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Foto: Ludvig Hedenborg.
La huella de carbono, paradigma de lo sostenible
Un paradigma es ese concepto usado como ejemplo (de modo ejemplar), como pauta o hipótesis de partida. Aquello aceptado sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento.
La huella de carbono de una organización es la suma de gases efecto invernadero (GEI) por fuente de emisión, emitidos directa o indirectamente a través de su actividad. No hay duda de que el dióxido de carbono (CO2) y el resto de estos gases son perjudiciales para la salud de los seres vivos. Como el cristal de un invernadero, retienen el calor del sol, provocando el calentamiento del planeta. Elevar la temperatura de la superficie de la Tierra modifica los patrones de nieve y precipitaciones y la frecuencia de fenómenos climáticos extremos, como olas de calor e inundaciones.
Comenzar a medir los GEI que provoca una entidad es un ejercicio sencillo, lógico y responsable. Se trata, tan solo, de multiplicar el dato de consumo por su correspondiente factor de emisión (FE). El multiplicando define el nivel de la actividad generadora de las emisiones provenientes de gas natural utilizado en la calefacción (kWh), electricidad utilizada en la calefacción (kWh) y combustible de vehículos propios (litros). Por su parte, el multiplicador es la cantidad de GEI emitidos por cada unidad del parámetro “dato de actividad”. Por ejemplo, en el caso del gas natural, 0,202 kg CO2e/kWh, electricidad, 0,272 kg CO2e/kWh y el combustible de vehículos propios 2,488 kg CO2e/litros (fuente: Miterd, 2022).
Los Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) se encuentran correlacionados con conceptos como rentabilidad y sostenibilidad, innovación, liderazgo, alianzas y acción local. Las claves: expandir los beneficios del mercado en pos de un impacto positivo en la sociedad, transformar la base del negocio en base a la neutralidad medioambiental y escalar nuevos incentivos redefiniendo los conceptos de impacto, riesgo y oportunidades (IRO). El ODS 13, Acción por el Clima, de Pacto Mundial de Naciones Unidas, insta a las empresas (y a cualquier otro tipo de organización) a adoptar medidas urgentes para combatir el calentamiento global y el cambio climático y sus efectos provocado por los GEI debidos a la actividad humana.
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Las pymes no obligadas a elaborar directamente memorias de sostenibilidad pueden comenzar a hacerlo simplemente reportando sus datos medioambientales. Al mismo tiempo que en su contabilidad financiera incorporan los euros que les cuesta la luz, la calefacción, el diésel o la gasolina pueden contabilizar kWh y litros y aplicar los respectivos FE.
Es más, seguramente cuando vayan a solicitar una línea de crédito o un préstamo a su banco o cuando quieran concursar en una licitación de alguna Administración pública, será necesario reportar su huella de carbono. Y no solo eso, muchos de sus grupos de interés (trabajadores, socios, aliados, clientes, comunidades locales, sociedad en general…) le reclamarán, además, una política, un plan de acción y unos objetivos de reducción. Es decir, la gran mayoría de las pymes, que constituyen en cuanto al número de entidades la casi totalidad del tejido empresarial, de una manera indirecta también estarán obligadas a reportar una memoria de sostenibilidad, por lo menos datos esenciales del medioambiente.