La descarbonización avanza, aunque no se consigan los objetivos

La descarbonización avanza, aunque no se consigan los objetivos

Según se acercan los años que se pusieron como fechas límite para lograr ciertos objetivos de descarbonización –2030, 2035, 2050…– el consenso de analistas e intervinientes en el mercado considera que la mayoría no se van a cumplir, a pesar del interés que siguen mostrando organismos políticos multilaterales encabezados por la ONU y la mayoría de los gobiernos desarrollados del mundo, excepción hecha de los Estados Unidos de Donald Trump.

Aumentan los ejemplos de que el camino hacia la reducción efectiva de emisiones contaminantes es muy complicado de andar y no se puede hacer corriendo. En el último mes, el automóvil y la banca han dado algunos pasos atrás en este sentido, a la vez que las estadísticas de producción de energía a través de las renovables siguen indicando que el mundo va retrasado respecto a las metas propuestas hace unos años.

El automóvil. Los fabricantes de coches europeos están lidiando con su batalla más dura en décadas. Se encuentran presionados por los aranceles estadounidenses, la débil demanda en el continente y el cambio hacia los vehículos eléctricos, donde las empresas chinas les llevan una clara ventaja. ¿Qué proponen para intentar arreglar la situación? Relajar los objetivos de descarbonización del sector. Así a mediados de septiembre, ACEA, la asociación que agrupa a las empresas del sector en el continente, pidió a la Comisión Europea que reconsidere la prohibición de venta de coches con motores combustión en la UE a partir de 2035, un objetivo que fue aprobado en 2022. Y todo parece indicar que Bruselas se lo va a conceder.

La agencia Reuters afirma que “la Comisión adelantará a finales de este año la revisión de su objetivo de cero emisiones de CO2 para coches y furgonetas en 2035 que estaba prevista para 2026, y hará caso a los fabricantes, que consideran que “un cambio total hacia los vehículos eléctricos ya no es factible”. Será el primer paso para, al menos, posponer más a allá de 2035 la prohibición del motor de combustión en la UE.

La banca. En 2021, unos 150 bancos del mundo desarrollado firmaron la Net-Zero Banking Alliance (NZBA), el principal organismo creado por el sector para reducir las emisiones de carbono. La NZBA tenía como objetivo que los bancos de todo el mundo establecieran criterios ESG a la hora de desarrollar sus negocios, con especial atención a la eliminación de emisiones. Así, la banca se comprometía a alinear sus carteras de préstamos e inversiones con actividades limpias con el medio ambiente y asesorar a sus clientes en este proceso. El objetivo que se marcó la NZBA fue alcanzar cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en su actividad para 2050.


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Pero el año pasado algunos de sus principales miembros, como los estadounidenses JPMorgan, Morgan Stanley, Citi, Bank of America, Goldman Sachs o Wells Fargo, además de otros británicos, empezaron a darse de baja en la asociación hasta el punto que la han convertido en inoperante. Hace dos semanas, la NZBA decidió dejar de ser una asociación con objetivos vinculantes para convertirse en una “iniciativa marco”. Es decir, según ha explicado la dirección de la alianza, «la Guía para el Establecimiento de Objetivos Climáticos para los bancos y los recursos de apoyo permanecerán disponibles públicamente”, pero las entidades ya no tendrán que rendir cuentas sobre su cumplimiento. Las reglas se han convertido en recomendaciones.

Esta medida del sector bancario se une a la que tomaron en el mismo sentido las aseguradoras el año pasado. Son decisiones que se deben tanto a presiones políticas –sobre todo en Estados Unidos–como a la pérdida de interés de las entidades por mantener esos objetivos y primar la rentabilidad del negocio.

Merece la pena ponerse metas exigentes para presionar los cambios, aunque nunca lleguemos a cumplirlas. No hay más que pensar dónde estábamos hace veinte o veinticinco años y dónde estamos ahora.

La energía renovable. El año pasado la nueva generación de energías renovables en el todo el mundo alcanzó los 582 gigavatios (GW). según la Agencia Internacional de Energías Renovables, una cifra nunca alcanzada y que denota el esfuerzo que están haciendo la industria energética, los gobiernos, los organismos multilaterales por ayudar a la descarbonización. Sin embargo, este crecimiento sigue siendo insuficiente para cumplir el objetivo marcado en la COP28 de Dubái de triplicar el consumo de energías renovables en el planeta hasta los 11,2 teravatios (TW) en 2030.  El sector tendría que añadir desde 2026 1.122 GW cada año, el doble de lo logrado el ejercicio pasado, según se ha puesto de manifiesto en una reunión preparatoria de la COP30 que se celebrará el mes próximo en Brasilia.

¿Hay que inquietarse por la lentitud en los avances o por estos pasos atrás? Evidentemente, sería mejor que no se produjeran. Pero la lección es que merece la pena ponerse metas exigentes para presionar los cambios, aunque nunca lleguemos a cumplirlas. No hay más que pensar dónde estábamos hace veinte o veinticinco años y dónde estamos ahora.

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