La operación bikini de la transparencia

La operación bikini de la transparencia

Llega un periodo en que los buenos propósitos van a colmar los documentos institucionales. Lo fundamental es que, una vez pasado el particular verano del gobierno abierto, que este año se antoja duradero, se mantengan las intenciones y no se abandone la dieta y mucho menos, la práctica cotidiana de ejercicio.

Joaquín Meseguer sostiene desde hace mucho tiempo que “la transparencia es el primer plato con el que se alimenta la democracia”, o al menos una democracia de calidad (esto lo añado yo, que democracia la hay de varios niveles). Y la transparencia, coqueta, ha decidido ponerse a dieta.

Como buen humano preocupado por su estética (y tal vez por su salud, eso dependerá de las medidas que tome), se ha propuesto lucir tipo para el verano y se ha puesto manos a la obra. Para empezar, ha decidido ponerse en manos de un buen equipo de profesionales, como dietistas, nutricionistas, entrenadores e incluso observadores externos, para diseñar un buen plan dietético y de ejercicio.

Este equipo está formado por mucha gente, que incluye tanto al Foro de Gobierno Abierto (más el plus de las aportaciones del periodo de consulta pública) para la elaboración del V Plan de Gobierno Abierto, como a las personas y entidades que van a tomar parte de los talleres en torno al Consenso por una Administración Abierta, cuyo listado reunirá, sin duda, a grandes profesionales. Los nombres que se van conociendo por las publicaciones en redes sociales no dejan lugar a la duda.

Tanto los grupos de trabajo del Consenso como los del Foro compartirán reflexiones, ideas, críticas y harán diagnósticos, acompañados de recomendaciones o propuestas. Para quienes creemos en el valor de la inteligencia colectiva, esto es una grandísima noticia. Y con los mimbres que se contará, más aún.

Ahora bien, una cuestión clave, la que más tal vez, cuando uno se pone a dieta o empieza un plan de entrenamiento, es seguir las recomendaciones de los especialistas. Ya sabemos cómo funciona esto. Nuestra palabra de cuidarnos se sitúa en distintos niveles, adaptables según la voluntad y la disciplina de cada cual: comer (un poco más) sano, hacer (algo de) ejercicio, dormir (algunas horas) más, estresarnos (un poco) menos…

Una cuestión clave, la que más tal vez, cuando uno se pone a dieta o empieza un plan de entrenamiento, es seguir las recomendaciones de los especialistas.

Después suele pasar una de estas cuatro opciones: incumplimos directamente nuestra palabra; la cumplimos un tiempo no muy largo; la cumplimos con mayor o menor intensidad en periodos prolongados o, lo más inusual, se mantiene en el tiempo de forma duradera y con estricto cumplimiento de los cánones ideales propuestos al inicio.

Ni que decir tiene que de poco sirve ir al dietista cada semana e ignorar la dieta que te recomienda, o hacerla solo un par de días de cada siete. Lo mismo pasa con el ejercicio. Entrenar una semana y corroerse por las agujetas, seguir un mes más cuando ya no te duelen hasta los pensamientos, para dejarlo por lo que sea y no volver a doblar el espinazo tiene un efecto prácticamente nulo.

El verano del gobierno abierto que se avecina es muy largo. Tanto como el verano de mi tierra andaluza, que acaba allá por octubre. Esa fecha este año está marcada en rojo, pues será cuando España ocupe la copresidencia de la Alianza para el Gobierno Abierto (Open Government Partnership, OGP). Llegaremos con un buen tipo, con un estupendo V Plan de Gobierno Abierto casi listo bajo el brazo, cuya aprobación por el Pleno del Foro se espera para noviembre. La fase de publicación y difusión se proyecta para diciembre.


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Por su parte, los grupos de trabajo del Consenso por una Administración Abierta estarán en fase de prototipado de proyectos en el cuarto trimestre de este año. En 2025 toca el despliegue de medidas, al igual que con el V Plan de Gobierno Abierto.

La copresidencia española de la OGP empezará con paso fuerte, por tanto, con un despliegue importantísimo por parte de la Administración del Estado (sin olvidar también el papel de las autonómicas y locales), empezando a implementar un V Plan que se antoja ambicioso y un ejercicio muy interesante como es el Consenso por una Administración Abierta. Lo importante es mantener el ritmo durante todo el V Plan y que las reformas se asienten.

Ahora bien, esto servirá de poco si no se aplican las recomendaciones o no se ejecutan los proyectos. Por ejemplo, si se constituye un grupo de trabajo con profesionales muy expertos y reputados para la reforma de la ley de transparencia, y después no se reforma (véase IV Plan), de poco sirve entrenar. Menos aún si ni siquiera se contempla, como ha ocurrido, la reforma en el Plan Anual Normativo del último año de ejecución del IV Plan.

Pero queda la esperanza de que la reforma de la Ley 19/2013 se encuentra recogida, de manera indirecta, en el compromiso 3 del Documento marco para la elaboración del V Plan. No es un compromiso como tal, se menciona como algo que debe dar cabida a “la regulación de la actividad de los lobbies y los grupos de influencia”. Detalles poco importantes si al final se reforma, pero sensible si la reforma solo atañe a esa cuestión y no a otras tratadas en aquel grupo de trabajo que se constituyó.

La copresidencia española de la OGP empezará con un despliegue importantísimo por la Administración. Lo importante es mantener el ritmo durante todo el V Plan y que las reformas se asienten.

Algo parecido ocurre con la rendición de cuentas. “Fortalecer los mecanismos de rendición de cuentas ante la ciudadanía, favoreciendo la interoperabilidad con todos los departamentos y Administraciones”, como también se recoge dentro del compromiso 3 del Documento marco, sería algo fabuloso, y confiamos en que así ocurra, pero no habría estado mal dar continuidad al Informe Cumpliendo (¿qué fue de él?), desaparecido en todo 2023. La importancia de la continuidad de las dietas, que decíamos antes.

Lo peor de las dietas es el efecto rebote. Ya saben, recuperar todo el peso perdido después de una primera fase de entrega y sacrificio, que se echa a perder por abandonar las rutinas, y cuyos efectos pueden llevarnos al punto de partida.

Tal vez recuerden como empezó en España esto de la transparencia y el gobierno abierto, con la “tormenta perfecta” (como la resumió Emilio Guichot) sobre cuyo diagnóstico coincidieron tantas voces: crisis económica, desafección política y percepción de corrupción generalizada. Un caldo de cultivo idóneo para alimentar una enorme pérdida de la confianza de la ciudadanía en las instituciones y la clase política. Aunque hemos avanzado bastante y en muchas cosas, no tenemos ni mucho menos la vacuna contra este mal. Evitemos nuestro propio efecto rebote para no regresar a ese punto de partida.

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