El voluntariado corporativo se reinventa con la COVID-19 en Latinoamérica

El voluntariado corporativo se reinventa con la COVID-19 en Latinoamérica

El aislamiento obligatorio impidió que voluntarios de empresas puedan acercarse presencialmente a distintas organizaciones sociales para mitigar los efectos de la COVID-19. No obstante, las personas que quieren involucrarse están encontrando la forma para seguir acompañando a través de Internet.

La crisis sanitaria, que no cuenta con un tratamiento efectivo y para la cual todavía no hay vacuna disponible, desembocó en una crisis económica y social a nivel mundial, especialmente en América Latina. En este contexto surgieron nuevas necesidades, que muchas veces son atendidas a través del voluntariado corporativo.

Movilizar grandes grupos de voluntarios de manera presencial ha sido imposible este año, por lo que ha sido necesario implementar proyectos de voluntariado virtual. “El espíritu de los voluntarios corporativos está más vivo que nunca. Los problemas sociales se han agravado, haciendo necesario que las empresas adapten sus programas y actúen pronto”, dice Jaime Ulloa, CEO de Osmia, organización promotora del voluntariado en Latinoamérica.

Entre el 30 de abril y el 2 de junio Osmia llevó a cabo una encuesta que recogió la situación de 128 grandes empresas de 10 países latinoamericanos. Esta encuesta tuvo como objetivo identificar los cambios, los problemas, las oportunidades, las buenas prácticas y las tendencias en los programas de voluntariado corporativo en los primeros meses de pandemia. Allí, se concluyó que el 80% del total de los proyectos de voluntariado serán virtuales en el 2020.

Ulloa observó que las iniciativas de voluntariado en América Latina no comenzaron hasta abril. Al principio, producto de la incertidumbre, las empresas recortaron parte del presupuesto. Además, se imaginaban que el virus sería un problema de una temporada corta y que podrían reprogramar las acciones para la segunda mitad del año.

Hasta fines de mayo, el 39% de las empresas encuestadas aún no definían sus planes anuales de voluntariado corporativo. Finalmente, el 37% mantendrá su presupuesto y 20% reducirá su presupuesto a cero este 2020.

“Los programas de voluntariado corporativo necesitan replantear sus estrategias de generación de valor para la empresa, los colaboradores y la comunidad. Muchos de los programas que han visto afectados sus presupuestos, tienen en común que no generan un retorno claro para su empresa y eso hace que sean de los primeros presupuestos a recortarse. Entonces, reformular las estrategias de los programas de voluntariado corporativo mejorará su sostenibilidad”, comenta Ulloa.

Es importante tener presente que se requiere mucha más innovación social en los procesos de gestión del voluntariado, manteniendo el foco en las poblaciones vulnerables y en sus nuevas realidades. Esto es una gran oportunidad para mejorar la calidad de los impactos de los proyectos de voluntariado corporativo y hacer crecer esos mismos impactos en términos de escala.

En Rigou Consultores trabajan hace más de 13 años diseñando e implementando programas de voluntariado corporativo. “Si el papel del voluntariado ya era importante para la sociedad, se torna mucho más relevante en el contexto actual. En este sentido, la tecnología nos ofrece oportunidades para que los voluntarios sigan siendo agentes de cambio positivo en la sociedad. El voluntariado virtual es una modalidad que permite colaborar de manera online con diferentes causas sociales y ambientales mediante tareas que se pueden abordar con las TIC (tecnologías de la información y de la comunicación)”, dice Verónica Aftalion, consultora senior en Rigou Consultores.

“Si el papel del voluntariado ya era importante para la sociedad, se torna mucho más relevante en el contexto actual. En este sentido, la tecnología nos ofrece oportunidades para que los voluntarios sigan siendo agentes de cambio positivo”. Verónica Aftalion

“El voluntariado presencial es más masivo. En la virtualidad no hay personas involucradas, pero de todas formas se ve un notorio resultado positivo”, comenta Aftalion.

Según la especialista, hay distintas dinámicas para que los colaboradores puedan comprometerse con la comunidad de forma virtual. Una de ellas es el mentoring online, que es un ciclo de encuentros virtuales para ofrecer asesoramiento sobre diferentes temas, por ejemplo: diseño de una estrategia de comunicación, mejorar el trabajo remoto de una organización de la sociedad civil, o diseño y desarrollo de contenidos.

Otra dinámica puede ser la atención telefónica o virtual, que implica un acompañamiento y soporte en campañas y acciones de organizaciones sociales. Por ejemplo, en el contexto de la pandemia, muchos voluntarios están realizando llamadas telefónicas y ofreciendo asistencia a adultos mayores para que puedan quedarse en sus casas.

Una tercera opción es el hackaton virtual, que se trata de una jornada virtual de trabajo en donde se utilizan diferentes plataformas y estrategias digitales para colaborar con alguna necesidad o problema que precise resolver una organización social.

¿Qué se requiere, entonces, a la hora de implementar un programa de voluntariado corporativo virtual?

“Antes que nada es importante realizar una planificación e implementación adecuadas para evitar la frustración de voluntarios y la pérdida del impacto social. Por otra parte, hay que entender bien las motivaciones de los voluntarios y buscar la manera de que comprendan y empaticen con la misión de las organizaciones de la sociedad civil-OSC (ya que no es lo mismo conocerse en el barrio que a través de una pantalla)”, responde Aftalion.

“Una vez que comienzan a trabajar, voluntarios y referentes de la OSC conforman un equipo de trabajo que tiene un propósito en común: colaborar entre todos para lograr una mejora, un cambio, una transformación, tanto para la organización como para los voluntarios que valoran este espacio y tiempo de aprendizaje compartido”, añade.

Qué opciones hay en el voluntariado corporativo

Telefónica Perú tiene un programa de voluntariado en el que se trabaja mucho con el espíritu emprendedor. En lugar de decir a los colaboradores “inscríbete y participa”, son ellos mismos los que organizan los proyectos.

En medio de la pandemia, la compañía lanzó un programa de tres semanas: la primera semana se hizo la convocatoria; la segunda, se formularon los proyectos, y la tercera se ejecutaron. De este proceso se recogieron 21 propuestas, que fueron financiadas por la empresa.

En uno de los proyectos, los voluntarios donaron material de salud a médicos que trabajan con poco equipamiento en una zona selvática de Perú. “Los voluntarios identificaron que los médicos estaban agotados y compilaron vídeos de personas que fueron dadas de alta y se reencontraban con sus familiares para levantarles el ánimo y mostrar los efectos de su trabajo”, cuenta Ulloa.

Lima Airport Partners se estaba preparando para lanzar un programa de voluntariado a principios de año y tuvieron que adaptarlo para llevarlo adelante más allá del contexto. Se invitó a los empleados a que propusieran soluciones frente a la COVID-19.

Se hicieron dos proyectos: uno de acompañamiento telefónico a adultos mayores que estaban solos para ayudarlos a sobrellevar el encierro y el otro de educación escolar virtual. Se buscó un colegio de la zona, y en coordinación con el director y los profesores, identificaron chicos que necesitaban apoyo escolar virtual.

Muchos voluntarios corporativos se dedicaron a capacitar y asesorar a emprendedores. “Tanto en Perú, como en otros países de América Latina a estos microempresarios no los alcanzan los programas de reactivación económica del estado porque la informalidad es muy grande. Quedan fuera del sistema”, dice Ulloa.

El Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial y Capital Social de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (Cenarsecs) realizó un relevamiento que les permitió identificar distintas acciones que se llevaron adelante durante la pandemia.

“En primer lugar se ha notado durante el confinamiento un importante crecimiento de aquellas acciones referidas a la entrega de alimentos. Por caso, puede mencionarse a la asociación de comedores comunitarios Soñadores Unidos, donde la empresa Pastas Frescas Orali realiza donaciones a cerca de 50 comedores por semana”, cuenta Julián D’Angelo, coordinador ejecutivo de Cenarsecs y director ejecutivo del Centro de Estudios de Desarrollo Sostenible de la Escuela Argentina de Negocios.

El voluntariado corporativo se reinventa con la COVID-19 en Latinoamérica

Iniciativa 'Mayores Cuidados'. Foto: Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

D’Angelo explica que producto de las condiciones del confinamiento, la mayoría de estas prácticas voluntarias corporativas fueron desarrolladas desde los propios domicilios, en su mayoría mediadas por tecnologías de comunicación como videollamadas, llamadas telefónicas o campus virtuales.

Por ejemplo, diversas empresas colaboraron con la campaña lanzada por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mayores Cuidados, para la contención y la ayuda a las personas mayores que, como principal grupo de riesgo de la pandemia, debieron quedarse en sus casas e interrumpir sus relaciones personales con otros miembros de la familia, si los tuvieran. En este caso, se involucraron empresas como Banco Galicia, Banco Santander, Cervecería Quilmes o MetLife, entre otras.

Otras acciones implementadas por el Banco Galicia estuvieron vinculadas también a campañas llevadas adelante por voluntarios, para recaudar fondos para la compra de insumos hospitalarios, y también otros voluntarios, aprovechando el tiempo en los hogares, se ocuparon de clasificar útiles, juguetes, ropa, utensilios de cocina y otros elementos que fueron donados a distintas instituciones.

D’Angelo resalta la práctica desarrollada por la compañía Globant, cuyos voluntarios dictaron capacitaciones gratuitas a asesorar acerca de cómo trabajar de manera remota de la mejor manera.

También colaboraron con más de 50 escuelas en la enseñanza a los niños y adolescentes a programar. También en Argentina, los empleados de MetLife produjeron barbijos y participaron en numerosas iniciativas de organizaciones sociales.

Para D’Angelo lo importante para las empresas es que comprendan que este fervor voluntario seguirá presente, y que lo que ellas deben hacer también como institución comercial, es no solo promover y apoyar estas acciones, sino que además deben comprometer recursos propios.

Reflexiona: “El compromiso de la empresa no puede ni debe agotarse en la cantidad de horas que los voluntarios le dedican a la tarea, aunque esos voluntarios sean trabajadores de la empresa que le resten tiempo a la jornada laboral. Las mejores prácticas de voluntariado corporativo son las que están para apalancar inversiones sociales que realiza la empresa, un esfuerzo económico de la compañía que puede ser mediante la donación de productos, de servicios o dinero”.

Artículo apoyado por Stars4Media.

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