<p>Angela Kabwe ha prosperado y montado varios negocios gracias a la ayuda financiera del centro de emprendedores de Zambia EFC, socio de Oikocredit. Foto: Oikocredit. <p>

Angela Kabwe ha prosperado y montado varios negocios gracias a la ayuda financiera del centro de emprendedores de Zambia EFC, socio de Oikocredit. Foto: Oikocredit.

La inversión de impacto al servicio de la inclusión financiera en el sur global

Se suele decir que la financiación actúa como si fuera el sistema circulatorio de la economía. Ciertamente, si el dinero no fluye dentro de una comunidad en forma de productos y servicios financieros fácilmente accesibles y de calidad, resulta casi imposible asegurar un mínimo bienestar económico. Cuestión que hace referencia a la inclusión financiera, un elemento clave para reducir la pobreza y promover la prosperidad.

La exclusión financiera de la mayor parte de la población es una característica común de los países menos desarrollados. Este es el caso de Zambia, país africano con alrededor del 64% de sus habitantes en situación de pobreza extrema, según datos del Banco Mundial. A pesar de este complicado panorama, hay personas que consiguen sobreponerse a las dificultades. Personas como Angela Kabwe, que ha sido capaz de prosperar y de ir cumpliendo todos sus objetivos, aunque para ello haya tenido que simultanear trabajos tan diferentes como dirigir una escuela y producir salsa de chile.

Abrir dicha escuela no fue tarea fácil desde el inicio, cuando arrancó con tres clases y dos modestos aseos. “Vinieron los inspectores y me dijeron que tenía que poner diez aseos y aumentar el número de clases”, relata Angela. Afortunadamente, la emprendedora logró contactar con el centro de emprendedores EFC de Zambia, socio de Oikocredit. Esta última entidad es la mayor cooperativa de inversión de impacto enfocada a los países del sur global, en los que trabaja en coordinación con organizaciones locales con el objetivo último de apoyar financieramente y a través de otros recursos a proyectos como el de Angela. Financiación que a esta emprendedora le permitió ampliar su escuela y cumplir con los requerimientos demandados.

Una vez abierta la escuela, la dificultad de muchos padres para afrontar el pago de las tasas escolares se convirtió en un nuevo desafió. Por este motivo, Angela comenzó con su otra actividad, la producción de salsa de chile, que se convirtió en un salvavidas financiero para ella y para su familia. “Producir salsa de chile me ayuda a mantener a mi familia cuando los padres de los estudiantes no pueden pagar las tasas escolares”, explica Angela, que actualmente vende tanto al por mayor como en mercados locales con la ayuda de seis empleados a los que ha conseguido contratar.

El viaje emprendedor de Angela también ha pasado por un curso intensivo de gestión y finanzas gracias a EFC y Oikocredit. Según sus propias palabras: “He aprendido mucho sobre finanzas y cómo administrar un negocio. Ahora soy feliz”. Esta historia demuestra además que, con talento y buenas ideas, es posible salir adelante. Siempre y cuando se garantice el acceso a servicios financieros útiles y asequibles. Condición que está muy lejos de cumplirse cuando hablamos de las comunidades más vulnerables.

“Casi 2.700 millones de personas en el mundo no tienen acceso a crédito y a los servicios financieros imprescindibles para mejorar su nivel de vida”, destaca Rose Serrano, responsable de inversores de Oikocredit España. “En Oikocredit invertimos en proyectos que permiten a las personas desfavorecidas construir una vida mejor a través de microcréditos, créditos directos a pequeñas y medianas empresas, y participación en el capital social de empresas que han demostrado un importante compromiso económico y social”, añade Serrano.

Oikocredit cuenta con oficinas en más de 50 países, si bien centra su actividad en una treintena de naciones de las regiones de América Latina, África, Asia y el Caribe. Principalmente se dedica a financiar proyectos relacionados con el impacto social y la protección del medio ambiente en tres sectores: inclusión financiera, agricultura y energías renovables. Además de recursos monetarios, también se proporcionan servicios de formación, de asesoramiento y de secretaría técnica en diferentes materias.

Todo ello a través del establecimiento de alianzas con más de 500 organizaciones socias en estos países. Oikocredit cuenta con personal experto que trabaja directamente sobre el terreno en colaboración con diversas entidades locales, como pueden ser instituciones dedicadas a las microfinanzas o cooperativas agrarias. La base es la construcción de relaciones de cooperación sólidas y asentadas en un excelente conocimiento del contexto territorial, asesoramiento regular y capacitación práctica.

“Casi 2.700 millones de personas en el mundo no tienen acceso a crédito y a los servicios financieros imprescindibles para mejorar su nivel de vida”, Rose Serrano, de Oikocredit España.

Estos socios de Oikocredit lograron que hasta 42,2 millones de personas se vieran beneficiadas por su trabajo a favor de la inclusión financiera a lo largo de todo el 2022, como revela el último informe de impacto, publicado en septiembre de 2023. El 67% de los clientes finales —es decir, las personas beneficiadas por los créditos en condiciones ventajosas— se ubican en zonas rurales, donde las organizaciones socias de Oikocredit alcanzaron a 2,59 millones de agricultores.

Aproximadamente el 87% de estos clientes finales son mujeres. Grandes beneficiadas por tanto de los 6,3 millones de empleos que los socios de Oikocredit han ayudado a crear o a mantener en las pequeñas y medianas empresas con las que trabajan. Cantidad a la que hay que sumar las 230.000 personas contratadas por las propias organizaciones socias.

Triple rentabilidad

Estas cifras de impacto son posibles gracias a las personas e instituciones que deciden confiar sus fondos a Oikocredit. Dinero con el que se realizan los préstamos e inversiones concedidos por la cooperativa de crédito, siempre en condiciones más favorables que las que proporcionaría una entidad bancaria convencional.

La inversión mínima inicial es de 200 euros. A cambio se obtiene una triple rentabilidad: social y ambiental, como ya se ha señalado, y también económica, en forma de obtención de un rendimiento justo por el capital aportado.

Oikocredit opera bajo los principios de transparencia y trazabilidad según los criterios ASG —ambiental, social y de gobernanza— y su actividad financiera está supervisada por las autoridades competentes de los Países Bajos en conformidad con los estados miembros del Espacio Económico Europeo.

Personas que cambian sus vidas

“Cuando inviertes en Oikocredit, pasas a formar parte de una comunidad global de miles de personas y organizaciones con ideas afines que utilizan su dinero con fines sociales”, explica la cooperativa en su propia web. Inversión que consigue “empoderar a las personas con rentas bajas para que construyan un futuro sostenible para sí mismas, sus familias y sus comunidades”.

Se trata de todo un “movimiento mundial de cambio positivo” que se apoya en la teoría del cambio y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas para evaluar su alcance y avanzar en sus metas.

Otra herramienta de la que se valen es el programa de encuesta al cliente final (ECF), en la que las personas beneficiadas por los préstamos e inversiones pueden informar sobre los cambios que se han producido en sus vidas gracias a la cooperativa. Según los últimos datos, más del 90% de las 16.000 personas encuestadas indicaron que los socios de Oikocredit tuvieron una influencia positiva en su bienestar.

1 de 3
La inversión de impacto al servicio de la inclusión financiera en el sur global

El préstamo que recibió Sarah, de Indonesia, le permitió adquirir ingredientes para su negocio de dulces caseros, así con un arrozal con el que obtener ingresos adicionales. Foto: Oikocredit.

2 de 3
La inversión de impacto al servicio de la inclusión financiera en el sur global

La boliviana Basilia Solano recibió un préstamo sin aval de 10.000 dólares con el que pudo hacer crecer su ferretería. Foto: Oikocredit.

3 de 3
La inversión de impacto al servicio de la inclusión financiera en el sur global

Margret, que dirige una explotación lechera en Uganda, tuvo que dar un giro a su negocio y gracias al apoyo financiero recibido ha comprado un tractor para trabajar los cultivos de maíz. Foto: Oikocredit.

Emprendimiento con rostro de mujer

Como ya se ha señalado, casi nueve de cada diez clientes finales de Oikocredit son mujeres, que siguen siendo, con enorme diferencia, quienes más sufren situaciones de exclusión financiera. De hecho, a día de hoy, cuando ya estamos rozando el primer cuarto del siglo XXI, continúan existiendo leyes que restringen la igualdad económica entre géneros en 167 países, lo que supone la inmensa mayoría de los 193 reconocidos oficialmente.

Por otro lado, las mujeres siguen necesitando la autorización de sus padres o de sus maridos para abrir una cuenta bancaria hasta en 72 países, lo que ha provocado, entre otras consecuencias, que el número de cuentas dedicadas al ahorro sea claramente inferior dentro del género femenino: 31% en el caso de los hombres, frente al 8% si hablamos de mujeres.

Mujeres que demuestran su capacidad para emprender cuando alcanzan la inclusión financiera. Este es el caso de la emprendedora boliviana Basilia Solano. Basilia era profesora, pero diversos cambios en sus circunstancias personales, especialmente el nacimiento de su hija, le obligaron a buscar otras salidas profesionales. Finalmente se decidió a abrir una ferretería, negocio que no le resultaba del todo desconocido, al haber ayudado a su tía en una ferretería de su propiedad.

Basilia empezó sola con una pequeña tienda que alquiló. Poco a poco, el establecimiento fue creciendo y pudo contratar personal para repartir los productos ya que, sin el servicio a domicilio, había pocas posibilidades de desarrollo.

En esta evolución también resultó fundamental el papel de Idepro, entidad microfinanciera y socia de Oikocredit desde 1998. “Me concedieron un préstamo sin aval de 10.000 dólares por un periodo de tres años con el cual pude incrementar mis existencias y me ayudó al crecimiento de mi negocio”, detalla Basilia, que hoy cuenta con un comercio consolidado con una amplia cartera de clientes.

Otro ejemplo reseñable es el de Sarah, natural de una humilde localidad, casi inexistente en el mapa rural del oeste de Java, en Indonesia. Allí comenzó hace más de una década con su negocio de dulces caseros Umisarah. Cuyas recetas constituyen todo un patrimonio familiar legado por sus tías, quienes compartieron con ella no solo los secretos de cada sabor, sino también la habilidad para crearlos. “Aprendo a través de la práctica e innovo con las elaboraciones usando solo coco fresco y azúcar de palma”, comenta Sarah.

La reputación de los dulces Umisarah se ha extendido por la zona gracias al sólido respaldo de sus fieles clientes, quienes han dado a conocer el producto a través del boca a boca. El préstamo de 500.000 rupias (30 euros) de Komida, una cooperativa aliada con Oikocredit desde 2016, supuso un claro punto de inflexión. Este pequeño impulso financiero se transformó en el combustible que necesitaba su negocio, asegurando su continuidad y permitiéndole adquirir los ingredientes principales, así como el alquiler de un arrozal. “Mi esposo cultiva arroz para el consumo familiar, y aprovecha los excedentes de cada cosecha para obtener ingresos adicionales”, detalla Sarah.

Volcada con el sector primario

En muchas de estas historias personales queda patente el compromiso de Oikocredit con el campo. Ciertamente hay razones objetivas para ello. Como explica la cooperativa en su último informe de impacto, “la agricultura es el principal empleador del mundo y representa el 4% del producto interior bruto (PIB) mundial, que llega hasta el 25% del PIB en el caso de algunos países en desarrollo. Además, aproximadamente el 75% de las personas pobres del mundo viven en zonas rurales y la agricultura es la principal fuente de alimento, empleo e ingresos para dos tercios de ellas”.

Por tanto, es un ámbito sobre el que hay que actuar de forma decidida si se trata de contribuir a la mejora de las condiciones de vida de los más vulnerables. De hecho, “las investigaciones han demostrado que el crecimiento en el sector de la agricultura es de dos a cuatro veces más efectivo en el aumento de los ingresos entre el 40% más pobre, en comparación con el crecimiento en sectores no agrícolas”.

Más de 500 millones de pequeños agricultores de todo el mundo desempeñan un papel crítico en la producción mundial de alimentos, pero la mayoría es vulnerable a los efectos del cambio climático, como las sequías o las inundaciones. Además, los pequeños agricultores a menudo se enfrentan a la competencia desleal y a unos precios volátiles.

La agricultura es uno de los sectores que recibe más apoyo financiero de Oikocredit. Se calcula que el 75% de las personas pobres del mundo viven en zonas rurales y la agricultura es la principal fuente de alimento, empleo e ingresos para dos tercios de ellas.

Sobre esto último saben mucho Margret Kajumba y su esposo, que desde hace dos décadas dirigen una explotación lechera en Uganda. Comenzaron con diez acres de tierra y apenas siete vacas, utilizando su propio dinero para dar el primer paso. A lo largo de todo este tiempo, con dedicación y esfuerzo, han transformado su pequeña granja en un próspero negocio de 100 acres y 40 vacas.

Sin embargo, el constante descenso en el precio de la leche y la amenaza de la fiebre aftosa ha llevado a la pareja a dar un giro a su negocio. “Gracias a la ayuda de Hofokam, socio de Oikocredit, presentes en Uganda desde hace 17 años, hemos podido adquirir un tractor con el que trabajar los cultivos de maíz”, comenta Margret. Su marido, además de ser el mecánico de coches de Hofokam, ve el potencial de generar ingresos adicionales alquilando el tractor.

En el caso de la colombiana Madgalena López, que regenta una plantación familiar de café, su relación con la Cooperativa Agraria Frontera San Ignacio Ltda (Coop AFSI), asociada a su vez con Oikocredit, le ha permitido recibir un precio justo por su producción, así como apoyo en apicultura y un arsenal de recursos que incluye fertilizantes y asesoramiento técnico. “Un ingeniero agrónomo viene todos los meses a aconsejarnos”, revela Magdalena, quien reconoce que, sin esta ayuda, el camino sería más áspero.

Energía limpia y asequible

Alrededor de 675 millones de personas viven sin acceso a electricidad limpia, asequible y fiable. En Oikocredit son conscientes de que esta carencia lastra las posibilidades de desarrollo de cualquier comunidad. Por ejemplo, sin acceso a la energía renovable, muchos pequeños agricultores se ven obligados a recoger agua de fuentes lejanas o a depender de costosos sistemas de bombeo que funcionan con diésel, lo que impide que se rieguen de forma adecuada importantes extensiones de tierra cultivable.

Así le ocurre a Ashish Bhor, agricultor dedicado al cultivo de remolacha, maíz y otras hortalizas en Junnar (India). Tarea que a menudo se ve comprometida por las fuertes lluvias torrenciales, sobre todo en época de los monzones, cuando las inclemencias meteorológicas son capaces, incluso, de provocar cortes de suministro en la red eléctrica.

Ashish Bhor ha sido capaz de resolver muchos de estos inconvenientes gracias a los productos ecológicos de Ecozen —entidad socia de Oikocredit desde 2021 y especializada además en ofrecer soluciones inteligentes y basadas en energías renovables para el sector primario—. El agricultor dispone, por ejemplo, de un controlador de bomba solar que le asegura un suministro constante de electricidad para regar sus campos.

Por otro lado, Oikocredit también ha apostado de forma notable por llevar las energías limpias y seguras a los métodos de cocina tradicionales. Y es que, como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 3.000 millones de personas en todo el mundo cocinan a fuego abierto o con estufas rudimentarias, utilizando combustibles no renovables y contaminantes. De hecho, la OMS también advierte de que más de 4 millones de personas mueren prematuramente cada año debido a enfermedades asociadas con la contaminación del aire en el hogar, sobre todo mujeres, ya que son las que tradicionalmente se ocupan de gestionar las tareas domésticas.

De ahí que sean tan relevantes proyectos como el de la cocina solar de biomasa desarrollada por African Clean Energy con el apoyo financiero de Oikocredit. Se trata de una cocina eficiente que combina la generación térmica y eléctrica mediante el uso de una batería cargada con energía solar. El dispositivo lleva instalado un ventilador que asegura una combustión de biomasa limpia, evitando así la alta mortalidad por una mala ventilación. Habilitada para pagar por uso, la cocina es capaz de cargar teléfonos móviles, tan necesarios para acceder a servicios financieros o de salud en zonas rurales remotas, y proporcionar luz. De paso, reduce el combustible necesario para cocinar entre un 50% y un 85%.

La inversión de impacto al servicio de la inclusión financiera en el sur global

African Clean Energy, con el apoyo financiero de Oikocredit, ha desarrollado una cocina solar de biomasa, que asegura una combustión limpia, evitando la alta mortalidad por una mala ventilación. Foto: Oikocredit.

La importancia de la comunidad

Pero Oikocredit no solo se dedica a prestar financiación a emprendedores y a proyectos concretos, sino que también quiere contribuir, a través de su acción, a fomentar la resiliencia de las comunidades de rentas bajas, que siempre son las más vulnerables ante las crisis económicas, las guerras y los desastres ambientales.

Dentro de esta estrategia, la cooperativa atiende prioritariamente iniciativas que tienen que ver con cuestiones tan nucleares para cualquier comunidad local como son educación, agua, saneamiento, infraestructura comunitaria y vivienda. Para ello cuenta no solo con las organizaciones socias, sino con otras entidades nuevas que comparten el mismo enfoque y que puedan ayudar a proporcionar soluciones que Oikocredit y sus organizaciones socias no pueden brindar.

Ya se están llevando a cabo los primeros proyectos enmarcados en esta nueva línea de actuación, iniciada en 2022. Así, en el ámbito de la educación, Oikocredit se asoció con Opportunity International en octubre del 2021 con la finalidad de mejorar el acceso a una educación de calidad asequible para los niños de comunidades con rentas bajas en Ghana, Kenia, Nigeria, Senegal y Uganda.

Mediante esta colaboración, Oikocredit proporciona fondos a entidades financieras y Opportunity International brinda asistencia técnica tanto a las entidades financieras como a las escuelas. El programa también incluye préstamos destinados a mejoras en los centros escolares, en los propios procesos de enseñanza y también para ayudar a las familias a afrontar el pago de las matrículas. Además, en 2022, se formó a numerosas instituciones de microfinanzas de Kenia y Uganda y se concedieron los primeros préstamos para la financiación de la educación en Kenia y Nigeria.

En cuanto al agua, la cooperativa ha comenzado a colaborar con Aqua for All, fundación que trabaja para facilitar el acceso al agua potable y el saneamiento para todas las personas. De ahí que Oikocredit haya aprobado una dotación de 3 millones de dólares americanos en préstamos con el objetivo de garantizar el suministro de agua por cañería a hogares y pequeños operadores de aguas privados en Camboya y Kenia. Aqua for All ofrece apoyo a las organizaciones socias mediante asistencia técnica, instalaciones de reducción de riesgos e incentivos basados en el desempeño.

Por último, y en relación con la infraestructura comunitaria, Oikocredit ha dado respaldo al desarrollo de más de 11.000 conexiones en la Nigeria rural mediante su colaboración con el desarrollador solar PowerGen, así como otras 4.000 conexiones más en Benín en colaboración, en este caso, con Weziza. Estas iniciativas han empoderado a lugareños y a pequeñas y medianas empresas al proporcionarles opciones de financiación y de energía renovable y con una calidad de red fiable.

Comentarios

Powered by Sindyk Content
Arriba