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El empresario Elon Musk y Óscar García Maceiras, CEO de Inditex. Fotos: Wikipedia / Inditex.
Liderar con exigencia extrema… y con valores
Recordemos, Musk es el fundador de PayPal, que vendió al poco tiempo de su creación; de Tesla, el mayor fabricante de coches eléctricos del mundo; de SpaceX, la única empresa privada que ha conseguido llevar a humanos a la Estación Espacial y que tiene como objetivo colonizar Marte –lo que considera su gran misión en este mundo–; Starlink, una red de satélites que proporcionan internet a cientos de millones de personas, y Neuralink, con la que quiere ‘conectar’ mediante chips a las máquinas con los humanos. Ahora, es el hombre más rico del mundo.
La vida personal y empresarial de Musk es apasionante. No cabe otra cosa en una persona como él, pero ha llegado a lo que ha llegado con un estilo de gestión que según vas leyendo su biografía te va llamando la atención. Tiene para él, y exige a los demás, un sistema de trabajo 24/7 sin que se le pueda discutir –siempre tiene una almohada en su despacho para poder dormir al menos una o dos hora en un día–, exige plazos de ejecución hasta diez veces menores de los que le proponen sus ingenieros y cuando pide recortes de gastos en algún prototipo –ya sea un nuevo Tesla o el motor de una de sus naves espaciales– solo vale conseguir que procesos que cuestan mil millones de dólares no superen los doscientos. Y, por supuesto, si todo esto no se consigue, el equipo tiene poco más que hacer en sus compañías.
Un ejemplo. Musk compró en 2021 a dos de sus primos la empresa Solarcity, de fabricación e instalación de paneles solares en casas. Fue un favor que les hizo porque la compañía se iba al garete. Cuando empezó a analizar el funcionamiento preguntó por qué se tardaba ocho veces más de tiempo en instalar tejas solares en una casa que tejas normales. Un ingeniero le empezó a explicar el complicado proceso que llevaba la instalación y Musk le cortó: “¿Cuántos tejados has hecho?”. “Tengo veinte años de experiencia en el sector”, contestó el ingeniero. “Pero, ¿cuántos tejados solares has instalado?”, la repitió. El ingeniero le dijo que no era su función instalar los tejados y que nunca había instalado ninguno. “Entonces no sabes de lo que estás hablando y por eso tus tejados solares son una mierda y se tarda tanto en instalarlos”.
Días después de esta conversación, Musk despidió a Brian Dow, uno de sus colaboradores más cercanos en Tesla al que había llamado para que se hiciera cargo de SolarCity: “Fue el despido más extraño que te puedas imaginar. Habíamos pasado tanto juntos… Elon sabe que puedo ponerme duro porque ya lo habíamos hecho antes en la fábrica de Nevada. Pero le pareció que estaba perdiendo mi empuje, a pesar de que aquel día había dejado de celebrar mi cumpleaños con mi familia para subirme con él a aquel tejado”.
La biografía de Musk está trufada de sucedidos parecidos a este. Y la pregunta es si se puede ser un número uno mundial sin necesidad de gestionar una empresa o una organización de forma, digamos, que exija una extrema dedicación personal. Por eso me gustó la conferencia que impartió el pasado 26 de mayo Óscar García Maceiras, consejero delegado de Inditex, en la Cátedra Fundación La Caixa Economía y Sociedad, con motivo del 50º aniversario de la fundación de la matriz de Zara.
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La conferencia de Maceiras se tituló La fórmula Inditex, y tras repasar la historia de la compañía y recordar sus principales cifras –magnitudes de una empresa líder mundial– habló del éxito de Inditex, que resumió en la siguiente fórmula: (m+c+s+p)·v. Y fue especificando su significado:
M(oda): “La moda va mucho más allá de comprar ropa; es una forma de relacionarse con los demás”. Un equipo de más de 700 diseñadores y 700 patronistas “nos permiten hacer compatible un trato casi artesanal con una producción global”.
C(liente): “Nuestra palabra clave no es la rapidez, sino la precisión para enviar lo que pide el cliente en cada una de nuestras 5.500 tiendas”.
S(ostenibilidad): Que tiene tres conceptos clave: ‘circularidad’ o que el residuo textil pueda ser materia prima; ‘innovación’, porque “no es posible la transformación de la industria sin ella»; ‘colaboración’, ya que “la sostenibilidad exige llegar a acuerdos con otras empresas”.
P(ersonas): “Inditex es una empresa con más de 160.000 profesionales, con una edad media de 30 años. Invertimos muchísimo para ser empleadores de referencia en todos los países, con remuneraciones atractivas y apostando por la promoción interna”.
Y todas estos conceptos que suman, tienen un multiplicador que se aplica sobre todos ellos:
V(alores): La fórmula de Inditex es la suma de moda, cliente, sostenibilidad y personas, multiplicados por los valores, que Maceiras recordó que “es un multiplicador ligado a la cultura de la empresa y en nuestro caso a la figura de nuestro fundador, Amancio Ortega”.
Estos valores se resumen principalmente en tres. El primero es la humildad, porque “en este sector nos jugamos la cuenta de resultados cada día. Nosotros vivimos el ‘efecto Cenicienta’ todos los días del año porque cada jornada a las 00:01 tenemos que batir las ventas del día anterior. Las ventas de ayer no garantizan las de hoy y mucho menos las de mañana”. El segundo valor del grupo para el directivo es la prudencia: “Por muy bien que te vayan las cosas, este un negocio de alta volatilidad, sin barreras de entrada (cualquiera puede vender ropa) ni de salida (un cliente puede no volver nunca). Esa prudencia nos ha ayudado en momentos difíciles”.
Por último, Maceiras subrayó la ambición de la compañía. “Nuestra alma está en Arteixo, una localidad que está a las afueras de A Coruña, que está en la esquina de España, un país que se sitúa en un extremo de Europa. Solo con una ambición desmedida puede uno alcanzar las cifras que ha logrado esta empresa. Somos autoexigentes, inconformistas y tratamos de dar lo mejor de nosotros mismos cada día”.