<p>José Luis Rodríguez Álvarez, presidente del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG).<p>

José Luis Rodríguez Álvarez, presidente del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG).

El momento del Consejo de Transparencia, autoridad administrativa independiente

El CTBG estrena nuevo estatuto. Este importante paso en lo organizativo refuerza su posición como autoridad administrativa independiente (AAI). A su vez, coinciden una serie de circunstancias favorables para que el CTBG se marque un nuevo reto: asumir el liderazgo en el impulso de los valores de transparencia e integridad pública.
3 septiembre 2024

El pasado 2 de agosto se publicó en el BOE el nuevo Estatuto del Consejo de Transparencia y Buen Gobierno (CTBG), que “fortalece la institución como autoridad administrativa independiente de supervisión y control de la transparencia pública”, según el propio organismo, “dotándola de una estructura orgánica y de un régimen jurídico de funcionamiento más acorde con su naturaleza de autoridad administrativa independiente”. Una cuestión que ya se recogió en la Revista Haz en este artículo.

La definición de este nuevo marco era uno de los grandes objetivos que se propuso el presidente del organismo, José Luis Rodríguez Álvarez, que reclamaba una mejor organización interna que le permitiera, entre otras cuestiones, “delegar decisiones o actuaciones básicas”, como explicaba en esta entrevista con nuestra compañera Beatriz C. Martisi, y que también quedó reflejada en el Plan Estratégico 2022-2025 del CTBG, donde se situaba como una de las “debilidades transversales”.

Realizada esta importante labor de redacción y aprobación del nuevo estatuto, nos situamos en un nuevo escenario en lo que respecta a su funcionamiento interno. Esto podría permitir a la presidencia del CTBG a “dedicarse a actividades propias de dirección y estratégicas”, como sugería el propio Rodríguez Álvarez en la citada entrevista.

Si bien no está explicitada de manera expresa entre sus funciones, una de estas actividades estratégicas podría ser la de asumir un liderazgo claro en la promoción de los valores de transparencia e integridad pública, en un momento en que se está revelando que es más que necesario este impulso. Y no es un momento cualquiera, puesto que se dan varias circunstancias favorables para hacerlo.

Un contexto necesario

Estamos desgranando, con suficiente detalle en varios artículos previos, el proceso definido como “deconstrucción de la transparencia”. Un proceso que se mueve desde lo legislativo a lo institucional, afectando a órganos garantes, a organismos de prevención y lucha contra la corrupción y a controles. En este escenario es muy necesaria la acción proactiva y el liderazgo de quienes tienen la capacidad y una posición con posibilidades.

Precisamente, Rodríguez Álvarez reclamaba esta actitud proactiva de los sujetos obligados por ley en cuanto a ir más allá de sus obligaciones de publicidad activa, cuando se refería al cumplimiento de la ley en la entrevista con Martisi. Y también señalaba, con todo acierto, que el impulso de la cultura de la transparencia “es una tarea colectiva donde todos tenemos que contribuir, lógicamente, en distinto grado, dependiendo de nuestra posición”. Pocas posiciones más adecuadas hay que la del presidente del CTBG para asumir un liderazgo que hoy es fundamental para revertir el proceso deconstructivo que se está desarrollando, y a su vez continuar con el avance de esta década de aplicación de la Ley 19/2013 y sus derivadas autonómicas.


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Una legitimidad adquirida

Sobre el presidente del CTBG, ya pasado de largo el ecuador del mandato que asumió en octubre de 2020 (con una duración prevista por ley de cinco años no renovables), podemos afirmar que ha ganado suficiente legitimidad para asumir este rol. Más allá de las estadísticas, del grado de acuerdo que pueda tener cualquiera con las resoluciones que ha firmado o con las decisiones directivas que ha tomado, por su labor ha quedado demostrado que no era el “enchufado” (calificativo textual, entre otros, utilizado por la oposición en su momento) que venía a proteger a Sánchez y su gobierno de las solicitudes de información pública, en un contexto especialmente sensible por la pandemia.

Para probar la validez de este argumento basta con examinar el silencio sobre esta cuestión desde los ámbitos político o mediático desde hace mucho tiempo. Las críticas sobre transparencia se dirigen a los ministerios o entes públicos, y se expresan en los titulares que hablan de los “tirones de orejas” (vaya manera de llamar a las resoluciones, dicho sea de paso) del CTBG a los mismos por no entregar información. Pero las críticas de los medios no son hacia el CTBG por su labor obstruccionista, como se vaticinaba. Hay cosas que conviene recordar de vez en cuando.

En una situación de enfrentamiento político continuo, exagerado y en muchas ocasiones vacío de argumentos, en el que el tema de la falta de transparencia o de falta de interés en mantener las instituciones que la promueven ha estado en los debates parlamentarios regionales (lo que los habilita en estos tiempos a pasar a la arena política nacional), recurrir a la ‘bala de plata’ de la falta de independencia del presidente del CTBG era un recurso fácil que podría haber utilizado cualquier parlamentario o portavoz de partido. Y no ha ocurrido.

Es un buen termómetro para medir la temperatura respecto a esta situación. Como lo son las entrevistas concedidas a medios de distinto signo ideológico (desde La Razón a Público) y el tratamiento neutro recibido en cada uno de ellos. Sin embargo, aún son pocas. La exposición del presidente del CTBG debe ser mayor, más en este escenario, y más aún si esperamos que asuma un rol de liderazgo.

En un escenario de enfrentamiento político continuo, la presidencia del CTBG está fuera de toda discusión a pesar de las críticas recibidas al inicio de su mandato.

Un CTBG que recupera la voz

En esta línea, el CTBG ha dado un paso muy positivo en estos últimos meses, recuperando la actividad en redes sociales (X -Twitter- y Linkedin), donde se limitó durante mucho tiempo a cumplir con unos mínimos que hicieron prácticamente imperceptible su voz.

Sin llegar al nivel de publicaciones e interacción con otros usuarios de los primeros años, es notable el cambio para bien que ha experimentado en estos últimos meses. Hay margen de mejora, pero ese margen debe ser coherente con ese liderazgo que reclamo. Las redes sociales, con todos sus defectos, son una buena plataforma para seguir fomentando la cultura de la transparencia y para ejercer de ejemplo a otros organismos en este campo. Y la voz del presidente, presente en Linkedin, también es una buena herramienta. Pero debe tener altavoces más potentes, que lleguen a más oídos que los habituales.

Esa acción, que se inserta en el objetivo estratégico vertical 1.2 del Plan Estratégico 2022-2025, “Potenciar la proyección externa del Consejo a través de Internet”, cuya meta era “mejorar la presencia actual en Twitter y extenderla a otras redes, con al menos cien contenidos comunicados a través de redes sociales al año”. Es comprensible y coherente fijar los objetivos en cifras, pero sería muy positivo que la mejora de la presencia virtual también estuviera compuesta por intangibles, como la imagen y el mensaje que se transmite desde una autoridad como el CTBG.

Un momento favorable

En 2025, además del fin del mandato de Rodríguez Álvarez, tendrá lugar otro acontecimiento de relevancia mundial, como es la celebración de la IX Cumbre de la Open Government Partnership en Vitoria, un evento que pondrá el broche a la copresidencia de España del Comité Directivo de la OGP.

No se trata de animar a tomar posiciones quijotescas durante la cumbre ni nada que se le parezca, faltaría más. Pero, sin duda, la relevancia de este año en el escenario del gobierno abierto en España debe ser preeminente en la agenda pública, y lo será muy especialmente en la Semana de la Administración Abierta (SAA) de 2025. Y de no serlo, el CTBG puede y debe tener un protagonismo destacado, con sus propios recursos y con la colaboración, que seguro no le faltaría, de múltiples actores, desde otros comisionados o consejos garantes hasta la sociedad civil. Todo el año, no solo en la SAA, y con vistas a los años que vendrán después.

Un legado social

En resumen, confluyen un contexto que lo hace necesario, un momento adecuado por las propias dinámicas organizativas y comunicativas del CTBG, un clima favorable respecto a la presidencia (especialmente si la comparamos con la del inicio de mandato), y un escenario propicio como pocos, como tal vez no se repita en muchos años. El viento sopla a favor.

Confluyen un contexto que lo hace necesario, un momento adecuado a nivel interno, un clima favorable a nivel de imagen y un escenario propicio para dar un paso al frente y asumir desde el CTBG el liderazgo en la promoción de la cultura de la transparencia.

Rodríguez Álvarez podrá poner en su haber, entre otros logros de actuación o refuerzo de la entidad, la reestructuración del CTBG y el paso hacia una autoridad administrativa independiente. Es un logro que seguro se valora positivamente, especialmente en los ámbitos administrativos.

Pero también puede iniciar un proceso con un mayor impacto social (o reiniciarlo si se quiere entender así, si tenemos en cuenta la labor de Esther Arizmendi), como sería asumir el liderazgo desde la institución garante de la transparencia a nivel estatal como promotora y defensora de la cultura de la transparencia. No hay tiempo para esto en un año, no seamos ingenuos ni pidamos la luna. Tampoco hay que esperar a verlo en planes estratégicos ni en evaluaciones de desempeño; es lo intangible lo que añade un valor extraordinario en momentos de necesidad.

Se trata de dar los pasos en esa dirección, de seguir el camino de conceder entrevistas en prensa, de organizar eventos, de participar activamente en foros, de presencia en redes sociales, enviando los mensajes adecuados y contribuyendo a frenar y revertir el proceso de deconstrucción de la transparencia desde un liderazgo integrador y positivo. Orden organizativo e impacto social son complementarios. Eso podría mejorar el legado para quienes vengan detrás y para todos los que se quedan.

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