La metamorfosis del plástico: su viaje hacia la circularidad

La metamorfosis del plástico: su viaje hacia la circularidad

El plástico es uno de los materiales con peor fama en lo que se refiere a su relación con el medio ambiente. Sin embargo, su versatilidad y resistencia lo han convertido en un elemento imprescindible de nuestro día a día y presente en infinidad de productos. Ahora, fabricantes y recicladores quieren darle la vuelta a esta percepción y apostar por el plástico reciclado para impulsar la economía circular. La clave, dicen desde el sector, es una buena gestión de su residuo.

“Tenemos que alejarnos de los prejuicios. Un material no es malo ni bueno, y el plástico nunca ha sido tan circular. Ha sabido aprovechar su no degradabilidad y convertirla en su mejor virtud para reintroducirse como reciclado en la economía circular. De esta manera aprovecharemos todas sus bondades y abordaremos su único problema: la mala gestión de su residuo”, señalan desde Anarpla, la asociación que agrupa a las principales empresas recicladoras de plástico en España.

“Pero la verdadera revolución llegará cuando seamos realmente conscientes de que un plástico reciclado es un recurso que evita la extracción de nuevas materias primas y puede llegar a hacer a un país autosuficiente”, apunta en un reciente artículo de opinión su director general, Óscar Hernández.

Señala también que “la fuente más grande de plásticos sostenibles son los propios residuos de los plásticos” y recuerda que un plástico reciclado reduce hasta 14 veces las emisiones de CO2 de los plásticos.

En el lado opuesto, algunos datos que casi todos conocemos, pero que a pocos nos gusta recordar: la ‘Isla de Basura’, al norte del océano Pacífico, entre California y Hawaii, donde, según un estudio de la Revista Nature, los residuos se expanden por 1,6 millones de km2 (casi tres veces el tamaño de Francia) y acumula cerca de 80.000 toneladas de plástico.

No es la única acumulación de residuos no biodegradables (en el caso de esta isla como resultado de ser empujados hasta esa zona por el sistema giratorio de las corrientes marinas y los vientos), pero sí la más grande.

Cada minuto se compran un millón de botellas de plástico y al año se utilizan 500 mil millones de bolsas. Anualmente, ocho millones de toneladas acaban en los océanos.

¿Cómo atajar estas cifras?, se pregunta ahora el sector del plástico. El primer paso, y esencial, es el reciclaje, además de la concienciación e implicación de instituciones, empresas y sociedad en general. Y, por supuesto, las inversiones en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación).

El plástico está presente en numerosos productos de nuestro día a día y suele estar compuesto por polímeros de resinas y sustancias derivadas del petróleo, el gas natural o el carbón, que se moldean con presión y calor. Aunque pueden ser naturales (si proceden, por ejemplo, de materias primas vegetales), los sintéticos son los más extendidos.

Existen muchos tipos, pero hay cuatro principales:

  • Polietileno (PE): presente en bolsas de plástico, láminas y películas de plástico, contenedores, microesferas de cosméticos y productos abrasivos.
  • Polyester (PET): lo incluyen las botellas, los envases o la ropa.
  • Polipropileno (PP): forma parte de los electrodomésticos o las piezas de los vehículos.
  • Cloruro de polivinilo (PVC): presente en las tuberías, las válvulas o las ventanas.

El problema de los plásticos de un solo uso es que su generación hace tiempo que ha superado la capacidad real de los sistemas de gestión de residuos y eso se ha acabado convirtiendo en una amenaza muy seria para el medio ambiente.

Afortunadamente se han comenzado a tomar medidas y el pasado 2021 ya nos hemos despedido de algunos productos de un solo uso como las bolsas de plástico o las pajitas. Y la Unión Europea ha establecido la obligatoriedad de que todos los envases de plástico sean reutilizables en 2030.

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MILLONES DE TONELADAS

de botellas y bolsas de plástico acaban en los océanos al año.

Un necesario cambio de paradigma

“La capacidad de reciclado de plásticos en España no tiene rival”, aseguran los recicladores, que nos sitúan los segundos en reciclaje de tereftalato de polietileno (PET), los terceros en reciclaje de polietileno de baja densidad (LDPE) y los cuartos en reciclaje de polietileno de alta densidad (HDPE) y polipropileno (PP).

Actualmente unas 140 empresas se dedican a reciclar este material en España. Solo en 2020 procesaron más de 1,1 millones de toneladas, una cifra que “crece año tras año”, según señalan desde Cicloplast, la entidad creada por los industriales de plásticos para la promoción y valorización del reciclado de estos materiales.

Desde esta entidad son conscientes de que el plástico es uno de los materiales más cuestionados en lo que se refiere a su impacto sobre el medio ambiente, pero afrontan esa percepción social negativa “con la determinación de seguir trabajando muy intensamente para cambiarla, y mostrar la otra realidad de los plásticos”, explica a Revista Haz su directora general, Isabel Goyena.

Y, añade, que “son unos materiales muy valiosos gracias a sus excelentes propiedades: son versátiles, ligeros, nos permiten ahorrar energía, contribuyen a evitar el desperdicio alimentario entre otros beneficios y aportan seguridad”.

Sin embargo, todas estas ventajas “desaparecen si no trabajamos en la prevención de los residuos y los gestionamos correctamente reciclándolos y valorizándolos. Y es en esta línea en la que estamos trabajando”, asegura Goyena.

“Es un hecho que el plástico tiene mala imagen, principalmente por el problema de las basuras marinas, en muchos casos fuera de Europa y en países donde no existe una infraestructura adecuada para gestionar los residuos”, señala Goyena, que recuerda que “el sector es el primer preocupado y ocupado en dar soluciones para evitar los residuos abandonados, pero también necesitamos la ayuda de toda la cadena de valor, las administraciones y los ciudadanos”.

“El sector es el primer preocupado y ocupado en dar soluciones para evitar los residuos abandonados, pero también necesitamos la ayuda de toda la cadena de valor, las administraciones y los ciudadanos”. Cicloplast.

En este sentido, la responsable de Cicloplast apuesta por medidas “que realmente sean efectivas para el cuidado del medio ambiente, y no prohibiciones o reducciones de algunos envases de plásticos, que solo provocarán un cambio hacía el uso de otros materiales más pesados, generando un aumento del total de residuos y de la huella ambiental”.

A su juicio, “son medidas más efectivas educar y concienciar a la población en las ciudades, playas y zonas naturales, a los sectores económicos industrial, pesquero o agrícola, o implantar sistemas de recogida más eficientes en los municipios y sistemas colectivos de responsabilidad ampliada del productor impulsados por los sectores, entre otras”.

En este sentido, Goyena se muestra optimista, ya que “las empresas están invirtiendo en innovación e investigación para mejorar sus procesos de producción, fabricando productos más reciclables, y, a la vez, modificando los diseños de los envases para que el producto interior siga conservando su frescura y no se estropee”, explica.

“Se está reduciendo el envase multicapa y se están consiguiendo envases flexibles, con tintas y adhesivos solubles, y diseñando envases más transparentes (siempre que sea posible, ya que en algunos es necesario que no pase la luz para conservar el alimento)”, añade.

“Otros envases, como las bolsas muy ligeras, ya son todas compostables”, asegura esta experta, destacando también las bolsas de plástico, fabricadas ya con un 80-100% de material reciclado, todas ellas certificadas; o las botellas de PET, que se han adelantado al compromiso de 2025 de incorporar un 25% de material reciclado.

Además, “cada vez es mayor la demanda de plástico reciclado en los productos, por lo que el sector trabaja intensamente para poder dar respuesta a esa demanda”, continúa la responsable de Cicloplast, que señala que la industria del reciclado mecánico está incrementando capacidades y mejorando sus procesos de limpieza y reciclado, y está certificando la calidad de sus productos con sellos de trazabilidad europeos como Eucertplas.

Además, “en los últimos dos años, en España se ha incrementado la capacidad de reciclado en las instalaciones en más de 200.000 toneladas y se prevé seguir aumentando”, recuerda.

“En los últimos dos años, España ha incrementado la capacidad de reciclado en sus instalaciones en más de 200.000 toneladas y se prevé seguir aumentando”. Cicloplast

Por otro lado, y según explica la responsable de Cicloplast, en los últimos años se está desarrollando el reciclado químico como una tecnología complementaria al reciclaje mecánico.

“Las empresas petroquímicas y las tecnológicas están trabajando incansablemente para conseguir que las tecnologías de reciclado químico (pirólisis, gasificación y despolimerización) estén listas a escala industrial en un plazo de dos o tres años”.

“Es un avance considerable y muy beneficioso para el sector, sobre todo para el uso de plástico reciclado en contacto con alimentos, y España, además, es líder en la implantación de algunas de estas tecnologías, lo que debería alentarnos a potenciarlo”, asegura Goyena.

España, a la cabeza del reciclado en Europa

Respecto a los datos de reciclado de plásticos, España es uno de los países líderes en Europa, según los datos que maneja Cicloplast.

“Teniendo en cuenta el total de las aplicaciones de plásticos (envases, agricultura, construcción, aparatos eléctricos y electrónicos, vehículos fuera de uso, etc.), en España ya reciclamos más de un millón de toneladas de plástico, el 43% de los residuos que se generan, superando el índice de vertedero que cada vez es más pequeño. Además, estamos muy por encima del reciclado de plásticos en Europa, que se sitúa en un 33%, frente al 43% de España”, añade Goyena.

Si tenemos en cuenta solo el índice de reciclado de envases (domésticos, comerciales e industriales) este se situó en el 51,5% en 2019, lo que significa que se ha superado ya el objetivo legal del 50% al que había que llegar en el año 2025.

“Gracias a la colaboración ciudadana, que es clave en el reciclaje, se ha incrementado al doble el reciclado en los diez últimos años”, se felicita.

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Respecto a los envases plásticos domésticos, en 2020 en España se reciclaron 616.282 toneladas, el doble que hace una década.

Por habitante, cada español recicló 13,1 kg de envases plásticos del hogar, manteniendo el liderazgo en el ranking europeo, y siendo España uno de los países que más envases plásticos domésticos recicla por habitante, “en parte gracias al el éxito del modelo de reciclaje español, basado en el contenedor amarillo gestionado por Ecoembes, que recoge todo tipo de envases de plástico domésticos, tanto botellas y rígidos como flexibles”, apunta.

Y es que, a juicio de Goyena, el sector de los plásticos es de los pioneros desde hace ya varios años en la implantación de una verdadera economía circular y se encuentra “completamente volcado en fabricar productos más reciclables y que incorporen un mayor contenido en reciclado”.

“El sector sigue innovando en modernos procesos de reciclaje, siendo el plástico un material que contribuye al desarrollo sostenible reduciendo el desperdicio alimentario y mejorando la huella de carbono gracias a su ligereza”, defiende Goyena, que añade que “los plásticos llevan la innovación en el ADN y así seguirá siendo”.

Pero, sin embargo, recuerda, para sacar el máximo provecho de las innovaciones del sector, “necesitamos de las administraciones públicas, por un lado, y de un marco regulatorio estable que garantice que las inversiones realizadas a largo plazo sean seguras y no haya cambios a corto plazo, con medidas como prohibiciones o reducciones de productos”.

En este sentido, Goyena también demanda ayudas para las inversiones económicas que necesita el sector para el cambio hacia la economía circular, “de forma que sigamos siendo un sector fuerte con importantes aportaciones al PIB y al empleo nacional. En definitiva, las condiciones necesarias para una transición justa”, concluye.

Innovación al servicio de los nuevos plásticos

Desde el Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas), su director de negocio, Sergio Giménez, quiere dejar claro que es importante distinguir entre el material plástico (o los productos elaborados con ese material) y el residuo plástico abandonado, “que es el que realmente está ocasionando un perjuicio al entorno natural”.

“Como material, los plásticos están aportando muchas ventajas para el medio ambiente, especialmente relacionadas con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y por lo tanto representa una contribución a la lucha contra el cambio climático”, explica Giménez a Revista Haz.

Y es que, “al ser un material más ligero que otros, pero muy versátil y con muchas prestaciones, los plásticos permiten fabricar envases menos pesados que requieren menos combustible para ser transportados, con un menor consumo y por lo tanto evitan emisiones de CO2 a la atmósfera”, afirma.

Asimismo, apunta, aplicado a sectores como el de la construcción, las energías renovables o el marítimo, “el plástico permite obtener productos más resistentes a la intemperie, los fenómenos climatológicos o las agresiones del medio marino y, por lo tanto, con un menor mantenimiento y una mayor duración”.

También en el sector de la construcción, como aislantes, permiten reducir el uso de métodos de climatización y por lo tanto consumen menos energía.

“Y lo mejor de todo es que se trata de unos materiales que se adaptan perfectamente al modelo de economía circular, por su facilidad para ser reciclados, y una vez acabada su vida útil se convierten de nuevo en un recurso que puede ser devuelto al ciclo productivo, minimizando así los residuos generados”, remarca Giménez.

“Es importante que todos los agentes de la cadena asuman su parte de responsabilidad: la industria, al diseñar y fabricar los productos; el consumidor, reciclando sus residuos; y la administración, apoyando con sus políticas este modelo circular”. Aimplas.

El reciclado químico es un paso de gigante también para este experto, que señala que las investigaciones en esta materia “buscan complementar las capacidades del reciclado mecánico, lo que permite reciclar algunos residuos complejos o contaminados que hasta ahora acababan en vertedero, y darles aplicación de alto valor añadido incluso en industrias como las del envase alimentario”, apunta el responsable de Aimplas.

Además, recuerda, se sigue investigando en materia de ecodiseño y nuevos materiales que incorporen residuos y desechos tanto industriales como posconsumo o los obtenidos a partir de fuentes renovables, como los plásticos biobasados y también los biodegradables o compostables, que resultan especialmente útiles en aplicaciones como las agrícolas, o en envase alimentario cuando al final de su vida útil el residuo plástico queda muy mezclado con otro tipo de desechos orgánicos.

“El enfoque del sector hacia la economía circular es ya una realidad. No se concibe otro modelo de negocio”, asegura Giménez, que explica que, desde Aimplas se ha coordinado una manifestación de interés en el sector del plástico enfocada a los fondos de recuperación europeos con el objetivo de lograr esta reconversión.

La propuesta ha sido apoyada por más de cuarenta empresas que tienen el objetivo de invertir más de 300 millones de euros y generar más de 700 empleos.

En cualquier caso, Giménez apuesta por llevar a cabo un análisis del ciclo de vida de cada producto que determine qué material es mejor en cada caso, ya que “existe una tendencia muy peligrosa hacia la sustitución indiscriminada de los plásticos por otros materiales como el papel o el vidrio, que no siempre son más sostenibles ambientalmente, y que en ocasiones responde únicamente a criterios de imagen o marketing”, alerta.

Una apuesta que ya es una realidad

Muchas empresas se han unido a este cambio de paradigma y apuestan ya -para fabricar o envasar sus productos- por el plástico reciclado y soluciones de envasado biodegradables e incluso comestibles para atajar cifras como las que arroja una investigación española publicada recientemente en Nature Sustainability, solo en Europa, entre 307 y 925 millones de residuos se liberan anualmente al océano, y de estos, el plástico supone hasta el 82%, principalmente botellas, bolsas y envases de comida.

Un ejemplo de este tipo de compañías es Mattel, que en junio de 2021 ya anunció el lanzamiento de su primera línea de muñecas Barbie fabricadas con plástico reciclado procedente del océano y con la que buscan “enseñar a los más pequeños la importancia de cuidar nuestro planeta y los cambios de hábitos cotidianos que pueden poner en práctica para generar un impacto positivo”, afirman desde la empresa juguetera.

Con esta colección de tres muñecas, bautizada como Barbie Loves The Ocean Mattel ha dado el pistoletazo de salida a la utilización de materiales plásticos 100% reciclados, reciclables o de base biológica, tanto en sus productos como en sus embalajes de cara al año 2030.

Su presidente, Richard Dickson, calificó este lanzamiento como “una apuesta para inspirar y concienciar al consumidor sobre la importancia de contribuir activamente a la preservación del medio ambiente” y parte de su responsabilidad “para que los niños puedan heredar un mundo lleno de posibilidades”.

También BBVA se ha unido a esta apuesta con las que ha definido como “las primeras tarjetas de crédito del mercado fabricadas con un 100% de PVC reciclado”, y que presentó en abril de 2021, adelantando que todas sus tarjetas se fabricarán con material reciclado antes de 2023, cuando ya no emitirá otro tipo de tarjetas.

En 2021 ya entregó más 7,3 millones de tarjetas de este tipo a sus clientes, fabricadas con plástico reciclado en policloruro de vinilo que procede de desechos de diferentes industrias como embalaje, impresión o automoción, evitando con ello la puesta en el mercado de unas 23,2 toneladas de plástico nuevo y reduciendo, solo en el proceso de fabricación, en 51,1 toneladas al año las emisiones de CO2.

La metamorfosis del plástico: su viaje hacia la circularidad

Foto: Mattel.

El fabricante de café Novell lleva varios años trabajando para acabar con el problema del reciclaje de las cápsulas de café, de las que se estima que se tiran a la basura en torno a 20.000 millones cada año (el equivalente a dar la vuelta a la Tierra 14 veces, según datos del periódico The Guardian).

Por eso, desde esta empresa española han diseñado cápsulas compostables compatibles con cafeteras Nespresso que eliminan el envase flowpack de plástico que conserva las cápsulas y reducen hasta un 45% la cantidad de cartón utilizado para el envase, que, además, es 100% reciclable.

Esto permite depositar las cápsulas en la fracción orgánica de residuos, desapareciendo en un periodo de entre 12 y 20 semanas, mientras que las cápsulas tradicionales pueden tardar años. Para conseguirlo, la compañía ha invertido más de 1,5 millones de euros y cuatro años de investigación.

Por su parte, la empresa valenciana Vicky Foods está trabajando en un cambio hacia envases compostables para su marca Dulcesol, que el pasado verano ya comenzó a comercializar sus productos en un packaging que incorpora una nueva tecnología para que el material se degrade como si fuera un residuo orgánico más.

El objetivo es que esta innovación pueda aplicarse a más de 150 millones de paquetes de todos sus productos de pan y pastelería, lo que se traducirá en una reducción de hasta 1.200 toneladas anuales de plástico por parte de la marca.

Es evidente que la inversión en innovación e investigación es clave, tal como demuestra el trabajo que otras empresas pequeñas, en su mayoría startup, desarrollan en esta línea.

La catalana Oiomo es un buen ejemplo: dedicada al ecodiseño, ha desarrollado una gama de biomateriales capaces de funcionar con maquinaria plástica clásica. A partir de extractos de algas marinas, azúcares naturales o aceites vegetales no tóxicos para la fauna marina consiguen un material sostenible similar al plástico.

“Hemos desarrollado un tipo de packaging sostenible, que pesa poco y que es fácil de trabajar para conseguir la flexibilidad o rigidez necesarias según las necesidades de las diferentes aplicaciones posibles”, concluye su CEO, Albert Marfà, demostrando así que las posibilidades de innovación son, en este sector, casi infinitas.

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