El papel de las empresas en la empleabilidad de las personas con discapacidad

Uno de los más importantes es el reto de conseguir un acceso igualitario a la educación, objetivo que trae un sinfín de beneficios entre los que se encuentra el hecho de lograr los niveles de formación adecuados para acceder a un puesto de trabajo de calidad.

Si hay algo que tenemos claro es que formación y empleabilidad están estrechamente vinculados. Una afirmación que podemos validar con el informe Palancas globales de apoyo a la integración de las personas con discapacidad, que elaboramos en Fundación Randstad en el que se muestra que el avance de los estudios primarios a secundarios conlleva un aumento significativo en la tasa de empleo de 15 puntos básicos, pasando del 12 % al 27 %, entre 2018 y 2022, así como una reducción de la tasa de desempleo en ocho puntos básicos, lo que se traduce en una disminución del 32 % al 24 % en el mismo periodo.

Pero esto no es lo único. Del mismo análisis se desprende que progresar de estudios secundarios a universitarios supone un incremento aún mayor en la tasa de empleo, aumentando en 17 puntos, del 27% al 44%, y una reducción sustancial de la tasa de desempleo a la mitad, descendiendo del 24% al 12%, cifras que consideramos reveladoras y que no podemos pasar por alto al estudiar la participación de las personas con discapacidad en el mercado laboral.

En este sentido, podemos afirmar que, para mantener su empleabilidad, la educación tiene que estar cada vez más presente y no solo antes de acceder a un trabajo, sino a lo largo de toda su vida laboral.

Además, es importante tener en cuenta que aunque los datos mostrados anteriormente sean positivos, también es cierto que solo el 19% de las personas con discapacidad en edad laboral han completado la educación primaria, cifra que ha aumentado desde 2015, pero que sigue siendo considerablemente baja, por lo que al profundizar un poco más en el tema, no tardamos en evidenciar que es necesario seguir trabajando para conseguir proporcionar más oportunidades de formación con el fin de que estas personas puedan enfrentarse al mercado laboral como el resto.

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Por otra parte, sabemos que el esfuerzo no debe partir nada más de la persona en sí y su nivel de formación, sino también de las empresas que juegan un papel determinante en la sociedad a la hora de ofrecer puestos de trabajo y de hacerlo con unas condiciones adecuadas de adaptación, flexibilidad y movilidad para todas las personas, incluidas las personas con discapacidad.

Esta es la forma de lograr una integración real y de disminuir la brecha entre el colectivo y el resto de la población que no afecta únicamente a nivel económico, sino también a nivel psicosocial. Es decir, de nada sirve que las personas estén capacitadas si las empresas no lo están para recibirlas, ya que se trata de un trabajo colaborativo que requiere la implicación de todos.

Por esto, debemos aprovechar el avance en tecnología y en la cantidad de información que tenemos sobre este asunto para replantearnos la forma en que le damos cabida a cada individuo en la sociedad independientemente de su condición y capacidades.

El Día Internacional de las Personas con Discapacidad es un buen momento para hacer una evaluación en el sector empresarial sobre cómo gestionamos la captación de talento y qué medidas tomamos para contar con una plantilla diversa en la que las personas con discapacidad puedan sumar con su potencial al igual que el resto de los trabajadores, formando un equipo robusto en el que las diferencias aportan.