<p>Imagen de la portada ‘The World Ahead 2025’ de ‘The Economist’.<p>

Imagen de la portada ‘The World Ahead 2025’ de ‘The Economist’.

Un 2025 en el que Trump estará omnipresente

‘The Economist’ acaba de publicar sus predicciones para el año que viene. Merece la pena conocerlas con el fin de estar un poco más atentos a lo que nos viene, que, por otra parte, no es muy distinto de lo que vamos dejar atrás en unas semanas.
10 diciembre 2024

Y la primera predicción, cómo no, es ya una realidad: Donald Trump. “Ahora que se han cerrado las urnas, el mundo sabe qué 2025 esperar: el año en el que Trump volverá a la Casa Blanca”.  La aplastante victoria del republicano va a tener consecuencias en casi todo, desde la inmigración hasta el medio ambiente o el comercio. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar, por ejemplo, en su política de inmigración que propone deportaciones masivas de ilegales? ¿Será capaz de subir los aranceles tanto como dice y provocar una guerra comercial incluso con los aliados de siempre de Estados Unidos?

La potencia Trump como presidente de Estados Unidos crea sentimientos de odio y de adhesión, también entre los dirigentes, de forma que partidos y gobiernos que se identifican con sus posturas radicales se sienten respaldados, una cuestión a la que habrá que estar atentos en Europa en los próximos meses. Los ejecutivos italiano, húngaro y polaco y los fuertemente partidos radicales implantados en Francia, Alemania, Suecia y Austria, entre otros, se sienten ahora mucho más fuertes en sus postulados. Su recorrido en será una de los temas a seguir en el próximo año.

Para 2025 también deberíamos estar pendientes a la reacción de los ciudadanos a los nuevos gobiernos que han salido de las urnas en 2024. The Economist recuerda que durante este año casi la mitad del planeta se sometió a elecciones y en muchas ocasiones los votos decidieron vuelcos electorales. Entre los países más importantes del mundo sucedió, además de en Estados Unidos, en Reino Unido con la vuelta de los laboristas; en otras naciones, los partidos gobernantes consiguieron revalidar victorias, pero con mucho menos apoyo y con necesidad de gobernar en coalición, como ha ocurrido en India, Taiwán o en Francia, donde hay una cohabitación entre el presidente socialista y un gobierno conservador.

¿Responderán los nuevos gobernantes a las expectativas de los ciudadanos que apostaron por el cambio? El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, se encuentra ya en niveles de popularidad mínimos.

The Economist considera que no es descabellado apostar por un 2025 en el que crezca el “desorden geopolítico” que domina ahora las relaciones internacionales. Estados Unidos -de nuevo las consecuencias de la llegada de Trump a la Casa Blanca- se va a ir retirando de los conflictos políticos, lo que dará pie a China, Rusia, Corea del Norte e Irán -“el cuarteto del caos”- a seguir instigando conflictos regionales e incrementando su poder en zonas ‘neutrales’.

¿Y en materia socioeconómica? Ahora mismo, como han reconocido los principales organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el mayor riesgo para el crecimiento económico es el desencadenamiento de una guerra comercial propiciada por el incremento de los aranceles a las importaciones en Estados Unidos. Trump -otra vez Trump condicionando el mundo- ha prometido en la campaña imponer una tasa del 10% a todas los productos que entren en el país y hasta del 60% a los chinos. La subida de inflación va a provocar una nueva escalada de la inflación, justo cuando empieza a estar dominada en Occidente. Y, como efecto colateral, llevará a las empresas chinas a construir fábricas en terceros países para sortear los aranceles, lo que incrementará su influencia en el mundo en desarrollo.


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El próximo año no va a ser fácil de gestionar económicamente por los gobiernos, si estos se quieren comportar de forma eficiente. “Los bancos centrales del mundo rico han celebrado la derrota de la inflación”, dice la revista. Ahora las economías occidentales se enfrentan a un nuevo desafío en un entorno de debilidad económica: reducir los déficits, aumentando los impuestos, recortando el gasto o impulsando el crecimiento. Muchas también podrían tener que aumentar los presupuestos de defensa. “Se avecinan dolorosas opciones económicas”, dice Tom Standage, editor de The World Ahead.

En el caso español, el país está creciendo con fuerza y necesita unos presupuestos que empiecen a embridar el elevado déficit público. Veremos qué opción toma el Ejecutivo para conseguirlo: la reducción del gasto o el aumento de impuestos.

The Economist propone también otras tres cuestiones clave para 2025. La primera es si finalmente explotará la supuesta burbuja de la inteligencia artificial (IA). “Es la mayor apuesta de la historia empresarial: se están gastando cientos de miles de millones de dólares en centros de datos para inteligencia artificial, aunque las empresas aún no están seguras de cómo utilizarla y las tasas de adopción son bajas. ¿Perderán los inversores el valor o la IA demostrará su valor a medida que sus desarrollos vayan demostrando su utilidad práctica en las industrias? La gran pregunta que casi nadie puede contestar ahora no es que la IA no sea capaz de hacer maravillas en muchos sectores, sino si esas maravillas serán suficientes para recuperar el ingente dinero que se ha invertido en ello.

Por último, dos tendencias de fondo que también estarán presentes en 2025… y en 2026, 2036, 2056 y más allá. Una es el envejecimiento de la población, cada vez más peligroso para la sociedad occidental y cada vez más complicado de revertir. La edad media continúa creciendo en el mundo desarrollado -en algunos países ha alcanzado mínimos históricos en estos años- y esto supone más gasto social y asistencial para los gobiernos y menos ingresos de una mano de obra cada vez más pequeña, que deberá aumentar gracias a la inmigración. En España, por ejemplo, nueve de cada diez personas que se han incorporado al mercado laboral son extranjeros y el Gobierno acaba de anunciar un proceso de regularización de 900.000 inmigrantes en tres años. No va a cambiar la cosa el año que viene en Occidente, si no es por el incremento de la presión migratoria.

La otra es el cambio climático. Aquí, The Economist es optimista y cita el “auge de las tecnologías limpias liderado por China”, tanto dentro como fuera del país, al exportar cada vez más paneles solares, baterías y vehículos eléctricos. Pero la revista se pregunta si “el mundo sabrá pronto si las emisiones globales han llegado a su punto máximo” y la respuesta no puede ser tan positiva todavía.

Según el Global Carbon Budget Office (GCBO) que dirige el profesor Pierre Friedlinsgtein en la Universidad de Exeter (Reino Unido) en 2024 se prevén unas emisiones de dióxido de carbono (CO2) de origen fósil de 37.400 millones de toneladas en el mundo, un 0,8% más que en 2023, y la mayor cifra alcanzada nunca. “A pesar de la urgente necesidad de reducir las emisiones para frenar el cambio climático, los investigadores afirman que todavía no hay ‘ninguna señal’ de que el mundo haya alcanzado un pico en las emisiones de CO2 de origen fósil”, dice el (GCBO). Y lo peor es que los países no quieren ponerse de acuerdo para atajar el uso de combustibles fósiles, como confirma el patético resultado la Cumbre del Clima COP29 que finalizó hace un par de semanas.

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