresas contratadas por el Ayuntamiento”.

En la guerra de culpas siempre es más fructífero el examen de conciencia propio y arrimar el hombro en todo aquello que se pueda hacer, porque solo de la colaboración y de no escurrir el bulto podrán resolverse este y otros problemas sociales venideros.

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