Un decenio promoviendo la fiscalidad responsable

Un decenio promoviendo la fiscalidad responsable

Diez años puede resultar un periodo de tiempo muy largo o, por el contrario, muy corto. Para una fundación, como Haz, que tiene como misión “fortalecer la confianza de la sociedad en sus instituciones impulsando la transparencia, el buen gobierno y el compromiso social”, se trata, ciertamente, de un lapso muy breve. Pero, aunque apenas estemos comenzando, nos sentimos muy satisfechos de los logros conseguidos.

En estos diez años la Fundación Haz ha contribuido a concienciar a las principales empresas del IBEX 35 sobre la importancia de informar con transparencia de sus prácticas sobre fiscalidad responsable.

En 2014, año en el que se inician los informes sobre transparencia de la responsabilidad fiscal, apenas un par de empresas informaban sobre su contribución fiscal global a las finanzas públicas, detallando su contribución país por país; únicamente una empresa hacía mención a las cuestiones tributarias en sus informes de sostenibilidad; tan solo la mitad de las empresas del selectivo habían suscrito el Código de Buenas Prácticas Tributarias de la AEAT (Agencia Estatal de Administración Tributaria); ninguna de las empresas daba cuenta de los litigios fiscales que mantenía con las distintas administraciones tributarias con las que se relacionaba; solo ocho empresas daban información sobre su presencia en paraísos fiscales y ninguna empresa informaba de las actividades de la comisión de auditoría y control relacionadas con la supervisión de la estrategia y riesgos fiscales.

Han transcurrido diez años y el panorama del sector ha cambiado sustancialmente. La mayoría de las empresas del IBEX 35 no solo cumplen con todas estas exigencias, sino que en este breve periodo de tiempo se han conseguido situar y mantener como las empresas líderes en transparencia fiscal en el ámbito internacional.

Si bien los desarrollos normativos de los últimos años, tanto a nivel nacional como comunitario, han contribuido a la mejora en la información sobre responsabilidad fiscal, el progreso que ha experimentado el reporte de las cuestiones fiscales en las empresas españolas se ha debido a un esfuerzo voluntario de las grandes compañías. Hay que destacar, particularmente, el empeño de los responsables del área fiscal por mostrar y demostrar cómo sus respectivas empresas han ido incorporando marcos de fiscalidad responsable a la hora de rendir cuentas de su contribución fiscal efectiva y cómo han conseguido elevar esta cuestión a los máximos responsables de la empresa.

Estamos convencidos de que nuestro informe ha servido de incentivo para que las empresas aumenten la transparencia de su información en la web y ha servido, en muchos casos, de referente para intercambiar e incorporar buenas prácticas entre las mismas. En estos diez años las empresas han demostrado que han sabido responder y adaptarse con rapidez a los diferentes retos y exigencias incluidas en nuestros indicadores y que han ido evolucionado con el tiempo al hilo de los nuevos marcos normativos y las mejores prácticas internacionales.

El informe no ha pretendido valorar si las empresas pagan muchos o pocos impuestos, sino analizar cómo informan sobre su responsabilidad fiscal de manera transparente, que es un compromiso que va mucho más allá de proporcionar información sobre la cifra final que aportan al erario, y que incluye cuestiones como sus políticas, estrategias, procedimientos, modelos de cumplimiento y sistemas de supervisión y gobernanza.

Entre las cuestiones incluidas en el informe se incorporó desde el principio el examen y justificación de la independencia de la firma auditora. Nadie podía ignorar el importante papel que han jugado las big four  en la “relajación” fiscal de muchas empresas y en la cristalización de una cultura en la que acudir a los resquicios de la ley para rebajar la factura impositiva, no solo no se considera una conducta inapropiada, sino que, en ocasiones, se exhibía como la mejor tarjeta de presentación de un servicio de calidad.


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Generar mejor reputación

El aumento del grado de transparencia fiscal de las empresas del selectivo a lo largo de estos diez años no solo aparece reflejado en los informes de la Fundación Haz, sino que es un hecho constatado por otros estudios.

Así, por ejemplo, el Informe sobre Transparencia fiscal y sostenibilidad 2023 publicado por PwC, en el que analiza 269 sociedades cotizadas de Austria, Alemania, Brasil, España, Irlanda, Suiza, Sudáfrica y Reino Unido de acuerdo con el estándar GRI 207 sobre fiscalidad, el CSA de S&P Global y otros marcos de referencia, concluye que “los grupos españoles están a la vanguardia de la información sobre transparencia fiscal”.

PwC no cita en su análisis como una de las causas del aumento de transparencia de las multinacionales españolas el impacto que, sin duda, ha tenido el informe-ranking publicado a lo largo de estos diez años por la Fundación Haz, limitándose a mencionar las iniciativas legales como la única causa de ese progreso e ignorando el poder que tienen los informes-ranking para generar incentivos e impulsar cambios.

Es comprensible que la big four no cite nuestro informe, cuando parte importante de nuestros indicadores de transparencia están dirigidos a examinar el carácter independiente de las entidades que realizan la auditoría externa, recomendando que no presten ningún servicio de asesoría fiscal si realizan la auditoría legal.

Lo reconozca o no la auditora, lo cierto es que entre los incentivos o instrumentos que generan estímulos más eficaces para que las organizaciones progresen se encuentran los rankings e índices. La transformación digital y el auge de las redes sociales han aumentado la capacidad e influencia de los líderes de opinión (influencers), cuyo radio de acción se extiende cada día más. Los índices y rankings son un ejemplo muy significativo de esa categoría de líderes de opinión o ‘influyentes clave’ (key influencers), siempre, claro está, que logren el reconocimiento social a lo largo del tiempo.

Por otra parte, la omnipresencia de la web ha expuesto forzosamente a todas las instituciones, públicas y privadas, al escrutinio público, incrementando de manera exponencial las expectativas de información de la sociedad. Ya nadie puede evadirse de la indagación de terceros. Nunca ha sido tan fácil ni tan barato hacer llegar nuestra información al exterior. Por esa razón, cuando esta no llega, con la calidad y periodicidad adecuada, la valoración negativa de la sociedad es inmediata.

Todas estas tendencias coadyuvan a que la ‘reputación’, entendida como el nivel de estima o admiración que los grupos de interés tienen por una institución, adquiera cada vez más peso e importancia en la vida de las organizaciones. Y dentro de esos grupos de interés cada vez tienen más relevancia aquellos líderes de opinión, personas o instituciones, cuya influencia en la creación de esa percepción, positiva o negativa, tiene más ascendiente sobre la sociedad.

No puede extrañar, por tanto, que el ranking genere entre las instituciones una sana competencia por ocupar los primeros puestos que, a su vez, ayudarán a generar una mejor reputación y que, en general, esa competencia sea mucho más intensa entre aquellas empresas que pertenecen al mismo sector y en las que existe una fuerte rivalidad competitiva.

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