Turismo sostenible o no será turismo

Turismo sostenible o no será turismo

Combarro, 18 de agosto de 2023, 13 horas. Es uno de los pueblos más atractivos de la ría de Pontevedra. La familia que visita la zona tiene previsto hacer una parada allí para verlo en su recorrido hacia Sanxenxo, O Grove y A Toxa. Llegan en coche y tratan de aparcarlo, pero es imposible. Hay tanta gente en el pueblo que las pequeñas campas que ha habilitado el ayuntamiento para dejar los vehículos y el carísimo aparcamiento del club náutico están completos.

En el perímetro del pueblo es imposible y los vehículos aparcados en las cunetas empiezan un kilómetro antes de llegar y siguen un kilómetro después. Los visitantes no pueden ni dejar el coche y optan por seguir su camino. Ya habrá otro momento para ver los hórreos que tocan el mar. “Este verano es imposible. Han llegado muchos turistas, todos con menos tiempo y te exigen demasiada rapidez cuando compran”, afirma uno de los comerciantes de recuerdos más antiguos de la localidad.

No es sólo una anécdota. Aquí algunos titulares recogidos de la prensa en este mes de agosto: “La batalla de las tumbonas y la guerra de las sombrillas entre españoles y británicos, largas colas para coger sitio en la Costa del Sol” (El Periódico de España); “Tarifa está colapsada: piden evitar acudir a la playa y los desplazamientos innecesarios por carretera” (La Sexta); “La resurrección del turismo: de la nada al ‘todo completo’” (El Mundo); “Masificación, el riesgo de un país que recibe más de 80 millones de turistas” (El Periódico de España); “Más cruceros que nunca: rozan los 5 millones de turistas este verano, un 5% más que antes de la pandemia (El Mundo); “El lado oscuro del turismo de masas: el mapa de la presión turística en España (El Confidencial); “‘Turismofobia y agua en Canarias: ¿no hay grifo para tanta gente?” (El Confidencial); “Vecinos de San Sebastián, Málaga o Tenerife explican cómo han empeorado sus vidas por el turismo voraz” (El País); “El vía crucis de La Manga en agosto: inseguridad y pocos autobuses con la población disparada” (Murcia Plaza).

Y algunas consecuencias, sin importancia de momento, pero significativas. Recogido también de la prensa: “Prohibido cenar solo: restaurantes de Barcelona impiden sentarse sin acompañantes” (El País), o “Tiempo máximo para la sobremesa en las terrazas: 30 minutos por cada consumición” (ABC).

En España todavía no hemos llegado, que sepamos, pero de Italia ya nos han llegado noticias como estas: “Vandalizan el corredor Vasari, que atraviesa el Ponte Vecchio y la Galería de los Uffizi” o “Pillan a un turista y su novia grabando su nombre en las paredes del Coliseo”.


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El sector turístico español va a terminar 2023 como el mejor año de su historia, según las previsiones de Exceltur, la asociación que agrupa a las principales empresas de esta industria. Este año, el PIB turístico alcanzará los 183.000 millones de euros, récord histórico, muy por encima de los 160.000 millones del año pasado. Exceltur resalta en su último informe de valoración y perspectivas que viajar es una de las alternativas de ocio preferidas por los ciudadanos y España se ha consolidado como un “destino de cabecera”.

Escribía el profesor de la Universidad de Málaga y politólogo Manuel Arias Maldonado que “para quien reciba turistas en grandes cantidades, especialmente si lo hace durante todo el año, los perjuicios son innegables: desnaturalización de los espacios urbanos, reducción y encarecimiento de la oferta inmobiliaria, masificación de la vida cotidiana, vulgarización de las costumbres. ¡Mirad esas sandalias con calcetines! Hay que rendirse pues a la evidencia de que el turismo de masas funciona como una plaga de langostas; con la diferencia crucial de que ellos dejan el lugar más rico de lo que era. Paradoja: quien aún no tiene turistas, se pregunta cómo atraerlos”.

Las empresas del sector se preguntan si el turismo español puede empezar a morir de éxito si no cambia el modelo. Ya no cabe seguir buscando la cantidad, sino que hay que pelear por la calidad.

Más del 10% de los españoles vive directamente del turismo, y no se sabe el porcentaje adicional de los que se benefician de ello en sectores que tienen que ver con él como la construcción, las telecomunicaciones o los servicios básicos. Pero si la oferta no se adecua a la demanda, el país corre el riesgo de colapsar: que sea tan complicado venir a veranear a España que los turistas opten por otras zonas más cómodas en las mismas condiciones económicas.

¿Cuántos turistas puede aceptar España cada año en las condiciones actuales con las infraestructuras que tiene? Con el escenario actual llegará un momento de saturación, al menos en las zonas que atraen más visitantes y entonces será tarde para intentar soluciones. El Gobierno, las comunidades autónomas, los ayuntamientos y las empresas implicadas deberían sentarse para hablar sobre un futuro basado en el turismo sostenible que vele por los intereses del sector y evite esa masificación que repercute negativamente en la vida de los turistas nacionales y extranjeros y en los pueblos, ciudades y parajes en los que se produce. Diversificación de zonas turísticas buscando las menos masificadas, adaptación de infraestructuras, búsqueda de una mayor calidad en las instalaciones y en los destinos para llegar a un turista de mayor poder adquisitivo, aunque sea a costa de reducir el número de visitantes… Hay soluciones que ya se están aplicando, pero que cada vez se hace más urgente poner en práctica

Cuando no puedes pararte a visitar un pueblo bonito porque hay tantos coches que no puedes aparcar, cuando tienes que pegarte con el vecino para colocar tu sombrilla o cuando el restaurante no te deja tener una sobremesa larga con tus amigos, veranear deja de ser un tiempo de gozar para convertirse en un pequeño suplicio. Porque el turismo que no es amable con el viajero ni con la geografía que se visita deja de ser turismo.

Cuando no puedes visitar un pueblo bonito porque no puedes aparcar, cuando tienes que pegarte para colocar tu sombrilla o cuando el restaurante no te deja tener una sobremesa larga, veranear deja de ser un tiempo de gozar para convertirse en un pequeño suplicio.

Las empresas del sector a través de Exceltur se preguntan lo mismo: si el turismo español puede empezar a morir de éxito si no cambia el modelo. Ya no cabe seguir buscando la cantidad, sino que hay que pelear por la calidad. “Ello conlleva -afirma en su último informe de la industria- nuevos desafíos empresariales prioritarios y cada día más ineludibles”. Ese desafío es el paso “hacia un turismo inclusivo, sostenible, regenerativo y más respetuoso con los valores identitarios culturales, paisajísticos y medioambientales a nivel local”. Un turismo, continúa, “que a su vez induzca el mejor empleo, e irradie los mayores niveles de bienestar y calidad de vida ciudadana percibida por los residentes en los distintos destinos españoles, urbanos y vacacionales”.

Exceltur está preparando un proyecto de desarrollo en este sentido que quiere presentar a principios del año que viene al hilo de la feria internacional Fitur.

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