El momento de sembrar el perejil (y los tiempos de la transparencia)

El momento de sembrar el perejil (y los tiempos de la transparencia)

Hay acciones que es conveniente realizar en un momento concreto para que los resultados sean los deseados, o al menos lo más cercanos posible a lo que consideramos ideal. Es cierto que, a veces, hay elementos externos que cambian el curso de los acontecimientos y se producen efectos no deseados, pero otras veces, la mayoría, los primeros pasos marcan el camino que se quiere seguir.
5 septiembre 2023

En la zona en la que vivo las personas sabias del campo, esas que son capaces de interpretar la naturaleza para acomodarla a lo cotidiano, dicen que el mejor momento para plantar el perejil es durante las últimas semanas de agosto (imagino que en otras zonas será igual) y, como norma general de cualquier cultivo, mejor sembrar con luna creciente.

De esta manera, aseguran, habrá hojas frescas para todo el año, pues la planta habrá adquirido suficiente fuerza para pasar el invierno y el momento en que broten las semillas, que marca el fin de su cosecha, será lo suficientemente tardío.

Sin embargo, cualquier agricultor de balcón o aficionado al regado caótico de macetas (grupo al que, confieso, pertenezco), o quienes visitan los viveros con cierta frecuencia, saben que el perejil nace en casi cualquier momento y en casi cualquier circunstancia, incluso superando la adversidad de un ‘cuidador descuidado’. El perejil y la albahaca de mi balcón son muestra de ello. Otra cosa es la fuerza con la que crezca y la cantidad y calidad de sus aromáticas hojas.

El cuándo importa

Por eso, el cuándo importa. Las cosas pueden hacerse de muchas maneras, pero hacerlas bien, a tiempo, suele favorecer unos mejores resultados. Con la transparencia pasa algo similar: los momentos importan y dicen mucho de las intenciones de los sujetos que llevan (o no) las acciones a cabo. Y, es más, pueden contribuir a generar la confianza ciudadana que los representantes políticos se afanan en reclamar y no siempre trabajan para merecerla.

Por eso es importante que un Gobierno que hizo un interesante ejercicio de rendición de cuentas durante su mandato (informe Cumpliendo), un ejercicio del que se ha enorgullecido tanto como para incluir en su último programa electoral la propuesta de que habría que realizar estos ejercicios por ley, no deje de hacerlo porque ha habido elecciones y esté en funciones, tal vez porque el resultado electoral ha arrojado muchas dudas sobre su propia continuidad. A día de hoy no está publicada la esperable edición de julio de 2023, siguiendo las ediciones anteriores, que incluso se llegaba a publicar, como en diciembre, unos días antes de que finalizase el semestre de referencia.

La presentación de Cumpliendo (o el nombre y formato que adquiera en un futuro en caso de que se mantenga), idealmente, debería ser tan previsible como son los datos del desempleo, del IPC o del balance económico trimestral. Todo el mundo sabe cuándo se van a publicar. Incluso los llamados “datos adelantados”. Esto es perfectamente posible con este ejercicio de rendición de cuentas, y sus resultados gozarían de mayor credibilidad si estuviesen automatizados, institucionalizados, imbricados en la gestión cotidiana de la Administración, como los indicadores mencionados.

Cuando hablamos de transparencia los momentos importan y dicen mucho sobre las intenciones de los sujetos que llevan (o no) las acciones a cabo.

De la misma manera es importante, crucial, que un candidato que aspira a presidir el Gobierno de España presente su declaración de bienes sin dilatar los tiempos, y no lo alargue buscando, tal vez, el momento adecuado para que la publicación de la información no empañe sus movimientos postelectorales, o una posible pérdida de buena imagen ante el electorado. Un esfuerzo vano (visto con una mirada confiada), puesto que la información que tiene o tenía que presentar (actividades y bienes) no puede variar sustancialmente en unas semanas.

De lo contrario sí que sería un escándalo, y sin entrar a valorar el incremento de patrimonio en los últimos años, ni tampoco las diferentes partidas de un sueldo complementado con recursos del grupo parlamentario por su dedicación y la representatividad de su cargo. Sin entrar en ello, el solo hecho de aferrarse a cálculos de días que han pasado desde el cese como senador para publicar una información que ya tiene y que no va a cambiar, y que le ha sido reclamada varias veces, poco puede ayudar a generar confianza.

Una cuestión curiosa sobre el tiempo, que en política es más relativo si cabe que en física teórica, es lo variable que es la percepción de lo que es pronto o tarde, suficiente o insuficiente. El ahora candidato a la investidura como presidente del Gobierno ha necesitado varias semanas para presentar su declaración de bienes, pero cuando era presidente en Galicia una semana era tiempo suficiente para mantener los contratos menores publicados en el portal de transparencia de la Xunta, y pasado ese plazo se eliminaban “por cuestiones técnicas”. Por aquel entonces (2016) la aplicación de la legislación en transparencia estaba (seamos generosos) aún verde, como el perejil. Basta con comprobar cómo la Valedora de Pobo (la autoridad competente en Galicia en materia de reclamaciones sobre transparencia) aprobaba el proceder de la Xunta. A día de hoy, las reticencias a la publicidad activa siguen siendo manifiestas.

La deconstrucción de la transparencia

Pero cuando nos referimos al tiempo no todo es el momento en que se hace o se deja de hacer algo, también es importante la secuencia para conocer los primeros pasos que se dan, porque pueden ayudar a adivinar el camino que se pretende seguir. En este sentido, no resultan especialmente halagüeñas las decisiones que se están tomando relacionadas con la transparencia en algunos de los nuevos Gobiernos autonómicos, y justificadas en un bien supuestamente indiscutible, como son la agilización y el ahorro de costes.

¿Quién no quiere agilizar la Administración? ¿Acaso hay alguien que no entienda que gastar menos es mejor que gastar mucho si se van a obtener, supuestamente, los mismos resultados? Pues esas supuestas premisas, la agilización y la eficiencia, se puede estar empezando a deconstruir la transparencia.

Bajo las supuestas premisas de favorecer la agilización y la eficiencia en la Administración se puede estar empezando a deconstruir la transparencia.

Decía un profesor mío que las palabras eran importantes, esenciales, y le fascinaba su origen etimológico para explicar los conceptos que encierran sus letras. Paradójicamente, me he acordado de él precisamente por una que detestaba: deconstruir. Decía que ese ‘invento’ conceptual, muy asociado a la cocina de vanguardia, iba contra la propia naturaleza de la palabra, del latín construere (fabricar, edificar). Pero creo que es la apropiada en este caso, más que derribar, destruir u otra que imprima una carga mayor de violencia semántica, porque la deconstrucción es más sutil, como si fuéramos quitando, lenta y minuciosamente, las piezas de un lego.

Podemos quitar una pieza que sea, por ejemplo, eliminar de facto el requisito de que los altos cargos designados en la Junta de Extremadura tengan que comparecer ante la Asamblea regional para que se constate su trayectoria profesional, la inexistencia de conflictos de interés y su adecuación al cargo. Un trámite que retrasaría el nombramiento efectivo, arguyó la Junta, y que se finalmente se obvió para no perder tiempo en ponerse manos a la obra a trabajar por la región. Hay veces que los argumentos son tan pueriles que sonroja solo pensar en rebatirlos. Cabe mencionar también que esta era una medida propia de la Junta de Extremadura que suponía un avance respecto a otras comunidades autónomas.

¿Para qué sirvió esto? Pues para que relevantes puestos de dirección en Sanidad y en Dependencia en Extremadura los ocupen responsables de seguros médicos y residencias privadas. ¿Quiere decir esto que no son profesionales aptos, expertos en la materia? En absoluto. ¿Pueden tener intereses que no aconsejen su puesto en la gestión de servicios públicos? Puede ser, de ahí la importancia de la comparecencia.


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En Andalucía ocurrió algo similar con la educación. Paulatina y discretamente se ha ido favoreciendo el desarrollo de la educación privada, con gestores provenientes de ese sector (empresarios incluidos) en puestos clave del organigrama del Ejecutivo andaluz. Optar por fortalecer la educación o la sanidad privada son opciones políticas legítimas, no cabe duda.

Ahora bien, si no se pone el foco en una comparecencia en el Parlamento regional, se aminora el ruido que pueda generarse en torno a determinados nombramientos, porque más allá de su conveniencia para el cargo, muestran líneas políticas que pueden no ser del agrado de muchos votantes. Y ya que nos referimos a uno de los primeros pasos del Ejecutivo, como es el diseño del organigrama, ofrece pistas sobre el camino que se empieza a recorrer.

Podemos quitar otra pieza que sea una estructura para recuperar el dinero de “lo robado a las instituciones”, una constante petición y promesa en época electoral. Una pieza que se llame, en jerga administrativa, Oficina de Recuperación de Activos, como la que existía en la Comunidad Valenciana, que había conseguido reingresar más de ocho millones de euros del dinero público desviado por casos de corrupción. Un logro. Pero “la politización” del órgano, a juicio del nuevo Govern autonómico, es la razón de la desaparición de un ente especializado, cuyas competencias pasan de manera íntegra a la Abogacía de la Generalitat.

El perejil, a pesar de que puede abrirse camino en cualquier lado, necesita unas mínimas condiciones para desarrollarse adecuadamente. Como le pasa a la transparencia.

Otra forma, más sutil si cabe, es el silencio. A día de hoy, ni en los 80 puntos del acuerdo entre PP y Vox para la gobernabilidad de Aragón ni en el desarrollo institucional o de organigrama posterior se han observado medidas relacionadas con la transparencia y el gobierno abierto, algo significativo en una región que cuenta con una estructura que ha sido referencia a nivel internacional como el LAAAB. En Baleares pasa algo similar: no hay noticias sobre los planes en transparencia del nuevo Govern, ni en las 110 medidas programáticas de la coalición PP-VOX ni en sus primeros pasos, orientados a otras cuestiones más prioritarias, a su entender, en las islas.

¿Ha pasado igual en todos los pactos para configurar gobiernos autonómicos? No. En Navarra, el pacto alcanzado por PSN, Geroa Bai y Zurekin Nafarroa dedica un epígrafe (dentro del punto 15 del articulado) explícitamente a “Transparencia, ética política y nueva gobernanza”, en el que se presentan cinco puntos relacionados con la culminación del actual primer Plan de Gobierno Abierto, la puesta en marcha del segundo, la elaboración de un código ético para altos cargos, la actualización del Consejo de Transparencia regional (y no su futura supresión, como resuena en otras CCAA) y el desarrollo de la evaluación de políticas públicas.

Si bien puede parecer poco ambicioso, sí muestra las intenciones que se pretenden seguir y se dejan por escrito en el documento que será la referencia de la acción del Ejecutivo navarro. No todos los casos son iguales, pero aún estamos a tiempo de equivocarnos y comprobar, para bien, que los primeros pasos no sean los que marquen el destino. Sin embargo, ya vimos que se barruntan más ideas, que por el momento parecen haberse declinado o aplazado temporalmente, como la supresión de las agencias antifraude. Toca esperar.

El perejil, a pesar de que puede abrirse camino en cualquier lado, es una planta delicada. No soporta bien ni la exposición directa al sol, ni el frío, ni el viento. En cualquier sitio sí, pero para desarrollarse adecuadamente necesita unas mínimas condiciones, además de la época de siembra y de recoger las hojas cuando toca. El momento y las formas importan. Como le pasa a la transparencia.

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