<p>Imagen: Fray Luca Pacioli (Jacopo de'Barbari, 1495).<p>

Imagen: Fray Luca Pacioli (Jacopo de'Barbari, 1495).

De fray Luca Pacioli a la Directiva de sostenibilidad

Desde la contabilidad de partida doble de fray Luca Pacioli hasta los estándares ESRS del EFRAG han pasado 529 años.
7 noviembre 2023

El manuscrito Della Mercature e del Mercante Perffeto (Benedetto Cotrugli, Nápoles, 1458) -quien, por cierto, cita a otros manuales previos- puede ser considerado el precursor de la contabilidad moderna. La irrupción de la imprenta otorgará, sin embargo, la fama a Summa de arithmetica, geometría, proportioni et proportionalita (fray Luca Pacioli, Venecia, 1494), escrita en romance a pesar de su título en latín, que formalizó el sistema de partida doble y lo completó con cuatro libros: inventario y balances, borrador o comprobante, diario y mayor.

Son la esencia de la actual contabilidad financiera, refundidos en balance de situación, cuenta de pérdidas y ganancias e informe de gestión. La modernidad llegaría en 1997 cuando Global Reporting Initiative (GRI) desarrolla el esquema más utilizado en el mundo para la elaborar memorias de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y evaluar su desempeño ambiental, social y de gobierno (ASG). Había nacido formalmente la contabilidad no financiera.

En 2023 ya no es posible separar información financiera, por un lado, e información no financiera, por otro. El valor intrínseco de una organización se entiende como un todo, un único conjunto denominado: información corporativa, es decir la suma de finanzas y sostenibilidad. Consecuentemente, la RSC ya no se llama RSC, ahora se llama: sostenibilidad (¿eufemismo o valorización? ¿esnobismo o modernización? El tiempo lo dirá).

Pero ¿realmente es una novedad la obligación de divulgar determinada información? Por ejemplo, los estándares ESRS S1, elaborados por EFRAG al hilo de CSRD, obligan a reportar, datos sobre los trabajadores propios. La contabilidad tradicional ya informa de sueldos y salarios, Seguridad Social a cargo de la empresa, retenciones que se realizan al trabajador en concepto de IRPF, aportaciones realizadas a la Seguridad Social (de la empresa y del trabajador), remuneraciones pendientes de pago… así como de cualquier otro menester relevante.

El cambio que introdujo la Directiva sobre Información No Financiera (NFDR) y que consolida y amplía la Directiva sobre Información Corporativa en Sostenibilidad (CSRD) es radical. La perspectiva transforma el modelo de información subyacente. Se trata de ir más allá de considerar a los trabajadores propios como un coste a internalizar en el proceso de producción de un bien o servicio. Tenía sentido en la visión tradicional, propia de un modelo informativo de shareholders, es decir, de rendición de cuentas de los directivos a accionistas y Administraciones públicas. Los primeros quieren conocer el beneficio empresarial (margen entre ingresos y gastos) para estimar el dividendo a cobrar y los segundos, los impuestos y tasas a recaudar.

Ahora, sin embargo, ESRS S1 tiene la peculiaridad de tener por objeto de información sujetos que son al mismo tiempo sujetos sobre los que se desarrolla la información (los inputs) y destinatarios de las normas (usuarios) en cuanto a stakesholder que son (trabajadores propios, sindicatos) y por lo tanto requieren dicha información para la defensa de sus intereses.


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Además, divulgar información sobre los trabajadores propios evidencia su íntima vinculación con los recursos inmateriales fundamentales (RIF), es decir, “recursos sin sustancia física de los que depende fundamentalmente el modelo de negocio de la empresa y que constituyen una fuente de creación de valor para la empresa” (art. 2.19 CSRD).

Los RIF explican porque algunas empresas emergentes poco capitalizadas logran exitosas rondas de financiación o la brecha entre valor contable y valoración en el mercado en determinados sectores, especialmente aquellos vinculados a la innovación tecnológica o expuestos a transformaciones radicales y disruptivas.

Cuanta más información ofrezca una empresa al mercado o a la sociedad, menos riesgos de sorpresas desagradables tendrá. A menor opacidad, mayor liquidez en el mercado financiero y mayor licencia social para operar. Una de las claves del éxito de muchos de los actuales unicornios (aquellos emprendedores que alcanzan una valoración de 1.000 millones de dólares antes de comenzar a cotizar en bolsa) reside en la capacidad para captar y fidelizar talento de personas con la mejor formación, experiencia o capacidad de aprendizaje continuo en determinadas áreas relevantes ya sea en la lucha contra el cambio climático, la digitalización, la inteligencia artificial (IA) o la movilidad. Pero también a quienes gocen de capacidades, competencias, experiencia, lealtad y motivación, aspectos claves para dotar a la organización de las mejores técnicas disponibles (MTD), obligación recogida de forma generalizada en gran parte de la normativa o para reforzar su resilencia ante escenarios de crisis o cambios disruptivos.

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