Las nuevas tecnologías, grandes aliadas de la empleabilidad de las personas con discapacidad

Las nuevas tecnologías, grandes aliadas de la empleabilidad de las personas con discapacidad

Las personas con discapacidad se enfrentan en su día a día a numerosas barreras educativas, profesionales y culturales. Afortunadamente, a lo largo de los últimos años hemos desarrollado distintas herramientas que han favorecido y mejorado la accesibilidad, propiciando que cada vez estemos más cerca de alcanzar la inclusión real y plena de la discapacidad en todos los ámbitos de la vida.

¿Y cuál ha sido la principal aliada de la accesibilidad? Las nuevas tecnologías. Y es que, en pleno 2024, pocas dudas caben sobre el importantísimo rol integrador que tienen las nuevas tecnologías en lo que a la inclusión laboral se refiere. Una inclusión que, no lo olvidemos, permite dotar a estas personas de la independencia económica y personal necesaria para poder desarrollar sus propios proyectos de vida.

En este sentido, por ejemplo, la tecnología multiplica las opciones de formación, facilitando que usuarios con distintas discapacidades puedan acceder a programas formativos de primer orden y, además, hacerlo plenamente.

De hecho, estas herramientas digitales hacen posible presentar la información de manera accesible y en distintos formatos, y, además, las nuevas metodologías de aprendizaje se adaptan a las diferentes necesidades que puedan tener quienes se inscriben en una formación. En este sentido destaca, por ejemplo, la modalidad online, que permite que personas con movilidad reducida o con dificultades para desplazarse puedan seguir el programa con total normalidad.

Asimismo, estas mismas tecnologías posibilitan en muchos casos que personas con discapacidad puedan realizar trabajos de todo tipo con normalidad. Y no solo eso, sino que repercuten positivamente para que el rendimiento de ese trabajo sea mejor en términos de productividad.

Un ejemplo es el uso de PDAs. Esta herramienta facilita el trabajo a personas con pocas habilidades administrativas o con dificultades en la lectoescritura. Este tipo de adaptaciones son sencillas de implementar. En cualquier caso, lo importante es que tanto el departamento de talento y cultura de las empresas, como las personas con certificado de discapacidad empleadas, se adapten a las necesidades de cada uno. Esa es la equidad que nos complementa.

Por otro lado, no siempre es necesario implementar herramientas específicas. Un entorno poco ruidoso, bien iluminado y sin barreras arquitectónicas siempre facilitará el trabajo al conjunto de los empleados.

La tecnología multiplica las opciones de formación facilitando que usuarios con discapacidad pueden acceder a programas formativos (…) y posibilita que estas personas puedan realizar trabajos con todo tipo de normalidad.

Sectores que históricamente han tenido dificultades para integrar a personas con discapacidad en su plantilla (como, por ejemplo, el sector industrial), a través de la difusión de las buenas prácticas y el conocimiento de las tecnologías accesibles, han sido capaces de incorporar a estas personas, evaluando sus capacidades y aprovechando todo su potencial. Esto hace que la empresa pase de la adaptación clásica del puesto de trabajo a una contratación en la que el trabajador con discapacidad aporta todo su potencial.

A pesar de todo los avances, todavía quedan cosas por escalar. De un tiempo a esta parte, las personas sordas quedaban excluidas de procesos de selección por la dificultad de comunicarse con ellas, pero actualmente pueden participar en entrevistas de trabajo gracias a las aplicaciones de subtítulos automáticos, el uso de videollamadas y de la incorporación de timbres/señales visuales, además de sonoros, en el centro de trabajo.

Para seguir avanzando necesitamos empresas comprometidas y valientes. En Fundación Randstad, nuestro objetivo ha sido siempre romper con los estereotipos, para lo que no trabajamos solos, sino que lo hacemos codo con codo con empresas, trabajadores, entidades y Administraciones públicas. De hecho, cumplimos este año, nuestro 20 aniversario. 20 años trabajando en favor de la inclusión laboral de las personas con discapacidad y para su normalización en la sociedad.

A lo largo de este tiempo, hemos sido testigos en primera persona de cómo ha cambiado la percepción sobre las personas con discapacidad dentro y fuera de las empresas. Afortunadamente, podemos decir que hemos dejado atrás aquel tiempo en el que la discapacidad era vista como lo ajeno, como un riesgo e incluso como una amenaza.


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Ahora, cada vez nos encontramos con más empresas que han integrado la diversidad en su cultura organizacional o que, al menos, muestran un verdadero interés en hacerlo por razones que no responden únicamente al cumplimiento de la legislación vigente o a las ventajas económicas de las que esta pueda venir acompañada. Muy al contrario, lo hacen porque son conscientes de los beneficios que esta diversidad puede reportar a todos los niveles: desde la mejora del ambiente laboral a la mayor identificación de los trabajadores con la entidad, pasando por una mejora en la cuenta de resultados.

Para ser una empresa diversa, es imprescindible la flexibilidad. Aquellas que saben adaptarse a las novedades y cambios tienen ventaja sobre las que pretenden seguir funcionando como siempre lo han hecho, y probablemente obtengan mejores resultados. Haber hecho el ejercicio de incluir la diversidad incorporando nuevas tecnologías para ello, hace que las empresas adquieran conocimientos y formas de trabajar más innovadoras.

Nosotros lo hemos visto a lo largo de estos 20 años acompañando a las personas con discapacidad en su itinerario formativo y laboral. Ahora, esperamos poder acelerar el paso, para lograr una sociedad con oportunidades para todos.

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