<p>Foto: The Walt Disney Company.<p>

Foto: The Walt Disney Company.

Bob Iger, la diferencia entre un CEO indispensable o un CEO líder

Bob Iger, el eterno consejero delegado de Disney, escribe en sus memorias sobre sus años en la compañía que “en su esencia, el buen liderazgo no consiste en ser indispensable; consiste en ayudar a los demás a estar preparados para ponerse en tu lugar”.

Bien, pues según los accionistas de Disney, el todopoderoso gestor no lo ha conseguido todavía, después de más de veinte años en la compañía. Y ahora le han prorrogado hasta 2026 el mandato, que finalizaba el próximo año, con un objetivo concreto: darle más tiempo para que encuentre a un sucesor de garantía.

Bob Iger llegó a Disney en 2000 y en 2005 fue nombrado consejero delegado. Dejó el cargo en 2020, aunque siguió en la empresa en labores de asesoría del consejo. En ese tiempo, dio a la vuelta a la compañía y convirtió una empresa de parques de atracciones y productora de películas en una compañía de entretenimiento global. Compró Marvel, Pixar, Lucasfilm -con los derechos de Star Wars e Indiana Jones-, la Fox… En 2019 lanzó su propio servicio de streaming, Disney+, ante el auge de ese negocio protagonizado fundamentalmente por Netflix.

Iger dejó Disney en manos de Bob Chapek en febrero de 2020. Y el resultado no pudo ser peor: Chapek se equivocó con el modo de distribuir las nuevas películas de Pixar, apoyó en un principio las leyes anti-LGTBI del gobernador Ron deSantis en Florida, lo que provocó la huida de inversores activistas de ese colectivo y caídas en bolsa.

Disney tuvo que rectificar en un movimiento que todavía colea hoy en día y que le ha supuesto un gran coste social, porque muchos ciudadanos -clientes- no han entendido su apoyo a los planteamientos LGTBI.

Por último, Chapek llevó a la compañía a pérdidas en 2020.  Aunque fue el año del confinamiento mundial, que afectó especialmente a las actividades de ocio, el consejo aprovechó esos malos resultados para destituirlo por sus errores pasados. Chapek dejó la compañía en octubre de 2022. Eso sí, con 20 millones de dólares más en su cuenta corriente.

Disney llamó de nuevo a Bob Iger en noviembre y le dio un mandato hasta 2024 con una misión clara: encontrar un sucesor. Ahora, el consejo de administración ha prorrogado el contrato de Iger hasta 2026 y le da dos años más para buscar a ese continuador de su gestión, mientras sigue administrando la empresa.

Iger, de 72 años, va a gestionar el presente de Disney y de él va a depender su futuro, “Los retos son mayores de lo que había previsto”, ha declarado. Como muchos de sus rivales, Disney también se enfrenta a una huelga de guionistas en Hollywood, al aumento de los costes de los derechos deportivos y a la necesidad de mejorar la rentabilidad de su servicio de streaming, Disney+, que ha requerido fuertes inversiones desde su lanzamiento al final del primer mandato de Iger.


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A Iger “se le ha dado más tiempo para terminar el trabajo, pero hará falta un giro digno de sus esfuerzos en el primer mandato y un proceso de sucesión que funcione si quiere ser recordado como un gran líder, y no solo como alguien indispensable”, afirma Financial Times. Porque ser imprescindible puede llevar a una compañía a la quiebra. Ejemplos hay en la historia empresarial de fracasos cuando ha faltado ese líder carismático y su sucesor no entendió el camino que había que seguir.

También al contrario hay ejemplos positivos. Quizá el más interesante sea el de Steve Jobs. El fundador de Apple fue absolutamente indispensable en la empresa. Tanto que los accionistas le echaron y le tuvieron que llamar de vuelta. Su segunda etapa fue la del éxito total: los iPods, el iPad y, sobre todo el iPhone, que revolucionó la industria de internet y la vida de medio mundo. Pero quizá el mayor éxito de Jobs fue encontrar y preparar a su sucesor durante años: Tim Cook. Cook, plenamente identificado con Jobs, ha convertido a Apple en la compañía con mayor valor bursátil del mundo y la única que ha superado los tres billones de dólares de capitalización.

Jobs fue un visionario, un gestor imprescindible y un grandísimo líder que preparó Apple para cuando no estuviera. Iger, de momento, es solo un CEO imprescindible. Y eso es bueno y malo, como demostró su primera salida de Disney. Que sea considerado también un gran líder empresarial depende de estos dos años.

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