“Los desafíos de este sector, oportunidades para emprendedores”

“Los desafíos de este sector, oportunidades para emprendedores”

10 febrero 2011

El informe «Inversiones de Impacto. Una nueva clase de activo financiero» ha sido motivo de conversación en los ambientes financieros de Nueva York y en el sector de las fundaciones y del tercer sector en todo Estados Unidos.

Antony Bugg-Levine, director ejecutivo de la Fundación Rockefeller.

Pocas veces se ve a un banco de inversión como JP Morgan trabajando con una fundación. Y menos publicando un informe juntos. El concepto «inversiones de impacto» se basa en la idea de que las inversiones pueden ser una forma efectiva para solucionar problemáticas sociales, revolucionando la tradicional concepción del gobierno y las ONG como responsables de solucionar los problemas sociales. Esta es una idea en auge en los últimos años pero no es una idea nueva. ¿Cuál es la novedad entonces y por qué tanto ruido? Para saber qué hay detrás de todo esto y cuál es la innovación de este concepto, entrevistamos a Antony Bugg-Levine, director de la Fundación Rockefeller.

Desde su oficina se puede ver la ciudad de Nueva York nevada, con Wall Street de fondo. Su visión del distrito financiero y de las oportunidades que éste puede ofrecer, no obstante, es mucho más extensa de lo que estamos acostumbrados.

Muchas de las tendencias que menciona el informe ya llevan décadas en el mercado. ¿Qué hay de nuevo en este concepto?

La expresión «inversiones de impacto» es nueva. Dimos con ella en 2007, pero es verdad que la idea de que inversiones con ánimo de lucro pueden ser efectivas para solucionar problemas sociales es más vieja. Este concepto ya se ha demostrado efectivo en el ámbito de las microfinanzas comerciales, donde para incrementar las oportunidades de los sectores de escasos recursos no se requiere de la caridad, sino que a través de micropréstamos millones de personas han mejorado sus condiciones de vida. Esta es la idea central de las inversiones de impacto, pero creemos que no debe limitarse a las microfinanzas.

Históricamente ha habido otras áreas en las que las inversiones de impacto se han desarrollado antes de que las denomináramos como tal. Una de ellas es el desarrollo de viviendas sociales en comunidades urbanas de escasos recursos en Estados Unidos. Desde los años setenta, el gobierno ha creado más viviendas para los estratos sociales más desfavorecidos, no sólo a través de dinero público, sino creando incentivos para el sector privado. Para mí, este es un ejemplo clásico de lo que consideramos una inversión de impacto.

Un problema social –proporcionar viviendas sociales a gente de escasos recursos– con tres maneras de solucionarlo: podemos dejar que el gobierno construya las casas utilizando dinero de los impuestos, podemos tener donantes construyendo las casas a través de iniciativas filantrópicas, o podemos tener inversores construyendo las casas a través de micropréstamos.

Lo nuevo del término «inversión de impacto» es que ha permitido que gente de todo el mundo que ya trabajaba en esta idea se pueda reconocer como parte de una sola industria. Antes, alguien que daba microcréditos para gente pobre en Bangladesh y alguien que daba préstamos para construir viviendas sociales en Estados Unidos, se hubieran considerado como parte de distintas industrias. Gracias al término «inversión de impacto» la gente que ya está activa en este sector se da cuenta de que son parte de una misma industria.

El término también ha facilitado a la gente que tenía interés por este tema pudiera dar forma a su interés. Y a lo que me refiero con esto es que en 2007, asesores fi- nancieros y banqueros me decían: «he oído lo que haces, pero no estoy seguro de que esto sea algo que mis clientes querrían, porque no tengo clientes que me digan, quiero tener inversiones de impacto en mi portfolio».

El problema era que los clientes no lo pedían, porque no existía el lenguaje, pero sí querían que su dinero hiciera algo más que sólo más dinero. La expresión «quiero usar mi dinero para solucionar problemas sociales» se está empezando a popularizar en Estados Unidos. La gente ya puede pedir a sus asesores financieros un producto de inversión de impacto. El lenguaje ayuda a la gente a organizarse y a que más gente se involucre. En estos últimos tres años ha surgido un mayor interés. Quizás antes existía este interés, pero de forma latente y en los últimos años ha salido a la superficie.

El informe muestra el potencial de este mercado. Lo que esperamos es que pronto podamos hablar no sólo de potencial, sino de operaciones de inversión reales. El informe enseña algunos ejemplos de distintas iniciativas alrededor del mundo que ya han sido llevadas a cabo exitosamente. Pero son todavía pequeños, fragmentados y descoordinados.

Todavía no sabemos qué es lo que la industria en su conjunto va a ser capaz de conseguir, así como qué va a pasar si en vez de uno o dos pequeñas operaciones son cientos y grandes. Esta es la transición que esperamos que pase. Las inversiones de impacto tienen el potencial de pasar de ser una idea poderosa a una herramienta efectiva que cambie las vidas de millones de personas.

¿Cuál es la diferencia entre una inversión de impacto y una inversión socialmente responsable?

Son diferentes, pero están muy ligadas por su origen y por su espíritu. La idea original que motivó la aparición de las inversiones de socialmente responsables es la demanda de que no queremos que dinero que invertimos vaya en contra de nuestros valores, ya sea porque atente contra el medio ambiente o financie alguna actividad con la que no estamos de acuerdo. Esto es lo que llamamos selección negativa (negative screening). La idea es evitar poner dinero en lugares que son perjudiciales.

La inversión de impacto tiene un espíritu similar en el sentido de que piensa más allá del mero retorno financiero que genera. Sin embargo, la inversión de impacto no piensa sólo en evitar financiar actividades perjudiciales para la sociedad o para el medio ambiente, sino que busca una oportunidad para hacer cosas positivas.

No obstante, no hubiéramos podido hacer lo que hemos hecho si el movimiento de las inversiones socialmente responsables no hubiera abierto previamente la mente de los inversores. Actualmente estamos viendo cómo parte del movimiento de los inversores socialmente responsables se está moviendo hacia el activismo. Son dos tipos de inversiones diferentes, pero que pueden funcionar de forma conjunta. Hay inversores que tienen su porción de inversiones de impacto y someten el resto de sus inversiones a los criterios de responsabilidad social.

¿Cuáles son las implicaciones de tener a JP Morgan escribiendo este informe?

El reto y a la vez el atractivo de las inversiones de impacto es que requieren de la integración simultánea de disciplinas asociadas tradicionalmente con el mundo financiero y con la habilidad de solucionar problemas sociales. Esto requiere que gente que no está acostumbrada a trabajar junta ahora tendrá que hacerlo.

La redacción conjunta de este informe entre JP Morgan y la Fundación Rockefeller –un banco de inversión y una fundación privada trabajando juntos– ha sido un ejemplo del tipo de colaboración que va a ser necesaria en esta industria para que prospere y tenga éxito. Más allá del simbolismo está el hecho de que el análisis es mejor porque tenía a ambos equipos trabajando en él. Y no siempre es fácil. Para nosotros hubiera sido más fácil trabajar con alguien de otra fundación porque tenemos la misma manera de pensar y trabajar. Lo mismo para los banqueros de JP Morgan. Pero al final el resultado ha sido mejor.

Hay que añadir, además, que la participación de la Global Impact Invetment Network (GIIN) ha sido clave en este proyecto, como facilitador para el trabajo conjunto.

¿Los donantes y los inversionistas que buscan un impacto positivo tienen los mismos criterios cuando donan, en un caso, o invierten, en el otro?

En ambos –donantes e inversores– hay mucha diversidad. Hay un espectro de inversores de impacto: algunos de ellos tienen motivaciones muy similares a las de los donantes y otros buscan principalmente el retorno financiero. Y lo mismo pasa con los donantes: algunos donantes piensan que las donaciones son simplemente regalos, porque el punto está en dar. Otros donantes creen que sus donaciones deberían ser tratadas como inversiones en términos de due diligence y de los resultados obtenidos de esa donación.

En cualquier caso es importante destacar que las inversiones de impacto no pueden solucionar por sí solas todos los problemas sociales. Reconocemos que se necesita de los donantes y que las inversiones de impacto son un complemento, no un sustituto de las donaciones y del gobierno. Tenemos que trabajar más juntos –inversores y donantes– para entender cuáles son los problemas que pueden solucionarse a través de la filantropía y cuáles son los que pueden solucionarse a través de inversiones. La filantropía puede utilizarse para sembrar oportunidades que posteriormente pueden ser una oportunidad para inversores. Un ejemplo de esto es la Indian School Finance Company que otorga microcréditos a las escuelas para que puedan crecer. De este modo, los niños de los barrios pobres de Hyderabad pueden ir a escuelas con edificios o maestros financiados gracias a las inversiones de impacto.

A la vez, una fundación está proveyendo de becas para apoyar la mejora de los currículos para estas escuelas. Así pues, la filantropía ayuda a mejorar la educación y el dinero de los inversores permite construir las escuelas. Entre los dos tienen mejor educación para los niños con menos recursos en India. Sin la filantropía puedes tener escuelas, pero con una educación de baja calidad. Sin los inversores, tendrías una investigación fantástica pero sin aulas donde los alumnos pudieran atender a clase.

Todavía no somos buenos en combinar ambos sectores, pero a medida que la industria crece vamos mejorando en entender cómo utilizar de forma más eficaz los recursos. Tenemos que reorientar la manera en la que pensamos en el capital como sociedad desde un mundo en el que pensábamos de forma separada cómo crear bien social y retorno económico, a pensar que cada inversión puede producir un valor combinado de retorno social y financiero. Si los combinamos de forma inteligente, podemos crear mucho más valor que si los mantenemos separados.

¿Hay que sacrificar retornos financieros cuando decides invertir en inversiones de impacto? ¿Los inversores están dispuestos a sacrificar retornos por crear mayor impacto social?

En este informe, por primera vez proveemos datos, no sólo anécdotas, sobre el análisis de retornos financieros. Lo que yo concluyo de este informe son dos cosas: que no tienen que sacrificarse ganancias en las inversiones de impacto, pero que sí hay algunos inversores de impacto que están dispuestos a sacrificar retornos. Aunque hay que tener en cuenta que estos datos son limitados en el sentido que no recogen tendencias históricas, sino que son datos muy recientes. En diez años vamos a poder ser capaces de comprobar si es cierto que las inversiones de impacto no tienen por qué dar retornos inferiores a las inversiones tradicionales.

Creo que la clave está en si estás dispuesto a tomar riegos. En preguntarse si los inversores están dispuestos a tomar más riegos en inversiones con un componente social.

Sabemos cómo evaluar el retorno financiero, pero ¿cómo medimos el impacto social? Es clave poder medir el impacto social, porque si no, ¿cómo podemos decir quién es un inversor de impacto y quién no lo es?

En el informe se explica que la mayoría de inversores están usando sus propios sistemas para medir el impacto social, lo cual es un problema. Imaginémonos si el mercado de inversión general hiciera lo mismo: ¿cómo saber qué acciones comprar o en qué empresa invertir? Efectivamente, una de las piezas más importantes que la industria de las inversiones de impacto necesita para desarrollarse es un lenguaje común para comunicar y medir el impacto social que reduzca el tiempo y el costo que toma medir el impacto social.

La metodología conocida como Impact Reporting and Investment Standard (IRIS) está desarrollando el diccionario que permitirá a los inversores utilizar el mismo lenguaje a la hora de medir resultados sociales.

Si medimos el impacto de una inversión en educación en Nairobi en términos de cuántos estudiantes van a la escuela, la definición de estudiante tiene que ser la misma en Nairobi que en Lima. Así, estudiante no es sólo el alumno que se sienta en la clase, sino el que pasa de curso atiende un mínimo del 75% de las clases y reúne una serie de características comunes en todo el mundo. Cuando estos estándares se adopten, somos muy optimistas del potencial de este sector.

¿Cómo podemos involucrarnos en las inversiones de impacto?

Para la gente en la industria financiera, este es un mercado creciente y este período inicial es un muy buen momento para entrar. El mercado potencial es grande. Al contrario que el sector financiero tradicional que se está contrayendo, nosotros estamos creciendo. Toda la gente que conozco en el negocio de asesoramiento financiero de inversiones de impacto está contratando. Sí, es verdad que es un mercado ineficiente todavía, pero los desafíos de este sector son sin duda las oportunidades para los emprendedores.

Y si no soy un millonario, ¿cómo puedo participar?

Todos podemos empezar a preguntar a nuestros asesores financieros qué tipo de inversión de impacto podemos hacer para empezar a ejercer presión. Tenemos que reclamar a nuestro banco que no es suficiente con que nos digan que la única manera en la que pueden invertir nuestro dinero es, o creando retorno financiero, o donando dinero en iniciativas filantrópicas.

Empecemos a exigir la combinación de ambos. Necesitamos clientes que presionen a sus asesores para que, a su vez, éstos demanden este tipo de inversiones.

Es verdad que es el problema del huevo y la gallina, pero creo firmemente que si hay un número suficiente de personas demandando este tipo de inversiones a sus bancos, podemos hacer que esta industria crezca con rapidez.

En la actualidad, muchos inversores de impacto alrededor del mundo están increíblemente frustrados tratando de trabajar dentro de los marcos legislativos existentes que no conciben lo que estamos haciendo. Esta es una gran oportunidad para los gobiernos. Es el momento para que creen políticas de apoyo que faciliten este tipo de inversiones. Porque al final el propósito de la inversión de impacto es la movilización de capital privado para solucionar problemas públicos. Especialmente en países como España, donde el gobierno va a disponer cada vez de menos recursos, pero se le va a exigir más en políticas sociales.

Por Beatriz Guillén

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