Tres emprendedoras que lideran cambios sociales e inspiran en Latinoamérica

Es el caso de Agustina Melendres tiene 20 años y es de la ciudad de Salta (Argentina). Vivió tres años en un hogar de menores y forma parte de Doncel, una institución que quiere cambiar la realidad de niños y adolescentes que están o han pasado por centros de acogida. Esta joven ha trabajado activamente para lograr la aprobación de una ley que reconoce los derechos de  adolescentes y jóvenes sin cuidados parentales y los acompaña en su transición a la vida adulta. Agustina, desde su propia experiencia, se moviliza e invita a otros jóvenes a reconocerse como agentes de cambio.

“A los 18 años egresé de un hogar en el que estuve tres años. Esa experiencia me marcó mucho y la llevo con mucho orgullo. Siempre dije que si estuviera a mi alcance ayudar, lo haría. Por eso hoy soy representante nacional y activista en mi provincia de la Ley del PAE (Programa de Acompañamiento para el Egreso de jóvenes sin cuidados parentales). Esta ley nos sustenta para estudiar y vivir, y  brinda apoyo y contención a jóvenes que han crecido en hogares de cuidado alternativo y, que al alcanzar la mayoría de edad, tienen que buscarse la vida. Jóvenes como yo y como muchos que están atravesando esta situación”, explica Melendres.

En la asociación civil Doncel, junto a más jóvenes y con el proyecto Ruido, trata de visibilizar la realidad de estos niños, adolescentes y jóvenes y colaborar en la transformación del sistema para que logren tener una vida mejor. “Hay organizaciones y leyes como el PAE que están ahí para respaldar nuestros derechos. Y por eso me movilizo y soy agente de cambio junto a miles de jóvenes que lideran iniciativas en todo el país”, agrega.

Melendres ha formado parte de Tribu 24, una iniciativa de Ashoka Cono Sur que busca identificar y conectar jóvenes de entre 12 y 20 años de todas las provincias de Argentina con el objetivo de consolidar una red que promueva un impacto positivo en sus comunidades y transforme sus entornos hacia el bien común.

“Es importante realizar este tipo de iniciativas porque hay jóvenes con proyectos increíbles a lo largo y ancho de nuestro país (y del mundo) generando un gran impacto en sus comunidades. Lamentablemente, muchas veces no cuentan con el apoyo necesario o son desestimados por sus entornos simplemente por su edad y los prejuicios que hay en torno a los adolescentes”, expresa Tomás Teicher, coordinador de Niñez y Juventud en Ashoka para Cono Sur.

Ashoka es una organización sin fines de lucro que promueve la cultura emprendedora y la innovación social desde hace más de 20 años. “Desde Ashoka creemos en el poder de la juventud y por eso es que estamos constantemente buscando oportunidades para potenciar y amplificar esas voces con un montón de ideas innovadoras y disruptivas que nos traen las nuevas generaciones”, agrega Teicher.

A través de la Iglesia, Melendres forma parte también Brigada Luz, un grupo que sale los viernes por la noche a repartir comida a las personas sin hogar. “A través de una palabra de aliento, una comida o un abrazo, podemos hacer que esa persona vuelva a creer en sí misma. Me motiva cuando la gente sale adelante”, agrega.

Educación ambiental

En México, otra joven de 25 años, Mitzi Elizabeth González Medrano genera proyectos para fortalecer el cuidado del medio ambiente en su comunidad. Nació y creció en Tijuana, pero actualmente reside en Monterrey. Se mudó a esta ciudad para estudiar en la universidad, donde se graduó en Creación de Negocios e Innovación Empresarial. Actualmente, cursa un máster en Proyectos Socioambientales en la Universidad del Medio Ambiente en Valle de Bravo. Mitzi trabaja en dos proyectos y en su propia consultora para micro, pequeñas y medianas empresas.

Desde los 8 hasta los 21 años fue scout, experiencia que influyó significativamente en su desarrollo personal. En 2017, al ingresar a la universidad, participó en el programa Drivers of Change, centrado en el emprendimiento social. Este programa le permitió colaborar en proyectos tanto a nivel nacional como internacional y fue su primera interacción directa con Ashoka.

Durante su tiempo en la Universidad de Monterrey, esta joven creó y desarrolló un proyecto de huertos urbanos bajo el nombre de Bluhm, que se convirtió en el tema de su tesis en 2019. En el marco de esta iniciativa, durante la pandemia y junto con una socia, lanzó unos kits de huertos urbanos y comenzó a realizar talleres, cafés filosóficos y clubs de cocina vegana para acompañar procesos de educación ambiental.

Al terminar la universidad, González y su socia decidieron seguir adelante con sus proyectos. Conocieron Comunidad Composta, un emprendimiento socioambiental que recolecta residuos orgánicos para convertirlos en tierra fértil,  y, finalmente, quedaron a cargo de este proyecto. En esta iniciativa, el equipo de Mitzi recoge residuos orgánicos de alrededor de 500 familias, ya sea en puntos de entrega designados o directamente en sus domicilios, y los transforma en compost.

Recientemente, Huertos Bluhm cambió su nombre y hoy se lo conoce como Colectivo Florétika. Allí se promueven proyectos que fomentan la educación ambiental y el cuidado de la vida. Se busca generar un sentido de pertenencia y participación comunitaria.

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Justicia climática

Otra joven agente de cambio de Latinoamérica vinculada a la red de Ashoka es Heloise Luna. Lo que activó a esta joven brasileña, que hoy tiene 19 años, fue encontrarse en el día a día con el río contaminado que atraviesa la ciudad de Mossoró, donde nació y creció. En 2020, cuando estaba en la escuela secundaria, junto con cuatro compañeros, se unió al movimiento Fridays for Future en Brasil y fundaron un núcleo local.

Durante la pandemia, el grupo se centró en acciones solidarias y activismo digital. Después, comenzaron a realizar actividades presenciales para movilizar a los jóvenes de la ciudad en favor de la justicia climática. El proyecto busca popularizar la educación ambiental, combatiendo la desinformación y comprometiendo a los jóvenes con el cuidado del planeta. Actualmente, el equipo de Fridays for Future Mossoró cuenta con unas veinte personas, y más de mil ya han participado en las diversas acciones.

“Mossoró es una ciudad en la región semiárida de Brasil con temperaturas extremas que, a pesar de ser atravesada por un río, no puede usar sus recursos hídricos para ninguna actividad. Los gestores municipales ignoraron su  existencia. He vivido casi 20 años en la ciudad donde nací y nunca he podido tocar el río que la atraviesa ni he visto ninguna política pública para su recuperación, y siento una inmensa indignación por esto. La región se ha vuelto cada vez más árida con el cambio climático. Necesitamos proteger y recuperar los ecosistemas”, expresa la joven.

“Cuando tenía 13 años, un profesor de historia mostró un video de Ailton Krenak (líder y filósofo indígena brasileño) hablando en la Asamblea Constituyente de 1988. Miré este video muchas veces. Había aprendido en la escuela que las personas indígenas eran parte del pasado, pero era una mentira para que sus tierras pudieran ser explotadas económicamente. Para aprender la verdadera historia de Brasil era necesario descubrir las narrativas creadas por los colonizadores. En esa búsqueda encontré los artículos de la periodista Eliane Brum y comencé a leer sobre política, ambiente y cambio climático. Se volvió cada vez más evidente para mí que la crisis climática es el mayor desafío de este siglo, y no bastan cambios superficiales y discursos vacíos; es necesario transformar el modelo de sociedad para poner las vidas (humanas y de todas las especies) por encima del lucro”, cuenta Heloise.

Este año se celebrarán elecciones municipales y esta joven quiere realizar acciones para movilizar al electorado en torno a temas ambientales. Más a largo plazo, sueña con una campaña para la revitalización del río Mossoró.