<p>Imagen: David Vela.<p>

Imagen: David Vela.

El caracol Picasso y la sostenibilidad de las pymes

El caracol Picassso es un molusco gasterópodo de la familia de los Neritidae, imprescindible en los acuarios de agua dulce, al mantenerlos limpios de algas. En este acotado ecosistema acuático se recomienda no superar el ratio de dos caracoles por cada tres litros. Requieren, eso sí, agua con buena oxigenación y suplementar su alimentación con algún añadido de calcio. Caracoles, algas, acuaristas y peces conviven en alianza.

El secreto de un acuario saludable: observación e interpretación del comportamiento de los organismos y de sus condiciones de vida (calidad del agua, decoración, corriente, luz, alimentación, cohabitación con otras especies).

En el ecosistema empresarial, el statu quo lo determinan las dos caras de la misma moneda: competitividad y sostenibilidad. No se entiende la una sin la otra. Son complementarias. Informar de impactos generados y riesgos soportados y ser capaz de transformarlos en oportunidades (IRO) son paradigma de la lógica empresarial más elemental. Por eso, competitividad no se entiende tanto como la capacidad de competir o la rivalidad para la consecución de un fin, sino como mantenerse durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente o a la sociedad.

Frente al reto del juego de la geopolítica, la Unión Europea quiere posicionarse como líder mundial. Por eso no le queda otra que ser pragmática. Como un acuario, depósito grande de agua donde se conservan y exhiben vivos, animales o vegetales acuáticos, las pymes europeas requieren un marco jurídico de referencia adaptable a sus peculiaridades.

Frente a las pantagruélicas ESRS (European Sustainability Reporting Standards; Estándares o Normas Europeas de Informes de Sostenibilidad), sean bienvenidas las VSME (Voluntary Small and Medium Enterprises Standard; Normas Voluntarias de Informes de Sostenibilidad para Pymes). Las primeras, requisitos obligatorios de información sobre sostenibilidad para las grandes empresas, de cualquier sector. Las segundas, voluntarias y simplificadas para las pymes. Reducen sus cargas regulatorias e incentivan su cumplimiento.

De esta manera, las pymes de la cadena de valor de una gran empresa no estarán obligadas a reportar más datos que los recogidos en las oficiales y legales VSME. En cualquier caso, si hubiera nuevos requerimientos, estos serían en sustitución de otros derogados. Esta compensación evita cargas adicionales. Es decir: normas nuevas, supresión de otras. Además, la información solo debería ser anual cuando existan cambios significativos en apartados concretos.

Los reguladores nacionales no deberían pervertir este espíritu europeo de concordia con exigencias innecesarias adicionales. Al Gobierno de España no sé si le parecerá buena idea a la luz de la carta que Sara Aagesen, vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, envió a la UE reclamando mano dura.


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En cualquier caso, formación continua, sensibilización transparente y diálogo sincero y metódico vuelven a mostrarse imprescindibles para convencer de la idoneidad de las VSME. La sostenibilidad es un concepto transversal (holístico la llaman algunos) que abarca a diferentes agentes sociales (grupos de interés). Por eso el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 17 –alianzas y colaboración– es epítome del resto. Justifica la concepción del impacto de cada realidad como un todo, superior a la suma de las partes que lo componen gracias a la retroalimentación. La labor de los despachos profesionales de economistas, auditores y verificadores se antoja valiosa por su cercanía a empresas de menos de 250 trabajadores. Son verdaderos acuaristas que alimentan el espíritu de la sostenibilidad y mantienen la arquitectura contable, equilibrada y pulcra, evitando filtraciones que desperdicien recursos.

Hablamos de resultados medibles y comparables. ¿Las pymes no suponen el 95% de las empresas en la economía local? Pues ofrezcámosles herramientas que reduzcan los costes de cumplimiento y aumenten beneficios. Indicadores clave de desempeño (KPI, Key Performance Indicators) públicos monitorean progreso y desviaciones, promueven transparencia y fomentan la mejora continua y comparten estrategias escalando su impacto. De la misma manera, entidades no lucrativas o Administraciones públicas (como pequeños ayuntamientos) pueden beneficiarse de un reporting sencillo y valioso en cuanto a que monetiza, relativiza y pone en valor sus actividades. La digitalización es otro aliado clave que automatiza procesos y ordena metodologías y rutinas.

Es de justicia diseñar tal acuario regulatorio desde un enfoque ascendente (bottom-up) que priorice a quienes más escasos recursos pueden destinar a su cumplimiento (“Think Small First”, pensar primero a pequeña escala). Como en los acuarios, las VSME son una suerte de vivario, con al menos una cara transparente, donde las pymes tienen la posibilidad de sobrevivir y exhibir sus buenas prácticas.

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