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Lamentablemente, no somos un país tan solidario: ¿qué hacemos?
En un contexto en el que la información de calidad —y también la de mala calidad— fluye fácilmente de un país a otro, tenemos la oportunidad de contrastar estas percepciones asumidas y verificarlas. Si a ello añadimos la producción de información sólida, como el reciente estudio de la Fundación ”la Caixa” sobre la Filantropía en España y Portugal, o el estudio En busca del donante cívico: invertir en democracia, invertir en verdad de la Fundación Haz, hay motivos para celebrarlo, especialmente en un entorno en el que la falta de conocimiento y de datos de calidad es alarmante.
La Jornada de FundraisingCat, del 17 de septiembre, en cuya mesa inaugural participan representantes de las asociaciones de fundraising de España, Italia y Francia, me ha llevado a analizar las cifras de nuestro país junto a las de nuestros vecinos culturalmente próximos y a extraer ciertas conclusiones. Los resultados no pueden ser más sorprendentes frente a la imagen de España como un país muy solidario.
La filantropía en Francia se sitúa en los 9,2 millones de euros, (France Generosités y Foundation de France, Observatoire Philanthropie & Société), y en Italia en los 7,4 millones de euros (Vita: Quanto donano l’italaini, 2024, 9 edición), mientras que en España nos quedamos en los 2,8 millones de euros.
Tal como recoge la infografía –hemos ajustado las variables de población y renta de Francia e Italia para hacerlas comparables con las de España–, el resultado es una reducción de las donaciones en Francia hasta los 4,2 millones de euros (un 53% menos) y en Italia hasta los 5,3 millones de euros (un 28% menos). Aun así, seguimos estando muy lejos con nuestros 2,8 millones de euros.
Una vez que la fiscalidad en España se ha alineado en los últimos tres años con la de otros países, ¿cuáles pueden ser las causas de estas grandes diferencias? Algunas son irrefutables —como la mayor presencia de fundaciones patrimoniales en Francia y un mayor compromiso empresarial—. Otras son hipótesis arriesgadas, pero algo aprenderemos en el análisis.
- La historia. Puede existir un factor histórico: el franquismo prohibió la sociedad civil hasta finales de los años 70, mientras que en gran parte de Europa no se produjeron esas limitaciones de derechos políticos. Ese retraso de tres décadas hizo que la captación de fondos no se asentara hasta mediados de los 90, impulsada por las grandes emergencias en África.
- La oferta de ‘socio’ frente a ‘donante’. Lo hemos señalado ya: el potencial de captar socios se agota. Es una propuesta de continuidad y compromiso que queda lejos de los nuevos públicos y frena el aumento de los donantes, mientras el intrusismo de los canales de captación de socios, como el face to face o el telemarketing, tienen un efecto negativo en la imagen del sector. El hecho de que según Hacienda la donación media en España sea de 165 euros, refleja la importancia actual de la cuota de socio en la forma de dar.
- Las causas. En España, la filantropía sigue muy concentrada en las grandes ONG y en la acción social, pese a que desde 2022 registran descensos de socios y donantes. En paralelo, crecen especialmente las donaciones a investigación y salud: estamos en un momento de cambio de prioridades.
- La donación como beneficio personal. Más allá de lo que indique la respetable ciencia del comportamiento, en España han faltado —y siguen faltando— donaciones a causas que directa o indirectamente nos benefician. Es el caso de la investigación y la salud: una mejor investigación afecta en positivo a mi salud y la de mis familiares, especialmente si ha habido problemas médicos cercanos. La misma lógica aplica a universidades y cultura: una universidad de mayor calidad mejora mi capital académico, y una oferta cultural más rica incrementa mi satisfacción personal. El crecimiento de las donaciones en España debería venir de incorporar causas próximas a los intereses personales del donante.
- La verdad como causa. En esta misma línea de filantropía con beneficio propio, hay que incluir la verdad como causa. Las redes sociales, la manipulación de los algoritmos y la polarización política, mediática y social están alejando la verdad de la ciudadanía, y ni Trump ni las empresas de Silicon Valley invitan al optimismo. El informe sobre el donante cívico de la Fundación Haz señala que la sociedad debe sostener instituciones que protejan la verdad, la información veraz y la democracia. El mismoThe Guardian opera como fundación y se financia en buena medida con donaciones de 1,3 millones de usuarios que aportan 107,3 millones de libras, es decir, 124,15 millones de euros, como acaban de comunicar en su presentación anual de resultados
- El valor de lo local. Al comparar con países como Francia, sorprende el dinamismo regional y local: organizaciones, cámaras de comercio y empresas se implican porque saben que en ello les va el futuro. En España parece costar más activar actores locales, pese a ser quienes más se benefician de su propia filantropía. Esta dimensión local de las donaciones abarca el medio ambiente, el patrimonio cultural y el modelo económico de cada territorio. Quizá, el modelo de fundaciones comunitarias que impulsa la Asociación Española de Fundaciones (AEF) puede ser una palanca útil.
- Los fondos sectoriales. En países como Italia se han desarrollado proyectos que incentivan fiscalmente las donaciones a sectores como cultura/patrimonio o investigación. Es el caso del Art Bonus, que generó 878,6 millones de euros en 2024. En España, a menor escala, existen incentivos adicionales en algunas comunidades para donaciones a investigación, que pueden llegar a igualar el importe El crecimiento vendrá de una mayor presencia de actores captando en ámbitos sectoriales concretos.
- Educación y campaña de sensibilización. Las encuestas dicen que seis de cada diez españoles donan. La realidad muestra 4,2 millones de declaraciones con donaciones de un total de 24 millones de declarantes: apenas un 16%. La diferencia con Francia es muy significativa en importes: 5.400 millones de euros frente a 700 millones de euros en España. Donar es un acto de civismo y de defensa de los valores y la misión de la organización No podemos esperar que esta actitud ciudadana surja de manera espontánea. Al contrario, hoy las propias redes y el contexto de polarización en el que vivimos promueven las actitudes anticívicas. Alguien debería educar a la sociedad sobre la importancia de donar. No puede ser solo la escuela, que bastante tiene ya con lo suyo. Más allá de captar, hace falta una campaña pública que promueva las donaciones y el valor que generan. Quién debe impulsarla y financiarla ya es harina de otro costal y, seguramente, no nos pondríamos de acuerdo; estamos en un país donde domina el “que donen ellos”.
Conclusión: En España queda mucho por hacer en filantropía, aunque sigue creciendo, las donaciones individuales aumentaron de 2022 a 2023 apenas 10 millones de euros, hasta alcanzar 700 millones de euros. Un 1,4% más mientras que el PIB crecía un 2,7%, el doble.
El futuro pasa por activar más actores de captación de fondos, nuevas causas que sean próximas al ciudadano e implicar más a la sociedad, pymes y al propio sector fundacional.
También ayudaría un entorno político menos polarizado, en el que partidos y sector público asuman y comuniquen capacidades y limitaciones, y respeten el espacio de la sociedad civil.