El potencial de la IA para amplificar el impacto del tercer sector

No tiene sentido rasgarse las vestiduras con la IA, no es la primera vez que una tecnología nos cambia la vida. Pero es importante comprender cuanto antes que no será flor de un día, y que a partir de ahora va a determinar en gran medida nuestra forma de trabajar. Por eso, lo más inteligente es aceptarla, tratar de comprenderla y aprender a utilizarla –de forma adecuada, honesta y responsable– para llevarla a nuestro terreno y aprovechar el gran potencial que tiene, y que puede ofrecer a nuestras organizaciones.

También, por supuesto, a las organizaciones del tercer sector. De hecho, son cada vez más las ONG que se están lanzando a probar sus ventajas, bien a través de integraciones más o menos complejas, o bien mediante el uso de herramientas sencillas y al alcance de cualquier usuario.

Podríamos separar el uso de la inteligencia artificial por parte de las entidades no lucrativas en dos ámbitos. Por un lado, el que aplica a su gestión organizacional, y por otro, en lo relativo al desempeño de su misión y a su acción directa con los colectivos beneficiarios.

Gestión interna de la organización

Si hablamos de la parte organizativa, esta tecnología es como contar con un becario a tiempo completo para ayudarnos a resolver nuestras tareas recurrentes en menos tiempo, y así poner el foco en aquellas actividades de mayor valor añadido para la entidad. Pero al igual que a un becario, que está aprendiendo, tenemos que supervisarle y no depositar en él la responsabilidad última del trabajo, tampoco debemos dar por sentado que la IA lo sabe todo (a pesar de ser capaz de analizar en segundos miles de millones de datos y fuentes de información).

Esa herramienta generativa, como su propio nombre indica, genera contenidos, materiales, respuestas a nuestras preguntas, traducciones… que nosotros deberemos supervisar, pasar por el filtro de lo humano, de nuestro propio conocimiento y perspectiva. En definitiva, darle el valor de lo personal frente a lo artificial, y ser nosotros los responsables últimos de los resultados. Eso sí, nos habremos ahorrado una gran cantidad de tiempo.

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Así, una ONG puede utilizar este tipo de IA generativa para elaborar informes, proyectos, presentaciones, propuestas o planes de trabajo. Para crear contenidos audiovisuales y mensajes de campañas en redes sociales. Para buscar ideas creativas de nuevas acciones de captación de fondos, identificar posibles donantes y enviarles mensajes personalizados y mejorar la interacción con ellos. Incluso, una herramienta como el chatbot permite automatizar la atención al cliente mediante un asistente virtual que puede resolver las consultas más habituales.

Acción directa con beneficiarios

A nivel externo, el uso de la inteligencia artificial está permitiendo a las ONG mejorar la labor que realizan con los colectivos beneficiarios de sus acciones y ser más eficientes en el ejercicio de su misión. Podemos ver ejemplos muy interesantes en algunas de las asociaciones y fundaciones acreditadas con nuestro sello Dona con Confianza.

Por ejemplo, CRIS contra el Cáncer, dedicada a la investigación para tratar de vencer a esta enfermedad, lleva algunos años trabajando en la aplicación de IA y big data para mejorar el diagnóstico y tratamiento de tumores, avanzando hacia una “oncología de alta definición”. Educo ha promovido una herramienta de inteligencia artificial llamada Kanjo que es capaz de detectar patrones emocionales asociados al sufrimiento, vulnerabilidad y situaciones de riesgo en los niños para poder intervenir de forma rápida.

En el ámbito del Alzheimer, la Confederación Española de Alzheimer (Ceafa) ha lanzado la skill ‘Memoria’ para Amazon Alexa, que con ayuda de la IA es capaz de estimular determinadas funciones cognitivas como el lenguaje, la memoria o el cálculo en personas con demencia o deterioro cognitivo leve o moderado. Y otro caso destacado es el de Autismo Burgos y el proyecto BBMiradas para la  detección del autismo en bebés entre 4 y 36 meses, en el que la inteligencia artificial permite analizar todos los datos recogidos mediante diferentes pruebas e identificar señales de alerta de los Trastornos del Espectro Autista (TEA).

A nivel internacional, también existen ejemplos exitosos de ONG como World Vision Brasil, que utiliza la IA para ayudar a niñas y adolescentes a prevenir la violencia de género. O, el caso de Unicef, que la usa para analizar imágenes de satélite y datos de clínicas de salud con el fin de identificar a los niños que están en riesgo de desnutrición y poder proporcionarles la comida y atención médica que necesitan.

Sin duda, las oportunidades de mejora que la inteligencia artificial ofrece a las organizaciones del tercer sector apenas han empezado a vislumbrarse. Ante nosotros tenemos un potencial de desarrollo increíble que permitirá amplificar su impacto en la sociedad, poniendo la tecnología, más que nunca, al servicio de un mundo mejor. Siempre, recordemos, desde la ética, la honestidad y la responsabilidad, y bajo la supervisión de las personas.