<p>El Joker, por Brian Bolland.<p>

El Joker, por Brian Bolland.

Dilemas éticos dibujados

La ética es el conjunto de normas morales que rigen la conducta de las personas en cualquier ámbito de la vida (profesional, cívica, deportiva, tecnológica…). Procurar maximizar el bienestar humano (y animal y vegetal) y evitar el daño (el dolor es otra cosa, en ocasiones es inevitable) permite diferenciar entre quienes hacen el bien y quienes hacen el mal.

Sin embargo, a veces, hay situaciones en la que es necesario elegir entre dos opciones igualmente buenas o malas, o con beneficiarios y perjudicados. Estas consecuencias, diametralmente opuestas, exigen enfrentar riesgos reales frente a riesgos estimados, evaluar los distintos niveles de gravedad (en escala, alcance y carácter irremediable, o no).

¿Qué probabilidad asignamos al impacto que ocasionamos (causamos) o contribuimos a ocasionar incluso si es por falta de adopción de medidas o, tan solo, por estar directamente vinculado con, por ejemplo, un proveedor o un cliente? ¿Es probable o muy probable? ¿Es posible asignar un porcentaje determinado? ¿En un periodo de tiempo concreto?

La Directiva europea sobre informes de sostenibilidad corporativa (Corporate Sustainability Reporting Directive, CSRD) apuntala la definición de cultura empresarial. La ética empresarial solo se puede contemplar desde la lucha activa contra la corrupción y el soborno. El compliance juega un papel esencial, tanto en la estrategia corporativa como en el reporting. ¿Debo aceptar de un proveedor o entregar a un cliente un presente? ¿Se trata de un acto de cortesía o esconde aviesas intenciones para conseguir un fin determinado? Afirmar o negar son solo dos de los escenarios posibles que pueden dar lugar a un conflicto de intereses. ¿Bajo qué circunstancias una no anula a la otra? ¿Todas las opciones disponibles pueden ser incorrectas?

Los grandes dilemas de la humanidad también se retratan en el marco del colorido pop de los superhéroes del cómic, iconos populares de los tiempos modernos. Baltasar Gracián, Nietzsche, Heidegger o Kierkegaard (qué va, qué va, qué va…) se sentirían muy a gusto entre tanto tebeo. Si el fin justificara los medios, al final de una pelea ¿debería haber ejecutado Batman al Joker (La broma asesina, Alan Moore, Brian Bolland, ECC Ediciones, 2020)? Cada vez que el vigilante de Gotham City arresta a su némesis y lo encierra en el Asilo Arkham para Criminales Dementes, este se escapa y vuelve a asesinar a inocentes. También Daredevil (Colección Frank Miller. Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson, Panini, 2016) se cuestiona el dilema tras encarcelar una y otra vez al siniestro y reputado sicario de los bajos fondos conocido como Bullseye.

Muchos villanos, tanto en DC como en Marvel, logran escudarse en los trastornos antisociales de sus personalidades carentes de compasión y de empatía que desencadenan sus conductas asesinas. Son maquiavélicos, narcisistas, fríos, calculadores, metódicos, arrogantes, susceptibles de sentirse heridos en su orgullo y crueles. Sus mentiras, cambios de opinión… mientras que sus víctimas son cosificadas. No hace falta padecer alucinaciones para ello ya que son inmunes al sufrimiento ajeno cuando no les produce una suerte de macabro placer. ¿Es la venganza o la frustración la causa de sus maldades o tan solo los detonantes que activan su trastorno de personalidad? El orgullo exacerbado o la inexistencia de tolerancia a la frustración puede ser la válvula de escape de sus reacciones agresivas cuando sus deseos no pueden ser satisfechos.


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En los cómics, los mismos que critican la contenida violencia con la que actúan los musculosos superhéroes y superheroínas justifican los comportamientos de los criminales amparándose en disparatados diagnósticos seudopsiquiátricos que, por otro lado, no hacen más que estigmatizar a todo aquel que padece una enfermedad mental. Piedad para los verdugos, cero empatía con las víctimas. Por lo menos en los tebeos no hacen homenajes a los terroristas cuando regresan a sus pueblos tras su sangriento legado.

Los sesgos cognitivos (alteración del procesamiento de la información que provoca una interpretación distorsionada o irracional de la percepción de la realidad) también impulsan la actual censura selectiva. Se denuncia con estruendo la que padece Virginia Woolf (Orlando, Alianza, 2018), mientras se alienta con similar misma vehemencia la que sufren Hernán Migoya (Trilogía Todas putas, Dolmen, 2023) o José Errasti y Mariano Pérez (Nadie nace en un cuerpo equivocado, Deusto, 2022): ¡Encumbremos los libros que me gustan, pero a la hoguera los que no (incluso si ni los he leído)!

Por cierto, en sus orígenes, Batman o Superman no se ponían tan estupendos a la hora de combatir el crimen… En los combates, muchos delincuentes perdieron la vida por acción (golpetazos) u omisión (caídas desde gran altura). Sin embargo, la consideración de los tebeos como un medio infantil propició el nacimiento del Comics Code Authority (Autoridad del Código de Cómics, o CCA), la autocensura de la Asociación de Revistas de Cómics de los Estados Unidos (Comics Magazine Association of America, CMAA) y así evitar líos.

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